La Playa D.C.
Sinopsis de la película
Tomás, un joven negro que ha huido de la costa pacífica colombiana a causa de la guerra, trata de abrirse camino en Bogotá, una ciudad racista de 8 millones de habitantes. Buscando a Jairo, su hermano menor, que ha desaparecido en las calles, Tomás iniciará un viaje que pondrá a prueba su valor para enfrentar el miedo, la nostalgia y las heridas del pasado, para volver a empezar a 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar.
Detalles de la película
- Titulo Original: La Playa D.C. (La Playa DC)
- Año: 2012
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.3
31 valoraciones en total
Tomás es un joven afrocolombiano que ha sido desplazado del Pacífico con sus dos hermanos y su madre después del asesinato de su padre. Llegar a la capital ha cambiado todo para su familia y, cuando su hermano pequeño, adicto a la droga, desaparece en medio de amenazas contra su vida, Tomás decide abandonar su hogar en su búsqueda. Aquí comienza un espinoso camino que le permitirá descubrirse a sí mismo en medio de una realidad que intenta constantemente mantenerlo en el abismo.
Su madre, en la zaga de su nuevo esposo, debe aceptar que sus hijos abandonen una casa donde no pueden lidiar con su padrastro. Ahora en la calle, Tomás se reencuentra con su hermano mayor que acaba de ser deportado de EEUU pero que está planeando de una vez su retorno, con la intención de llevarse con él a su hermano. Entre la promesa de un mejor futuro en el Norte y la búsqueda constante de su hermano menor en las calles de una incierta Bogotá, vamos descubriendo a Tomás, que se va configurando como un poco común héroe en la cinematografía colombiana.
Tomás se presenta como un joven callado, pensativo y algo tímido, características que desconciertan al estar rodeado de personas tan distintas a él pero que le permiten así mismo establecer su identidad frente a ellos, así no sea consciente de que lo está haciendo. Tratando de encontrar a su hermano para sacarlo del vicio y buscando los medios para conseguir el dinero que necesita para poder viajar, Tomás rápidamente aprende a usar su vena artística como peluquero, creando dibujos en las cabezas de las personas.
Con el recuerdo de su natal Buenaventura presente en todo momento, Tomás trata de encontrar en una caótica ciudad un camino para seguir, así a veces parezca que las circunstancias lo apremian irremediablemente y no puede dar más. En un limbo entre un pasado que añora pero que sabe que debe dejar atrás y un futuro que intenta crearse para él mismo se mueve la historia del joven que es obligado a crecer y madurar por sí solo.
La cámara en La Playa D.C. persigue insistentemente a su protagonista en medio de los tumultos de una ciudad que se siente asfixiante, pero nunca pierde de foco a Tomás, mientras las personas que se acumulan a su alrededor se ven borrosas, una elección que parece tener que ver tanto con la idea de que las multitudes citadinas son una densa masa entre la cual Tomás debe saber moverse, como con el hecho de que la película fue grabada en la calle, con la gente muchas veces mirando al lente, dándole al filme un aire a documental por el constante rompimiento de la cuarta pared.
A pesar de todas sus virtudes, La Playa D.C. no termina de convencer del todo. Algunas historias se sienten poco desarrolladas y no son claros sus propósitos, como el vínculo afectivo que se establece entre Tomás y una joven del centro comercial en el que trabaja. Y aunque el personaje de Tomás brilla, aquellos a su alrededor nunca llegan a adquirir la misma complejidad.
La Playa D.C. es una historia de madurez, de cómo los eventos en la vida de una persona pueden moldear su futuro y su personalidad, pero también de cómo se puede mantener la integridad en medio de la desolación, de cómo puede una persona blindarse contra los infortunios y encontrar la manera más sensata de avanzar y mantenerse a flote, y en eso consiste el heroísmo de Tomás, un heroísmo anónimo y a escala diminuta, pero no por eso menos importante o menos necesario.
