La trampa
Sinopsis de la película
Jean La Bestia (Oliver Reed) es un cazador de pieles que vive aislado en una remota cabaña lejos de la civilización. Decidido a acabar con su soledad, compra una esposa (Rita Tushingham), una joven muda que lo acompaña a regañadientes e intenta huir de él. Durante el largo y crudo invierno que pasan en la cabaña, dedicados sobre todo a la caza, acabarán acostumbrándose el uno al otro.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Trap
- Año: 1966
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
Película
6.6
93 valoraciones en total
Western de aventuras en naturaleza salvaje, que no habría pasado de ahí de no ser por un guión que (como mínimo) consigue despertar la curiosidad por las perturbadoras posibilidades que encierra, evitando así que el espectador se abandone a los mórbidos placeres de la telesiesta.
Sin embargo, el potencial de lo que podría haber sido una historia escabrosa, morbosa y (¿por qué no?) truculenta, es vilmente desaprovechado (sin duda, por ahí andan la desidia del director, la torpeza del guionista y la cobardía de la productora), dando como resultado poco más que un cuentecillo complaciente con los tópicos del género, en el que un Reed, con su característico histrionismo, y una deliciosa Tushingham, hacen el esfuerzo de evitar que tan decepcionante desperdicio termine viniéndose abajo del todo.
EN RESUMEN: curiosa, sin poder llegar a más.
Notable, intensa, salvaje, arriesgada, ingeniosa, dinámica, poderosa, sigilosa, entrañable, contundente, entretenida y acertada producción de aventuras que combina las clásicas bases de la comedia romántica y el intenso drama de una mujer muda que ve como es comprada como esposa de un poderoso cazador de animales, conocido como La bestia.
Premisa políticamente incorrecta y que puede levantar polémicas por el tratamiento del papel de la mujer protagonista, pero que no deja de estar de actualidad pase el tiempo que pase.
Gran trabajo de los responsables de la película, ofreciendo una salvaje y alocada producción de aventuras en la que la batalla de los sexos está muy presente.
Gran trabajo el ofrecido por su pareja protagonista, unos excepcionales y en estado de gracia: Oliver Reed y Rita Tushingham. Esta última en la piel de la protagonista muda que consigue cautivar y encandilar al protagonista y al público, en una gran demostración de carisma.
La trampa, queda como un interesante y correcto trabajo con el que poder disfrutar de una fauna salvaje de la que se sobrevive con los elementos y utensilios más básicos.
Es una de esas películas de la que no se espera mucho por su limitado presupuesto, pero que llega a ofrecer resultados altamente satisfactorios.
Por 750 dólares podían adquirir una mujer los solteros de una alejada población de Canadá donde una vez al año llegaba un barco de vapor, 250 para sacarla de la cárcel y 500 por el pasaje hasta allí. Y lo pagaban muchos. Jean la Bestia (Reed), un oscuro leñador que hacía honor a su apodo, llega a pagar 1.000 por una joven muda, Eva (Tushingham), auténtica cenicienta explotada por su madrastra que la vende sin contemplaciones.
La cinta, que encuadramos en lo que llamamos subgénero canadiense , narra el mutuo y lento acercamiento entre la bella y la bestia que deben superar altas barreras socioculturales, en el marco de la naturaleza salvaje y bella de las altas montañas del norte del continente.
Desde el punto de vista etnológico aprendemos toda una gama de trampas y cepos para cazar los más variados animales del bosque. Más rico es el caudal de detalles sanitarios que nos ofrece la película, como por ejemplo que la mudez de Eva se debe al trauma sufrido en su infancia por ver el asesinato de toda su familia por indios. Sin embargo lo más espectacular es la amputación que la joven debe realizar bajo la rodilla de Jean gangrenada al quedar atrapada en una trampa para osos (de ahí el título). De nada sirven los apósitos de whisky que empapaban pieles de conejo que aplica sobre la herida, tampoco puede acudir en su ayuda el hechicero indio que desesperadamente busca Eva provista de unos curiosos anteojos que eviten que los rayos solares al incidir sobre la nieve dañen sus ojos. Cuando todo esto falla, siguiendo las instrucciones de Jean coloca un torniquete antes de la zona de corte, le hace beber licor como anestésico y, acto seguido, le propina un hachazo en la zona elegida. Ya solo queda aplicar al muñón brasas que actúen como hemostático y más pieles de conejo empapadas en whisky. Superada la fiebre postquirúrgica con unas muletas ya puede volver a cazar.
Naturalmente la obra tiene más cosas, pero con lo dicho y la buena banda sonora pensamos que es suficiente para animar a nuestros lectores a contemplarla esta interesante película de aventuras.
Dos historias van a converger en nuestras narices teniendo la sensación que cada una de ellas por separado, las dos vidas de nuestros protagonistas, hasta que se cruzan, merecerían una sola película. No sería mal negocio si funcionara, dos películas en una, pero creo que lo mejor de La trampa es que dada su necesaria inclinación hacia el bajo presupuesto toma unos atajos que funcionan de maravilla. El caso es que tras una presentación impecable esas dos personas inician un camino juntos en el que van a tener que sufrir mucho por mantenerse con vida.
Él es como es, un tío acostumbrado a la vida del trampero, con mucho oficio y la necesidad de complementar su vida con una mujer. Esa necesidad parece más de tipo físico al principio, lo cual no nos extrañaría, pero lo bonito es que ese hombre deja de aparentar un animal y se nos muestra como un personaje normal que necesita compañía y amor. Una mujer con la que casarse, con sus palabras.
De acuerdo, Oliver Reed aparece demasiado histriónico, intentando desbordar la pantalla en cada escena. No es que sea un corderito con piel de león, pero casi.
Pasa poco, pero pasa, una película extraviada, olvidada, se planta delante de uno sin pedir permiso y te alegra el día, la semana… Y más…
Diciembre de 2012. Valga la redundancia, acababa de ver 2012 en la tele con mi hermana entre bostezos, risas, insultos y pedorretas varias. Y mucha vergüenza ajena. Después me di cuenta de que el maldito Roland Emmerich es el director de aquel remake de los noventa de Godzilla . Ah, amigo. Menudos truños se casca este artista. En fin, antes de entrar en Filmaffinity para colocarle un muy deficiente extra , me quedé un rato a curiosear la peli que nos ocupa, The Trap , en un canal local. Y qué gustito, oiga. Enterita la vi. Qué forma más elegante de hacer cine de aventuras con efectos especiales y visuales inocentes e infantiloides, pero con muchas ganas y con una bonita historia y dos actores protagonistas realmente convincentes. Y, sobre todo, con un guión en las manos, no un trozo de papel higiénico como Mr. Emmerich. Enhorabuena y gracias, Sidney Hayers.