La historia no contada de los Estados Unidos (Miniserie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV de 10 capítulos (2012-2013). La historia narrada y escrita por Oliver Stone en colaboración con Peter Kuznick se centra en una serie de hechos históricos que nunca trascendieron a la opinión pública, pero que determinaron de manera crucial la compleja historia de Estados Unidos en el siglo XX.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Untold History of the United States
- Año: 2012
- Duración: 713
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Opinión de la crítica
Película
8
23 valoraciones en total
Inicio de la segunda década del siglo XXI. Nos encontramos en la era de la globalización. De la alta tecnología, con la posibilidad de acceder a todo tipo de información y contenido, pasado y presente de manera inmediata.
Y en el día a día, casi sin quererlo, estamos en contacto permanente con las noticias, acontecimientos, sucesos que se generan o se han ido generando con el paso del tiempo a escala mundial.
Y paulatinamente, vamos conociendo la Historia de la vida de los humanos, y de manera inconsciente nos vamos generando una estructura de relaciones y de posiciones internacionales de forma natural, y que se ha producido por el resultado de esa concatenación de hechos. Sin cuestionarnos más allá de lo que hemos ido aprendiendo. Teniendo la sensación que los sucesos han sido irremediables.
Entonces entra en escena esta serie documental, donde rompe esa sensación de un plumazo y muestra la cara oculta de los acontecimientos conocidos. Lo apunto que han estado de ser diferentes y lo poco conocidos que son estos episodios y las personas que pudieron producirlos. Las multitudes de matices que tiene un acontecimiento, y lo monotemático que luego se registra en la Historia. Lo ciegos, ingenuos y engañados que estamos, y el que todo tiene un porqué.
Además, en esta mini serie, nos muestra el espíritu del ser humano en su máxima extensión, como la Historia nos muestra las virtudes, defectos, valentías, miedos o egoísmos de los personajes que han marcado la trayectoria de la humanidad. Porque al fin al cabo, esta gente importante y celebre, no son más que personas, humanos con las misma naturaleza de los demás.
Mención especial al alegato final del autor del documental, que ha logrado conmoverme, lamentando los errores pasados, las oportunidades perdidas de nuestra especie ( que realmente es de lo que trata este documental) ,pero con la esperanza y confianza en un futuro mejor , un giro futuro de la historia que nos redima de nuestra debilidad humana.
Para mi es el documental que todo el mundo debería ver. Trabajo de recopilación impresionante de Oliver Stone y sus amigos. Y como él mismo dice algo necesario que los niños (de edad algo avanzada) deberían ver en la asignatura de historia reciente para comprender como esta montada la paraeta del mundo en el que vivimos. Nos narra la historia de EEUU y otros países dañados colateralmente, pero en España sucede lo mismo. Los ingredientes del miedo fomentado al pueblo como argumento para que los SemiDioses políticos tengan el poder más absoluto y tomen decisiones incomprensibles que atentan contra la misma raza humana, a la que estos amos supremos parece que no pertenezcan.
Un somero vistazo a la filmografía de Oliver Stone basta para percatarse de que a este director siempre le han interesado los temas y personajes históricos, Platoon , Nacido el 4 de julio , Salvador , JFK , Nixon , W , o sus más recientes documentales sobre Castro o Chávez, pueden servir de ejemplo para que el espectador avisado anticipe cuál es la visión que el director, en mayor o menor medida, ha venido sosteniendo sobre la más reciente historia estadounidense, que en esta serie de documentales aborda directamente.
De entrada, el título de la misma ya es claramente definitorio. Centrándose en la segunda mitad del siglo XX -pues aparte de dos capítulos introductorios toda la serie se ocupa de los últimos sesenta años- Stone trata de reconstruir una historia desmitificada, o si se quiere a contracorriente, tratando de apartarse de la tendencia general, más triunfalista. En puridad no se puede decir que su perspectiva sea muy novedosa para quien esté familiarizado con las propuestas por los historiadores liberales (empleo aquí liberal en el sentido político que tal término tiene en EEUU, esto es, de izquierdas) recordando poderosamente a la de una obra histórica de referencia, como es A Peoples History of the United States de Howard Zinn. Así, a lo largo de los sucesivos episodios, Stone plantea un análisis de los hechos y procesos históricos marcado por la desconfianza hacia la mayoría del establishment político, que es retratado con poquísimas excepciones (Roosevelt, Wallace, en parte JFK), como un mero brazo ejecutor de los intereses de las grandes compañías norteamericanas.
La postura de Stone siempre queda clara, en tanto en cuanto él es quien selecciona los hechos y procesos a resaltar y también quien ejerce la narración en off, rasgos de subjetividad que no deben criticarse demasiado, toda vez que el director no los enmascara, como sí hacen muchas obras presuntamente objetivas o neutrales. Es particularmente interesante -y en mi opinión bastante atinado- todo lo que se comenta acerca de los comienzos de la Guerra Fría, mostrándose eficazmente cómo se fraguó la desconfianza entre EEUU y la URSS, desconfianza convenientemente alimentada desde algunos sectores políticos y económicos, y que Stone contrasta con la postura de Henry Wallace, una de las escasas figuras históricas que merecen su aprecio. También muy destacables son los capítulos dedicados al Vietnam, tema que desde siempre ha apasionado a Stone, como lo demuestran las películas que ha dedicado al conflicto y al trauma que generó en la sociedad estadounidense.
