La luz del fin del mundo
Sinopsis de la película
En el Cabo de Hornos, en 1865, unos piratas a las órdenes de Konge (Yul Brynner) asaltan un faro situado en una isla rocosa y matan a todos los hombres, excepto a Will Denton (Kirk Douglas), que logra escapar. El plan de los piratas consiste en apagar la luz del faro para que los barcos se estrellen contra los arrecifes y poder adueñarse después del botín. Denton intenta impedirlo. Arabella (Samantha Eggar), la única superviviente de un naufragio provocado por los piratas, está también dispuesta a colaborar para acabar con ellos.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Light at the Edge of the World
- Año: 1971
- Duración: 132
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Opinión de la crítica
5.4
38 valoraciones en total
Filme de aventuras de serie B cuyo gran atractivo, a priori, lo constituyen las apariciones de Kirk Douglas y Yul Brynner como cabezas de cartel.
En realidad el segundo no aparece demasiado, siendo el protagonista absoluto un Douglas al que a sus cincuentaytantos se ve correr y trepar incansablemente por la rocosa orografía de la isla donde transcurre la aventura.
Se trata de una película en la que admito reconocer, a pesar de su tosquedad en ciertos pasajes, un gran valor como entretenimiento. Advierto en ella ecos de otros filmes de aventuras más logrados como la versión Disney de 20000 leguas de viaje submarino o incluso de la parte final de Los vikingos (sé que la presencia de Kirk Douglas no resulta ajena a ello), aunque desde luego sin el aliento trágico de esta última.
Hay no obstante aspectos que chirrían en este filme, tales como los flashbacks que remiten al pasado del protagonista en un pueblo del Oeste americano. Pretenden poner de relieve algo innecesario para el transcurso de la trama, que probablemente ganaría al mantener en el fuero interno del personaje de Douglas el tormento interior que acarrea consigo. Se acentuaría el carácter de su aventura como psicológica, no solo física.
Para rematar presenciamos un duelo final torpe en diálogos, puesta en escena y desenlace.
Un filme de aventuras de serie B con sus méritos y sus errores que, en términos generales, resulta agradable de ver. Lo considero recomendable.
Ví esta pelicula hace muchos años y me pareció en ese momento muy terrible el personaje de Yul Brynner, hoy comprendo lo buen actor que era y como podía transformarse de un papel a otro para inspirar sentimientos en quienes veían sus películas.
Además la obra esta bien ambientada y no carece de entretención, intriga y suspenso.
110/06(04/04/21) Decepcionante y fallido film de aventuras que tenía entre sus alicientes el protagonismo de un siempre carismático Kirk Douglas, el antagonista Yul Bryner, secundarios como Fernando Rey, Rip Torn o Samantha Eggar, o que era la adaptación de una novela póstuma (muy oscura, para lo que nos tenía acostumbrado) del galo Julio Verne de 1905 (objeto de algunos pequeños cambios por parte de su hijo Michel), con un relato del sub género de supervivencia que en su argumento parece un antecedente de la cinta de John McTiernan Die Hard (1988), por aquello de un hombre atrapado en un lugar cerrado (una isla desierta recóndita con un faro) acosado por una banda de villanos, estableciéndose el clásico juego del gato y el ratón, donde la batalla es la sempiterna del Bien vs Mal, donde se deja entrever cierto halo místico con el comentario del capitán del faro Moriz (encarando por Fernando Rey), que para muchos marinos ver el faro es como a ver a Dios, y por tanto su oscuridad equivale a su antítesis del Infierno, remarcado esto porque el Faro es blanco y el villano va vestido de negro. Tiene un malvado extravagante (montan una carpa de circo para sus tesoros) en su modo de comportarse cual aspirante a reyezuelo (comienza con esa salida al exterior de la cubierta, viste cual si todavía el actor estuviera en la cinta El Rey y Yo (1956), sentándose en un trono (llega a decir: Cada barco que pasa debe rendirme tributo , cual si estuviera creando su propio Reino), esgrimiendo supuestas leyes para condenar a muerte a personajes, y moviéndose por la isla en un caballo adornado con un cuerno cual Unicornio. Tiene una cohorte de seguidores bizarros, vestidos cual salidos de un circo setentero, sádicos dementes siempre con una sonrisa perversa cuando hacen sus ‘fechorías’ (en la estela de los lugareños alocados de la coetánea Perros de paja de Peckinpah, aunque esta con Kirk se estrenó antes), se mueven cual horda de trolls/horcos. Tiene de lugarteniente a un tipo, Virgilio (divertido Jean-Claude Drouot) claramente gay que gusta de travestirse, tiene de criado a un joven negro con el que parece intimar, todos ellos unos sádicos nihilistas que igual despellejan un mono que a una persona. Y es que los niveles de transgresión son múltiples, con asesinatos salvaje, violaciones grupales, estrangulamientos, ahogamientos, caídas al vacío, gente que arde a lo bonzo. Hay una mujer que decide amoldarse con sus armas para intentar sobrevivir en este mundo de hienas. Y es que este micro universo parece ser un epítome de un mundo atávico darwinista. Tiene una notable cinematografía de Henri Decaë (Los 400 golpes o El silencio de un hombre), que retrata los lares de este submundo en medio de la nada, en realidad España, con gran estilo visual, siendo construido el Faro en cap de Creus, también se rodó en Jávea, La Manga del Mar Menor, Cadaqués, y La Pedriza-Manzanares el Real.
