La parada de los monstruos
Sinopsis de la película
En un circo lleno de seres deformes, tullidos y personas con diversas amputaciones, Hans, uno de los enanos, hereda una fortuna. A partir de ese momento, Cleopatra, una bella trapecista, intentará seducirlo para hacerse con su dinero. Para lograr su objetivo, traza un plan contando con la complicidad de Hércules, el forzudo del circo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Freaks
- Año: 1932
- Duración: 64
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Opinión de la crítica
Película
8.2
63 valoraciones en total
Probablemente la única obra maestra del amante de lo grotesco y la mutilación: Tod Browning. Y, junto a Drácula (con Béla Lugosi), su película más conocida. Con tan sólo 16 años Browning huyó de casa y se unió a una feria con fenómenos humanos (freaks) aquejados de malformaciones. A partir de su experiencia con ellos, crea uno de los melodramas más inquietantes de la historia del cine. En él, los monstruos (monstruo= cosa extraordinaria en cualquier línea) no son fruto del maquillaje o los efectos especiales, son auténticos. En La parada… , el sentimiento de pertenecer a una comunidad, minimiza el sufrimiento por la naturaleza deforme de estas personas, que se unen solidariamente cuando uno de ellos sufre una agresión. Creo que uno de los grandes aciertos de Browning al realizar La parada… , estriba en no caer en la condescendencia fácil de convertirlos en víctimas inocentes ni tampoco en mostrarlos como monstruos, sino como lo que son, simplemente humanos. Llama la atención la inseguridad (exteriorizada a través de la maldad) de los personajes normales , incluso siendo bien parecidos, mientras que los freaks, han aceptados sus limitaciones y se han adaptado a ellas. Rodada en gran medida en tono documental, que se ve acentuado sobre todo en las secuencias que muestran escenas de la vida cotidiana de los freaks. Amante del ilusionismo, Browning nos deleita con algunos deliciosos trucos de cámara que nos hacen sonreir al apercibirnos del engaño, pero que, además, encajan perfectamente con todo el ambiente de la película, pues en ella, casi siempre, las apariencias engañan, algo fundamental en los espectáculos de prestidigitación. Adelantado a su tiempo Browning nos dejó una obra tan inolvidable como irrepetible, donde los monstruos (esta vez: monstruo= persona muy cruel y perversa), no parecen ser los freaks. No lo olvidemos: la normalidad está en el ojo del que mira. Imprescindible.
La Parada de los Monstruos es una película asombrosa y meritoria. Sin contar con interpretaciones magistrales, ni con una técnica rayana en la excelencia, consigue epatar y escupirnos en la cara más de una ignominia propiamente humana.
Hacia 1932, el cine de terror, heredero del legado expresionista alemán, estaba de moda en Estados Unidos. Freaks fue rodada bajo los auspicios de la MGM, interesada en convertir esa moda cinematográfica en una gallina de huevos de oro. El resultado, empero, fue muy polémico a la par que un fracaso comercial ya que lo que había parido Browning era demasiado grotesco como para no zaherir conciencias. Los monstruos de Freaks eran personas afectadas en la vida real por enfermedades degenerativas y/o deformidades, seres infravalorados socialmente y relegados a la exhibición circense. Con un claro alegato a favor del respeto que la sociedad no sentía por estas personas, y una historia donde los normales desplegaban su crueldad hacia los distintos, se convertía a dicha sociedad en el verdadero monstruo, inversión de papeles que no debió de ser fácil de digerir.
Cuesta creer que esta sea una película de la Metro. La soberana de las majors, con esa línea conservadora y amable dirigida a toda la familia, no era el vehículo más adecuado para dar lustre a una rara avis como Freaks (Mayer mandó, tras su estreno, retirar de todas las copias el logotipo de la MGM).
Esta película es un cuento cruel que deriva, hasta sumergirse, en el terror. Lo maravilloso de Tod Browning es que siguiendo al pie de la letra el clasicismo del terror, lo trastoca completamente para darnos una película de una modernidad asombrosa.
El terror nace de lo raro, de ese hecho excepcional que se vuelve intruso en la rutinaria normalidad. Esta regla básica presente en todas las películas de terror es aquí seguida al pie de la letra, sólo que en La parada de los monstruos, lo excepcional no son los freaks, sino la normalidad de la belleza y la fuerza de Cleopatra y Hércules, pues ellos son los anormales dentro de esta trouppe de freaks.
Así esta historia se desarrolla en dos partes casi simétricas: la primera parte, que podemos definir de cruel, mostraría la humillación de la belleza a la fealdad, la segunda, la terrorífica, desarrollaría la humillación de la fealdad a la belleza, pero con una pequeña diferencia: mientras que en la primera parte lo monstruoso se agazapa en lo bello (todas las humillaciones y el plan para asesinar y quedarse con la herencia), en la segunda, lo monstruoso es mostrado como un acto contra la crueldad de esa belleza que los ha excluido y marginado, tomando la venganza como un acto de hermandad.
Es curioso como Browning presenta estos dos mundos. Mientras que el de la fealdad tiene algo de paraíso perdido (la bellísima secuencia de presentación los freaks jugando en el bosque), el de la belleza está presentado desde la avaricia (Cleopatra y Hércules humillando al enano bien de palabra –renacuajo, cagadita de mosca, le llegan a llamar-, o por obra: Cleopatra esperando que el enano le ponga la bata), pero más magistral es cómo presenta el terror.
