La loba
Sinopsis de la película
A finales del siglo XIX, en una población sureña, la calculadora y despiadada Regina Giddens entabla una lucha sin cuartel contra sus hermanos para quedarse con la herencia familiar. En sus planes no tienen cabida los sentimientos, ni siquiera hacia su marido, un hombre honrado que regresa a casa después de sufrir una grave enfermedad. En medio de la asfixiante atmósfera creada por la desmedida ambición de su esposa, sólo encontrará calor humano en el amor de su hija.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Little Foxes
- Año: 1941
- Duración: 116
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Opinión de la crítica
Película
8.1
45 valoraciones en total
Si hubo alguna vez en Hollywood una actriz capaz de bordar, como nunca antes lo había hecho nadie, los papeles de malvada ésa fue, indiscutiblemente, Bette Davis. Quizás por esta sencilla razón no me imagino a ninguna otra actriz de este planeta interpretando a la Regina Giddens de La loba. Posiblemente, el zorrón más detestable e inmundo que nunca jamás tendréis ocasión de ver en una gran pantalla.
Quisiera matizar, sin embargo, que cuando me refiero a Regina con tan peyorativo vocablo lo hago simplemente porque las connotaciones semánticas del título original (The little foxes) me parecen mucho más apropiadas que las de su título en castellano (La loba), pero no porque el personaje interpretado por la Davis tenga nada que ver con una vamp o con una mujer de vida alegre y disoluta. Ni mucho menos. De hecho, Regina Giddens simboliza, en realidad, a la típica reprimida sexual. Una mujer incapaz de dejarse llevar por ningún tipo de pasión amorosa o carnal y que destila tanta sensualidad como un témpano de hielo. Así pues, si Regina me parece un zorrón de mucho cuidado es porque, en definitiva, representa a la clásica arpía codiciosa, maquiavélica, pérfida, artera e infame que tantas veces hemos visto clonada en culebrones televisivos como Dinastía, Falcon Crest y demás.
Pero si La loba es un peliculón de los que ya no se estilan es porque detrás de esa portentosa interpretación hay mucho más. Y aunque lo que voy a destacar es, sin lugar a dudas, una obviedad, creo que nunca estará de más reiterar la extraordinaria labor del operador Gregg Toland y, sobre todo, la de William Wyler. Un cineasta al que siempre que se le reprochaba su falta de estilo respondía con una nueva obra maestra. Con dos cojones.
Es el tercer encuentro de Wyler con B. Davis tras Jezabel y La Carta. La genialidad de ambos tiene unas alturas prodigiosas que hacen de esta película la más fascinante y severa de estas colaboraciones tan fructíferas que tuvieron, y, sin duda, una de las mejores películas de todos los tiempos.
Como hizo con La Carta, Wyler volvió a contar con Herbert Marshall y Bette Davis para llevar a la pantalla la obra teatral de la gran Lillian Hellman. La historia gira en torno a la avaricia de un trío de hermanos para lograr emprender un negocio para el que necesitarán el apoyo económico del moribundo marido de B. Davis. Sobre esta premisa, Wyler teje uno de sus prodigiosos melodramas, mostrando una inspiración tan grande que nos deja sobrecogidos ante la voracidad que pasea por sus fotogramas. No hay buenos y malos, hay malos y víctimas.
El gran acierto de esta película, no es su historia (en sí no es más que otro de los combates del bien contra el mal, casi una parábola pues los personajes son tan completos y densos que funcionan ya como arquetipos), sino por el lujazo de las actuaciones que nos ofrecen. Así, la planificación de Wyler no toma como referencia la historia, sino la actuación de los personajes (en ocasiones nos hurta los primeros planos para que imaginemos la expresión, la maldad del actor/actriz), y no hay duda que para eso contaba con un ramillete de actores excepcionales. En el lado luminoso: H. Marshal, Teresa Wright, Patricia Collinge. El primero, ya moribundo, quizá en otros tiempos también lobo de esa manada, pero que en este presente intenta morir de un modo en el que el mundo no vaya a peor, T. Wright es la inocencia, el calor del amor, la flor que ha nacido en medio de ese estiércol despiadado, por último. P. Collinge es un retrato avanzado en el tiempo de Teresa, una mujer que ahoga su tiempo en alcohol pues está tan herida que de otro modo le es imposible vivir. En la parte oscura: Dan Dureya, C. Dingle, Carl B. Reid y B. Davis.
