La soledad
Sinopsis de la película
Cronica de la vida de dos mujeres. Adela (Sonia Almarcha) es una madre soltera que se traslada con su niño desde un pequeño pueblo a Madrid. Allí encuentra trabajo y entabla nuevas amistades, pero, de repente, sucede algo perturbador. Antonia (Petra Martínez) es la proprietaria de un pequeño supermercado de barrio, cuya sosegada vida se ve alterada por los problemas de sus hijas.
Detalles de la película
- Titulo Original: La soledad
- Año: 2007
- Duración: 133
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Opinión de la crítica
Película
6.3
42 valoraciones en total
Rosales nos plantea una historia | Rosales nos entrega una historia
compleja y verídica sobre la | aburrida y pretenciosa sobre la
soledad interior/exterior diaria. | vida cotidiana y sus efectos.
El silencio y la rutina abarcan | Planos extralargos insustanciales
nuestras vidas sin darnos cuenta. | matan la vida de la película.
El tiempo no se detiene. La soledad | El reloj no avanza y te desesperas
crece en tu interior aislándote | viendo que progresa menos la trama
cada vez más del mundo exterior. | que el tráfico en hora punta.
A través de la polivisión y la | La interesante y desaprovechada
pantalla partida se demuestra sin | idea de la pantalla partida
palabras la angustia y desolación | consume y anula las actuaciones
de los personajes protagonistas. | naturalistas de Sonia y Petra.
Aportando originalidad en el | Es original pero sin contenido, es
planteamiento y otorgando una | decir, no aporta ni ayuda nada al
visión cotidiana y detallista se | desarrollo narrativo, sino que la
intensificará la sensación de una | narración la lastra a cambio de
soledad compartida en silencio. | presentarla más vistosamente .
Conclusión: la soledad más humana | Conclusión: la soledad se adueña
y verdadera traspasará la pantalla | de la sala por aburrimiento y
hasta el alma del espectador. | pedantería de su autor.
Gran aportación filmográfica. | Intento fallido. Lo siento.
No andemos con rodeos: es una película tan buena que parece francesa (este es uno de los mayores elogios que se me ocurren). En realidad iba a ser malo y a decir que no parece española, pero no sería justo porque aquí tenemos a Icíar Bollaín o a Cesc Gay, que son capaces de contar historias muy conmovedoras que, al estilo de Rohmer o Rosales, se alimentan de lo cotidiano y rompen con la retórica cinematográfica más al uso. Pero claro, son la excepción.
Si uno lee cualquier periódico español verá que asuntos como el terrorismo, la especulación inmobiliaria en el litoral, las familias desestructuradas o la enfermedad ocupan un espacio grande de la información. Si uno ve las teleseries o las películas de lo que enfáticamente se llama nuestro cine verá que generalmente se habla de otras cosas y que los actores (siempre los mismos) se comportan de forma muy rara (se confunde naturalidad con pintoresquismo modernizado). En resumen, que todo es falso y generalmente mediocre. Cuando estos asuntos que tomo como ejemplo (terrorismo, construcción, familias monoparentales, cáncer) aparecen, casi es peor, porque siempre lo hacen de forma desaforada y ridícula.
Yo no digo que el cine deba ser un espejo de la realidad, pero no está mal que de vez en cuando hablen de mí y de mi mundo (entendiendo mí como una persona normal, dentro de lo que cabe). Nuestro cine suele tratar sobre personas chistosísimas e hiperexcitadas (o retorcidas y truculentas) en las que no me reconozco (ni intuyo un átomo de realidad en ellas, son puras entelequias retóricas).
Bueno, pues aquí sucede todo lo contrario. Esta película habla de una España y de unas personas que sí reconozco, y lo hace con naturalidad, emoción e inteligencia. Los actores son maravillosos, el guión es perfecto (¡qué calidad en las elipsis!) y Rosales consigue ser natural y al tiempo valiente al narrar esta historia (esa pantalla partida podría haber sido un recurso pedante y, sin embargo, no rompe la fluidez y funciona con absoluta naturalidad).
