La dama del lago
Sinopsis de la película
Una editora literaria (Audrey Totter) encarga al detective Phillip Marlowe (Robert Montgomery) encontrar a la misteriosa mujer de su jefe (Leon Ames), que supuestamente ha huido con un amante (Richard Simmons) y tal vez ha provocado una muerte.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lady in the Lake
- Año: 1946
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.1
93 valoraciones en total
Singular film de cine negro, intriga y misterio, realizado por el actor y director Robert Montgomery (1904-1981). El guión, de Steve Fisher y Raymond Chandler (no acreditado), adapta la novela de éste The Lady of the Lake (1943), que había conseguido un notable éxito de ventas. Se rueda en los MGM Studios (Culver City, L.A., CA) con un presupuesto modesto, propio de los primeros años de la posguerra. Producido por George Haight para la MGM, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 23-I-1947 (NYC).
La acción dramática tiene lugar en Los Ángeles (CA) entre la tarde que precede a la Nochebuena y el día de Navidad de 1946. En sus muchos ratos libres, el detective privado Phillip Marlowe (Montgomery) ha escrito una novela que titula Si muero antes de vivir. La ha envidado a la editorial Kingsby Publications, de L.A. La directora de ésta, Adrienne Fromsett (Totter), le cita en su despacho del edificio Meadson para comunicarle la noticia de la publicación, negociar con él la retribución correspondiente y encargarle que investigue la desaparición de Crhystal, la esposa del presidente de la editorial, Darace Kingsby (Ames).
La obra desarrolla una historia compleja, enmarañada y confusa, de difícil solución y prácticamente imprevisible. Incorpora suplantaciones de identidad, dobles identidades, confusiones, informaciones falsas destinadas a confundir a los familiares y al detective, contradicciones y referencias ambiguas e inconcretas. Con estos y otros elementos, el relato trata de componer una historia en la que la intriga y el misterio se adueñan de la sala, captan la atención del público y dan cuerpo a un drama criminal no exento de vigor, que pese a sus pretensiones queda resuelto de un modo solo correcto y aseado, pero sin el brillo que acompaña a adaptaciones de otras novelas del mismo autor. The Lady in the Lake no es la mejor obra de Chandler, ni la más adecuada para trasladarla con éxito a la gran pantalla.
No faltan las referencias críticas a las míseras retribuciones que obtienen los novelistas y a la necesidad que tienen de emplearse a fondo para conseguir llevarlas a niveles no humillantes. Critica los prejuicios y las actitudes localistas que crean aislamiento y exclusión. Denuncia las penosas condiciones de vida de los periodistas a los que se exigen jornadas prolongadas de espera en espacios reservados que no reúnen las debidas condiciones. En este sentido, muestra una sala de prensa en la que los periodistas agotados descansan, uno de ellos echado sobre una mesa, en unas horas tan señaladas como las de Nochebuena. Lamenta la falta de eficacia de la policía que ante problemas confusos carece de reflejos para hallar vías rápidas y eficaces de salida. Elogia la figura de la mujer trabajadora, independiente y autónoma, que sabe lo que quiere y sabe cómo conseguirlo. En esta línea presenta con simpatía la declaración, entonces insólita, de una mujer a un varón (Quiero ser tu chica).
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Primera y creo que única película rodada íntegramente bajo el peso del plano subjetivo (a exceptuar el prólogo, un intermedio explicativo y el epílogo). El mismo año, Delmer Daves, consiguió integrar unos treinta minutos de película narrado con plano subjetivo en La senda Tenebrosa. Pero a diferencia de este trabajo de Montgomery, Daves intercalaba el plano subjetivo del personaje de Humphrey Bogart, con el resto de planos objetivos necesarios para hacer avanzar la historia. Incluso el motivo del uso del plano subjetivo no era un mero capricho artístico, sino que era fundamental para la historia.
Los tres momentos en que Montgomery deja el plano subjetivo son para mostrarnos al propio actor-director hablando a la cámara tras la máscara del personaje que interpreta: Phillip Marlowe. Fallo garrafal de Montgomery al no poder desembarazarse del encorsetamiento literario.
De nuevo, con la materia prima del novelista de moda de los cuarenta en Hollywood, Raymond Chandler, Robert Montgomery realiza su primera incursión en la dirección (aunque dirigió -sin acreditar- escenas que Jonh Ford no pudo rodar debido a problemas de salud en el drama bélico No eran imprescindibles) con una propuesta arriesgada, inicialmente interesante y finalmente insoportable.
El empleo continuo del plano subjetivo tiene un hándicap importante. El actor debe mirar a la cámara sin por ello perder la naturalidad. El espectador no debe ver al actor como si se encontrara en una sala de reconocimiento tras un falso espejo, sino que tiene la difícil tarea de obviar la cámara que se interpone entre el actor y el espectador. Cuando no existe naturalidad en casi ninguna de las representaciones, se rompe el encanto del Hollywood dorado. Audrey Totter está infumable en toda la película y desgraciadamente, representa al personaje con más minutos en pantalla.
El problema de supeditar toda una historia a un tipo de plano es que la imagen acaba arrugada bajo la absurda imposición. El plano, siempre debería ser funcional, y si desgraciadamente es gratuito o simplemente sobre informa al espectador distraído, debería al menos, tener la fuerza para sustentar la escena de forma aislada. Pero para ello debe haber un trabajo de puesta en escena que rara vez es eficiente. A pesar del virtuosismo de la propuesta, sólo alguna escena, con juegos de espejos y escondiendo de manera loable la cámara, podría ser recordada como meritoria.
