La teoría del todo
Sinopsis de la película
Narra la relación entre el célebre astrofísico Stephen Hawking y su primera mujer, Jane, desde que ambos se conocieron siendo estudiantes en la Universidad de Cambridge a principios de los 60 y a lo largo de 25 años, especialmente en su lucha juntos contra la enfermedad degenerativa que postró al famoso científico en una silla de ruedas.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Theory of Everything
- Año: 2014
- Duración: 123
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Opinión de la crítica
Película
7
50 valoraciones en total
Quizás hay cierta confusión sobre los contenidos de esta cinta. No es tanto una biografía de Stephen Hawking como un relato – desde el punto de vista de la esposa – del primer matrimonio de este mediático científico que lleva cincuenta años en una silla de ruedas sufriendo un declive corporal que en nada afecta a la actividad de su visionaria mente. Por lo tanto estamos ante una historia de amor (bueno, en verdad son tres historias de amor pero no conviene destripar ciertos pormenores…) con sus altibajos, puntualizaciones y meandros durante un número indeterminado pero prolijo de años.
Esto es su máxima virtud y su notable limitación. Es una hermosa, entrañable, madura y paciente historia de amor que termina en matrimonio y en tres (casi invisibles) hijos, pero tampoco es nada más. Apenas se profundiza en la labor científica del laureado profesor – salvo para situar la importancia del personaje y recalcar la tragedia de su fatídica mala suerte, a modo de pórtico suntuoso que nos señala que es un hombre IMPORTANTE. Apenas hay otros personajes ni otras tramas reseñables (salvo un amigo cantarín no del todo desinteresado y una enfermera algo voluptuosa y meticona).
Tiene las virtudes del buen cine inglés: unas interpretaciones impactantes por el dúo protagonista (más sutil y profunda la de Felicity Jones, más de composición y mimetismo corporal la de Eddie Redmayne), una recreación de época infalible, un olfato por los detalles domésticos que añade calidez y verosimilitud al conjunto y una banda sonora luminosa y llena de espléndido poderío del islandés Jóhann Jóhannsson (con el permiso de Alexandre Desplat y su The Imitation Game casi seguro Oscar de este año).
En definitiva, una película menor, que se ve con agrado e interés, cálida, correcta y acogedora, que no alcanza ninguna cima memorable digna de mención (salvo quizás la de aparentar una importancia o relevancia de la que desde luego carece) pero que no decepcionará a los muchos espectadores que vayan a verla. Aceptable.
Preciosa película, que nos cuenta unos 25 años de la vida de Stephen Hawkins, un hombre con un cerebro inaccesible e indescifrable para el resto de la humanidad en sus teorías científicas, y que desde su juventud no puede mover ni un músculo de su cuerpo ni pronunciar una palabra por sí mismo.
La película se centra sobre todo en la relación con su primera esposa a la que conoció en la universidad. Con veinte y pocos años le diagnosticaron una enfermedad motoneuronal relacionada con la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que empezó por ir paralizándole el sistema motor, músculo a músculo y terminar dejándolo inmovilizado de por vida. Años después perdió la capacidad de hablar por si mismo.
La película es un canto a la vida y a la superación de como una persona con un cerebro prodigioso, ni siquiera puede comunicar una palabra por sí mismo, ni dar una caricia a su hijo. Y es un canto a la vida porque a Stephen Hawkins le dieron 2 años de vida, y tiene en la actualidad 73.
La parte científica de la película es inaccesible para el espectador y hasta para los científicos. Pero tiene momento memorable como cuando le surgió la idea de los agujeros negros, o cuando visita alguno de los laboratorios más históricos de la ciencia en Cambridge.
La parte de discapacidad centra gran parte de la película. No solo por como cuenta perfectamente la evolución de la enfermedad, sino de sus consecuencias, tanto para el propio protagonista, como la relación con su mujer y su familia.
También es muy interesante la parte de los sistemas alternativos de comunicación. El descubrimiento de nuevos sistemas, la aplicación, la evolución. Didácticamente, es una película digna de ser emitida en escuelas universitarias.
Eddie Redmayne hace el papel de su vida, involucrándose en un papel de extraordinaria complejidad. No sólo porque tiene que parecerse a un personaje real, muy conocido y cualquier fallo se notaría, sino porque la evolución de su discapacidad no es nada sencillo de transmitir, llegando a momentos de durísimos que trasmite a las mil maravillas.
Película muy notable que nos servirá para conocer más la vida de este genio en vida, de la discapacidad, y de las relaciones con una persona con una discapacidad severa.
