Kaili Blues
Sinopsis de la película
En la mística y subtropical provincia de Guizhou, hay una pequeña clínica donde trabajan dos doctores de vida tranquila. Uno de ellos, Chen Sheng, debe viajar para ir a buscar a su sobrino, que ha sido abandonado por su padre. Durante el viaje, Chen Sheng para en un lugar llamado Dang Mai, donde el tiempo parece haberse detenido y donde la vida de sus habitantes es un misterio.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kaili Blues (Lu bian ye can) aka
- Año: 2015
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
Película
6.7
50 valoraciones en total
Hijo mío, aquí el tiempo se convierte en espacio. Canta Gurnemanz en Parsifal de Richard Wagner –me encanta esa parte–. Porque el tiempo como el espacio no son objetos localizables, sino los destinos del sentido. A veces medito unos segundos cómo iniciar estos comentarios, reseñas, críticas… me parece una buena manera citar a Wagner, quien en varias de sus obras mostró la influencia de la filosofía de Schopenhauer, inspirada en la sabiduría oriental y en específico del Vedanta y el budismo. Y es que, sin ser precisamente un filme budista, Kaili Blues, es un reflejo de su concepción del tiempo y su dilución. Un excelente debut del joven escritor, poeta y cineasta chino Gan Bi.
La elipsis narrativa de Kaili Blues transcurre con total libertad, ajena al tiempo y a un estilo en particular, dibujado en su primera parte la relación de Chen con su medio hermano Cara de Loco, y el interés por su sobrino Wei Wei, también su labor en la clínica rural y los sueños y visiones que le persiguen. Gradualmente descubriremos su sombrío pasado, de la manera más contemplativa, como si fuese un soñar despierto, en donde las emociones fluyen a través de los versos en off (desgraciadamente la traducción de los subtítulos no es la mejor). Para después optar por un estilo más experimental, un plano secuencia onírico de poco más de 40 minutos en donde cual Road Movie, le acompañaremos en su camino a Zhenyuan en pos de recuperar a Wei Wei. Un camino de lo más calmo, de verdor y leyendas sobre hombres-bestias peludos, una banda de rock pop y una costurera que sueña con viajar a Kaili y trabajar como guía turística, una estilista y recuerdos de una vieja promesa.
Si hay algo que disfruto mucho del cine son los planos secuencias, y aquí, tenemos uno bastante bello. En donde la cámara sigue tanto a Chen como a los habitantes de aquel poblado suspendido en el tiempo, cámara en mano y un angular que probablemente te haga sentir como si mirases la acción a través de un par de binoculares o del ojo de un animal. A la par la fotografía juega un papel protagónico, equilibrando la naturaleza de la vegetación, la bruma y sus callejones con algunos efectos de luz y color muy atractivos, y aquí también cabe destacar los efectos de sonido presentes en el cambio de escenas. Las actuaciones tan naturales como se pueden pedir. El simbolismo, relojes y trenes, en la fusión del tiempo y espacio. Un trazo circular. Gran detalle.
Quizá más interesante en la apreciación de su lenguaje cinematográfico que en el desarrollo de su historia, la que, si te soy sincero, llega a quedar en segundo plano (y más al atisbar su final). Así que, Kaili Blues no es una película para cualquier (no hablo de intelectualidad, sino de gustos). Si buscas una historia no creo que sea lo tuyo. Finalmente su efectividad yace en que te dejes llevar por el lirismo de su atmósfera, y aprecies la belleza técnica y creatividad de su lenguaje audio-visual.
Me topé con Bi Gan hará unos meses cuando escuché algo de un plano secuencia final enorme en su Largo viaje hacia la noche (2018). Me quedé fascinado tras verla. Me dije que debía de ver su primera película.
La influencia suprema del director es Tarkovski, y no lo oculta. En ambas películas hay rastros del ruso muy identificativos: escenas de trenes anodidas, planos con el tic-tac de un reloj, lluvia dentro de un cuarto y una taza de té transparente. Enlaces de escenas con el caminar de alguno de los personajes. Reflexiones nada fáciles de digerir. Etc.
Kaili Blues trata sobre un tío y la búsqueda de su sobrino. Nos mezclamos entre la pobreza de la China profunda. Dónde el mero sonido de un tren puede dejar nostálgica a una adolescente que aún no ha certificado su derrota vital en esa parte de la Tierra. Dónde moverse entre pueblos es una tarea bastante compleja, y la pobredumbre, sorprendentemente aceptada, resulta cautivadora para el espectador. Dentro de ese microcosmos de China, los humanos se empeñan en vivir en lugares más bien difíciles para la supervivencia. Hay escenas, o la película entera, de una precisión cinematográfica intachable. Recuerda al Ceylan más posterior.
