La revolución de la Sra. Ratcliffe
Sinopsis de la película
La señora Ratcliffe (Catherine Tate) abandona la tierra de Marks & Spencer para adentrarse en el mundo de Marx y Lenin. La revolución de la señora Ratcliffe es una divertidísima comedia inglesa que sigue a una peculiar familia desde la Inglaterra de 1968 a la helada Alemania del Este y su regreso a casa. El señor Ratcliffe (Iain Glen) lucha por su causa, pero su mujer lucha por sus singulares hijas: una adolescente diosa del sexo y una espía comunista de 12 años. ¿Podrá el señor Ratcliffe dejar de lado sus ideales para volver enamorarse de su renovada y valiente esposa?.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mrs. Ratcliffes Revolution
- Año: 2007
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
5.7
91 valoraciones en total
Good Bye Lenin es única, las dos películas denuncian sin ningún tipo de rubor al comunismo de la Alemania Oriental, pero en la antes mencionada también se exponen algunos problemas del capitalismo, y en la presente no.
Por lo tanto, después de una presentación más que digna y fulgurante en lo que se refiere al humor, poco a poco se vuelve tediosa en ciertos momentos y ridícula en algunos sketches, es decir, intenta ser una comedia irreverente (lo logran en ciertos momentos) y acaba siendo una comedia amable, en consecuencia salvan la historia los actores y la música escogida.
Dr. Hackenbush.
Amy McDonald – This is the life
La película me ha encantado. Independientemente de sus valores cinematográficos (ritmo, interpretaciones, guión, mantenimiento del interés y un humor afilado), lo que más valoro es la plasmación de una realidad muy frecuente en el mundo. La gente habla o piensa en y sobre cosas de las que no conoce nada. Genial la escena de la quema de los pasaportes. Algunos simpatizantes de ciertos regímenes deberían de pasar por esta experiencia. Visitar su destino ideal y una vez dentro, como los protagonistas de la historia, quemar su pasaporte. ¡Esos son ideales!
Película divertida pero con final un tanto flojo. Una clara reivindicación del papel del ama de casa, madre de familia infravalorada que lucha por los suyos.
Lo mejor, los personajes y su forma de relacionarse entre ellos, tocando diversos aspectos de la conducta humana (la exaltación de las ideas frente a la realidad, la mitificación de las personas, el comportamiento nihilista de los adolescentes que tienen una vida fácil,…) utilizando como piedra de toque la falta de libertad de un régimen comunista.
Momentos absurdos e hilarantes bien colocados para los que nos gusta reir.
Cuando bastante más de media Alemania del Este deseaba pasarse al lado Oeste, tras haber catado las pregonadas y ausentes bondades del Partido Comunista, van los cuatro pardillos de turno, los idealistas burgueses occidentales que se ponen a jugar a hacer la revolución marxista, y se dirigen por su propio pie a la boca del infierno. Qué encantador país era la República Democrática Alemana (sobre todo democrática, no te joroba), donde la Stasi te acosaba en plan El Gran Hermano te vigila, convivías normalmente en una casa comunal con otros cuarenta camaradas compartiendo cocina y baño (los efluvios del retrete colectivo debían de oler a gloriosa hermandad del pueblo unido), y te arrancaban de cuajo la creatividad y, por supuesto, la libertad de expresión. Te colocaban micrófonos en las paredes y escuchaban hasta el más mínimo pedo que se tirara el perro. Por supuesto, el dinero no valía ni como papel higiénico, porque no era moneda de curso legal reconocida por el Fondo Monetario Internacional. Tanto daba pagar con billetes del Monopoly. Cuando necesitabas cosas de primera necesidad que obviamente escaseaban para toda la población que no perteneciera a puestos importantes (tales como chivato profesional, policía, político del Partido y cosas así), te cobraban un riñón en el mercado negro.
Y la poli podía detenerte cuando le viniera en gana y humillarte sin que tuvieras derecho al pataleo. Te podían robar tu vida entera con un chasquear de dedos y había muchas formas de hacerlo sin necesidad de apretar el gatillo de un fusil en un paredón.
Qué encanto de régimen.
Y allá que se fueron unos pocos enaltecidos que todavía creían que el comunismo funcionaba en la práctica. Abandonaban la menos mala de las organizaciones sociopolíticas, la democracia, y se metían en una ratonera de la que no podían salir como no fuese fugándose con absoluto riesgo de sus vidas, o acabando en la caja de pino (los que se la podían permitir).
La revolución de la señora Ratcliffe es una coproducción húngara-británica que expone con humor uno de aquellos casos de gente que hizo el camino a contracorriente, es decir, mientras en el bloque oriental de la URSS y sus satélites millones soñaban con escapar a Occidente y unos pocos lo lograban, en el bloque occidental la mayoría ya se iba oliendo lo que se fraguaba al otro lado del Telón y ni locos se hubieran ofrecido voluntarios para que les plantaran unos grilletes mucho más gruesos e implacables que cualquiera de los que sobrellevaban en sus imperfectos sistemas democráticos.
Porque la verdad, prefiero haber conocido y gozar toda mi vida de esta libertad que tengo, sí, tal vez no inmaculada ni sublime, pero al fin y al cabo siempre más justa que la esclavitud de vivir con el miedo a que hasta las paredes me acusen.
Al principio parece ser tan sólo una comedieta con más o menos gracia. Luego, según vas viendo la película, te encuentras con que además hay relaciones humanas bien observadas y bien construidas.
Merece la pena verla, aunque sólo fuese como curiosidad sobre una filmación actual realizada por cineastas de Hungría.