La reconstrucción
Sinopsis de la película
Eduardo es un obsesivo y eficiente trabajador de una empresa petrolera que parece desprovisto de cualquier tipo de emoción. Quizá haya archivado su historia en su casa de Río Grande, pero su solitaria rutina se ve alterada cuando le piden que vaya unos días a Ushuaia. El viaje y el reencuentro con un viejo amigo y su familia lo sacan de su marasmo vital y despiertan en él algo que lo empuja a reconstruir su pasado y a replantearse su presente y su futuro.
Detalles de la película
- Titulo Original: La reconstrucción
- Año: 2013
- Duración: 93
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes descargarte una copia la película en formato 4K y HD. Seguidamente te detallamos un listado de opciones de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
Película
6
44 valoraciones en total
El deshielo de un hombre que, ¡vaya usted a saber porqué circunstancias de la vida!, se ha convertido en un iceberg que anda, tiene lugar curiosamente en la Patagonia Argentina en donde, en sus vacaciones, un antiguo amigo le reclama para que le haga un pequeño favor. Las cosas se complican de tal manera que el personaje interpretado por Diego Peretti se ve obligado a tomar iniciativas al empaparse, involuntariamente, con los problemas de los demás.
El protagonista, al que reconocemos por sus comedias, realiza en este caso un trabajo de introspección extrema, más bien una metamorfosis que le convierte en erizo.
El director (Taratuto) consigue interesar, y encuentra un ritmo de cineasta experto que hace que la película, repleta de silencios, y más gruñidos que diálogos, se nos haga liviana y hasta corta. Buen intento el del comediógrafo argentino en su primera incursión en la acción dramática, y serias opciones las de Peretti de conseguir premios de interpretación.
Cuando una película me conmueve, me moviliza tanto como ésta, no puedo dejar de querer compartirla con amigos, recomendarla, en fin… Si embargo entiendo que éste tipo de películas tan particulares no pueden ser apreciadas por todos sino por algunos, concluyo en ésta afirmación no solo después de haberla visto sino al observar los pocos que la han comentado y votado en éste sitio. Invito entonces a aquellos que quieran apreciar las actuaciones de éstos grandes y conmoverse como yo a que se den la oportunidad de mirarla.
No es común en el cine argentino encontrarse con esta clase de películas… no hay aquí super (sobre)actuaciones, ni diálogos de alto vuelo filosófico, ni lágrimas made in Campanella… estamos ante un film crudo, con filosos silencios… no es una obra maestra, pero es un muy solvente film… Interesante… inevitable es pasados los primeros minutos del film no concluir que el director estuvo estudiando el estilo de dirección de Michael Haneke o que inspiró su guión en el von Trier de Bailando en la oscuridad o Rompiendo las Olas… pero bueno, esta película carece de la perversión de los citados maestros… La reconstrucción te da una bofetada en toda la cara, como dice Haneke, pero luego brinda un abrazo como en el poster… tal vez si me hubiese dado al final una patada en el pecho, como los films de Haneke o von Trier le hubiese puesto un puntito más… sin perjuicio de que vale la pena verla…
Fin de la película. Comienzan los créditos y la melancólica música de cierre acompaña el silencio de la sala y los pocos primeros movimientos de salida de los espectadores. La mayoría no se mueven.. permanecen en silencio, concentrados aún en la pantalla y con tenues sonrisas en sus caras. Eso da la pauta de que la historia, en general, gustó. Ya ha dicho la crítica en Argentina que este trabajo es un quiebre en la filmografía de Taratuto, arriesgando en un cambio de género: drama puro y duro en vez de comedias hechas y derechas, como lo fueron No sos vos, soy yo , Quien dice que es fácil y Un novio para mi mujer . La narración hasta la mitad es árida, dura y difícil como la geografía de la estepa patagónica en donde se desarrolla, aunque no peca de aburrida. Luego gana en diálogos y situaciones más digeribles. La actuación de Peretti es convincente, las de Casero, Fontán y sus hijas adolescentes son también muy destacables. El director se cuidó de evitar golpes bajos y edulcoramiento, lo que se agradece especialmente. El final no es sorprendente, lo que para alguno pueda resultar sinónimo de previsible. A mi modo de ver hay un par de escenas que se me hacen difíciles de creer y hacen trastabillar en parte la historia, pero no llegan a desmerecer el conjunto. Redondeando: yo soy uno de esos tantos que se quedaron mirando los créditos y disfrutando la música, concentrado y satisfecho. (Sigue un poquito en spoiler)
En su cuarto largometraje, el realizador argentino Juan Taratuto se arriesga con un fuerte cambio de género, tono y registro. Si bien mantiene a Diego Peretti como protagonista, se sumerge en terrenos más ásperos y oscuros. Ese cambio también se refleja en el paisaje: abandona la gran ciudad para viajar hasta el sur patagónico donde aborda conflictos y sentimientos inéditos hasta ahora en su filmografía (No sos vos, soy yo/ Quién dice que es fácil y Un novio para mi mujer).
