La espuma de los días
Sinopsis de la película
Adaptación de la novela homónima de Boris Vian, que narra la historia de una mujer que padece una extraña enfermedad. El matrimonio entre el creativo y entusiasta Colin (Romain Duris) y su amada Chloe (Audrey Tautou) sufre un duro revés cuando a ella le empieza a crecer un nenúfar en un pulmón. Para costear el tratamiento de la enfermedad, Colin deberá trabajar en condiciones cada vez más absurdas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lecume des jours (Mood Indigo)
- Año: 2013
- Duración: 125
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes obtener una copia la película en formato 4K y HD. A continuación te añadimos un listado de posibilidades de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6
74 valoraciones en total
Predisposición, esa es la palabra clave para ver películas como esta, y que condiciona profundamente que la misma te parezca un viaje rebosante de imaginación y originalidad, o que simplemente te parezca paparruchada sin pies ni cabezas. Pero aun mentalizado en que, durante todo el transcurso de la película, serás testigo de unos acontecimientos con escasas dosis de realismo, no significa que termines satisfecho el visionado. Pero sin esa predisposición, es prácticamente imposible que te termine gustando (o directamente, que termines de verla). Es cierto que en varias partes de la película, especialmente en la primera mitad de la misma, la película parece más preocupada en convertirse en un catálogo de excentricidades, en lugar de preocuparse de contar una historia. Y de igual forma es cierto, que puede llegar a saturar al espectador, pero dejando al lado esos detalles, para mi está es una película con muchas más virtudes que defectos. Puede que no llegue a la altura de Olvídate de mi, pero tiene todos los ingredientes necesarios para (al menos) entretener (que no es poco) a todos los aficionados al cine de Michel Gondry.
Al inicio del film, se nos traslada a un mundo idílico, mágico, donde todos son felices y sonríen las 24 horas del día, todo eso marcado con toneladas de imaginación, y de efectos especiales un tanto rudimentarios, pero con encanto. En este mundo donde la gente actúa con normalidad ante acontecimientos de lo más variopintos e inverosímiles, la idea de que surja una nube de tormenta que ensombrece este mundo es lo que parece realmente inverosímil. Pero eso es precisamente lo que sucede aproximadamente a mitad del metraje, donde contemplamos como este mundo feliz e inmaculado va comenzando a tornarse triste y cada vez más oscuro. Porque, detrás de esa sobrecargada estética y de ciertos acontecimientos irreales e hiperbólicos, se encuentra una historia real y posible como la vida misma, en la que el paso de la más profunda de las alegrías a la más absoluta de las tragedias se mide únicamente con tiempo… de poco tiempo.
Si tendría que resumir esta película en una sola frase, lo haría con la siguiente: un colorido e inusual cuento de hadas que se transforma…
Surrealismo romántico en su máxima expresión. Curiosamente es un remake y está basado en una obra de Boris Vian, aunque está totalmente impregnada de las marcianadas del Gondry, que desde luego no se corta un pelo a la hora de dar rienda suelta a su genial imaginación. Me pregunto cómo será su antecesora. O la amas o la odias, tanto por sus extravagancias como por su ritmo frenético, pero conforme avanza (con suerte) llegas a apreciar y disfrutar lo que estás viendo, que simplemente te lo están contando en otro idioma nunca escuchado, a menos que te hayas visto toda la obra de Gondry (vídeo Bachelorette de Björk incluido) y ello te permita encontrar unos pocos lugares comunes. Exige paciencia por parte del espectador pero creo que éste obtiene su recompensa cuando empieza a aceptar cómo funcionan las cosas dentro de la particular narrativa del film.
La espuma de los días viene a recordarnos los riesgos que se esconden tras la voluntad de defender un sello propio. Pues en realidad la autoría es un concepto que, de igual manera que logra resultados sorprendentes en propuestas poco prometedoras, también puede absorber todo el contenido de un trabajo convirtiéndolo en pura estética. Precisamente los primeros trabajos del director francés Michel Gondry sorprendían por ser obras en las que se equilibraba con gran agilidad una personalidad muy característica y un profundo contenido capaz de conquistar los corazones del espectador. Dicho en pocas palabras, el placer que producía descubrir joyas como Olvídate de mi o La ciencia del sueño se daba gracias a la maestría con que la personalidad del mencionado director actuaba al servicio del trabajo en cuestión, sin interceder en él cuando no era necesario y haciéndolo siempre de forma contenida y ante todo justificada. En su último trabajo, en cambio, da la sensación de que la hiperactiva personalidad del director haya devorado todo el contenido que pudiera encontrarse en él.