Pero La Loba es sobre todo B. Davis. Es la maldad despiadada. Nunca los ojos de B.D. fueron más mortíferos. Su rostro es una máscara (un maquillaje maravilloso, que por un lado sirve para enmascarar esa juventud que ya se fue de la protagonista y por otro para caracterizarla), de un hieratismo feroz, sin escrúpulos. Los duelos que mantiene con H. Marshall son sanguinarios. La maravillosa secuencia del ataque al corazón, llega al clímax centrada exclusivamente en un primer plano (fabuloso trabajo el del G. Toland) dándonos escalofríos pues nunca la maldad se mostró tan desnuda y atroz. Los diálogos son de los que te hielan la sangre para quedarse grabados en la memoria (No te odio, solamente te desprecio). En una palabra, cada uno de los aspectos que hacen de una película, una gran película, están aquí multiplicados por la genialidad de un modo de hacer cine que ya no veremos, pues La Loba tiene la altura no de un gran película, que lo es, sino de una obra de arte.
Herbert Marshall es uno de esos actores poco conocidos para el gran público pero que trabajó con algunos de los mejores directores del momento y consiguió enormes actuaciones. En La loba Marshall da la réplica perfecta frente a una inconmensurable Bette Davis. Entre los dos se meriendan esta lobera de estupenda ambientación y mejores interpretaciones. Secundarios como principales se engranan de manera perfecta en esta historia. Wyler ya tiene con esto medio trabajo hecho y su pericia a la hora de colocar la cámara hará el resto.
Luego quedan algunos flecos que no se dejan al azar: fotografía, maquillaje y un guión complejo y completo hacen de la loba todo un clásico para disfrutar antes de la reunión anual de Navidad con la familia.
Conseguir plasmar en la pantalla, la magnífica obra de Lillian Helman The little foxes representada con gran éxito por una actriz especializada en papeles de mujer dura, la hoy inconmensurable y poco recordada por lo que se merecía Tallulah Bankhead, requería de un director de talento y grandes dotes en la dirección de actores, y es aquí donde aparece William
Wyler director entre muchas de grandes películas (La Calumnia, Horizontes de Grandeza, Los mejores años de nuestra vida, La Heredera, etc.).
Evidentemente tenía que contar con la colaboración de una actriz, de unas características muy especiales, y realmente Bette Davis cumplía todos los requisitos para ello (dejo al margen los problemas personales entre los dos, porqué ya es muy conocido). Wyler reunió además a la mayoría de actores que ya habían representado la obra en Broadway, salvo Teresa Wright, Richard Carlson, Jessie Grayson y el espléndido actor Herbert Marshall.
Willliam Wyler le pidió a Lillian Hellman que versionara su obra para la pantalla grande, y ésta con la colaboración de media docena de escritores agrupados en torno de la legendaria Dorothy Parker, consiguieron una obra perfecta. Si le sumamos además la excelente fotografía de Gregg Toland y la preciosista música de Meredith Wilson, solamente faltaba la maravillosa actuación de Bette Davis, a la que podemos recriminar sus enormes caprichos, pero jamás podremos censurar su trabajo cinematográfico, fue una Diva.
En definitiva, grandiosa película sobre las ambiciones humanas, que pone al descubierto mezquinas luchas entre hermanos, la ambición despiadada de una mujer que odia a su esposo, hasta extremos insospechados. Un film que retrata a la perfección, la envidia, la soberbia, la avaricia y la codicia, en un mundo que por suerte no todos ellos están embrutecidos.
Ver Spoiler
Traas La carta y Jezabel , William Wyler volvió a contar con Bette Davis para realizar esta absoluta obra maestra. Fue el fin de sus relaciones, cuentan que el rodaje fue insoportable debido a las continuas discusiones entre la Davis y el director. Pero nada de esto influyó en la película.Años más tarde se reconciliaron, Bette Davis siempre calificó a Wyler como el mejor director que había dado EEUU , pero nunca volvieron a trabajar juntos. Davis decía que el papel realmente malvado que había hecho era este. Siempre será recordada como La loba , así la llamaban por las calles cuando visitó España para asistir al Festival de San Sebastián.
Pero todo en esta película es perfecto, la fotografía diseñada por Gregg Toddland (Ciudadano Kane) es una maravilla, la teatralidad que caracteriza el film nunca nos satura gracias a la fantástica puesta en escena y el guión no se queda atrás (No te odio, sólo te desprecio). Me gustaría citar también a Teresa Wright, actriz olvidada que también sufrió lo suyo en La sombra de una duda de Hitchcock y que realiza un gran papel. A todos aquellos que todavía hoy consideran a William Wyler un director menor, quizás les vendría bien revisar La loba o cualquiera de sus otras obras maestras. Por citar algunas, destacaría Vacaciones en Roma , La heredera , La calumnia o El coleccionista