La maldición de Bly Manor (Serie de TV)
Sinopsis de la película
9 episodios. Morir no equivale a desaparecer. En este gótico romance, una ‘au pair’ se adentra en un abismo de escalofriantes secretos… Continuación de La maldición de Hill House al estilo de American Horror Story o Channel Zero , es decir, contando con nuevos personajes y una historia diferente. En esta ocasión, se basa en el clásico de Henry James Otra vuelta de tuerca (The Turn of the Screw), cuya mejor adaptación al cine, Suspense (1961), es uno de los grandes clásicos del cine de terror.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Haunting of Bly Manor (TV Series)
- Año: 2020
- Duración: 50
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes obtener una copia de esta película en formato 4K y HD. A continuación te mostramos un listado de posibilidades de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.4
22 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Alex Essoe
- Amelia Eve
- Amelie Bea Smith
- Andrew Neil McKenzie
- Benjamin Evan Ainsworth
- Calix Fraser
- Carla Gugino
- Catherine Parker
- Christie Burke
- Duncan Fraser
- Greg Sestero
- Henry Thomas
- Jill Morrison
- Jim Piddock
- Kate Siegel
- Ken Kramer
- Lynda Boyd
- Martin McCreadie
- Matthew Holness
- Oliver Jackson-Cohen
- Pasha Ebrahimi
- Rahul Kohli
- Roby Attal
- Roz Murray
- Stefania Indelicato
- Tahirah Sharif
- Thomas Nicholson
- Tim Beckmann
- TNia Miller
- Victoria Pedretti
- Zoë Noelle Baker
Si la adaptación de la primera temporada de La maldición de Hill House se basaba en la novela gótica homónima de Shrirley Jackson, Mike Flnagan mira para su segunda temporada a uno de los clásicos de la literatura gótica, Henry James y su novela Otra vuelta de tuerca para reinterpretarlo y adaptarlo, como ya hiciera en la temporada anterior.
La novela ha tenido varias adaptaciones al cine y a la televisión.
La más destacada es The Innocents (Jack Clayton, 1961) estrenada en España con el absurdo título de Suspense , nos brindó una soberbia interpretación de Deborah Kerr y una historia que respetaba profundamente la esencia de la novela en toda su ambigüedad.
Del resto de la miríada de títulos que pretendieron adaptar la obra de Henry James, tan solo destacaría dos producciones españolas, Otra vuelta de tuerca (Eloy de la Iglesia, 1985) que presentaba la novedad de sustituir a la niñera por un antiguo seminarista, dándole al relato un tono aún más turbador, y El celo (Antoni Aloy, 1999), una ópera prima que supo mantenerse relativamente fiel al original y nos permitió contemplar a la mítica Lauren Bacall en una de sus últimas interpretaciones.
Existe una curiosa precuela de la historia de la mansión de Bly que narra las supuestas perversiones de la pareja compuesta por el criado y la primera institutriz, interpretados por un frenético y desinhibido Marlon Barndo y una sufrida Stephanie Beacham, titulado Los últimos juegos prohibidos (The Nightcomers , Michael Winner, 1971), tan solo recomendable como rareza y curiosidad.
Existen también varias adaptaciones televisivas, la de John Frankenheimer, de 1959, con Ingrid Bergman en el papel de la institutriz, la de Dan Curtis en 1974, que enfatizaba los aspectos terroríficos de la historia, la de Ben Bolt en 1999, con Colin Firth, la versión producida por la BBC en 2009 y la italiana Il mistero del lago , también de 2009. Todas ellas adaptan el relato con cierta efectividad, aunque ninguna destaca por ningún acierto específico.
Ante este cúmulo de adaptaciones, Mike Flanagan repite las constantes que le hicieron triunfar en la temporada anterior, una irreplochable factura técnica, esplendida iluminación, música sobrecogedora sin estallidos y destacable participación actoral, entre los que destacan algunos veteranos de Hill House, como Carla Gugino, Henry Thomas, Oliver Jackson-Cohen, Kate Siegel y una excelente Victoria Pedretti, en esta ocasión, en el papel protagonista.
