La pérdida de un diamante lágrima
Sinopsis de la película
En los años veinte, Fisher Willow, una guapa heredera sureña, se enamora de un apuesto joven que trabaja en la plantación de su familia. Los problemas surgen cuando se pierde un diamante y se desencadena una serie de incidentes que harán peligrar su relación… Escrita por el famoso dramaturgo estadounidense Tennessee Williams.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Loss of a Teardrop Diamond
- Año: 2008
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
4.9
47 valoraciones en total
La pérdida de un diamante lágrima es un drama dirigido por Jodie Markell. El guión fue escrito por el dramaturgo estadounidense Tennessee Williams, escritor de La gata sobre el tejado de zinc, y Un tranvía llamado deseo, ambas obras de teatro han sido llevadas al cine.
Ambientada en los años 20, la película cuenta la historia de Fisher Willow (Bryce Dallas Howard), una rica heredera de una plantación en el sur de los Estados Unidos. Enamorada de Jimmy (Chris Evans), un pobre trabajador, lo contrata para que haga de su acompañante en fiestas y eventos que organiza la alta sociedad.
Tanto Fisher como Jimmy son unos personajes muy complejos e interesantes, son la principal atracción de la película. Los dos protagonistas principales simbolizan la relación entre la clase alta y la clase obrera del sur de Estados Unidos de aquella época. Cada uno es el representante de su clase, pero por mucho que interactúen entre ellos, sus mundos no se pueden reconciliar. El dinero actúa como una barrera entre ellos, que crea toda clase de tensiones y malentendidos.
La falta de entendimiento y comunicación entre estos dos mundos alcanza su culmen hacia el desenlace de la cinta, cuyo final representa estupendamente los temas principales que abarca el filme.
La película fue nominada a la Espiga de Oro en el festival de cine Seminci de Valladolid.
https://ellagodeloscines.blogspot.com/2020/01/la-perdida-de-un-diamante-lagrima-2008.html
Ví la película durante la Seminci, ya que era una película que entraba en concurso.
Al principio la película no me convencía: acciones que pasaban demasiado rápido sin contar nada, escenas vacías de sentimiento, sin embargo todos los detalles en plan vestuario, escenarios, fotografía y banda sonora estaban muy cuidados.
Es a partir de cierto momento de la película cuando por fin arranca y empiezas a cogerle gustillo, es decir a partir de la pérdida del diamante.
Los actores no están mal, aunque algo justillos.
Lo mejor es la conversación entre Bryce Dallas Howard y Ellen Burstyn,uno de los pocos momentos en que la película realmemente alcanzaba un grado elegante de notoriedad.
Por lo demás, un poco más de lo mismo, con un poco de elegancia, de humor y con un final esperado pero aun así especial.
Una película entretenida, que gusta pero no enamora.
The loss of a teardrop diamond no consigue superar la estela de Tennesse Williams en su descripción de la aristocracia sureña estadounidense, absorta en sus propia fiestas y el lucimiento de vestidos, acompañantes y complementos.
El film no consigue acercar a la actualidad los intereses y preocupaciones de unos personajes cuya moralidad se encuentra muy alejada del espectador actual. La imposible empatía con las situaciones descritas y el hieratismo de las interpretaciones provocan una sensación de gran frialdad. En consecuencia, la película se olvida al poco tiempo de que se enciendan las luces de la sala.
La ambientación en la década de los 20’ está, sin embargo, bastante lograda. El trabajo de vestuario es encomiable y la fotografía del área de Memphis, Tennessee, alcanza gran belleza.
El argumento contrapone a la restrictiva moralidad reinante la personalidad de la protagonista, sensual libertina cercana a la inconsistencia psicológica. En ella se reúne una caracterización de trazo grueso que la convierte en artista, excluida, orgullosa y quizá talentosa, como si esta serie de virtudes y defectos fueran inseparables en aquellas personas que se salen de la norma.
La vida de la clase alta es idealizada hasta alcanzar el punto de caramelo. Y la de aquellos de clase baja que entran en contacto con los primeros se debate entre la ambición y la integridad.
Simplismo de fondo bajo una superficie muy poco atrayente, que no llega a despertar interés y termina provocando aburrimiento.