De nuevo el terror no surge por la naturaleza de estos freaks. La modernidad de Browning nos aclara que el terror es una cuestión de mirada… Puede que la normalidad domine la vida, o el aire como en el caso de la trapecista, pero el suelo, el suelo pertenece a los freaks… y es desde esa mirada baja desde donde controlarán toda la puesta en escena que a partir del banquete de bodas transformará la existencia de Cleopatra y Hércules en un tormento.
Freaks es una película extraña, fascinante, de una poética insólita. Una obra maestra excepcional e irrepetible.
En primer lugar comentar que hacía 15 o 20 años que vi esta película, mi calificación en el filmaffinity era de un 9, y en muchas ocasiones me había referido a ella en terminos muy elogiosos en tertulias, ayer la volví a ver, y desde luego me encontré con una buena película, original, interesante, diferente, a la que se puede clasificar como una obra de culto, pero NO me encontré ante una obra maestra, ni ante una película fascinadora de esas que te seducen y que pones en el grupo de tus películas inolvidables.
Me parece que estamos ante un film con características visuales, más que argumentales o narrativas, aunque nos encontremos con una película trágica que nos expone las miserias de los seres humanos, una forma más de racismo ante las personas que no son igual que nosotros mismos, los actores que es verdad que están bién, pero no debemos olvidar que representan a personajes muy cercanos a lo que son sus propias vidas, aunque me parece muy lograda la escena de la persecución de Hercules con la cámara muy baja para crear una sensación de más peligrosidad de los perseguidores, pero también me parece un pelín larga y aburrida, y eso que el metraje es de 64 minutos, con un final previsible al que obviamente no ayuda el flashback, y a la que el paso del tiempo le ha afectado negativamente.
Quiero acabar este comentario haciendo una reflexión es de si estamos subjetivizados a la hora de clasificar este tipo de películas, me refiero a las mudas y a los primeros años del sonoro (no pongo en entredicho ni sus meritos ni su valor artístico), con notas muy altas porque podríamos empezar a pensar que no tenemos un buen gusto cinéfilo, yo voy a intentar salir de mis dudas, revisando algunas películas del Expresionismo Alemán que tengo en mi videoteca, que en su momento me fascinaron y me cautivaron, o quizás sería mejor mantenerlas en el recuerdo……
La película va de un enano que se enamora de la trapecista, guapa ella, ambiciosa ella. Así, la bella planea envenenarlo junto al forzudo, su amante y cómplice.
¿Puede existir gente horrible con nuestros mismos sentimientos, o el infortunio les prepara para soportarse? ¿Cómo se puede sobrevivir sin ser agradable a los demás?
– ¿Me querrías si fuera deforme? – Le pregunté a mi amor una vez.
No me contesta. Pensará en un partido de fútbol, en su absorbente ¿trabajo? o en la estúpida revisión de la moto. Le insisto.
– Claro que sí, cariño – escupe. Suena como cuando le pregunto si quiere más ensalada, si prefiere que me compre la blusa malva o beige. Para mí que jamás se ha imaginado con una mujer horrible, tuerta o algo así… quizás con Maribel Verdú en La Buena Estrella, ¡pero es Maribel Verdú!
– ¿Y si tuviera un accidente y me volviera más torpe? – Recuerdo las inquietantes imágenes de atroces seres persiguiendo a la bella trapecista. Cuerpos mutilados andantes, desfigurados sonrientes, entusiasmados fantoches. ¿Qué farsa es ésta? ¿no son conscientes de la repulsión que producen?
– ¿Me querrías entonces, por lo que realmente soy, cielo?
Me suicidaría si yo fuera tan grimosa como la mujer barbuda, o calva, o jorobada. ¿Amor ciego? ¿Quién podría quererme así? ¿Quién puede quererse así? ¿Tendría que conformarme con un hombre elefante de esos? Me odio encontrándome horrible y, desde luego, en ningún momento de mi vida lo he estado tanto como el más agraciado de esos monstruos.
No me extraña que esta asquerosa película fuera censurada en su época, o prohibida totalmente como en Nueva York o en Gran Bretaña. Su producción ha requerido una mente débil, y su contemplación requiere un estómago fuerte decía el Atlanta Journal en febrero de 1932.
Salí de la sala mareada y deseando maquillarme. Afortunadamente era en blanco y negro, vieja y algo borrosa. Creo que no hubiera soportado ver en color y con toda nitidez a esas muchachas de diminutas cabezas cónicas y sonrisa perversa, además de esos otros individuos de cuerpos mutilados, sin brazos o piernas… y para dos que son normales, el forzudo y la trapecista, resultan ser los criminales.
Dicen que la película nos despierta sentimientos contradictorios, ¿preferimos identificarnos con bellos míseros, o con engendros honestos? ¿Sentimos más aversión por una joroba o por una villanía? ¡Pensadlo vosotros, pero sin prisas!
…
…
¡Con los engendros! ¿Seguro? Hipocritillas… ¡Hasta el propio director se escapaba a vomitar cuando comía junto a los actores, con deformidades reales! A mí, no me liéis, que tengo mis propias dudas por resolver…
– Amor, ¿me quieres por lo que realmente soy?
-¿Por lo que realmente eres? ¿Qué es realmente? Porque si te vuelves lela, te extirpan las tetas y te fracturan las caderas, ¿cómo te reconocería? ¿por qué te iba a querer? ¿por tu número de DNI?
La hermosura ha nacido para triunfar hasta de la estupidez – Sarmiento