A nivel argumental, supone un gran acierto evocar lo esencial de la novela original, la dicotomía entre la realidad de las apariciones fantasmales o su creación por una mente distorsionada, sin pretender reproducirla.
Por lo que, manteniendo la base de la historia de la niñera, los niños y las presencias perturbadoras, desarrolla una nueva historia de personajes condicionados por sus propios traumas del pasado, atrapados en la mansión encantada de Bly, pero también en su propia perturbación.
Al igual que en la primera temporada, la estructura de ésta, dedica cada capítulo a la presentación de los personajes, presentando su historia, sus recuerdos, su memoria y como, a partir de determinado momento, la maldición de Bly, cuyo origen conoceremos en el penúltimo capítulo, va distorsionando lentamente esos recuerdos y fragmentando su memoria, hundiéndolos cada vez más en el fondo de si mismos, hasta hacerles perder su personalidad, su esencia y su autonomía, hasta que acaben perdiendo sus propios rasgos físicos, al mismo tiempo que su identidad.
Por esa razón, más allá de los cliffhanger de cada capítulo, de esporádicas apariciones fantasmales y de la tétrica atmósfera de la mansión, esta temporada no causa el terror de la primera, porque el drama de los personajes no radica en una amenaza exterior, sino en el fondo de si mismos y en su relación con su entorno y sus seres queridos, en el dolor de la pérdida, de la decadencia, del olvido y del drama de dejar de existir.
Como muy bien razona la narradora de la historia, cuando uno de los personajes le increpa:
– Esto no es una historia de fantasmas, es una historia de amor.
Ella responde:
– ¿Acaso no es lo mismo?
La nueva entrega de Mike Flanagan es una espléndida lección: no sumergirse en los tópicos del terror.
Mismos actores (casi todo el cast de la anterior) pero con personajes diferentes y muy potentes con mucho que contarnos.
Historias entrecruzadas de amor y tragedia con un mismo fin: la casa de Bly Manor.
Victoria Pedretti sublime junto con los jóvenes actores que interpretan a los niños. Como dice la joven Flora: ¡Espléndidos!
Una trama muy diversa que conduce con coherencia hasta el final. Es cierto que hay cosas que son predecibles, pero aún así se deja enganchar.
Un final que deja un par de lagrimas para sensibles como yo.
Primer problema: A pesar de que muchos de los maravillosos actores que interpretaban a aquella familia (en Haunting of Hill House) los vemos de nuevo reencarnados en otros personajes, no hay ni una sola construcción bien elaborada. Eso es culpa del guion, no de las interpretaciones (las cuales son excelentes). No sirve de nada que un actor clave su papel si su personaje es pobre y vacío. Es como poner a Indurain en una bicicleta estática.
Segundo problema: el terror brilla por su ausencia. No soy un entusiasta de los sustos (menos aun si son baratos y gratuitos) pero es que aquí, las pocas veces que los hay, son ridículos, predecibles y aburridos. En ninguna escena se hace un esfuerzo por intentar atemorizar. Ningún momento de tensión, ninguna escena memorable, ningún recurso original. Niños que ven cosas, muñecas, reflejos en espejos y puertas que se abren solas. A la vanguardia del cliché.
Tercer problema (y el más grave): la narración. Parece que esta propuesta se centra del todo (o casi) en el misterio. De acuerdo, lo compro. Y… ¿Qué nos encontramos? Un laberinto de repetición. Diálogos, y diálogos, y diálogos, y diálogos interminables que no aportan nada. Distracciones al espectador. Recursos oníricos y alucinaciones que se usan para cubrir minutos más que por necesidad de narrar. Cien mil elementos distribuidos de manera aleatoria (no me quejo de la cantidad, sino de cómo están organizados y narrados). Sueños, flashbacks, elipsis… un sinfín de horas para ir hilando términos y quedarte con la cara de póker.
Es entonces cuando sucede lo que me ha pasado a mi y supongo que a cierta parte del público: deja de interesarte todo y terminas por abandonar. Está genial jugar con la paciencia del espectador cuando existe un respeto. Ese respeto es la narración, y aquí cada capítulo está contado para que le den dos pedradas. Si la trama es compleja e interesante pero resulta indigesta y empalagosa, termina por sofocar. En lugar de sugerir respuestas poco a poco te castiga con reiteraciones innecesarias. Una verdadera lástima por dos interminables años esperando esta entrega. Sin compararla con Hill House, me parece un mal producto.
