La mejor defensa es un ataque
Sinopsis de la película
Un hombre que es atacado mientras camina solo por la calle (Jesse Eisenberg) decide apuntarse en un dojo de karate, donde un peculiar y carismático maestro (Alessandro Nivola) le enseña mucho más que a defenderse a sí mismo.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Art of Self-Defense
- Año: 2019
- Duración: 104
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes descargarte una copia la película en formato 4K y HD. A continuación te citamos un listado de posibilidades de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
5.9
42 valoraciones en total
Una de las principales cualidades que le encuentro a este título es su capacidad para, en no pocas ocasiones, de salir por dónde menos te lo esperas. Lo que parece un sucedáneo de Karate Kid deriva a una reversión de El Club de la lucha y de ahí gira hacia una historia de venganza. Porque en absoluto se trata de una película de artes marciales al uso, sino de una especie de comedia filosófica dónde se satiriza el concepto de la masculinidad proteica y dominadora, que la tradición nos prescribe como la actitud pertinente para granjearse el respeto en una sociedad tan abierta como amenazante, cosa que, a la vez, para el protagonista, supone una especie de odisea interna hacia la conquista de su ego. Para él protegerse significa defender su Yo.
Eso es algo que ocurre a diario con la hipercomunicación propiciada por las redes sociales y los móviles. Pretendemos discutir ideas cuando en verdad nos limitamos a defender las elecciones (morales, estéticas, políticas, etc…) que nuestro ego realiza, con las que creemos identificarnos, la gracia aquí es que esa batalla se traslada al mundo físico y material. Para llevarlo a cabo se nos presenta a Casey, que representa el prototipo de hombre apocado e introvertido, perdedor lo llamarían en las películas de los 90, cuya principal facultad es su sentido del deber y la sumisión. Acostumbrado a tragarse el orgullo y agachar la cabeza, no es hasta que su integridad física es amenazada que decide cambiar su existencia y capacitarse, antes que replicar unos hipotéticos golpes futuros, necesita salir de un bucle de angustia que el turbador asalto nocturno le ha provocado. De ahí se salta a un nuevo escenario que podría ser el arranque de la típica película de artes marciales en clave historia de auto-superación, a lo Karate Kid , que sería la excusa para convertir al pobre Casey en un campeón de los torneos de kárate. Nada de eso. En verdad Riley Stearns nos desliza dentro del escenario principal de la narración: un extraño gimnasio en el que conforme más se sabe, más sospechoso resulta. Gradualmente la atmósfera se enrarece, se vuelve tensa, incluso siniestra, rondando lo pesadillesco, aunque sin por ello renunciar a su impronta irónica. El personaje va realizando ciertos descubrimientos y la pelota crece hasta límites insospechados.
Porque el Sensei, lejos de recomendar las bondades de la templanza y el control de la fuerza, demuestra cierta inclinación por la dominación y afecto hacia ciertos tópicos fascistoides, por la música estridente, lo alemán, la violencia como principal guía de estilo e incluso el matonismo. Por si eso no fuese ya poco, este maravilloso Sensei también profesa una misoginia tan vomitiva que hoy sería casi imposible de imaginar. Así, el personaje pasa de una figura rectora, incluso un guía espiritual, a una entidad retorcida y repugnante. Es de suponer que es así como Stearns pretende desenmascarar las creencias reaccionarias y retrógradas, que, tal y como se apunta, lo único que logra es engendrar todavía más violencia.
Si bien al conjunto hay que reconocerle el conseguido equilibrio entre sátira y atmósfera densa, también el cuidado manejo del tono y el ambiente, siendo honesto se debe admitir que una de sus principales sorpresas se ve venir a la legua (*). Pero no pasa nada, cuando se destapan las cartas y ya sabemos qué se ocultaba, estamos ya atrapados por ese ambiente, el pobre Casey, personaje acertadamente perfilado y definido, nos tiene de su lado y para colmo se produce uno de los desenlaces más pragmáticos y sarcásticos que yo recuerde, pues se mea en el libro de estilo de cualquier arte marcial, en el sentido del honor y el perfeccionamiento personal. Pero es que claro, a eso había ido ahí Casey, a aprender la forma de ganar la partida y sobrevivir en las peligrosas ciudades norteamericanas.
