La fierecilla domada
Sinopsis de la película
Catalina, hija de un rico comerciante de Gandia, es conocida como La Fierecilla por su carácter arisco e indomable, pero también es famosa por su belleza. Beltrán, un joven audaz e independiente, llega a la ciudad y conoce a la muchacha. Ésta, después de rechazar a todos sus pretendientes, decide aceptar el reto de casarse con Beltrán, pero al mismo tiempo ya está planeando quitárselo de encima. Sin embargo, la situación se le escapa de las manos.
Detalles de la película
- Titulo Original: La fierecilla domada
- Año: 1956
- Duración: 80
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Opinión de la crítica
Película
4.6
96 valoraciones en total
Esta adaptación muy libre de la obra de Shakespeare fue un éxito en su día, incluso en Francia, donde se dió él curioso y chauvinista caso de que los distribuidores se quisieron apropiar, en la publicidad, de la autoría del film, pues en los programas que anunciaban el mismo figuraban con preferencia los actores franceses, que sólo interpretan personajes secundarios.
Antonio Román realizo con desenvoltura esta historia mezcla de sátira contra la mujer machista, comedia de gags e incluso película de aventuras. El espíritu del dramaturgo inglés fue traducido al humor español, añadiendo ingeniosos diálogos y disparatadas, pero divertidas secuencias de acción. Ambientado en España y no en Italia, como el texto original, el film conserva su fuerza expresiva, aunque la tesis de que hay de domar a la mujer que quiere dominar al hombre no pueden suscribirla ni las feministas ni los fanáticos progresistas actuales. Pero aparte de que no hay que olvidar que también las esposas maltratan a los maridos, el cine es un arte que debe ser juzgado no por la ideología, sino por su acierto técnico, visual o el nivel logrado en la interpretación. En este sentido todo está bien, destacando un guión muy perfecto, acaso demasiado, al que se le da un tono de farsa que pertenece más al espíritu francés que al español.
Las interpretaciones de Alberto Closas y Carmen Sevilla también destacan. Y finalmente recordemos que Shakespeare es el que presta la idea esencial del film: la mujer que pierde su feminidad y disputa con el hombre tiene la partida perdida.
No quiero pedirle peras al olmo porque la cinta es del 1956.
Lo positivo: buena calidad de imagen y colorido, me gustaron los decorados y las vestimentas. Buenas voces en la interpretación de la canción incluida en la cinta.
Lo negativo:
– Los actores, a veces declamando largamente, no lograron transmitir suficientemente las emociones de su personaje.
– Penosa la descripción que hace Beltrán (Alberto Closas) de la mujer para estos tiempos que se suponen modernos, de uno de esos conceptos saqué el título de esta crítica.
– Algunas escenas cruciales demasiado simples.
Adaptación española de la popular obra de teatro de William Shakespeare La fierecilla domada , de las varias que se han realizado en la historia del cine, la más famosa la inglesa de Elizabeth Taylor y Richard Burton, La mujer indomable (1967). Vaya por delante que no he leído la comedia original así que mis comentarios versarán exclusivamente sobre la película de Antonio Román, que lo que hace es castellanizar la comedia de Shakespeare. Así que no estamos en Italia sino en Gandía y en la segunda mitad del siglo XV, por las modas, a veces muy anacrónicas, y las referencias históricas que hacen. No obstante es un trabajo de cierta calidad, de hecho podría pasar perfectamente por una de Errol Flynn o Burt Lancaster, en esa mezcla de aventura de capa y espada, comedia y romance, que no es demasiado habitual en nuestro cine y quizás por ese motivo se convirtió en un título muy popular que cosechó un éxito comercial considerable. Sin embargo el principal inconveniente que tiene es que la trama en sí es fea, rozando el maltrato y a menudo estúpida (SPOILER), pero esto es culpa de William. Lo peor es que Don Belrtán (Alberto Closas) no hace nada para enamorar a su mujer. Sólo la castiga para que se corrija y ella como que lo acepta.
Aunque en mi casa ha habido algunas divergencias a la hora de interpretar esta La fierecilla domada mi opinión es que Catalina (una espléndida Carmen Sevilla) empieza siendo una especie de protofeminista del siglo XV. Ella entiende que el hombre se mueve por el deseo de poseer y dominar, y por lo tanto en las relaciones afectivas o en el matrimonio la mujer se convierte en una esclava, motivo por el que rechaza de forma violenta a cualquier pretendiente, celosa de su libertad e independencia. Sin embargo el personaje termina cambiando cuando se enamora, se corrige de su postura inicial porque es domada . De hecho acepta y hasta se complace con el mando varonil, como si mujer, amor y sumisión fueran aspectos indisociables e inevitables. Se dirá que este es el prototipo tradicional-patriarcal pero entonces me pregunto cómo encaja el personaje de Blanca (una francesita estupenda, Claudine Dupuis). En realidad es ella, y no la terca, varonil, arisca y boba Catalina, la que encarna el ideal de mujer derechista. Una chica que es totalmente femenina pero al mismo tiempo tiene el control, ella manda. Es sumisa porque se deja someter o bien porque su galán se ha sometido antes y por lo tanto le da la suficiente confianza como para entregarse.
Esta pregunta supongo que se la harán muchas personas, o por lo menos se la han hecho, y más que nunca ahora con el feminismo tan presente en nuestras vidas. Igualmente, cabría preguntarse qué es ser un hombre. Pero parece que eso no le importa a nadie.
En «La fierecilla domada» asistimos a la respuesta de ambas preguntas, lo que me lleva a reflexionar sobre un detalle que debemos tener muy en cuenta: los roles de género se extienden tanto al hombre como a la mujer. Si a ella se le exige la debilidad, la sumisión, la maternidad, con él no se es menos exigente, incluso más me atrevería a decir, obligándole a ser valiente, arrojado y barbudo, porque si no «no es un hombre». Los modelos de macho y hembra pueden variar, y varían, dependiendo de muchas situaciones, pero lo que no cambia es la búsqueda de un ideal al que aspirar en lo masculino y femenino.
Por supuesto, habría mucho que decir sobre este modelo concreto de hombre y mujer que «La fierecilla domada» propone, al menos en los personajes de Beltrán y Catalina, Alberto Closas y Carmen Sevilla respectivamente, esta última de una belleza que rompe la pantalla. A mí ya la premisa de que una mujer deba ser domada, domesticada, y encima por un hombre, me resulta un poco ofensivo, feo, aunque en ningún caso se emplee la violencia para lograrlo. Con todo, la historia se lleva con bastante simpatía y un espíritu de farsa al estilo Shakespeare fundido con cine de espadachines norteamericano y carácter español que logra un producto vistoso, familiar, cuidado que te hará pasar hora y media entretenido.
Puestos a responder a la pregunta de qué es ser una mujer, yo pondría como ejemplo a la hermana de Catalina, Blanca, que es una crack absoluta manejando el cotarro con un poderío fuera de toda duda y teniendo a todos comiendo de su mano.
Bien hecho.