La embajada (Serie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV (2016). 11 episodios. Gira alrededor del embajador de España en Tailandia (Abel Folk) y su esposa (Belén Rueda). En el primer capítulo, el recién nombrado embajador en el país asiático se ve en la encrucijada de aceptar o no el chantaje de Francisco Cadenas (Carlos Bardem), un ambicioso empresario español que quiere quedarse con la concesión del tren de alta velocidad en ese país.
Detalles de la película
- Titulo Original: La embajada (TV Series)
- Año: 2016
- Duración: 60
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Opinión de la crítica
Película
5.4
32 valoraciones en total
Sin spoilers, pues no es necesario. La serie es mala. Muy mala. La trama no hay por donde cogerla, los personajes no son nada creíbles y la historia no interesa lo mas mínimo.
Raúl Arévalo lo hace de pena. Solo tiene una cara y no sabe poner otro gesto. A Megan Montaner se le debería de caer la cara de vergüenza de haber aceptado participar aquí para hacer lo que hace. Con lo bien que lo hizo en Sin identidad y para lo que ha quedado en esta.
Lo he intentado varias veces y a regañadientes he llegado hasta el episodio 5 y no puedo soportarlo más.
La hija de Belén Rueda merece la muerte así como su madre que lo hace fatal. El periodista con bigote actúa horrendamente.
En definitiva, no vale un duro y ha supuesto una gran decepción. Espero que no tenga audiencia y no renueven este engendro.
Serie española con un extraordinario reparto que trata sobre la corrupción generalizada en una Embajada española de Oriente. Cualquier tipo de negocio es bueno para coger la mordida, desde la extensión de un simple visado, hasta la intermediación para conseguir obras o el blanqueo de capitales, como muy bien explica gráficamente el personaje interpretado por Carlos Bardem.
Al final impera la justicia, como se debe imponer en todos estos casos reales de estos sinvergüenzas altivos y codiciosos, de todos aquellos que al amparo de un partido político alcanzan puestos de poder en las instituciones del Estado, a estos yonkys del dinero público, a estos delincuentes que no se merecen vivir en un país como el nuestro, donde todo son recortes para que se lo puedan seguir llevando, y recortan en la educación para hacernos unos esclavos de su mercado laboral, y en la sanidad, para que nos muramos antes y cobremos menos tiempo las pensiones de jubilación, mientras ellos se amparan en la sanidad privada para aumentar su esperanza de vida y mandan a sus hijos a las escuelas, institutos y universidades privadas dónde si no aprueban por méritos académicos, aprueban y con nota por medios crematísticos y por favores debidos, o por pertenecer a esa secta católica que maneja este país desde las altas instituciones del Estado.
Destacar a Raúl Arévalo en esta valiente producción del tema de candente actualidad en España, donde los casos de corrupción proliferan en periódicos y en los tribunales, donde los Gurtel, las tarjetas black, o el caso Nóos, del que llevamos esperando la sentencia varios meses. También destacar a Abel Folk en el papel del embajador y quizás a una decepcionante Belén Rueda, al menos para mí, en el papel de su esposa.
Notable, 7 por la extraordinaria calidad de producción de la serie, que sin duda es estimable y perfectamente exportable.
Un folletín a base de cuernos de ida y vuelta y corrupción a la carta. Parece que la embajada en vez de en Tailandia, está en Ferraz o Génova. Y encima, se gastan un paston en este proyecto de bodrio. La hija del embajador es un tormento para su familia y sobre todo para el espectador. Con decir, que el único que se salva es Carlos Bardem, está dicho casi todo. El cónsul de la embajada, parece un fotógrama de la pantera rosa. El Darin ha heredado de su padre el apellido y punto . No esta mal rodada, los exteriores no han sido capaz de estropearlos, algo es algo. Claro, sin subvenciones no hay quien sobreviva con estos subproductos. Esta mediocridad, tiene su audiencia asegurada, porque el personal, está entrenado para todo tipo de basura, si encima lo rellenamos a base de polvetes y revolcones turbulentos y morbosos, pues apaga y vamonos. Si llueve mucho y no tienes paraguas quédate un rato, pero sólo hasta que escampe.