No hace falta ser español, ni mucho menos, para disfrutar de esta película: sólo quiero subrayar que se integra con naturalidad en un tiempo, un espacio y una sociedad y todo eso lo transforma en arte, con mayúsculas.
Os la recomiendo con toda emoción y todo entusiasmo.
El realismo dentro del cine no es posible . Insisto en que el silencio que podemos emplear en el cine no es un silencio realista, sino un silencio puramente expresivo, que yo lo conecto con la dificultad de comunicarnos , con una situación de pura alienación. Estas son las palabras de Jaime Rosales para dar cuenta de una de las características más definitorias de su estilo: el valor expresivo del silencio allí donde el significado de las palabras se disuelve nada más pronunciarlas, algo que en La Soledad se convierte además en el eje central de su discurso.
Alejado de las obscuras psicopatologías del extrarradio barcelonés de su anterior obra Las horas del día (2003), Rosales se adentra ahora en el cerco vital de las protagonistas de La Soledad, Adela (Sonia Almarcha) y Antonia (Petra Martínez), asediadas por la carestía de dinero y la muerte. Para ello se vale de una serie de recursos que en él ya conforman una voz, un modo de mirar al mundo: laconismo, austeridad en la puesta en escena y expresividad silente, a los que hay que añadir en el caso de La Soledad la utilización de la polivisión (la pantalla se divide mostrando simultáneamente dos imágenes) como una excelente herramienta para subrayar el hermetismo de los horizontes vitales de los personajes que habitan los encuadres. Golpeadas por el infortunio, Adela y Antonia se hacen fuertes dentro de sí mismas, impidiendo así que el dolor las paralice, pero a costa de una intensa glaciación emocional que tiene su excelente contrapunto en la sobriedad y precisión quirurjica de las imágenes, en el minimalismo plástico y narrativo de Rosales, que conjura toda posibilidad de melodrama y busca la confrontación directa del espectador con una realidad libre de los prejuicios del género.
Sin duda se trata de la consagración de Rosales como uno de los valores a alza del futuro cine español, y una imporante y decisiva contribución a la reflexión actual en torno a la hibridación entre realidad y ficción. Si, una obra maestra.
¡Siga mirando!
¡Siga mirando!
¡Siga mirando!
¡Siga mirando!
¡Siga mirando!
¡Siga mirando!
¡Siga mirando!
¡Siga mirando!
¡Siga mirando!
¡Siga mirando!
Decir delante de entendidos que la Soledad no es buena, tiene las siguientes consecuencias:
1- No tiene ni puta idea de cine. Es un mal espectador, inexperto
2- No entiende más allá del cine superficial y comercial, no es un entendido que sepa comprender un trabajo así. Es un inexperto
3- Es un inexperto que en su vida ha oído mencionar a Bergman, Lynch, Haneke, Tarkovsky (…)
4- No ha sabido valorar todo lo que expresa en cada plano polivisionado y planos fijos, para entenderlos hay que ser experto en cine y tener mucha sensibilidad
5- Su guión es de una complejidad lleno de sutilezas no aptas para inexpertos
6- Es un inexperto que no atiende más allá de Orfanatos o RECs
7- Dejarlo, es un inexperto así se aburre ante una obra de arte como esta. Yo le habría añadido dos horas más de metraje, se me han pasado volando!
8- No ha sabido captar la trascendencia y el mensaje del plano fijo de la tabla de planchar y de la ventana. Yo aún tengo la carne de gallina pensando en su significado y todo lo que transmitía esa plancha!. Es un inexperto
9- La complejidad de su guión es inabarcable para un inexperto. Hay que estar dotado de una inteligencia, cultura y sensibilidad únicas
10- Estos inexpertos son el cáncer del cine español