La noche cae sobre Manhattan
Sinopsis de la película
El fiscal del distrito de Nueva York asigna a un abogado novato (Andy García) su primer caso: que se haga cargo de la acusación en el juicio más polémico y de mayor impacto mediático de la ciudad: un traficante de drogas es acusado de asesinato, pero el asunto tiene implicaciones de corrupción policial. Del caso en cuestión se ocuparon su padre, que resultó herido, y otro policía, que resultó muerto…
Detalles de la película
- Titulo Original: Night Falls on Manhattan
- Año: 1996
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
Película
6.4
96 valoraciones en total
Muy buen thriller policíaco dirigido por Lumet, director ya experimentado en éste género. Está más que entretenido y bien interpretado, sobretodo, al menos en mi opinión, por los secundarios Ian Holm (el que hizo de Bilbo Bolsón) y Gandolfini.
Sean Casey, un ex-policía que se mete a abogado, empieza a investigar casos no resueltos, pero pronto, demasiado pronto dada su experiencia como abogado, le viene encima el caso más importante del año, el de Jordan Washington, un narcotraficante acusado de matar a varios policías. Pero tras el caso saldrá a relucir la corrupción de la policía de varios distritos, entre ellos el distrito de su propio padre, policía herido tras la captura de Washington.
Es entonces cuando tendrá que elegir entre hacer su trabajo y sacar todos los trapos sucios, o no hacerlo por temor a encontrar algo que no quiere encontrar.
De niños creemos que todo es blanco o negro. Existe el bien y el mal, en las pelis siempre hay buenos y malos, héroes y villanos, valientes y cobardes.
Es a medida que crecemos cuando vamos advirtiendo que el blanco y el negro sólo son los extremos de una interminable gama de grises, cada vez más larga, con más y más matices. Vamos descubriendo que son muy, muy escasas las personas que son completamente buenas, valientes y heroicas, y que tampoco son tantos los malos completamente villanos y cobardes. La maldad hace mucho ruido y siembra el caos y la destrucción, lo mismo que cuando surge una persona a la que todos ven como santa, también pasa al recuerdo popular.
Pero las cosas no son tan sencillas como las creíamos de niños. Todos queríamos ser policías, médicos, maestros, abogados (dejemos de lado en este caso otras profesiones como futbolista, astronauta, bombero, explorador, veterinario… también muy idealizadas por los pequeños). Veíamos nuestras series infantiles y películas favoritas y pensábamos que ser poli, médico, maestro, abogado era lo más, profesiones venerables y altamente satisfactorias porque se luchaba por el bien, la justicia, el conocimiento… Qué bonita ingenuidad.
Después nos hacíamos mayores y aprendíamos que la corrupción salpica a todos los ámbitos de la ley y la justicia, que la sanidad funciona fatal, que ya no se valora la educación, que lo de ser abogado no es una sucesión de brillantes discursos en un juzgado peliculero defendiendo la inocencia de alguien.
Ser policía en una ciudad como Nueva York y salir indemne e inmaculado debe de ser algo milagroso. De verdad que me pregunto cómo todas las instituciones que representan la autoridad, la seguridad y la ley tiran adelante en un infierno como ese, por citar uno de los muchísimos que hay, y eso que los hay mucho peores, creo yo. Lumet lo sintetiza bastante bien en este thriller policíaco, aunque supongo que se queda muy corto porque la realidad siempre supera con creces a la ficción.
La respuesta nunca es sencilla.
Nunca es blanca o negra.
Hace tiempo que la vi, por lo que mis recuerdos no serán muy precisos, pero al ver que no había una sola crítica me he decidido a animaros a que la veáis.
El guión está bien hecho y permite seguir la historia sin liarse como pueda pasar en otras películas en las que abundan los nombres. El planteamiento inicial parece complejo e irresoluble, pero la insistencia de Andy García al tirar de los hilos hace que vayan saliendo más cosas.
Las actuaciones son buenas también. Sobre todo la de Andy García, que se halla entre la (in)comunicación con su padre y su deber como abogado y sus debates internos. Su monólogo al final lo recuerdo como muy bueno. Otros actores también se lucen.
No le pongo más porque si fuera muy buena me acordaría mejor de ella, así que se queda en un 7, que también está bien. Sólo añadir: ¡id a verla!
Esta es, junto con Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto, mi película favorita de Andy García. Con unos personajes brillantes, de un realismo supremo y maravillosamente dirigidos, Sidney Lumet nos narra la compleja historia de un policía (Ian Holm) que es herido durante una redada.
Encargan a su hijo (Andy García), que aspira ser ayudante del fiscal, la acusación contra el narcotraficante que disparó a su padre. Al otro lado del banquillo, en la defensa, se encuentra Wigoda (Richard Dreyfuss) al que no le interesa que su defendido gane el juicio, y amaña todo para pillar a algunos policías corruptos con lo que vengar la muerte de su hija de 15 años por sobredosis.
Andy García va subiendo como la espuma en su carrera política y va descubriendo poco a poco como las cosas no son blancas o negras, y que los policías no son tan buenos, ni los criminales tan malos. Hay una zona gris en la que todos se mueven y que le obliga a hacer pactos con todo el mundo para poder hacer justicia.
La corrupción lo corrompe todo y él se ve atrapado entre cumplir la ley y el amor fraternal.
Sidney Lumet, director de grandes películas como Doce hombres sin piedad, Network o Tarde de perros entre otras, maestro como nadie tanto en juicios como en historias policíacas, da una lección magistral de como debe ser una película perfecta mezclando ambos, tratando temas como la corrupción, los conflictos morales, la verdad y la mentira, todo ello con un realismo del que solo puede recogerse a pie de calle, ambientandola en la ciudad que mejor conoce el veterano director, Nueva York. Mostrando, no mejor dicho, recreándose en los personajes que llegan a formar parte de una historia que lo tiene todo.
Y es que esa es la base en la que Lumet construye su película, un magnifico reparto donde todos son, no solo importantes y necesarios, sino parte vital de la historia que nos cuenta.
Empezando por mi admirado Andy García ¿he dicho alguna vez que quiero a este tío?, y continuando por el siempre convincente Richard Dreyfuss, el siempre entrañable Ian Holm, la bella Lena Olin o la alegría que nos produce a unos cuantos ver al gran James Gandolfini como secundario de lujo.
El ritmo es por momentos grandioso, frenético, apabullante. Es aquí donde se deja notar bien a las claras la mano de Lumet, acompañada acertadisimamente por la característica fotografía de David Watkin y la seria partitura de Mark Isham, a tono con la historia.
La película cuenta con escenas que quedan en la memoria, todas con un impacto visual enormemente atractivo. Algunas por su forma de ser rodadas, como la espectacular redada al capo, y otras por su particularidad en si mismas, como las conversaciones entre García y Dreyfuss en la sauna.
Mención aparte merece la forma elegante que tiene Lumet de mostrar la violencia, sin excesos, de manera sobria e inteligente, sin alejarse en ningún momento del drama vivo y bien armado.
Se juega bien a las claras, de manera astuta pero sincera, con la ética en la justicia, también con la política y como no con el pilar básico, la actuación policial.
La noche cae sobre Manhattan es una película necesaria para cualquier amante de los géneros mencionados, una apuesta segura, sinceramente un placer que se saborea con gusto, con aspectos que por separado podrían hacer una película buena, pero que todos juntos hacen de esta una película imprescindible.