La por (El miedo)
Sinopsis de la película
Manel, un chico de 16 años, nunca habla con nadie del miedo que él, su madre y su hermana pequeña sienten cuando su padre está en casa. Por eso a Manel le gusta tanto ir al instituto: porque mientras está allí se libera de ese miedo.
Detalles de la película
- Titulo Original: La por (El miedo)
- Año: 2013
- Duración: 73
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Opinión de la crítica
Película
6
59 valoraciones en total
La por. Ese miedo que llevas a todos lados, sin palabras, con una cámara que apenas actúa como testigo silencioso. Su capacidad de síntesis la transforma en una obra en donde la energía no puede escapar. No puedes hacer la plancha, no puedes distraerte y enfocar parte de tu fuerza vital en otra cosa. Al contrario: vas acumulando basura por dentro y estás esperando ansioso el momento en que la peli te permita exteriorizarla. Sabes que así sucede en este tipo de propuestas, tarde o temprano, sacarás un puño imaginario y derribarás la pantalla en un grito también imaginario. Porque este tipo de planteos te dan la posibilidad de sacar al monstruo que ellos mismos crearon. Parece casi un acto de justicia moral, de purgar al maligno.
Pero al final te quedas vacío. Te deja vacío. Ojo, a no devaluar este tremendo peliculón por sensaciones frustradas. La por se ha creado para empezar y terminar algo. Y tú, como los personajes, solo estás ahí para ver como todo pasa.
El veterano director catalán Jordi Cadena nos presenta una película sobre la violencia de género, totalmente diferente a otras películas como Te doy mis ojos o El bola . Sin decir que las otras películas sean malas, porque también me gustan, ésta tiene el acierto de hacerlo con pocas palabras y unas imágenes muy cercanas a los personajes que aumentan la tensión. Poco a poco vamos conociendo detalles que nos ponen de manifiesto lo que ocurre en esa casa, con un guión muy sencillo pero cuidado al máximo detalle consigue mantener la tensión hasta la gran escena final. Sabemos que en esa familia hay un problema, simplemente por las miradas y formas de actuar de los protagonistas. La mirada se centra en los más pequeños para contarnos como influye en ellos esa situación familiar. Tiene una difícil solución, porque el adulto siempre tiene las de ganar, y pese a eso Manel intenta solucionarlo.
Lo mejor es la actuación de los dos más jóvenes, la niña con una mirada en donde se ve el temor por todo lo que está pasando, pero sobre todo el joven actor Igor Szpakowski. Actúa de forma muy natural, y debería optar al Goya a actor revelación, puede tener opciones porque al no poder nominarse a menores de 16 años se quita la competencia de David Solans ( el actor de Hijo de Caín cuya actuación artificial tuvo gran éxito el día del estreno ) y sobre todo por el actor de Ismael ( cuya actuación están ensalzando los que la han visto, y cuya película se estrena el 25 de Diciembre ).
La madre hace una actuación más artificial, y en algún momento sobreactúa. Los niños se ven influenciados por lo que pasa a su alrededor, y se pone de manifiesto con sus compañeros de colegio. Esos cambios de actitud se muestran de forma paulatina, y tienen mucha lógica. Incluso el momento en donde el director se sale de la linealidad, y decide contar algo que va a acontecer mucho más adelante lo hace con acierto . En ningún momento sabemos qué relación tiene ese acontecimiento futuro con el resto de la película, por lo tanto no nos hace disminuir el suspense. Cuando termina la película hemos entendido todo.
No hay forma mejor de contar una película de corta duración, que hacerlo con pocas palabras y precisas, y con una forma de rodarlo que produce más angustia.Aunque me haya gustado, no la puedo recomendar a todo tipo de público, solamente a los que les gusten los dramas psicológicos, y películas con gran tensión. En estos casos es su película ideal, y estoy seguro no les va a defraudar. Si se puede, es recomendable verla en v.o.
No está mal dirigida, al contrario, consigue crearte malestar, tensión y angustia. Es sobria, oscura y directa. Con estilo. Modesta, pero eficaz y rotunda.
