La ley del más fuerte
Sinopsis de la película
Russell Baze (Christian Bale) y su hermano menor Rodney (Casey Affleck) viven en el Rust Belt, una zona desindustrializada que registra el índice de paro más alto de Estados Unidos. Russell trabaja en una acería a punto de cerrar, mientras que Rodney acaba de regresar de la guerra de Iraq. Ambos sueñan con marcharse para encontrar una vida mejor. Sin embargo, un cruel giro del destino hace que Russell ingrese en prisión y que su hermano se una a una violenta banda criminal.
Detalles de la película
- Titulo Original: Out of the Furnace
- Año: 2013
- Duración: 116
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Opinión de la crítica
Película
6.4
96 valoraciones en total
El general Pierre Choderlos de Laclos escribió, allá por 1782, en su novela Las amistades peligrosas (posteriormente adaptada a la gran pantalla por Stephen Frears), una frase que se ha convertido en uno de los proverbios más famosos de nuestro tiempo: La venganza es un plato que se sirve frío. Dicha cita destaca por oportuna y discreta gracias a dos motivos: Insta a recapacitar, lo que podría llevarnos a la sensatez y al abandono, y deja tiempo para planificar, lo que ayudaría a minimizar e incluso a eliminar cualquier error de cálculo. El cine ha exprimido desde sus orígenes las historias de venganza, uno de los géneros más atractivos que existen, y a su vez agradecidos ya que, con una misma premisa (ofensa y desagravio), se puede generar un sinfín de métodos diferentes para llevar a cabo ese castigo. De entre todos los ejemplos que existen, encontramos dos corrientes que consideramos las más representativas de este frío y calculado ejercicio. El cine asiático, en concreto de Corea y Japón, es maquiavélico y despiadado, sus venganzas suelen conllevar enrevesados planes de una crueldad extrema. En segundo lugar tenemos el western americano de la época de oro de Hollywood, con un estilo más acorde a los preceptos de Sun Tzu (El arte de la guerra), planteando acciones menos crueles pero muy bien planificadas, en las que se utilizaban uno o más compañeros para llevarlas a cabo.
Y algo de western tiene esta película, serán los acordes de guitarra de Dickon Hinchliffe, esas inhóspitas vías por las que nunca pasa el tren, o la melancólica mirada de Sam Shepard mientras carga su rifle de caza. Sin embargo, en este caso, Scott Cooper presenta una venganza que representa todo lo contrario a esas minuciosas maquinaciones de las que hablábamos, no hay tiempo de reflexión, y si lo hay, no es una posibilidad a considerar. Se actúa bajo el calor y la pasión del momento, a ciegas, sin contemplar reacciones, subterfugios o daños colaterales. Pero antes de llegar hasta ese clímax de la acción, el director efectúa un análisis minucioso de sus actores, él es quien se toma su tiempo para actuar por medio de un ritmo narrativo lineal y lento, y no el protagonista. Cooper presenta a los personajes sin ninguna prisa pues, al igual que en su anterior película, Corazón rebelde, 2009, le interesa que nos recreemos en su índole, que conozcamos con detenimiento, tanto a ellos como a las historias individuales que los rodean. Y así, a partir de este análisis exhaustivo, quedan al descubierto los inconscientes miedos que cada uno esconde bajo su impasible fachada.
El miedo al rechazo y a la soledad está personificado en el protagonista principal: Russell Baze, trabajador en una fundición al borde de la quiebra. Un tipo que siempre ha luchado por mantener una vida tranquila y al margen de los problemas. Responsable, trabajador y caritativo, se verá envuelto en un fortuito y lamentable incidente que lo mandará a prisión el tiempo suficiente para que su novia lo abandone, su padre fallezca y su hermano Rodney, un joven impulsivo que acaba de regresar de Irak, no termine de ganarle la partida a los fantasmas que arrastra desde la guerra y termine metido en brutales peleas ilegales. A su salida del correccional, Rusell tratará de enderezar a Rodney, para ello recurrirá al propietario de un local que se encarga de las apuestas ilegales en el barrio, pero puede que ya sea demasiado tarde. Un peligroso criminal se ha cruzado en su vida, y no parece la clase de hombre que se detiene a escuchar razonamientos, un implacable Woody Harrelson que, con paso lento pero firme, avanzará indolente y sin remordimientos mientras destruye todo a lo que se acerca.