En base a lo que he visto, creo que James Marsh es mucho mejor documentalista que realizador de cine de ficción. Me baso en dos trabajos tan sólidos como lo fueron Man on Wire y Proyecto Nim , ambos contados con emoción, intensidad e incluso algo de intriga. Sin embargo, todo esto parece ausente en sus largometrajes convencionales. Con Shadow Dancer se limitaba a bordear el mundo del IRA y cómo este afectaba a varios personajes, logrando sólo en algunos momentos crear verdadero vértigo y convirtiéndose por tanto en una película algo innane, desaprovechada por su tema y punto de partida. Con La teoría del todo creo que pasa algo parecido pero además hay que sumarle dos factores. El primero, que Marsh ha hecho una película de premios, y con ello se ha relajado en el academicismo. Apenas hay personalidad detrás de las imágenes, un valor que si se encontraba en su obra previa. El segundo, que parecen coexistir dos films diferentes en tono y vuelo artístico, aunque esto intentaré explicarlo de forma más detallada.
Como todos sabéis, La teoría del todo narra la historia del astrofísico Stephen Hawking desde los años 60, momento en el que se encontraba cursando sus estudios univesitarios y aún no era Doctor en su materia. La primera media hora de la película gira en torno a este hecho y no hay grandes sobresaltos, está todo realizado con piloto automático, con algún momento demasiado idealizado (en encuentro entre Stephen y Jane) pero aún así aceptable. El problema llega luego. Marsh no sabe controlar su instinto más primario y eventualmente introduce en la película momentos que buscan los lagrimones de forma constante, con música vergonzosa (no porque sea mala, sino por cómo se utiliza, de hecho la banda sonora de Johann Johansson es muy buena), ralentizaciones, primeros planos de ojos llorosos o flashbacks de esos de ver y no creer. Los diálogos tampoco ayudan, cursis a morir. Esto ocurre eventualmente, no siempre, pero cuando sucede es imposible disfrutar con una película que te está clavando un alfiler continuamente intentando dirigir tus emociones… y que encima falla en el intento.
Cuando Marsh se relaja la cosa va mucho más lejos, porque La teoría del todo es un film sólido, con buen armazón técnico, un acertado uso (a veces) de los primeros planos, con desenfoques oportunos para mostrar ese proceso de paralización del cuerpo, esos ojos expresivos tratando de buscar La Verdad. Sus picos (pienso en esa secuencia subjetiva filmada a través del jersey, o el intento de subida por la escalera) son muy elevados pero la película está continuamente peleando consigo misma: ¿ser un biopic de autor, con personalidad -pienso en Amadeus – o limitarme a hacer algo premiable? Ese es el dilema la que se enfrenta una producción a la que le auguro buen recorrido entre cierto público pero que si destaca por algo no es por la dirección de James Marsh, ni por el guión de Anthony McCarten. Sino por la extraordinaria entrega de Eddie Redmayne como Stephen Hawking, en un papel que era muy fácil que cayera en la caricatura pero que él consigue defender con fuerza y aplomo. A su lado, Felicity Jones levanta también un personaje muy solvente que consigue que la película se eleve pese a todos esos momentos irregulares que rompen por completo el hechizo. Si atendiera a esto último podría suspender la película sin problema (los niveles de infamia rozan lo desesperante) pero también tiene méritos, eso es innegable.
La primera media hora – tres cuartos es lo mejor de la película (para mi gusto). Te remueve por dentro, contesta la vitalidad y la juventud de un futuro prometedor con el declive provocado por la enfermedad. Todo esto sazonado del ingrediente principal de La teoría del todo, el amor. La velocidad frenética y descorazonadora de estos primeros 45 minutos te llevan hasta una situación de relativa tranquilidad. La enfermedad ha vencido y se abren nuevas opciones… digamos que empieza a ser un mal menor. Eddie Redmayne te hará sentir compasión, ternura y tristeza, te conmueve y remueve. Por exigencias de ser un biopic, es decir, ceñirse a la realidad, el guión da algun que otro giro inesperado y a veces no muy bien llevado. Felicity Jones, con su modosidad, sencillez y sin hacer muchos aspavientos firma una interpretacion fantástica. Ella es coraje y fe, el templanza y sabiduría. La película te cuenta lo que hay, sin florituras y sin recreaciones innecesarias. Sin pausa pero sin prisa. Dando importancia al instante exacto y redondeando todo con una banda sonora para el recuerdo. Exquisita música.
Para ser breves, la teoria del todo es amargamente esperanzadora
Biopic sobre Stephen Hawkins (físico teórico y cosmólogo, cuyos destacadísimos trabajos (cruciales en la física y la cosmología) le han demostrado como un genio de la astrofísica y una de las mentes más brillantes de la historia).
Vaya por delante que estamos ante una película destacada en este 2014, trata temas interesantes y atrayentes, su narrativa es elegante y estilosa, y sus interpretaciones resultan notables. La teoría del todo es un film más que recomendable.