Poco esperaba de este Art of self-defense y no obstante me encontré con una cinta que sabe hilar diestramente diferentes tonos, entretener y realizar una acertada radiografía de rasgos muy concretos de nuestra actual sociedad.
El director norteamericano Riley Stearns, se aproxima con su segundo largometraje, ‘The Art of Self-Defense’, a los intrincados y serpenteantes terrenos en los que se asienta la comedia negra. Se vale de cierta filosofía que emana de las artes marciales de origen oriental, para, acomodándola a su gusto, componer una película repleta de alegorías.
Casey (Jesse Eisenberg) encarna a un muchacho de 36 años. Solitario, aquejado de una timidez que roza el paroxismo, Eisenberg se siente como pez en el agua dotando a su personaje de los miedos e inseguridades que hacen de él un paquete. Una noche es asaltado por un grupo de motoristas, que lo mandan al hospital tras una salvaje agresión.
A partir de esta experiencia, decide combatir sus temores con algún medio de autodefensa. Casi por casualidad llama su atención un gimnasio dónde un variopinto grupo de personajes practica karate. Dirigido por un maestro (Alessandro Nivola) de personalidad inalienable, pronto va a dejarse embaucar por unos mensajes simples pero efectivos.
En su desarrollo, ‘The Art of Self-Defense’ se prodiga en el uso de simbolismos: las mascotas con las que el protagonista empieza y acaba su andadura, la idolatría y veneración que se profesa a un antiguo maestro cuya foto preside el tatami, el papel más o menos puro de las armas de fuego, desembocando en la particular relación que Casey va a entablar con el sensei.
Los diálogos dejan paso a una soterrada crítica de la violencia. Y los subtextos en como determinados sujetos son fácilmente maleables por la presión que llega a ejercer la masa, el grupo, convertido en poderoso elemento identitario para mentes frágiles.
El guión se abona a la extravagancia como recurso no sólo estilístico, sino narrativo. Es lo que se espera de una propuesta con sus mimbres, que Riley Stearns liquida con una puesta en escena de sobria mordacidad.
En estos últimos años han habido un montón de películas que intentan construir una crítica interesante sobre las masculinidades horrendas. Pero muy pocas han sabido hacerlo, o casi ninguna. Pues bien, ésta es una de ellas. Con un humor negro exquisito que le va muy bien a Jesse Eisenberg, la película plantea continuamente un set de comportamientos tan abyectos para señalarnos con un dedo grosero los caminos de la violencia en un mundo que chorrea la estructura del macho por todos lados. Eso fue lo que me convenció de la película y me parece tratado de manera muy divertida y cómica, aún cuando lo que se muestra, en el fondo es violento y dramático. La recomiendo con ganas.
Es una fina comedia que mezcla el humor negro y el absurdo en forma de extravaganza, con un guión muy original y que te termina atrapando según avanza la película. Se hace lenta hasta la primera mitad de la película, pero luego acelera y el final te deja muy buen sabor de boca.
Es este tipo de películas que o bien la amas o la odias, a mí particularmente me ha gustado bastante. No prometo nada a quien la vea, es una película demasiado particular. Como digo: aunque la primera parte de la película va lenta deberíais darle una oportunidad, es original e interesante, ese tipo de películas que se suelen llamar de autor , con una personalidad propia muy distante del cine comercial.
Una película que tenía olor a indie desde bien lejos y que se nota al verla y más al tener en el reparto a Eisenberg. Es una película que no sabes que esperar y que te sorprende para bien. Una historia que me parece absurdamente buena y original aunque algunos puntos de la misma se pueden definir como repetitivos. Es verdad que el giro de guión se ve un poco desde lejos al menos si eres astuto pero a la misma vez te coge sorprendido ante la situación esperada. Muy oscura en ciertos aspectos y muy bonita en otros sobre todo en como se maneja la cabeza humana durante un episodio de malestar social y vital.