La gran guerra
Sinopsis de la película
Italia, 1916 (Primera Guerra Mundial). La lucha en las trincheras es una auténtica carnicería. En un regimiento italiano, los soldados Oreste y Giovanni son dos cobardes, cuya amistad se basa, sobre todo, en la búsqueda de la supervivencia. Pero, de repente, van a convertirse en un ejemplo de heroísmo.
Detalles de la película
- Titulo Original: La grande guerra
- Año: 1959
- Duración: 135
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Opinión de la crítica
Película
7.7
97 valoraciones en total
Este film bien podría enmarcarse en la línea de otros como Senderos de gloria , hecha sólo dos años antes, o Capitán Conan , por poner un ejemplo más moderno. A pesar de que este gran clásico del cine italiano ofrece tintes de comedia en ciertas ocasiones no deja de ser un intenso drama anti-belicista que nos muestra el absurdo de la guerra.
A continuación daré detalles sobre el argumento de la película:
Una de las cosas que se observan a lo largo de todo el film es la división existente entre los italianos debido a su procedencia geográfica. Es una realidad que Italia dista de ser una nación unida cuyo discurso y existencia sea apoyado por la mayor parte de sus ciudadanos. Si esto aún ocurre hoy hay que imaginar lo que ocurría en plena Primera Guerra Mundial, cuando no hacía ni cincuenta años que Italia existía como tal (es interesante ver como Giovanni, siendo de Milán, lleva a cabo una generalización afirmando que al sur de Parma todos son romanos o camorristas ). En cualquier caso hay que tener en cuenta que la película no explota lo suficiente las posibilidades de esta cuestión tan interesante porque esta incumbió más a los civiles.
Sin embargo lo más importante del film es la crítica a la guerra. Monicelli se sirve de Giovanni, un joven anarquista, para mostrar el conflicto como un producto de los intereses de las clases privilegiadas, las únicas que pueden sacar algún beneficio de la situación. Esta no es mi guerra. Mi guerra es contra los aprovechados y a esos se los puede encontrar en todas partes . Criticará a sus compañeros por la obediencia ciega al mando. No obstante uno de ellos tratará de explicarle que se trata de un destino ineludible que no queda más remedio que asumir, porque de un modo u otro los alcanzará (una frase que habla de esta sociedad dividida en clases privilegiadas y no privilegiadas es aquella en que afirma Los hijos de los ricos siempre tienen la suerte de ser declarados no aptos ).
Constantemente se ven críticas a la rigidez (que roza el absurdo: necesidad de permiso para pedir dos escobas) y falta de humanidad de la cadena de mandos y la burocracia militar. De hecho Silvana Mangano le preguntará al capitán si alguna vez no se había cansado de serlo. En ese momento éste se quedará un poco consternado y evitará la pregunta rápidamente. Aquí se puede hacer una reflexión en torno al no cuestionamiento del deber y a la división de la responsabilidad hasta hacerla prácticamente inexistente en la cadena de mando. Las consecuencias de esto son las por todos sabidas, aunque esto se va del contenido de la película. Sea como fuere es significativa la imagen en que un joven muchacho ha tenido que morir haciendo de enlace para que el cuartel general desee feliz navidad a los soldados en las trincheras.
Uno de los hechos históricos menos tratados en la literatura y en el cine italiano fue todo lo ocurrido en La I Guerra Mundial, mientras en el resto de Europa y en Estados Unidos surgían documentales o libros de memorias sobre el conflicto bélico, en Italia reinaba el silencio. El motivo era muy simple: existía el convencimiento de que los seiscientos mil muertos de la Gran Guerra se podrían y habrían debido evitar, y cuando se supo que el excelente director Mario Monicelli preparaba un film La gran guerra, se inició una campaña total contra la película. Monicelli para conseguir su objetivo, no solo tuvo que luchar contra los medios y contra la censura, sino que además tuvo que defender el final de la misma, frente a las imposiciones de Dino de Laurentis.