Cuenta una historia mínima, en un segmento de la población mundial muy pobre. Aún así lograr captar tu atención. Historia mínima con ecos de eternidad. Un lienzo sobre una época.
Largo viaje hacia la noche (2018) termina con un plano secuencia enorme. Casi la mitad de la película. Un detalle técnico colosal. En Kaili Blues hay una escena intermedia donde el tío en búsqueda de su sobrino viaja entre pueblos. Todo rodado sin cortar, ya saben, con alguna jugarreta del oficio. En Kaili consigue meterte dentro de ese universo. Ya es marca del director, y juega fuerte.
Tras ver Kaili Blues, considero al director futurible ganador de Cannes.
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La película no está hecha para aquellos que quieran explorar una historia. El guión está casi ausente. Transcurre con un ritmo muy lento y pausado, y su guión no se presenta de forma secuencial.
Ésta película está hecha para que el espectador conozca casi en experiencia propia el pueblo donde parece que el tiempo no pasa, y que, una vida sencilla en una zona rural de china, incluso se pueda envidiar por la tranquilidad que refleja.
Su banda sonora es profundamente china, y, al mezclarse con una fotografía excelente, de los paisajes rurales de china, te envuelve en un ambiente onírico, donde transmite esa melancolía que sólo cuando se contempla un paisaje hermoso se puede apreciar.
Kaili Blues es un objeto cinematográfico no identificado que puede despertar la euforia (también el enfado) de más de un cinéfilo. Bi Gan tiene menos de 30 años y un corto en su currículum, pero con su ópera prima nadie duda que puede convertirse en uno de los bastiones del cine chino más inmediato. Kaili Blues es una película de colores y sensaciones. No hay que entenderla porque su historia es, para qué negarlo, bastante ininteligible. El director nos sumerge en una zona perdida de China en la que parece no pasar el tiempo, a la vez que la historia funde pasado, presente y futuro en una trama que, de nuevo, se intuye, pero nunca se llega a conocer en toda su dimensión. La aportación de Bi Gan queda en parte eclipsada por un prodigioso plano secuencia de 40 minutos en el que los personajes van moviéndose en moto, coche, barco y a pie, a la vez que el operador de cámara filma ese devenir con un juego de fotografía inaudito. Bi Gan sume al espectador en un estado de hipnosis, a la vez que necesita de audiencias que estén dispuestas a transitar zonas oníricas. Es una pena que la película, dentro de su confusión, no cuente con un guión más sólido que dé cierta hondura a su atmósfera, pero a su favor cuenta con la habilidad de crear fotogramas que se quedan grabados a fuego en la memoria. Cine abstracto y físico, de semántica voluble y de una belleza desoladora. Habrá que seguir la pista a Bi Gan: Kaili Blues, con sus virtudes e imperfecciones, es la obra de un autor superdotado.
@CinoscaRarities, http://cachecine.blogspot.com.es
Película ambientada en la China más tropical y más rural. Chen Shen (Yongzhang Chen) es un doctor de vida sencilla que opta un día salir en busca de su sobrino Wei Wei (Shixue Yu), durante el trayecto pasará por un pueblo donde la experiencia cinematográfica pasa a otro nivel.
No es sólo el protagonista quien decide realizar este viaje, es también el espectador que es guiado por la cámara como su testigo. En una secuencia tan grandilocuente como sublime, Gan Bi y Wang Tianxing, su director de fotografía, sigue el andar de este hombre, encontrándose con los locales, interactuando, viviendo, en una coreografía perfecta.
Todo en el seno del bosque tropical, con edificaciones que resisten el paso del tiempo, sin lujos, gente sencilla, con un enorme río divisorio, con calles estrechas y en mal estado, se habla de turismo pero no se ve ni medio turista. El vaivén de la cámara acaba con una revelación para Chen Shen, y su satisfacción, el film culmina con un homenaje dentro del argumento, pero que pareciera también un homenaje para el espectador, para salir de dicho viaje.
Si algo podría definir a Kaili Blues es como cine abstracto. Una obra con un argumento de división familiar, del tiempo detenido por esta razón, de relojes dibujados que obviamente no avanzan, metafóricamente representa el tiempo perdido, el tiempo detenido, hasta que con la revelación, aparece un reparador de relojes.
Pero con todo esto, y este film en particular, no traten de ir descifrando lo que ven, dejen que los seduzca la propuesta, viajen tranquilos.