Eduardo (Peretti) es un obsesivo y eficiente trabajador en la dura industria del petróleo. Desconectado de cualquier tipo de emoción, parece una isla abandonado en sí mismo: se desentiende de sus dolores físicos y de su apariencia, está siempre desalineado, no se saca los guantes de trabajo ni para comer y duerme como un faquir sobre una cama que parece una catrera de campaña. De su pasado nada se sabe pero sus días presentes lo muestran en una soledad que solamente mitiga trabajando. No es casual que sean las vacaciones impuestas por reglamento, lo que dispara el proceso de humanización del personaje. A pesar de su desinterés por todo lo que lo rodea, aparece la decisión de ocupar su tiempo libre con un amigo lejano que necesita de su ayuda. Él no sabe bien los detalles pero parte hacia Ushuaia para averiguarlo.
Hasta aquí, las palabras se administran con cuentagotas y las acciones, con planos y gestos elocuentes. Todo converge para transmitir el grado de aislamiento, desconexión y amargura que acumula Eduardo bajo una máscara impasible. Fuera del marco de una estética televisiva, desde la puesta en escena y el montaje, la vida aparece mirada por los cristales del protagonista, con un guión trabajado desde el punto de vista de la puesta en escena y la parquedad verborrágica de los personajes.
El dolor, sus efectos y reparaciones son el gran tema de la película pero no tanto el dolor físico sino más bien el sufrimiento interno. La pérdida irreparable en la historia que se cuenta es un punto de giro en la vida de cada uno de los personajes y la posibilidad de reformular, de seguir viviendo y aceptando que es así. La reparación o reconstrucción es intrínseca, comprendiendo que la muerte es parte del contrato, que está en el tablero de juego, aunque no se quiera ver. La película subraya la posibilidad de que las pérdidas deberían potenciar los lazos que subsisten. Al hablar del dolor, el excelso poeta César Vallejo decía que … de resultas del dolor,/ hay algunos que nacen, otros crecen, otros mueren’’ . Son éstas las opciones para el personaje, que comienza acorazado emocionalmente, pero que logra ponerse en movimiento. Sin buscarlo, el azar golpea a su puerta para darle la posibilidad de volver a construirse.
A pesar del componente dramático, el director asegura que este filme tiene la esencia de sus tres comedias anteriores que coinciden en el interés de ahondar en las relaciones humanas. El enfoque puede ser algo más duro que en las otras, pero esa esencia se mantiene. Eduardo comienza a transitar un camino que viene desde su pasado y que lo pone en el presente con la necesidad de bucear más profundo, tal vez de forma muda, pero siempre con movimiento. La película tiene una mirada optimista de la vida, porque sigue atravesando historias de personajes, de relaciones humanas que pueden mejorar, de ahí la continuidad. La Reconstrucción abre un mundo que sigue decantando después de verla, emociona desde lo profundo. Párrafo aparte merece la sensible iluminación, sorprendente en algunas escenas intimistas, como una de las más dramáticas entre los también buenos actores Claudia Fontán y Alfredo Caseros -que se muestra a contraluz- donde el espectador se siente un espía de momentos inefables. Allí, además, con naturalidad asombrosa el guión se permite un guiño cómico para cerrar un momento de máxima emoción.