La presentación y el nudo argumental de la trama se funden de forma casi imperceptible, mientras el director aprovecha para hacer una crítica de la marginación social que sufren muchas familias en los suburbios de Estados Unidos, todo mantiene una apariencia de forzada naturalidad, un apacible efecto de falsa calma en el que tendremos la impresión de estar en el ojo del huracán, y en un momento, todo se precipita a un inevitable e intenso final que, pese a su violencia, seguirá manteniendo esa serenidad y quietud, recordándonos a una de las más grandes obras sobre la venganza jamás escrita: El conde de Montecristo. El protagonista, al igual que Edmond Dantès, sufrirá un cambio tan radical como el que describió Alexandre Dumas: Y ahora… adiós a la amabilidad, humanidad y gratitud. He sustituido a la Providencia para recompensar a los buenos, que el Dios de la venganza me ceda ahora su lugar para castigar a los malvados.
No obstante, pese al acertado temple del realizador y la oscura y sucia estética que Masanobu Takayanagi consigue con su fotografía de alto contraste, el guion no permite al producto final destacar por encima de la extensa competencia con la que este tipo de historias tiene que pelear. Quizá sea por ello que nombres como los de Leonardo DiCaprio o Ridley Scott, se han quedado en un segundo plano en la lista de productores, sin involucrarse de forma más activa en el apartado artístico. Nos inclinamos a pensar que ninguno de ellos hubiera logrado un mejor resultado, y a pesar de las carencias argumentales, salimos de la sala con la grata sensación de haber contemplado un trabajo muy bien trazado por parte de un director que, pese a haber esperado cinco años para presentar su segunda cinta, deja claras sus credenciales y evidencia lo que parece un más que prometedor porvenir. Christian Bale, por su parte, se reafirma como uno de los actores más perfeccionistas y metódicos del mainstream americano en este thriller a altas temperaturas.
Scott Cooper sorprendió en 2009 con Crazy Heart , una película que no reinventaba la rueda pero que demostraba cierta sensibilidad tras a la cámara, a pesar de tratar un tema muy manido, atractivo en la medida de su alcance crepuscular pero desde luego lejos de ser el más puntero u original del mundo. La película, que salía adelante gracias sobre todo a la sobresaliente interpretación principal de Jeff Bridges (papel por el que ganó el Oscar), era fácil de olvidar. Pero lo cierto es que aún hoy recuerdo algunas escenas, así que algo habria hecho bien Cooper en su debut en el largometraje. Con Out of the Furnace no creo que dentro de tres-cuatro años me siga rondando demasiado en la memoria. No porque la película sea mala, en un sentido estricto, pero sí por la incapacidad que demuestra su creador de presentar alguna imagen perdurable. El film se acerca más al thriller criminal al uso que al drama oscuro que podría haber sido, centrando su mirada en dos hermanos y en cómo hacen frente a su vida.
Out of the Furnace es una película de actores, por lo que lo que vamos a encontrarnos aquí unos buenos Christian Bale, Casey Affleck, etc. Nada que no hayan hecho antes, pero cumplen con solvencia lo poco que les permite un guión que por otra parte es esquemático, poco imaginativo, cayendo alguna que otra vez en el cliché. ¿Puntos a favor? Los personajes no son ni blancos ni negros, salvo con cierta excepción, por lo que ni hay buenos muy buenos ni malos muy malos (salvo la excepción, que es Satanás reencarnado). En ese sentido, los hermanos Baze (Bale/Affleck) son interesantes, porque pueden moverse en la dirección que precise el guión. Los tres momentos álgidos de la película se construyen no obstante mediante el montaje, en paralelo, de tres acciones bastante decisivas. Algo que no estaría mal si realmente se consiguiera generar un poco de emoción a través de estas herramientas (ais, esa voz en off…) para que sirvieran como apoyo a la entrega de los intérpretes.
