La duquesa roja
Sinopsis de la película
En un pequeño pueblo andaluz, una aristócrata tiene un dilema: no sabe si convertir una arboleda en reserva natural para los camaleones o construir en ella una urbanización de lujo. Un ambicioso financiero vasco trata de convencerla para que construya una urbanización al estilo marbellí, con campos de golf, hoteles, restaurantes caros y discotecas de moda. Alrededor de la duquesa pululan el empresario, los ecologistas y otras personas que la presionan para que actúe según los intereses de cada cual.
Detalles de la película
- Titulo Original: La duquesa roja
- Año: 1996
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
Película
3.7
98 valoraciones en total
Menudo bodrio-vil ambientado en no sé qué cortijo andaluz, con trasfondo supuestamente aristocrático-político, en el que lo más granado del gremio actoral español, catalán y andaluz hace el ridículo más espantoso (si alguno de sus actores o actrices la viera hoy seguro que se taparía la cara de vergüenza)..en fin, era lo que se llevaba en la época, el resacón de la comedia ochentera.
¿Alguien puede decirme qué carajo pinta todo un Rafael Álvarez en este engendro? Cómo debía de apretar esa hipoteca…
Absolutamente infumable y además, circunstancial y obsoleta.
Te quiero. Te quiero. Te quiero rima con dinero. Dinero. Dinero. Dinero, dame más. Te quiero.
Dinero, Alma-X
Fallida comedia ecológica. Eso decía el anormal de Augusto M. Torres con motivo del estreno de La Duquesa Roja. Para él todo lo que no sea una película de los Querejeta o el Gutierrez Aragón o de su protectorado económico o de bombo en prensa es fallida, hasta ahí su capacidad analítica para quien se autodefine historiador del cine español. Pues mira, Augusto, atontado, dime tú qué películas que defendieras durante los noventa del cine nacional no dan vergüenza ajena hoy día. O, mejor aún, explica qué te llevó a denostar joyazas aún más vigentes y de actualidad ahora que en el momento de su estreno tales que Cuerpo En El Bosque de Joaquím Jordá, la inmensa Airbag de Bajo Ulloa o las dos genialidades consecutivas que obrase Francesc Betriu, ésta y Una pareja Perfecta. Que a muy buen seguro en la segunda Don Rafael Azcona decidió inmiscuirse en labores de guión por considerar La Duquesa Roja algo de lo que Berlanga no se hubiera avergonzado de ver bajo su firma: vale que Betriu ni de coña la fluidez de esos inmensos planos secuencia corales de Luis, pero el cómputo de momentos gloriosos no le anda lejos a La Escopeta Nacional. Y desde luego que es superior al número que arroja cualquier película noventera de Berlanga.
La Duquesa Roja nada o casi nada ha de ver con Luisa Álvarez de Toledo aquí. Es una nobiliaria de un cortijado andaluz a la que se la supone desafecta al antiguo régimen por cuatro concesiones contadas al pueblo en la onda de considerar de izquierdas a la Duquesa de Alba por haber permitido librar un domingo a alguno de sus lacayos de palacio. Una inmensa Rosa María Sardá interpreta a la señora, que en realidad es nobel venida a menos que ha de aprovechar las circunstancias para significarse con protestas ecologistas en torno a la venta de un terreno de su propiedad para la especulación urbanística de recreo: las juventudes revolucionarias la toman por una Baronesa Thyssen abrazaárboles sin querer ver (al igual que sucede con doña Tita Cervera cuando se la considera una defensora del patrimonio cultural y no la chantajista evasora de impuestos que es) que su encono en no vender no es por el deterioro del entorno ni nada, sino para intentar incrementar el precio de venta. Y en torno a sus maniobras se reúnen un elenco coral que representa varios elementos de las instituciones y las presuntas juventudes subversivas: aquí está el alcalde nostálgico de La Legión, la Guardia Civil incapaz de asimilar el óbito de Franco y las maniobras de dispersión de maleantes que con él se permitían por ley, el mariquita peluquero y cotilla, el joven idealista ahora transexual concienciado, el manifestante que se manifiesta lo mismo que el torero que torea porque mejor eso que morirse de hambre… Y sobre todo dos idolazos. Uno, el Gurruchaga haciendo de oligarca cocainómano maltratador que se sale, el cabreo que se pilla cuando no fluyen las cosas como traza en su plan es antológico. Y dos, el intelectual chaquetero, el intelectual Victor Manuel, Víctor Lenore: un sublime Agustín González en modo veleta se casca primero una lectura a la gloria de Rafael Alberti delante de los de izquierdas para media hora después hacer lo mismo solo que parafraseando a Pemán delante de toda la derecha. Qué puto jefazo de actor, joder.