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Historia minimalista que deja pozo, con actores naturales que dan vida a un universo cercano y abrupto. La playa no se deja nada contando mucho con poco, dirigiendo los focos sobre el lugar que mas importa, el corazón de los protagonistas. Fiel retrato de los desterrados a causa de la guerra… muy buena película.
Por: John Harold Giraldo Herrera
Periodista y docente universitario
[email protected]
La película La Playa es sin duda un cine de región. Sin consolidarse una tendencia en el cine colombiano, el gran ojo se abre para mostrarnos ciudades, sitios, parcelas, lugares no antes retratados por la pantalla grande. La Sirga nos conectó con Nariño, Apaporis nos ubicó en las inmediaciones del Vaupés, Sofía y el terco en un lugar de las montañas, ahora La playa narra una ciudad capital del país donde no están los grandes edificios o el progreso, se trata de una historia de la comunidad afro, de cómo sin territorio, habitan una ciudad que a veces los condena o los margina y donde pesa mucho su vida pasada: el haber sido desalojados de su sitio natal.
La Playa explora las consecuencias del conflicto. No hay balas, ni siquiera la necesidad de mostrar de forma directa lo ocurrido por allá en donde habitaba la familia de Tomás, el protagonista de la película, quien con sus dos hermanos más y su madres afrontan una ciudad que no les pertenece y por el contrario los excluye. Ese es el merito de la película: reflejar una marginalidad abrupta, dolorosa, con una carga emocional muy fuerte. Es una pesadilla haber sido despojados de aquel entorno y estar naufragando en otra realidad. La película se resume a esto: una familia de afro descendientes vive con angustias y zozobras luego de haber sido expulsada tras el asesinato del padre, además cuenta con varios matices: una madre resignada, un hijo (el menor) en las drogas, otro quien ama más estar afuera y regresar al norte (el mayor) y el del medio, Tomás (el del medio), quien aunque con fuertes dolencias intenta recobrar la esperanza en donde ahora vive.
Es una película sencilla. Cuesta adaptarse a ella por lo sobria. Diálogos muy predecibles y sin sustancia: les faltó elaboración. Un ritmo lento y un tema del cual uno espera más fuerza. Es tan elemental que aburre y es tan necesaria que uno la acoge. El trabajo mayor podría estar en la falta de un guión más compacto, cuyas alternativas nos brindaran más contexto, un poco de menos frialdad con los personajes, más posibilidades de conexión entre espectador e historia. Más fuerza narrativa, eso es lo que falta
Sigo en spoiler
La Playa D.C es una de las películas colombianas que desde principios del año ha generado muchas expectativas, sobre todo luego de su elección a participar en la competencia oficial del Festival de Cannes, en la sección Una Cierta Mirada.
Acabo de ver la película hace poco y ha sido una grata sorpresa. Es una película sencilla que retrata distintas vertientes de la realidad del país. En esta ocasión, desde la visión de un joven negro llamado Tomás, que se vio forzado a trasladarse a la ciudad de Bogotá D.C, junto con su familia, luego de que a causa de la guerra tuviesen que salir huyendo de su hogar ubicado en la costa pacífica. En ese lugar, donde aún mantienen recuerdos de La Playa.
Precisamente, esa es la alusión inicial desde el título del filme, esa unión entre sus recuerdos de La Playa, y su realidad presente en el Distrito Capital.
El filme inicia con unos exagerados movimientos de cámara en mano que siguen a Tomás, casi siempre de espaldas. Al principio estaba un poco preocupado de que el movimiento durara en todo el filme, afortunadamente luego se equilibra. Ese movimiento, termina siendo uno de los tantos recursos simbólicos que utiliza el director, en esta ocasión, para reflejar el estado emocional de Tomás frente a la asfixiante ciudad capitalina. Al mismo tiempo, que los innumerables miedos y temores que lo embargan. Recuerdos de la costa pacífica y de su playa, que se presente en forma de flashback en diversos momentos del filme. Pero todos los recuerdos de la playa no son gratos, desafortunadamente persisten los fantasmas de la guerra, la violencia y la muerte de su padre, que sigue atormentándolo a él, a sus hermanos y a su madre.