Todo empieza como un entrañable cuento de hadas. Con aparente maestría, Michel Gondry despliega su mundo imaginario presentándonos espacio y personajes de forma ágil e incluso divertida. Tardamos poco tiempo en darnos cuenta de que nos adentramos a un mundo muy distinto al que estamos acostumbrados, un mundo en donde todo cambia, desde la lógica más simple hasta las convenciones sociales más controvertidas (métodos de trabajo inventados, formas de flirteo imaginarias, tipos de comida surrealistas, estilos de baile imposibles…). Y como entredije, conocer este espacio imaginario resulta entretenido, como un estimulante ejercicio de descubrir qué razonamiento se esconde detrás de cada una de las acciones de los personajes o qué formas inventadas tienen estos de interactuar con su contexto. La experiencia podría compararse en cierto modo a lo que se siente al descubrir una serie de animación como Futurama: uno se encariña con la lógica y las normas de un mundo surrealista pero bien planteado. Pero al poco tiempo nos damos cuenta de que el mundo que Michel Gondry despliega en su último trabajo está muy lejos de alcanzar la genialidad de la serie de Matt Groening.
Mientras que en las citadas Olvídate de mi, La ciencia del sueño e incluso Rebobine por favor los malabares artesanales del característico director eran usados como soporte de un trabajado y complejo argumento (a veces más, a veces menos), en La espuma de los días da la sensación de que el argumento debe esforzarse enormemente para adaptarse a una serie de innecesarios caprichos del autor. Cuanto más avanza la trama más difícil resulta sentir interés por una serie de personajes que despiertan tan poca empatía como el mundo que los rodea, pues el imaginario de Michel Gondry es tan excesivo que acaba por absorber toda la atención, convirtiendo en secundarios a los personajes e incluso a la historia que transcurre en él. Y es que la dramática aventura que al parecer se nos pretende plantear choca fuertemente con un mundo surrealista más preocupado por sorprender con nuevos inventos artesanales que en despertar complicidad hacia las emociones y sensaciones de los personajes. Todo acaba pareciéndose más a un rocambolesco videoclip (algo que por otra parte cuadra con los inicios del director) que a un relato dotado de tres actos. De ahí que una historia de apariencia tan humana llegue a parecer tan poco creíble.
Grandiosa Audrey Tautou, iluminando la pantalla, eligiendo aquellas películas que aún sabiendo incluso que pueden pasar desapercibidas, son pequeñas y maravillosas obras de arte por sí solas.
Capacidad indudable la suya para elegir películas mágicas, o según como se mire, hacer magia de las películas.
Una película sorprendente y una obre de arte surrealista que da juego a quién lo tiene.
No es La espuma de los días una obra maestra pero es de aquellas películas que te hacen creer que al cine aun le queda algún camino por explorar. Esta maravillosa adaptación de la novela de Boris Vian por parte de Michael Grondy, a pesar de sus altibajos, es excepcional en lo referente a lo visual y regala al espectador algunas de las imágenes mas fascinantes que el que suscribe ha visto en la historia del cine. Una gamberrada hecha con corazón e intención, una película diferente a todo cuanto hemos visto antes (gracias en parte al surrealismo de la novela de Boris Vian). La forma en que Grondy utiliza los elementos visuales para contarnos la historia es fascinante. Es difícil de explicar porque a la gente cuando baila canciones de Duke Ellington le crecen las piernas o esos timbres convertidos en insectos o porque la comida se mueve. Todo en esta típica historia de amor es radicalmente diferente (excepto el núcleo de la historia en si). Una historia de amor trágica que se puede ver una y otra vez porque todo es una maravilla, encuentras pequeños detalles en cada escena que se te habían pasado por alto. Como un cortometraje alargado donde el director utiliza el stop-motion para regalarnos maravillosas escenas que quedarán en nuestras retinas para siempre. Esto es cine de autor, del bueno, del que no aburre.