La dama en cuestión
Sinopsis de la película
Natalie (Rita Hayworth) es acusada de asesinato. André (Brian Aherne), uno de los miembros del jurado, está tan seguro de su inocencia que logra convencer a sus compañeros para que la declaren inocente. Además, compadecido de ella, le ofrece trabajo en su tienda. Por su parte, Pierre (Glenn Ford), el hijo de André, se enamora de Natalie, a pesar de que cree que su padre tiene un lío con ella.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Lady in Question
- Año: 1940
- Duración: 80
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Opinión de la crítica
Película
5.7
68 valoraciones en total
Charles Vidor es otro exponente más del impulso dado al cine USA por los cineastas europeos. Desde su Hungría natal dio el salto a los Estados Unidos en 1924 y es el director de una de las películas míticas del cine norteamericano y universal: Gilda. Aunque lo mítico probablemente sea la archiconocidísima bofetada de Glenn Ford a Rita Hayworth.
Esto sucedía en 1946, pero seis años antes, justo en 1940, la pareja Ford-Hayworth ya se vio las caras en La dama en cuestión, romance incluido pero, eso sí, casto, castísimo, sin Put the Blame on Mame ni guante alguno que extraer. Algunos críticos califican el film de Película-escaparate, a gloria de Margarita, y probablemente sea cierto, aunque a mi modo de ver no estaba claro si se quería vender la Rita modosita y con aires de niña buena ó la bailarina sensual devoradora de hombres. En la dama en cuestión se elige la opción chica buena en problemas y claro, había que haber despedido al escaparatista porque de futuro… poco. Menos mal que Sangre y Arena de Mamoulian en el 41 puso las cosas en su sitio y a la Hayworth donde le correspondía, actriz regular tirando a floja y sex – simbol de la década.
La dama en cuestión respira un cierto tufillo vodevilesco, a comedia de enredo, a sainete de los Quintero, evidentemente sin el gracejo andaluz. La mano de Charles Vidor deja su toque personal, con lo que la obra se ve con agrado y cierto interés, pero poco más. Eso si, me ha resultado muy interesante la actuación de Brian Aherne, actor desconocido para mi y del que estoy intentando recuperar el tiempo perdido con algún otro trabajo suyo como por ejemplo Juarez de William Dieterle.
Si buscamos bien, siempre hay algo positivo. Sin duda.
Es difícil encuadrar esta película, pues no llega a ser comedia, ni drama, ni historia de amor. Los actores están sobreactuados, y tanto Rita como sobre todo Glenn están muy verdes y a años luz de lo que alcanzarían luego con la mítica Gilda, aunque ya se le veía entrever a Rita como se come la cámara cuando aparece en pantalla.
La película en cuestión es flojita.
La dama en cuestión no es un film que vayamos a recordar una vez visto. Es una comedia ligera, sin demasiadas pretensiones y, tal vez, el tono de comedia termine por hacerle un flaco favor. El argumento se prestaba a potenciar tal vez la intriga que lleva implícita.
Pero Vidor prefiere el tono alegre y un tanto superficial y lo que saca en limpio es una comedia no demasiado brillante. Los personajes están excesivamente caricaturizados y en algunos casos hasta rozan el ridículo, en lo que es sin duda el mayor fallo de la película.
Queda el interés por ver juntos a Glenn Ford y Rita Hayworth unos años antes de Gilda , del mismo director, en la que sí que se explota acertadamente el gran atractivo de una de las actrices más bellas del cine.
Una obra menor, para pasar el rato nada más.
Película que, tras oscilar entre la comedia y el drama, se decanta por la primera opción en un ejercicio de ternura y encanto que a veces resulta trasnochado pero que, en general, se muestra interesante, rico en detalles muy valiosos y cargado de buena voluntad.
Le falta enjundia cinematográfica pero seguramente en 1940 produjo la sensación de filmación entrañable y compleja aunque hoy lamentamos no haberle sacado mayor partido a un argumento que habría rayado a superior altura con otro tratamiento.
Actuaciones excelentes de B. Aherme, de R. Hayworth, de G. Ford y de I. Rich bajo la dirección severa de un C. Vidor algo contradictorio pero efectivo.
Ingenuidad y contundencia a partes iguales.