Más que satisfecho con la labor realizada por Elia Kazan en las dos adaptaciones que había hecho de sus obras, Un tranvía llamado deseo y Baby Doll, llegado el año 1957, el escritor Tennessee Williams le presentó un guión titulado LA PÉRDIDA DE UN DIAMANTE LÁGRIMA que había escrito directamente para el cine, pero por estar asumiendo otros compromisos y quizás porque no le interesó lo suficiente, el guión fue descartado por Kazan y nunca más se volvió a hablar de él. No se sabe si Williams lo ofreció a otros directores o simplemente decidió olvidarlo al no haber resultado atractivo para Kazan.
Pasadas varias décadas y cuando los directores actuales parecieran pensar que adaptar a Tennessee Williams es meterse con el arte sin poder esperar hacer dinero, Jodie Markell, una actriz de escaso renombre, pero quien ha participado en roles secundarios en una veintena de películas (Insomnia, Atrapada, El fin de la inocencia…), gran admiradora de su coterráneo escritor (también ella nació y se crió en Mississippi), resultó con un libro -regalo de un profesor- que contenía varios textos de Williams entre los que se incluía el guión nunca filmado de 1957.
La señora Markell se interesó entonces por rodar LA PÉRDIDA DE UN DIAMANTE LÁGRIMA y se sumergió en un riesgo y en una aventura de la que queda decir que no salió muy bien librada. ¿Razones? Tengo algunas: Por más que nos esforcemos por creer que la obra es de Tennessee Williams, no se adivinan aquí suficientes rasgos de fuerte personalidad femenina, no vemos hombres apasionados y vigorosos, ni se captan esos ambientes hostiles y tensos que fueron tan comunes a toda su obra. ¿Posible causal? Las caracterizaciones no son fuertes porque hay más interpretación que interiorización. Las palabras salen de la mente sin revestirse de alma. Kazan lo dijo un día de manera exacta: La mejor actuación es no actuar.
Otra razón por la que el filme de la señora Markell resulta liviano: Ella afirma que los diálogos son todos de Williams, pero yo no conseguí ver ni un solo momento su rico lenguaje ni sus brillantes disquisiciones. ¿No sería que por hacerlos accesibles al público de hoy -incapaz de leer o escribir otra cosa que no sean telegramas- los dejó en los monosílabos y en las eternas frases comunes en que terminaron?
Finalmente, el clima general del filme es bastante plano y redundantemente frío. A la buena ambientación y apreciable fotografía que podemos observar, le quedó faltando una iluminación más imperceptible (no efectista), una edición más ágil, y un movimiento de actores con mayor holgura.
La historia de la futura heredera interesada por el joven lacayo, dispuesto éste a soportar sus humillaciones y desplantes, y quien todo lo empeora cuando termina malinterpretando una frase que no llevaba más intención que la de encontrar un pendiente perdido, deja a los hombres muy mal plantados en esta historia, y ni siquiera la chica es alguien por quien logremos sentir simpatía.
No hay un solo personaje que conmueva, se desperdició a Ellen Burstyn y a Ann-Margret, no hay pasión, ni alegato contra nada, y en definitiva esta historia no huele a Williams, por más que lleve claramente su firma. Pero contra todo, creo que a la atractiva señora Markell se le podría dar otra oportunidad, ya demostró que es una mujer capaz de asumir riesgos.
Antes de ser estudioso del cine y sus técnicas, soy espectador, del mismo modo en que, antes de ser escritor de novelas, soy lector. Filmaffinitty es un punto de referencia para el espectador, y todo aficionado al cine que desea saber si un filme merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena, buenísima, a mala, malísima, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: INTERESANTE.
Como lo es casi toda la obra del excelente Tenesse Williams. La insuperable ambientación nos lleva hasta principios del siglo XX, mecidos en juego de luces y sonidos. La dirección artística y fotográfica, lamentablemente no aguanta el pulso del director, y el ulterior montaje, ambos lastrados con una agónica percepción del movimiento físico. Todo en la cinta es tan bello, como lento. Bryce Dallas, muy alejada de sus mágicos papeles con M. Night Shyamalan, está magnífica en su papel, reflejando su convulso mundo interior. Al final, nos queda la sensación de haber viajado por la hermosa superficie de un lago a la luz de la luna, cuyos serenos contornos contribuyen a una melancólica monotonía.