Pero todo esto queda saboteado por una dirección penosa del desconocido Kevin Billington, que desarrolla el relato de modo caótico, con un guión arbitrario de Tom Rowe, llegan a parecer un mono con dos pistolas en su modo de proyectar una historia por otro lado sencilla, pero que torna en confusa, difusa, con elipsis torpes, con situaciones que desafían (siendo benévolos) a la lógica y el sentido común, con reiteraciones mil, con una subtrama (inventada que no estaba en el libro) de una mujer (Arabella encarnada por una Samantha Eggar que hace lo que puede con un rol florero) que el malísimo quiere hacer pasar por la amada del héroe que parece ideada por un perro borracho en su idiotez. Tiene un metraje desproporcionado para lo poco que se cuenta, llegando a producir tedio. Tiene una actuación histriónica de Yul Bryner que parece estar posando todo el rato para la portada ‘Time’. Tiene un inserto de querer darle fondo al protagonista que resulta chirriante, sobre todo cuando vemos un disonante flash-back, que encima para mayor escarnio de lo que debe ser un guión, posteriormente Denton le cuenta lo visto a otro personaje (un despropósito narrativo). Tiene resoluciones de situaciones de vergüenza ajena, como que los barcos que se estrellan contra las rocas por estar apagado el faro lo hacen de Día (¿?)! Y si entramos en los efectos visuales y maquillajes es algo grotesco, decir serie Z sería faltar al respeto a estas producciones, y es que parecen parodias de sí mismas, cuando deberían emocionar, caídas con muñecos ridículos, se estampan contra el suelo o el agua de modo fachoso, miniaturas de barcos que harían sonrojar a un niño, desollamientos que en vez de aterrizar provocan risa, un hombre se quema y se nota que ha sido cambiado, con un postizo en la cabellera chusco, todo un akelarre de emitir podredumbre en este campo, patéticos. Ello coronado con un final que como todo en la película apunta maneras, pero una vez filmado queda esperpéntico en el comportamiento del villano.
Resulta curioso como el cine de aventuras de serie B apenas tiene seguidores, mientras que los apasionados de ese tipo de series en otros géneros como el western, el terror o la ciencia ficción son legión.
El discretísimo director británico Kevin Billington, realizó en el 1971 una película muy interesante titulada La luz del fin del mundo , con Kirk Douglas y Yul Brynner en los papeles principales que a mi juicio es la mejor de su filmografía.
La historia, adaptada de una narración de Julio Verne, trata sobre un islote donde se encuentra un faro en un lugar muy lejano al que llegan unos piratas sembrando el caos y matando al farero (Fernando Rey) mientras Kirk Douglas debe de luchar contra todos. En realidad la historia es un antecedente de esas películas donde el héroe tiene que lidiar con muchos malos que le quieren matar en un espacio agobiante al estilo de Rambo o Alerta Máxima pero evidentemente con más arte.
La película está llena de diálogos inteligentes y de un humor socarrón muy divertido. Además Kirk Douglas está en plena forma física y nos recuerda los mejores momentos de Los vikingos , a pesar de tener ya una considerable edad en la cinta (55 años).
Un cine, el de aventuras, basado en novelas de toda la vida de Verne, Kipling, Salgari, Wells… que se echa de menos.
Por cierto el islote donde transcurre la película está en Cataluña, y fue bastante frecuentado por Dalí.
El mayor problema de esta película es su metraje. El director es lento, pesadísimo. La historia no esta mal, los actores son buenos etc y si la pasas con el mando del dvd en más ocho, no te aburre del todo. Pero cada vez que lo paras te encuentras con escenas de mirada de Yul Brynner, o de subidas por la isla de Kirk Douglas grabadas con tan excesivo detalle que aburren soberanamente. Podrían haber hecho personajes más profundos, diálogos mejores, más acción o que se yo. Todo menos relleno por relleno, hasta rodar en 132 minutos lo que perfectamente podría haberse hecho en 90, o incluso menos.