El (gran) problema que yo veo es que, en verdad, no es una película o una historia, es una continuación, alargada y embellecida, de los anuncios de las campañas contra los malos tratos, una recreación inspirada pero igual en lo esencial, en el tono, la intención y los medios, en el hecho de intentar asustar, conmocionar e impresionar, en dar por supuesto el contexto, en asumir que el que la ve ya conoce el asunto y que, por lo tanto, no hay que explicarle nada, en ser algo funcional, dirigido, publicitario (en el sentido de mandar un mensaje que llegue al espectador con la máxima inmediatez y fuerza, desdeñando ambigüedades, complejidades, matices, información o debate), atronador y de brocha gorda. El arte es otra cosa, el cine, por malo que sea, también, pretenden algo diferente, intentan iluminar, comprender, crear, investigar, aventurar, dudar, cuestionar, preguntar, entretener…
En este caso, se da todo por supuesto, es el retrato del mal absoluto, sin principio ni fin, porque sí, el entorno (social, económico, político, moral… ) se da por conocido y ya. No aprendemos ni sabemos nada de las causas, no hay explicaciones (ni se pretende) ni raíces. Te lo meten en el alma (en la sangre, en el miedo), todo, a empellones, y punto.
Se alude, indirectamente, se da por sabido o descontado, que es algo que hay que denunciar, que es un hecho tan horrible y repugnante que alguien pueda maltratar, agredir, incluso matar a su familia, que no es necesario añadir más ni marear la perdiz, que el espectador, si no quiere ser un desalmado, tiene que aceptar obligatoriamente la propuesta, aplaudirla incluso, obvia, indudablemente, por el peso moral que acarrea, es de justicia. Pero, como ya he dicho, el cine (el espíritu, el humanismo o como demonios lo queramos llamar) es otra cosa, debería serlo, no debería partir de ideas preconcebidas ni negarse a profundizar, tendría que intentar ir más allá, ayudarnos a entender, pretenderlo por lo menos, lograr un espacio abierto y dialogado, no convertirse en un martillo pilón cargado de severidad monolítica y admonitoria (como si fuésemos simples receptores, pasivos, programados, sin capacidad crítica ni curiosidad ninguna), ni mucho menos en homilía aterradora patrocinado por el poder de turno.
En las cuestiones técnicas e interpretativas es impecable. De pocos medios, pero es un trabajo bien hecho.
Impactante la puesta en escena de Jordi Cadena para contarnos una terrorífica historia que puede estar sucediendo en tu misma calle, al otro lado de la pared o en tu propia casa. Es un episodio de esos que pueden acabar en las páginas de sucesos y que marcan de por vida a sus protagonistas, si son capaces de superar la paralización que provoca el torturador psicológico, cuando no físico.
Otra dimensión del miedo, que tiene que ver con las miradas, el ritmo de la respiración, las puertas que se abren o se cierran o el pánico al considerar que puedes estar contaminado por la involuntariedad de la genética.
En el Teatro Calderón, en cuyas incómodas butacas estamos disfrutando y sufriendo (con gusto) esta 58 edición de la Seminci, en compañía, por cierto, de los críticos más feroces: aquellos que asisten por invitación, decía que he tenido que escuchar a alguna señora (de estas subvencionadas), reprocharle al director catalán la gratuidad de las escenas desagradables, como si lo que realmente sucede en esto infiernos fuera algo aséptico, discretito y mínimamente escandaloso.
¡Ójala que la película sirva para que algunos se den cuenta de lo que está pasando y se salven a la carrera, antes de que la parálisis los coloque en una situación irreversible!
Cuando una peli consigue lo que pretende es una buena peli. La por lo logra de sobra, aunque te joda, aunque lo pases mal, aunque te arrepientas de haberla pinchado un martes después de un duro día de trabajo… Jordi Cadena consigue angustiarte, consigue hacer que sepas a qué huele el miedo, el sudor del miedo…
Es una patada directa al hígado para recordarle a este país y a este maldito planeta el horror que muchas casas encierran dentro de sus paredes…