En resumen, es ésta una película bastante normalita, que se salva por la intensidad de su reparto y algún buen momento recogido por la cámara de Cooper y de su director de fotografía Masanobu Takayanagi ( Warrior , El lado bueno de las cosas ). No pasará a la historia, pero si os gusta alguno de los miembros principales de su plantel, y podéis acceder a ella en versión original, puede ser una buena distracción para pasar la tarde. Con su temática debería haber llegado más lejos y ofrecer una experiencia catárquica, no superficial. Pero bueno, también podría haber sido peor dándose al drama más afectado. Pasable es una palabra que la define con bastante acierto.
Drama (con venganza incluida) ambientando en la América (mas) profunda en plena crisis económica. Lo que cuenta Out of furnace no es nuevo, tampoco son nuevos los escenarios comunes donde se mueve. Y a pesar de eso, la sensación que queda al finalizar es que se trata de una película diferente. Los motivos que llevan a que una película adquiera su propia personalidad son complejos. Lo que está claro es que Out of furnace se beneficia de un plante de actores en estado de gracia y de una dirección que aprovecha cada rincón de sus caducos escenarios transformándolo en un protagonista mas. El pueblo, las casas, la acería, la prisión, todo está magníficamente ambientado y da una sensación de realismo extremo porque el director documenta sin estorbar (a excepción de narraciones paralelas o travellings hacia el final de la película). Out of furnace es un drama sorprendentemente sólido y realista que ofrece interpretaciones sorprendentes (Christian Bale, Casey Affleck y Woody Harrelson están memorables) y nos conduce por una historia común que es más bien una crónica del fin del sueño americano y no una crónica de una venganza que es lo que parece contar. Los personajes actúan movidos por ese sueño americano que se ha roto más que por su propia personalidad (incluso Woody Harrelson) y eso es también lo que hace que Out of furnace se diferencie del resto. El drama en Out of furnace tiene varias capas, cada personaje tiene su propia historia y le mueve en una dirección diferente dentro de ese escenario común (algunos con mejor suerte que otros) lo que hace que la visión de Out of furnace, aunque es lineal, tiene cientos de ramificaciones (como la espina de un pescado). Un drama áspero y violento pero totalmente recomendable.
Out of the Furnace es la segunda película del director Scott Cooper tras su debut con Crazy Heart , una de las mejores cintas del 2009 y que le valió a Jeff Bridges un Oscar a mejor actor. Ante esto, un prometedor trailer y un elenco de actores de primera, las expectativas ante este film eran altas y se esperaba que fuese una de las grandes producciones del 2013. Sin embargo, Out of the Furnace , sin ser una mala película, queda a mitad de camino y se convierte en un relato de venganza del montón ya visto antes.
La historia se centra en dos hermanos, Rusell (Christian Bale) y Rodney (Casey Affleck), quienes viven en el Rust Belt, una región del noreste de los EE.UU que se ve afectada por la decadencia económica y el deterioro urbano debido a la pérdida de demanda de la producción industrial ante productos importados del exterior más baratos. Rusell trabaja en una acería, mientras que Rodney, aún afectado por su experiencia en Irak, vive del dinero que le debe al prestamista John Petty (Willem Dafoe). Del argumento no se debe saber nada más.