Tomás vive en Bogotá con su madre, su padrastro y su hermano menor Jairo. Jairo ha caído perdido entre las drogas y metido constantemente en problemas. A la historia se suma su hermano mayor, quien regresa de un viaje que realizó a los Estados Unidos como indocumentado.
Así que durante todo el filme observaremos desde la visión de Tomás, como su hogar ha desaparecido, se ha esfumado, como su madre se aleja de él y a la vez de su pasado para empezar una nueva con su nueva pareja y un nuevo bebé, como su hermano menos se ha perdido y como su hermano mayor lo intenta convencer para llevárselo con él al anhelado norte y buscar una mejor fortuna.
Esa es la base general del filme de Juan Andrés Arango, que se estrena con esta sobresaliente ópera prima que dirige y escribe. El filme tiene un ritmo lineal, con algunos momentos realmente muy buenos, que rompen esa linealidad y lo elevan por momentos. En esas escenas claves hay una muestra notable de detalles de la escenografía y la fotografía. También disfruté mucho de la música durante todo el filme, bastante apropiada para cada momento.
Los actores, creo que están muy correctos, en la mayoría de tomas lucen muy naturales y trasmiten bastante realismo y fuerza. Aunque sea Tomás el centro del relato y el personaje más desarrollado.
La dirección es correcta. El guión y el argumento también son correctos, en el trasfondo del filme hay un enorme mensaje, y hay una exposición de problemas sociales como el racismo, el desplazamiento, las drogas, los retazos del conflicto interno, el ideal del sueño americano, entre otros. La marginación a la que son expuestos Tomás y sus hermanos por ser de otra cultura y sobre todo por llevar un color de piel diferente, se hace evidente. El resentimiento que ellos mantienen por esos prejuicios, por ese regionalismo tan marcado aún hoy en día, y ese racismo tan radical que también aún hoy en día persiste. Y a pesar de que todo su entorno se encarga de marginarlo, y de que cuando intenta hacer algo bien se presenta algún problema que se lo impide, es conmovedor ver como una pequeña luz de esperanza se atisba en el horror y la oscuridad.
En síntesis, es un filme que se encuentra por encima de la media de lo que normalmente presenta el cine colombiano, pero que sin embargo no alcanza a ser redonda, aunque contiene muchos buenos momentos, muy destacables, donde se alcanza la sutileza y la fuerza en escena. También a pesar de que es relativamente corta (90 minutos) se hace un poco larga, y tal vez le faltó ser más efectiva, directa y contundente. Me pasó que me sorprendió cuando salieron los títulos finales de créditos, no pensaba que aún había terminado. Lo que me hace pensar que me quedó faltando algo, a pesar de los buenos momentos que tiene.
http://asbvirtualinfo.blogspot.com/2012/10/la-playa-dc-juan-andres-arango.html
Esta película nos cuenta una historia de marginalidad muchas veces ya vista en el cine colombiano, pero en este caso la historia está contada con menos talento que en otros films similares. Aunque suceden acontecimientos bastante importantes, el tratamiento es tan frío que parece que no sucede gran cosa a lo largo del metraje y no logra conmover. Los personajes son un poco huecos, los diálogos intrascendentes en muchos casos y las imágenes carecen de fuerza. Probablemente la película busque huir del efectismo a propósito, pero en ese intento se ha ido al otro extremo, el extremo de la impasibilidad.
Los movimientos de cámara en algunos pasajes resultan un poco molestos, y la mini historia de romance está metida con calzador y no aporta nada. Lo mejor del film para mí es la actitud del protagonista y su decisión final, que deja un mensaje positivo, pero teniendo en cuenta todos los defectos enumerados anteriormente, esto no es suficiente para considerarla una obra destacable ni especialmente interesante.