La gran guerra de Monicelli nació de una sinopsis de Luciano Vincenzoni titulada Dos héroes, que más tarde Age y Scarpelli, junto con Monicelli, convirtieron en guión cinematográfico. Vicenzone se había basado en el cuento Les Amis (1883) de Guy de Maupassant, donde la acción está ambientada en el conflicto franco-prusiano. A diferencia del relato, la película de Monicelli amplia el universo de personajes a toda una tropa compuesta de campesinos, delincuentes, obreros y parias de la vida. Al frente de todos ellos encontramos a Vittorio Gassman y Alberto Sordi como auténticos protagonistas de un film coral, un verdadero fresco de la vida de la trinchera. Estos dos personajes serán el hilo conductor de ese retrato de la vida cotidiana de los soldados italianos en el frente. Dos pillos cobardes que entre lo satírico/trágico intentan escapar continuamente del peligro, pero cuya cobardía les llevará a encontrarse con el enemigo y ser confundidos como espías. Existe en el guión de La gran guerra una magnífica alternancia entre la comedia y el drama. De manera inteligente, los guionistas cortan los momentos cómicos, a veces de forma seca, con el anuncio de la tragedia, y las situaciones dramáticas se aligeran con la ironía y toque cómicos. La mayor parte de las veces la risa surge del más absoluto drama. No es un humor burdo y una risa fácil, sino un humor inteligente y de doble sentido. No hay frase que sea fruto de la casualidad: son frases muy estudiadas y llenas de significados. Quizás fueron esos diálogos y situaciones, los que no gustaban a la censura, que como en todas partes intentan cortar lo más significativo de la historia.
Película realmente extraña y singular, muy poco conocida y menos citada, La gran guerra de Monicelli sorprende no tanto por su planteamiento inicial como por su desarrollo, que en mi opinión, muestra un crescendo dramático considerable.
En una primera parte, cuando los dos protagonistas se conocen, y más adelante, cuando se nos muestra la vida de cuartel, los hermanos de armas y las primeras impresiones del frente, el espectador piensa que va a asistir a una entretenida sátira bélica a la italiana, llena de peripecias y ocurrencias desmitificadoras y burlescas. La aparición de Silvana Mangano, en una de las mejores escenas del filme, refuerza esta impresión, que sin embargo, no ha de permanecer mucho tiempo. No hay una transición brusca al drama, lo que ocurre es más bien que éste va haciendo su aparición con cuentagotas, el hambre de los soldados, la incomprensión que sienten acerca de los motivos de la guerra, el recuerdo de los seres queridos a los que se manda dinero o se escribe con manos prestadas … todo ello va creando una sensación de desasosiego sin que el humor desaparezca. Seguidamente se nos muestra la lucha, la muerte, la fatalidad tragicómica que culmina la historia, así, el último plano y el último diálogo condensan el alma de la película a la perfección.
La película destaca también por sus apartados técnicos, mostrando la pericia del director en la narración visual de la historia, ya sea en lo concerniente a las peripecias de los protagonistas, o en el trasfondo bélico general. En este último sentido, destacan algunas secuencias de batallas, magníficamente realizadas, y que hasta la fecha no tenían equivalente en el cine italiano. Señalar también algún momento brillante en el que las imágenes transmiten máxima emoción sin necesidad de palabras, como el desfile de los soldados por el pueblo que les aclama. Los actores brillan, como no podía ser de otra forma dada su calidad, en especial un Alberto Sordi que da rienda suelta a su talento cómico. Muy destacables también todos los secundarios, de gran importancia en una película que tiene batantes momentos corales.
Concluyendo, una obra realmente original, que te sorprende cuando ya crees que la conoces o te figuras cómo va a discurrir, y que por ello merece la admiración de todo buen aficionado al cine.
