La sangre de un poeta
Sinopsis de la película
Experimental y surrealista ópera prima de Jean Cocteau, poeta, novelista y autor teatral, que se sintió atraído por el cine de vanguardia. Fue el Vizconde de Noailles, famoso mecenas, quien financió su primera película. Aclamada por parte de la crítica, pero también tachada de pretenciosa y egocéntrica, retrata una personal incursión en los miedos y obsesiones de un poeta, su relación con el mundo que le rodea y la eterna preocupación por el problema de la muerte.
Detalles de la película
- Titulo Original: Le Sang dun poète
- Año: 1932
- Duración: 55
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Opinión de la crítica
Película
7
50 valoraciones en total
Con franqueza os diré que, durante la mayor parte del breve metraje que conforma la ópera prima de Jean Cocteau, no he entendido un carajo de lo que he visto. Nada salvo el hecho de que, una vez adquieren conciencia y voz propia -y esto sucede literalmente-, las inquietudes de un poeta cobran vida a través de su principal instrumento de trabajo, sus manos, arrastrándolo a un abismo de fantasías surrealistas, sueños abstractos y (dolorosos) recuerdos que, sin que él sea consciente de ello, brotan directamente de sus más profundos miedos. Al menos eso es lo que he creído percibir, así un poco por encima. Cocteau traza un universo plástico gobernado por luces y sombras, donde espectros y seres extraños caminan a sus anchas, ignorando si es necesario las leyes de la física. La sangre de un poeta (1932, Jean Cocteau) es un paseo de 50 minutos por la cabeza de un artista. Y si no lo es, me da igual. Así es justo como la siento yo.
El mito de Orfeo sirve como vestido a la propuesta artística personal de un autor talentoso y multidisciplinario. Las aventuras que los protagonistas viven en los mundos paralelos, a los que se accede a través de los espejos, son paseos atribulados por las galerías y tramoyas del imaginario del Poeta, cuya filosofía se expresa con lucidez, en virtuosa danza con la del espectador, que aprueba, critica o rechaza, pero jamás fuera del marco estético magistral.
En plena eclosión del surrealismo en todos los ámbitos del arte, J. Cocteau se estrena en el cine con una propuesta de diseño turbador y matices obsesivos en la que se asoman a la pantalla sus demonios personales como si quisiera hacerlos servir de expiación, de catársis o de ambas.
Penetrar en lo impenetrable, escudriñar lo más oculto, avanzar, retroceder, sudar y volver siempre al punto de partida parece un desafío del que resulta imposible salir, un laberinto letal.
La caverna de Platón siempre aguarda agazapada para ofrecer su respuesta.
Y no hay más.
Comprender esa realidad produce dolor existencial y sólo se puede reflexionar sobre el particular con el lenguaje de la vanguardia.
La narrativa convencional ha perdido su valor y es imposible seguir intentándolo por ese camino.
Ya lo decía Machín en su famosa canción: Siempre que pintas iglesias, pintas angelitos bellos, pero nunca te acordaste de pintar un ángel negro . Cocteau, en cambio, al contrario que aquel pintor, no dudó ni un segundo en colocarle un par de alas angelicales a un esbelto africano, embadurnarlo de aceite hasta la saciedad y colocarlo en escena como un redentor de injusticias poéticas, quizá por esta razón se culpó a su producción de difundir un mensaje anticristiano, ¿quién sabe? el poeta juega en ocasiones el papel de deidad con el uso que hace de las palabras y sus significados, ¿por qué no quitarle a Dios el honor de integrar el primer ángel negro de la historia del cine?. Yendo al grano, la intención y el producto final se encuadran a la perfección con el marco teórico del movimiento surrealista. Breton: toma nota de tu compatriota y añade un epígrafe en tu manifiesto sobre cómo hacer una película en la que, seguramente, solo tú sepas lo que estás diciendo. Cine experimental y, como su propio nombre indica, Cocteau experimenta y de qué manera con un batiburrillo de imágenes oníricas, abstractas y desconcertantes en muchas ocasiones. El objetivo principal del autor es plasmar el mundo interior del artista poético, y esto puede resultar tan complicado que podría ser justamente el movimiento surrealista el que mejor sepa visualizar esta amalgama de instintos, sensaciones y símbolos que recorren la en tantas ocasiones apesadumbrada mente del poeta y que tan complicados son a la hora de presentarse racionalmente para que un público ajeno a las circunstancias individuales de un determinado artista sea capaz de procesarlo. A la hora de juzgar este tipo de películas, tenemos que dejar a un lado la exégesis normativa y, digamos, generalista que se le podría aplicar a cualquier otro tipo de film, las impresiones que suscita no están tan atadas a una interpretación unidireccional o bidireccional como lo pudiesen estar en otros casos. Es por esto que esta película, como algunas otras que comparten género y temática con ella, reciben desde los más calurosos halagos a los más acalorados y feroces ataques por parte de la crítica cinematográfica profesional y amateur. En general, una película decente, en mi opinión, en la que el autor se introduce en el mundo del Séptimo Arte, habiendo tocado antes prácticamente casi los otros seis restantes, y consigue realizar un film transgresor para la época en la que se rodó e íntimamente fiel a los preceptos vanguardistas en las demás artes.
LE SANG D´UN POETE: ANÁLISIS CRÍTICO
La ópera prima de Jean Cocteau, referente de la cinematografía surrealista, supone un viaje al interior de la psique humana, que se ramifica y determina las emociones, los deseos, las preocupaciones y la totalidad viva de un ente pensante.
Pero antes de introducirnos en el análisis del film, conviene hacer un pequeño recorrido por el contexto histórico que lo ve nacer y de esta forma, plantear las preocupaciones, sociales, estéticas y culturales de toda una época.
En 1924, el poeta francés André Bretón proclama el manifiesto surrealista. Éste, se convierte en uno de los referentes artísticos más valiosos y mejor considerados de todo el siglo XX.
El movimiento pretende ensalzar el diluir de los sueños y eleva lo onírico y lo puramente irracional en detrimento de lo objetivo o pragmático. Se valora el símbolo como base de la idea y el subconsciente como trasmisor de la verdad.
Además, cobra una importancia relevante todo lo que tiene que ver con el mundo de lo infantil, porque según afirman sus seguidores, el niño ve más allá de lo empírico y se acerca a la esencia misma del ser humano, a través de la inocencia, de la irracionalidad y de la propia inexperiencia.
La sangre de un poeta, es un film que pretende recoger todos estos referentes y representarlos en escenas de una carga simbólica significativa. Se trata de un recorrido intimista por el conocimiento interior de un creador.
Son muchos los elementos que se dibujan y se perfilan para dar una mayor sensación de autoconciencia y de asimilación de lo subjetivo.
La película es una carrera a través de la historia y un intento de desmenuzar los conceptos de creatividad, arte, artista, mundo del arte, sociedad, política y economía, y sintetizarlos en pos de una única idea: la sangre de un artista es igual pero es distinta.
A partir de aquí, vamos a resumir cuales son los elementos más relevantes para la aceptación del contenido de las imágenes, comprendiendo y aclarando que un principio básico de toda obra de índole vanguardista es lo valioso de ser un producto pluricultural y de una interpretación siempre abierta y en continua fase de experimentación y análisis.