Cada año, Atresmedia, normalmente mediante su productora Bambú, nos obsequia con una o varias peliculitas por capítulos de excelente factura: lo que yo llamo atresmediadas , es decir, la típica serie de Antena 3 plagada de rostros conocidos y/o guapos, normalmente de tono folletinesco, donde casi todos son más malos que la bruja de Blancanieves y donde la calidad del guión o de las tramas brillan por su ausencia. Todo destinado a reventar las audiencias, la competencia con Mediaset y TVE es asesina.
Y La embajada es una más, sin duda. Con el mar de fondo de las corruptelas que asolan nuestro país, y que ya afectan a los diplomáticos que tenemos desperdigados por el mundo (como Gustavo de Arístegui, del PP, en la India), la serie se dedica a ilustrarnos como funciona esto de las embajadas y todo el submundo de vicio y miserabilidad que las rodean. La embajada está ambientada en una teórica Tailandia, y digo teórica porque quieren hacernos creer que por rodar en Canarias, que salgan cuatro palmeras y pongan algunos fondos por ordenador, y luego cuelen por cárcel de Bangkok una comisaría de Usera con las paredes desconchadas y 20 asiáticas gritando, ya nos creamos que es Tailandia. No.
No, el dinero de la serie ha de destinarse a pagar el sueldo de las estrellas televisivas, Belén Rueda en su ya clásico papel de mujer atractiva de cierto nivel y vida descocada, Tristán Ulloa en su ya clásico papel de distraído que no se entera de nada, Úrsula Corberó en su ya clásico papel de chica de buena familia y que se siente tan vacía y triste que se dedica a foll… a llorar y gritar sin parar para sentirse realizada, Maxi Iglesias en su ya clásico papel de chico hermano de y díscolo que se dedica a seducir para pasar el rato, y así.
Completan el plantel actores solventes como Abel Folk, el propio embajador, que físicamente es un cruce entre el citado de Arístegui y Jordi Estadella, y que es más conocido por doblar la voz de Pierce Brosnan, Carlos Bardem en el papel de un empresario de oscuros tejemanejes, Francisco Cadenas (¿un sosias de Francisco Correa, el de Gürtel?), o Raúl Arévalo, tal vez el mejor de la serie, con otro personaje de malvado reverso. También andan por ahí Melani Olivares, que enseña más cacho que Belén Rueda, que para eso tiene menos prestigio que ella, Megan Montaner, quien tampoco interpreta a una inteligente científica, o Chino Darín, el hijo de Ricardo Darín, y que ha heredado el físico de su padre pero no su talento interpretativo.
Resumiendo, quien vea La embajada sabe que se enfrenta a tramas con más giros que la carretera de Cuenca a Teruel, a que todos los personajes tengan que ocultar algo, y a situaciones donde todos se revuelcan con todos, incluso que madre e hija compartan amante. No le busques lógica ni calidad, sólo a pasar el rato mientras te tomas el vaso de leche.
Vuelta a la marca España. Esta serie se puede resumir en pocas palabras. Aprovechando que el tema de la corrupción está candente, se basan en un caso real para hacer una serie. Para asegurarse que aquello funcione, agrupan a un reparto llamativo, las mujeres guapas y los hombre de calidad. A partir de aquí el argumento de la serie tiene de fondo una trama de corrupción llevada a cabo en una embajada. Como si de anuncios se tratase, cada 10 minutos ensucian la trama con una escena obscena, sin que venga a cuento, no hace falta.
La madre se lia con el novio de la hija, la hija le pone los cuernos al novio con el hermano del enemigo de su padre, su padre se lia con una excompañera, su enemigo tiene mujer y amante, y la amante quiere que deje a la mujer. La mujer del enemigo por su parte se lia con otro y quiere su parte del pastel. Ahh y una de la embajada, aliada con el enemigo del embajdor, se lia con el periodista, el cuál le quiere para recolectar información.
Conclusión: Entre polvo y polvo van pasando cosas de lo que verdad importa. Basura española.