En cuanto a la película, creo que tiene una lograda ambientación y un enorme trío protagónico compuesto por Bale, Affleck y un Wody Harrelson en el papel del desquiciado antagonista, brutal desde el prólogo, además de unos secundarios de lujo como el ya nombrado Dafoe, Sam Shepard, Forest Whitaker y Zoe Saldana. Pero es en el guión, sin ningún tipo de ambición, escrito por Brad Ingelsby y el mismo director, donde se halla el principal problema del film y lo hace, durante su segunda parte, un drama de venganza del montón con una historia que ya hemos visto múltiples veces. Los últimos 60 minutos son muy convencionales, pasando por los lugares y hechos comunes, y el final es predecible y no presenta ningún tipo de originalidad o sorpresa.
Yo, personalmente, me quedo con la primer parte de la cinta (los primeros 60 minutos, es decir, hasta que se da lugar al relato de venganza), en la que se aprecia la crítica social a EE.UU que se propone, mostrando la marginalidad y desesperanza en que viven la gente de este tipo de pueblos, y los conflictos personales de cada uno de los personajes, ocurriendo los momentos de mayor tensión, además de unas escenas de peleas clandestinas muy bien rodadas y la ambientación y atmósfera muy logradas, por la cual creo que tiene que hacerse mención a la fotografía a cargo de Masanobu Takayanagi, también responsable de la de Warrior y The Grey .
Mi nota para Out of the Furnace es un 6, sabiendo que es una película que daba para más de tener un mejor guión con semejante elenco.
Sólido drama familiar con acertados momentos de nerviosismo y tensión. Scott Cooper (Crazy Hearth) reúne un reparto de lujo para cimentar un relato que se percibe intenso y se siente muy natural.
Russell (Christian Bale) y Rodney (Casey Affleck) son dos hermanos que habitan en un pueblo que transita una situación económica poco solvente, con escaso empleo. El primero y mayor, trabaja en una fábrica, el menor supo combatir en Irak, pero en la actualidad del film se halla desencontrado y con un rumbo para nada certero. Las cosas se complican cuando Russell se ve involucrado en un grave accidente automovilístico por el que cae en prisión. Esto, no hace más que acrecentar el desbande de Rodney, quien comienza a enredarse en cuentas pendientes y negocios tan riesgosos como oscuros.
El arranque de Out of Furnace nos enseña la punta del iceberg de lo que puede llegar a dar el personaje de Harrelson. Osado, turbio y de temer, el bueno de Woody (malo en esta oportunidad) lleva a cabo una interpretación que cautiva, de esas que el espectador apaña, empatiza y a la vez odia al carismático villano. Por otra parte, Bale parece nunca fallar y resultar siempre una garantía enorme cuando le toca un protagónico. El papel de un tipo frío, sufrido y de sentimientos profundos le sienta tan bien como cualquier otra encarnación opuesta que haya concebido. Mención aparte para Affleck, acompañando de forma muy amena.
Una narración que en algunos pasajes se advierte levemente similar al melodrama mostrado en Warrior (la fotografía a cargo del mismo hombre, Masanobu Takayanagi), en donde los lazos familiares pegan fuerte y tanto la impotencia como la sed de venganza oscilan los mismos grados de estrés.
Un ritmo afable y entretenido logra mantener la expectación. Cooper se da el gusto de crear una brisa de suspenso a partir de la que la rigidez va cobrando mayor vigor y energía en cierto punto de la cinta, añadiéndole una pizca de incertidumbre al tramo final. Out of Furnace acaba redondeando una performance más que buena, a pesar de no ser acreedora de algún elemento muy distintivo que la catalogue como un producto trascendente.
LO MEJOR: la historia, el modo en que se narra. Conecta gracias a la credibilidad de las actuaciones, en especial a la gran contribución de Bale.
LO PEOR: queda esa sensación de faltarle algo, no existen escenas por la que se la recuerde con énfasis.
PUNTAJE: 7,4
http://cinefiloclub.blogspot.com.ar/2013/12/out-of-furnace-critica.html