Ahora bien, el espectador que busque una inmersión total y absoluta en la ciencia trascendental de Hawkins puede quedar decepcionado, pues la cinta se basa en el libro escrito por su primera esposa, Jane, y gasta más minutos en el romance y en la vida personal del genio que en sus genialidades astrofísicas (aunque tampoco estamos hablando por fortuna de un completo folletín rosa, La teoría del todo busca el equilibrio y en ella nos encontramos con potentes detalles que van desde la búsqueda de una única fórmula que explique el origen del universo… hasta la búsqueda de una tecnología que permita (lo que no permite la ELA) a Hawkins dar a conocer al mundo toda su intacta erudición. Además, el romance, aunque pueda gastar más minutos de los deseados, está tratado con acierto, delicadeza y madurez… algo que no es lo habitual en los largometrajes folletinescos)… y esto acaba siendo una rémora que el metraje arrastra consigo impidiendo que hablemos de una obra maestra inolvidable.
El tronco de la narración es, pues, la historia de amor entre Stephen y Jane Hawkins. Una historia de amor tan natural y sentimental como tenaz y sólida. Así, La teoría del todo nos narra la vida de Hawkins desde que es un vital, optimista y friki estudiante de Cambridge hasta que es recibido en audiencia por la reina de Inglaterra. Durante este periodo observaremos su romance con Jane, los síntomas degenerativos de su enfermedad, su diagnostico, su evolución, su doctorado en Cambridge, la redacción de su libro científico-divulgativo Una breve historia del tiempo y su éxito y relevancia a nivel mundial y científico. Todos estos acontecimientos del film se afectan entre ellos, y están genialmente interconectados. (El guión es natural y medrado (está bien escrito y, gracias a él, la multitud de sentimientos y reflexiones que nos despierta (la rabia al observar la vida que pudo tener el protagonista y no tuvo, las alegrías de amor familiar que experimenta, los sentimientos de pena, de triunfo, etc.), se transmiten sobremanera, la historia de amor se relata con sencillez y tacto pero también con complicidad y empatía, el compadreo universitario y la amistad se empapa en el espectador como algo encantador, las apuestas investigadoras de Hawkins en el film son llamativas, relevantes y trascendentes (y aupan al espectador que queda atraído por cual será la conclusión y las consecuencias de estos estudios), y el drama de la floración de la ELA en Hawkins se convierte en una desventura multidimensional, cargada de momentos agridulces, con un protagonista que ya nos ha calado completamente como un buen joven ignorante de cual será su destino, un destino que le tiene preparadas muchas trabas y alguna que otra satisfacción (pues Hawkins siempre supo que el cerebro no está afectado por esta enfermedad y, aunque los médicos le dieron una esperanza de vida de 48 meses (y, para el asombro de los médicos, el genio ya va por los 72 años) decidió seguir con su vida como quiso y planeo: se casó, tuvo hijos y siguió con sus estudios e investigaciones).
Pero no solo el guión consigue que La teoría del todo sea un film notable. Marsh aporta una estupenda cinematografía, con una fotografía refinada, una distinguida elección de planos y una edición maestra y ágil. La banda sonora, sin ser memorable, se ensabla a la perfección en sus momentos.
Los actores también resultan naturales. Pero quien más destaca (y destaca por encima de sus compañeros… y del resto de aspectos de la cinta) es Eddie Redmayne. Confieso que en los 2 trabajos que había visto al intérprete ( My Week With Marilyn y Les Miseables ) me pareció algo apagado y sin carisma. Pues bien, como Stephen Hawkins está sencillamente soberbio. Ya desde sus momentos como joven estudiante logra un retrato de un hombre tan bondadoso y tierno como singular, distinto y multidimensional… todo eso se mantiene cuando el personaje ya tiene signos muy obvios de la ELA (y a pesar de las dificultades físicas que supone transmitir ciertos sentimientos). Redmayne ofrece una empatía y una complicidad inusual en un personaje, y su transformación física es cumbre. Si esta noche fueran los Oscars, Redmayne se lo llevaría de calle. Aun quedan algunas prometedoras películas este año, pero lo conseguido por Redmayne aquí es prácticamente inalcanzable.
En definitiva, podríamos decir que estamos ante un biopic con una estructura al uso, sí. Pero es un biopic, escrito con sutileza y atención, está bien llevado a escena y guarda multitud de potentes matices. Erra en cebarse demasiado en los romances en algunos minutos (que aunque resulte natural, en algunos casos es redundante y algo insulso), pero no quita para que estemos ante un drama recomendable.
Lo peor: Un poquito de más divulgación científica y menos de historia romántica hubiera sido más atinado.
Lo mejor: Eddie Redmayne. El guión (en especial ciertos momentos…