La mirada invisible
Sinopsis de la película
Argentina, 1982. En tiempos de dictadura y represión, María Teresa trabaja como preceptora en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Un día, persiguiendo un vago olor a tabaco, se esconde en los baños de los chicos para sorprender a los que fuman y llevarlos ante el director. Poco a poco esto se convierte un hábito oscuramente excitante. Nada pasa inadvertido a su mirada: la mirada del carcelero, del amo… o de la perversidad. No es de la violación de las reglas, sino de su aplicación a ultranza, de donde surgirá una visión distorsionada de la realidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: La mirada invisible
- Año: 2010
- Duración: 95
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes obtener una copia la película en formato 4K y HD. Seguidamente te citamos un listado de fuentes de descarga activas:
Opinión de la crítica
5.8
42 valoraciones en total
Valga la pregunta, porque al margen de que ésta parte de una frase tan bonita como pomposa son muchas las cuestiones que se esconden detrás de tal axioma . La mirada invisible es una de ellas: formados todos en fila recta, a la distancia precisa, ni un botón desabrochado, ni una palabra de más, detalles que por si solos van formando el concepto de represión. Pero…
El modo que tiene Lerman de representarlo, no sólo por la rigidez formal en lo que respecta a medios y primeros planos sino por los diálogos inherentes a la supuesta subversión que se vivía en aquellos años es de una obviedad cuasi inocente y que incluso puede generar, muy a su pesar, alguna que otra sonrisita sarcástica en el espectador. Desde luego sería delicado hablar de efectos cómicos dentro de una bora que trata un tema tan escabroso como el de la dictadura, pero así están las cosas: La mirada invisible por momentos se torna irrisoria desde la ingenuidad con la que está planteada. Desde luego hay cosas que sí son meritorias: ciertos gestos reprimidos, o costumbres en donde la represión (sexual o no) es palpable. También resulta notorio ese silencio constante con gusto a sequedad que transpira la pantalla. Pero si la idea del director era hacernos llegar la perversión de una época, pues no termina de lograrlo. La mirada…muestra, eso es innegable, pero falla en sus códigos al grado de derivar en un desenlace completamente fuera de tono. Desenlace por cierto que de todas maneras podemos tragarnos, dado que la labor de Julieta Zylberberg es empáticamente descomunal.
Interesante planteo, pero ay, determinadas cuestiones no deben pasar desapercibidas. Si te metes con asuntos delicados más vale que tu producto también lo sea, y La mirada invisible es digna como propuesta, pero de ninguna manera puede ser considerada como una obra delicada.
Película argentina ambientada en el 1982 del mismo país. La dictadura y represión se nos muestra focalizada en Colegio Nacional de Buenos Aires donde es más importante la disciplina, casi militar, el orden y el control que la educación.
Una joven educadora de 23 años, Marita, sigue a rajatabla esta opresión. Interpretada por la omnipresente Julieta Zylberberg, lo mejor del film, junto con sus compañeros preceptores y el prefecto ( su acepción militar le viene como anillo al dedo ), vigilan la conducta, vestimenta, pelo y todo aquello que se puede vigilar a través de una mirada que la cámara nos hace visible, haciéndonos cómplices de la protagonista en ciertas situaciones, sobre todo en aquellos donde afloran las pulsiones sexuales.
En la primera parte del film, el director Diego Lerman, nos muestra el día a día de Marita, pasar lista, control de vestuario, petición del carnet a aquellos alumnos que infringen alguna norma, el regreso a casa en metro, y una vez en el hogar, su fría relación con su abuela y madre sin hueco para la intimidad. Probablemente esta casi documental presentación del personaje sea lo mejor del film, pues a través de las imágenes se nos muestra ese control y autocontrol permanente de las dictaduras. Julieta realiza una interpretación seca y fría, distante, ayudada por un recogido de pelo de institutriz arcaica, pero con los suficientes matices para hacernos ver que por muy cuadriculadamente que se intente someter a una sociedad, debajo de esa falda tableada, ese patio de ajedrez, siempre hay algo incontrolable.