Se ha criticado que Stone presenta al bloque comunista con excesiva complacencia o tibieza, y que evita resaltar los abusos o atrocidades del mismo, a este respecto, creo que lo que el director intenta es comprender o contextualizar la política y las decisiones del bloque del este bajo una perspectiva más desapasionada. Evidentemente Stalin fue un asesino de masas y un dictador terrible, pero su maldad no basta para explicar la política soviética de posguerra, más aún si contraponemos esa maldad con una supuesta bondad por parte del bloque occidental, que no dudó en pervertir sus principios democráticos en Grecia, o más adelante en múltiples países latinoamericanos. En conjunto, la postura de Stone viene a ser la de un antiimperialista desde dentro del imperio.
Lo que yo si encuentro criticable de la serie es su carácter parcial, pues en realidad nos propone una historia de la política exterior estadounidense, desdeñándose en exceso los cambios internos de la sociedad, que aunque menos atractivos de contar, son los que mayor peso tienen en la evolución de las civilizaciones. Asimismo, los últimos capítulos, dada su actualidad, tienen más de resumen periodístico-político que de análisis histórico, para el que siempre resulta aconsejable cierta distancia.
Formalmente se trata de una obra eficaz y coherente que persigue la fluidez, evitando con tal fin recurrir a entrevistas, los siempre tan temidos bustos parlantes (aunque a veces sean recomendables). La recopilación de imágenes de archivo, verdaderamente notable, mezcla a la perfección con una hábil selección de planos y secuencias cinematográficos, que tienen la virtud de subrayar los acontecimientos descritos, al tiempo que suponen una reivindicación del cine como medio para el conocimiento histórico, circunstancia esta que ya por si sola justifica el visionado de la serie.
Como dice el título del documental, es una exposición -bien clarita y sin parábolas ni cuentos chinos- de la visión no contada de la historia de los Estados Unidos. Una desmitificación acelerada del país que siempre nos han presentado como el defensor de los derechos humanos internacionales, pero que con una constitución sacrosantificada por los medios de comunicación tardó casi cien años en abolir la esclavitud (no lo olvidemos, casi cien años en incluir una enmienda constitucional que diera derechos a los negros).
Oliver Stone es de los pocos con valor para hacer estas cosas, mientras la mayoría de los directores mundialmente conocidos se dedican a hacer payasadas para entretener a un público autocomplaciente con la historia edulcorada que enseñan en los colegios, y así de paso hacerse multimillonarios y respetados por los medios. Pongamos que hablo de Spielberg, Eastwood, Cameron y otros maestros de la distracción de masas.
En suma: un documental imprescindible para comprender algo de la historia de la humanidad.
Solo echamos un vistazo en esta página y nos damos cuenta de ello: nos encanta Estados Unidos. Lo llevamos viendo desde pequeñitos mediante sus películas, sus series. Queríamos ser John Wayne o Kirk Douglas. Los pistoleros más rápidos del Salvaje Oeste. Queríamos que una rubia como Lauren Bacall nos pidiera que juntáramos sus labios y que silbáramos para que viniera a nuestro lado. ¿Un detective? Marlow. ¿Un jugador de póquer? Edward G. Robinson. ¿Quizá nos gusta más el billar? Pues ahí estaba Newman junto al Gordo de Minesota, en aquel local lleno de humo y de mesas con tapete verde en un magnífico blanco y negro.
Nos hemos deleitado con la historia de la mafia, con los tiroteos, con los gánsters recorriendo Chicago con una Thompson fuera de la ventanilla escupiendo fuego.
¿Y las películas bélicas? Nos hemos identificado con los héroes del celuloide mientras asaltaban un nido de ametralladora acabando con los malos. Porque los otros, siempre eran los malos.
Nos hemos llegado a subir por las paredes presenciando El exorcista. Y antes de eso, nos habíamos entregado a Drácula, jugado con Frankenstein junto a un río o inquietado con La Momia.
¿Y fuera del cine? Fuera de la pantalla hemos llenado nuestras discotecas personales con Glenn Miller, Elvis, con Chuck Berry o Buddy Holly. Nos hemos tragado los años sesenta, llenos de inconformismo escuchando a Bob Dylan, The Mamas & the Papas o flipando con la guitarra de Jimy Hendrix y la voz de Janis Joplin.
Nuestra vida ha estado llena de jazz, rock y blues.
Y también hemos leído. Nos hemos tirado por las Hojas de hierba de Walt Whitman, hemos leído a Poe y hemos navegado por las páginas de Melville en busca de la ballena blanca, de Moby Dick. Y a Mark Twain, y a Faulkner, que sin saberlo, se iba a convertir en autor sagrado de un pueblo en Amanece que no es poco. O a Dashiell Hammet o Charles Bukowski.
¿Y en arte? En arte nos hemos tragado botes de sopa de Warhol, cuadros incomprensibles de Pollock, retratos de Cecilia Beaux o nos hemos quedando mirando a través del escaparate de la cafetería que pintó Edward Hopper.
Nos hemos tragado la cultura y la subcultura norteamericanas. Nos tragamos refrescos de cola, hamburguesas, vestimos pantalones vaqueros y nos calzamos con deportivas con nombre de diosa griega. Nos hemos fumado cartones de tabaco con la melodía de Los siete magníficos sonando de fondo. Hemos disfrutado del american way of life sin salir de nuestro pueblo.
Así que por todo esto, por lo mucho que nos gusta EEUU, esta serie documental no es que sea imprescindible, es que resulta necesaria para comprender el siglo que acabamos de dejar atrás, y el tiempo que nos toca vivir ahora. Porque en este documental, nos van a contar una historia que no nos habían enseñado las pantallas de cine, donde hay nombres, corporaciones o intereses que jamás han aparecido en los títulos de crédito.
Porque esta serie, no es una mera crítica a un sistema, a un modo de vida que está revelándose injusto. Es la historia de un país contada por ciudadanos de ese país. Y lo hace sin contemplaciones, sin demasiado maquillaje y a veces, se le ven mucho las arrugas y las imperfecciones.