Pocas veces he visto antes como en esta película italiana que los distintos sabores que provocan la comedia y la tragedia combinen tan bien. Debería consultarlo para afirmarlo con rotundidad, pero creo que hasta el momento es la mejor muestra que yo recuerde en la que los chistes (en este caso no todos buenos) van dando paso a exposiciones durísimas de la vida en la trinchera, realistas y contundentes. El mayor de mis elogios va dirigido a Vittorio Gasman, pero es que el resto de actores, unos más secundarios que otros, están todos enormes. Sin embargo el nombre propio que debo resaltar es el del director, Monicelli, que es quien se atreve con un tipo de película así y quien acierta al llevar poco a poco a los dos pícaros protagonistas desde la oficina de reclutamiento al inicio hasta el final de la historia. Monicelli acierta con las escenas exteriores magistralmente ofrecidas, pero hay más que eso, más que cine bélico, hay más que cine de humor, hay además una crítica feroz a la guerra, señala la sinrazón del conflicto, en este caso la IªGM, y ofrece la posibilidad de no ser héroes por parte de los protagonistas, todo lo contrario, son confesos antibelicistas y no se esconden.
Si la película me ha ganado hasta elevarla tanto es porque detrás de la comedia trivial, detrás de la aparente vulgaridad de los chistes, o mejor, subliminalmente, incrustados a su alrededor, aparece el mensaje importante, que no es otro que afirmar que la guerra es muy perra, que la guerra supone miseria, pobreza, mal vivir y sobre todo muerte. Los dos tristes protagonistas no quieren morir, lo confiesan abierta y constantemente, no creen que valga la pena morir por esa guerra, que ni les va ni les viene. Hay humor, por momentos no muy bueno aunque eso ya son gustos, pero lo indudable, con lo que me quedo, es con la certeza de que esos dos antihéroes no se esconden y desde el principio alegan un posicionamiento tácito en contra de la guerra. Por eso encaja tan bien la mezcla de comedia y drama, porque ellos no quieren pegar ni un tiro, han nacido para estar detrás de las líneas, no para ser carne de cañón… Para mí gana la tristeza, y de qué manera…
Este es un clásico del cine italiano. Muy bien rodada e interpretada, se trata de una película (una más) que denuncia los horrores de la guerra y retrata la vida cotidiana de los soldados italianos durante la I Guerra Mundial. Con un realismo casi naturalista se narra lo absurdo de los combates, la ineptitud de los mandos, el frío, el hambre de los pobres soldados, con el gordo, el analfabeto, el oficial fatalista que obedece a los generales insensatos sabiendo que sus órdenes son un disparate, sus escenas de rancho, cartas de las novias, muertes entre alambres espinosos, todo eso… Es un poco como Senderos de gloria pero con chistes. Seguramente la película de Kubrick influyó en la elegancia con la que está rodada esta Gran guerra de Monicelli, que es sobresaliente desde el punto de vista técnico, tanto en el rodaje de las escenas más íntimas y desenfadadas como en las de batallas y masas. Los actores, por supuesto, están muy bien. En general la mezcla de pequeños episodios dramáticos con otros cómicos funciona más o menos bien, aunque también es la mayor debilidad de la película: se nota demasiado la plantilla, el alternar risas con bombazos y drama. Los protagonistas son dos pícaros (bueno, dos caraduras) que tratan de escaquearse de todos los trabajos (nada más militar, por otra parte): este recurso está un poco visto y su reiteración en esta película resulta también un poco previsible, aunque lo compensa la calidad de los actores (Sordi y Gassman). Silvana Mangano, por su parte, es un prodigio de naturalidad y gracia, en todas las escenas en las que ella sale la pantalla se llena de luz y uno entiende que nuestros abuelos estuvieran enamorados de ella (bueno, mi abuelo nunca habló de la Mangano ni creo que nadie la conociera en su pueblo, pero uno se pone a escribir aquí y de repente se siente como si estuviera en el programa de Garci y se pone cachondo con las señoras estupendas en blanco y negro y dice frases como estas y selecciona su escena favorita, casi me están entrando ganas de fumar y todo).
Todos los secundarios son también excelentes. Imprescindible verla en versión original por la riqueza de las hablas dialectales italianas (me imagino que en la versión doblada todos pronunciarán como si anunciaran sopas Knorr).