La nana
Sinopsis de la película
Raquel, una mujer agria e introvertida, lleva 23 años trabajando de niñera para los Valdés, una familia de clase alta de Santiago. Un día, Pilar, su patrona, contrata a otra niñera para ayudarla. Raquel, sintiendo peligrar su lugar en la familia, espanta a la recién llegada con crueles e infantiles maltratos psicológicos. Esta situación se repite una y otra vez hasta que llega Lucy, una risueña mujer de provincias, que logra atravesar la coraza de Raquel y cambiar su forma de ver la vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: La nana (The Maid)
- Año: 2009
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
6.7
65 valoraciones en total
Somos testigos de la vida de una empleada doméstica puertas adentro, vemos como se desarrolla su día a día, la rutina que tiene con esta familia que no es su familia, este cariño que les tiene a todos los integrantes, y cómo las discusiones por mas triviales que sean, tienen un transfondo que podemos ver en pequeños gestos, destellos de magnificencia actoral de esta nana (Catalina Saavedra, en una personificación soberbia). Somos testigos de esta vida que no es vida, y que con el acontecer de la película vemos que intenta tomar trozos de vida, vemos como las ayudantes que le llegan a esta nana poco a poco nos dan toda la informacion para llegar a comprender a este ser tan enajenado, con tanto dolor, es la última ayudante la que al devuelve a la vida, la que hace que a esta nana un cariño que al parecer nunca recibió y que tanto esperó.
Magnifica pelicula, totalmente recomendable, de lo mejor que se esta dando desde el cono sur del mundo. Chile.
Magnífica película que viene a demostrar lo que un buen guión y la construcción de unos personajes tan auténticos que pudiera pensarse no actúan, son suficientes para generar una deliciosa obra de arte… Cuajada de matices, esencias y pasiones ocultas. Una obra a tener en cuenta para disfrutar desde su sencilla inteligencia.
Película chilena nominada a los globos de oro en la categoría de mejor película de habla no inglesa. La cinta nos muestra el día a día de Raquel, una mujer compleja e introvertida, con un carácter difícil moldeado con el paso de los años a base de golpes y frustraciones que no podemos ver pero sí intuir, viejas heridas ya cicatrizadas pero que todavía continúan supurando.
En el retrato, aparentemente intrascendente, de los quehaceres domésticos que ha de llevar a cabo la protagonista en su puesto de trabajo, y la forma intimista en que son reflejados, es donde residen los puntos fuertes de la obra, es donde realmente conseguimos traspasar, que no romper, la coraza de miedos y complejos de Raquel y que, en mayor o menor medida, todo el mundo tiene.
En la segunda mitad de la cinta, el tono se vuelve más simple y edulcorado, hasta llegar a perder el interés en la protagonista y en su difunta complejidad, la cual se ha tornado en algo tan elemental como la recerca de la felicidad.
Sorprende la madurez que desprende esta obra en un director de tan escaso recorrido. Sobre todo en un país que en los últimos decenios las propuestas que han conseguido traspasar fronteras eran ejercicios de cierta calidad pero de escaso riesgo y nula originalidad. Quizás por ello, Chile, como país arraigado a las buenas maneras y de corte tradicionalista que es, decidió prescindir de La Nana en su carrera para el Óscar a pesar de haber sido nominada para los Globos de Oro.
Propuesta hecha con pocos pesos, sin música, con pocos actores, escasos decorados (la misma casa donde el director pasó su infancia) y mal que me pese, rodada en digital. Evidentemente, cuando la financiación es limitada no puedes jugarte la única carta a rodar de otra manera que no sea digital. El digital es la mayor pega que le veo a esta película (como casi siempre).
La escena con la que Silva abre la película es ejemplificadora de todo cuanto veremos a continuación. Sirve al mismo tiempo de presentación de personajes puesto que en su apertura toda la familia permanece en escena. En el contraplano está Raquel (Catalina Saavedra), silenciosa en la cocina (1). Es su cumpleaños, y la familia decide preparar una fiesta sorpresa en el comedor. Raquel es de la familia pero al mismo tiempo no lo es:
-Deja los platos ahora. ¡Es tu cumpleaños! –le dice la madre después de comerse la tarta.
– No, si no lo hago ahora, lo tendré que hacer igual mañana.
En dos minutos Silva nos radiografía a la familia y no escurre el bulto al mostrar su propia opinión como perteneciente a ese mundo pudiente chileno cuya infancia estuvo asociada a la presencia de una asistenta-niñera:
(1) La familia ultima los preparativos de la fiesta sorpresa. Raquel mira a la cámara mientras cena sola en la cocina. En ese momento el título de crédito La nana aparece sobre-impresionado. Silva acaba de fijar una distancia que nos acompañará durante toda la película con una elección de planos medios muy sabrosa. De hecho, en muy pocos momentos veremos compartiendo plano a la empleada con la familia (no así con las otras empleadas).
A partir de este punto Silva tenía muchas opciones de cometer fallos. Podían llegar las reiteraciones y caer en el muy manido cine social de estrangulemos al espectador, pero lo cierto es que el director tiene otras intenciones mucho más jugosas.
(Abróchense los cinturones porque esto continúa)
Qué hermosa filmación la de esta Nana. Gusta por su sencillez, exenta de pretensiones, por su trazo seguro, por el talento de narrar más que de enarbolar un discurso moralista. La cámara muestra con cariño a esta Nana, que bien pudo haberse convertido en un Jack Torrance o una Alex Forrest, pero que el guión termina destruyendo su caricatura y redimiendo a esta copy/paste de una vida que, al final, termina siendo propia.