Respeto absoluto a quienes les haya atrapado esta serie (a mi me tenía curioso hasta que dejé de reírle las gracias) y les doy la razón si se acaba dando respuestas a todo lo que promete. No será conmigo.
La famosa novela de Henry James ha tenido muchas adaptaciones, siendo la más importante aquella vieja película con Deborah Kerr. También tuvo esta obra bastante influencia en la más que famosa Los otros, que aunque no es una versión oficial ni mucho menos, Amenábar siempre ha reconocido que bebió mucho de ella.
Pues bien, tras el éxito merecido de La maldición de Hill House los creadores dijeron que continuaría, quizás con los orígenes de los fantasmas. Al final han optado por el camino de American horror story, lo que es aún mejor. A saber: una temporada completamente independiente, con nueva historia, el mismo estilo, y algunos actores haciendo personajes totalmente nuevos. Y de momento (no sabemos qué continuidad tendrá esta franquicia), les ha salido bastante bien.
La ambientación es en los 80, pero no va en plan nostálgico como Stranger things. Supongo que lo de la época es una mera excusa para aumentar el aislamiento de la casa, al no haber nuevas tecnologías.
La casa inquieta, y los niños también. Son tan repelentes como misteriosos. Desde luego han acertado con el casting. Por supuesto, todo se completa con una fotografía brutal, sobre todo de noche, jugando con las sombras y la oscuridad de manera muy eficaz.
La serie, evitando comparaciones con su predecesora, es realmente buena. Engancha casi desde el principio y es difícil ver un solo episodio, o tardar mucho en ver el siguiente.
Las secuencias de miedo están realmente bien. No juega con el susto fácil y usa la música en su justa medida. De hecho, utilizan mucho el silencio opresivo de la noche para intensificar la sensación de terror.
Es muy divertido buscar los fantasmas subliminales (que no lo son tanto, porque se nota mucho que andan por ahí) que se ven muchas veces al fondo, o de manera borrosa. Esto ya pasaba con la otra serie.
Los actores están muy bien, especialmente la protagonista. La serie no solo son fantasmas, sino personajes con historias y drama bien interpretados, que completan una historia realmente conseguida en la que nos importa lo que les pase a los habitantes de Bly.
Me ha gustado mucho el sutil guiño a la habitación de El resplandor en el primer episodio. Quizás tenga más huevos de Pascua, pero no los he visto.
Seguiremos teniendo en cuenta las sucesivas miniseries, si es que hacen más.
No, no me he equivocado al escribir el título de mi reseña. Esta segunda temporada, tan esperada y ansiada, está desde antes de comenzar el capítulo 1, maldita por su predecesora. Porque a cada paso que de, a cada vuelta de tuerca , Hill House la ensombrece sin esfuerzo desde nuestra memoria, pidiendo más de lo que nunca será capaz de dar. Su director, Mike Flanagan, es la víctima principal de la maldición, pues intenta recrear, sin éxito, cada una de las cosas que nos gustaron de Hill House, ofreciendo un sinfín de cosas que buscan sorprender y que no sorprenden, o que nos emocionemos con una sobrecarga de transfondos emocionales de TANTOS personajes que al final resulta imposible encariñarse con ninguno realmente. Esta serie no es una historia de fantasmas, como nos prometen en el primer capítulo. Y falla estrepitosamente en ser una historia de amor, como nos prometen que es varios capítulos después. Y sobre todas las cosas, lo que desde luego no es, es terror. Porque no da miedo, ni siquiera un susto. Nada.
Lo máximo que se le puede pedir a esta temporada es un pasatiempo algo soporífero y de diálogos repetitivos y aburridos (and she sleep, and she wake, and she walk, durante media puñetera hora). No busquéis la grandeza de Hill House, conformaos con la modesta historieta propia de una película de domingo al mediodía, y que todo lo demás sea confetti.