Y ese algo, aquí se centra en lo sexual, en la represión de ese gozo y en el objeto de deseo juvenil de uno de los alumnos por parte de Marita. Extralimitándose en sus funciones de vigilar todo el tiempo, se esconde en los aseos de los chicos con la excusa y la sospecha de que ahí pueden fumar, cuando su intención va por otros derroteros menos sancionadores y más tórridos pero llenos de frigidez. Y quizá en el último tramo de la película, es donde decae un poco, al dejar de lado esa metáfora de colegio-país oprimido y centrarse quizás en otra metáfora, ese jefe o superior-dictador que no debemos dejar que nos subyugue, que no deja de ser el mismo simbolismo pero al pasar de una localización a una persona, evoca a otro tipo de película más individualizadas y con ciertos paralelismos con La pianista de Haneke o Repulsión de Polanski, pero sin la profundidad y lo malsano de estas 2 obras maestras.
Por tanto, interesante película donde todo el tiempo sobrevuela la represión de las libertades con todo lo que ello puede germinar, con el contrapunto de lo difícil o imposible que es poner puertas al campo, y menos si se trata de los húmedos instintos.
Uno de los diálogos más tristes y obvios de este film obvio basado en una novela espléndida de Martín Kohan. Todo parece encorsetado, rígido, y no hablo de la represión en el colegio, sino del lenguaje cinematográfico. Una pena, esa novela se merecía otro destino. A ella, aunque es buena actriz, se le ve siempre la cámara encima y tan maquillada, tan todo en su lugar, aún cuando se desarregla. Me causó gracia en varios momentos. Actores engolados, porteños vieja escuela, todo explícito y plano. Aún la bella toma desde arriba de ella atravesando el patio en diagonal suena rebuscada y puesta . El final, sacado de Repulsión de Polanski, es gratuito, fácil. Me comentaron que el rodaje tuvo muchos problemas de producción, eso tal vez explique algo de lo desacertado de esta versión.
María Teresa trabaja en un colegio de Buenos Aires durante los tiempos de dictadura. Desde el claustro que preside el centro se oyen los ecos de una revuelta invisible pero palpable. Mientras, en las aulas se libra otra. La protagonista revisa que todos los alumnos estén en su pupitre, que sus corbatas luzcan rectas, que las prendas desabrochadas no enseñen más carne de la deseada, que ningún alumno tenga el pelo largo o vista un atuendo diferente al del uniforme oficial, que todos guarden silencio ante el profesorado. María Teresa es la eterna voyeur que esconde una vida miserable con su madre y su abuela, una existencia sin motivaciones y un carácter lleno de miedos. El azote que se esconde en los lavabos para cazar alumnos fumando. Pero sus deseos son más oscuros, el taconeo que dejan sus zapatos es menos inocente, y su mirada, aunque invisible, esconde un mundo de frustraciones.
Mientras el personaje espía, la película adquiere un tono contemplativo, consciente de estar explicando más de lo que verdaderamente muestra. María Teresa llega a emular el personaje de Isabelle Huppert en La pianista: alguien enfermizo y miserable, masoquista y callado, un pequeño insecto que muta en dragón, una víctima que se convierte en verdugo. Al principio La mirada invisible muestra al personaje en toda su pequeñez y el espectador se pregunta qué esconden todas esas miradas furtivas con las que nos encontramos día a día. Al final la pus sale de la dermis y acaba en una de las escenas más sorprendentes y violentas en años, muy a tono con una versión argentina del mejor Michael Haneke. Un cine de miradas e intuiciones que también es un film político y crítico con lo que Almodóvar acertó en llamar la mala educación. Uno de los films hispanoamericanos del año.
Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
La perversión de la transgresión en un mundo de vigilancia austera y emociones reprimidas. Atractiva película argentina, en las antípodas del clásico cine que suelen realizar, llena de ausencias verbales, de rigidez física y de omisión sensitiva. Una explosión de silencios perturbadores que acompañan la magnífica interpretación de Julieta Zylberberg en su acomplejado personaje, reflejo de un ansia de vivir contenida en un cuerpo que anhela el contacto de una experiencia real, de sentimiento auténticos, al precio que sea. Fría, cortante, malvada en su ausencia de palabras y gestos, con un diabólico y repetitivo esquema que te consume poco a poco hasta la llegada de un, más aún, cruel desenlace que estalla ante tu mirada dormida, tan dormida como la propia mirada del personaje, la supervisión del cumplimiento de la rectitud la derivan al deseo de la violación que sufrirá en sus propias carnes. Espléndido guión que se refleja fielmente en una buena dirección y en unas excelentes interpretaciones. Apetecible historia que resulta muy gustosa a pesar del mal trago, recomendable