El actor Robert Montgomery, se anima a seguir la estela del éxito marcado por films como El halcón maltés o El sueño eterno, para dirigir la adaptación de una novela de Raymond Chandler, La dama del lago. Pero no lo hizo de forma convencional, sino que emular el retrato en primera persona de la novela, en lugar de la voz en off, el recurso fue servirse del plano subjetivo, de forma que el protagonista, Marlowe (interpretado por el propio Montgomery) queda en todo momento detrás de la cámara, dejando al espectador la sensación de estar dentro de la historia mientras que el resto de personajes del film interactúan mirando directamente a cámara. La propuesta no es del todo novedosa, Delmer Daves había comenzado los primeros minutos de su film Senda tenebrosa utilizando este recurso ese mismo año.
Los que hemos leído la novela descubriremos que la mayor parte de los contenidos de la misma están considerablemente rebajados. Las diversas subtramas e hilos paralelos habituales en Chandler, desaparecen, e incluso, sin saber exactamente el motivo Montgomery ambienta la acción en plena época navideña. El realizador sólo deja de Marlowe lo afilado de su lengua para ofrecernos mordaces y cínicas réplicas a sus interlocutores.
La idea de ofrecernos la historia mediante el uso de la cámara subjetiva, no es mala de por sí, incluso además de original es atrevida por ir en contra los estándares marcados en la época. El problema viene, cuando el uso de este tipo de plano no viene acompañado de otros elementos de puesta en escena que nos ofrezcan mayor profundidad visual, puesto que todos los personajes se limitan a recitar mirando a cámara como si estuvieran hablando con el protagonista, un recurso que acaba cansando teniendo en cuenta que el film está rebajado de acción y subido de diálogos. Además el resto del decorado, no está orientado de la misma forma, sino que se trata de la misma puesta en escena que si fuera un film normal. Por otro lado, las contínuas apariciones del protagonista, ya sea a través del espejo, ya sea directamente, hablando también mirando a cámara, acaban por romper el ritmo de un film que pese a estar excesivamente rebajado de contenido, limitándose a la historia central, la misma forma de exponer los hechos lo acaban embarullando solo.
Como experimento, el film de Montgomery tiene un cierto valor. Pero en términos generales, se trata de un film un tanto frío, distante, poco creíble por la exageración de los gestos de los personajes que miran a cámara, por una puesta en escena que se nos antoja excesivamente rígida e hierática, y por la falta de un ritmo que nos haga introducirnos no sólo en la trama sino en la propia película físicamente.
La dama del lago es conocida por estar rodada en cámara subjetiva. Es muy probable que si no fuera por esta filigrana la película sería bastante menos conocida ya que como ejemplo de cine policiaco de los cuarenta los hay mucho mejores sin recurrir a esta discutible técnica, que además acaba jugando en contra del conjunto de la película dándole un aire de confusión y cierta falta de respeto al espectador un poco molesto.
Una pena ya que la excelente novela de origen, obra del maestro Raymond Chandler, hubiera sido suficiente para dar pie a una auténtica obra maestra, pero Robert Montgomery (de quien aprovecho para reivindicar su excelente y desconocida Persecución en la noche ) no aprovecha la profundidad de base y supedita toda su efectividad a un virtuosismo de dudosa eficacia.
No obstante su lograda atmósfera, la excelente fotografía y unos buenos actores la ayudan a inscribirse con derecho propio dentro del buen, que no del mejor, cine negro de la época convirtiéndola pese a sus defectos en una obra recomendable.
Película basada en la obra homónima de Raymond Chandler, publicada en 1943, dentro de la exitosa serie protagonizada por Philip Marlowe.
La Metro apostó fuerte por Robert Montgomery, que realiza las funciones de director y actor principal, dando vida a un Marlowe robusto, de potente voz, singular sonrisa, duro en sus expresiones y poco dado a las concesiones.
La historia es una retorcida trama en la que nadie confía en nadie y en la que todos se intentan engañar. El detective, apurado económicamente, acepta un caso en el que tendrá que afrontar multiples vejaciones.
Aunque la película parece estar hecha con cierta economía de medios, el tipo de enfoque estético requiere ciertas dosis de virtuosismo. Formalmente, la propuesta de utilizar la cámara subjetiva resulta original. Tan solo vemos al protagonista en breves insertos de la narración(atrevido comienzo) y a través de espejos. Resultan sorprendentes algunos momentos visuales, el más destacado cuando arrojan licor al protagonista y, por lo tanto, a la cámara.
Sin embargo, toda la película está condicionada por el empleo de este recurso (perspectiva subjetiva, que abarca un 90% del film), desde la puesta en escena hasta el propio desarrollo del argumento, no hay exteriores -por otra parte normal en este tipo de films-, no aparece la cabaña del lago, la historia de los Almore está tradada muy por encima y se echa de menos algo más de acción.
El abuso, pues, de la cámara subjetiva se vuelve en su contra y deriva hacia la monotonía.
La duración también parece algo excesiva.
Entre lo mejor de la cinta hay que destacar sus rápidos diálogos, un toma y daca similar a la obra literaria (al parecer Chandler intervino en parte del guión). No es menos elogiable la sobreactuada aunque sugerente señorita Fromsett (interpretada por Audrey Totter), arregladísima incluso a horas intempestivas (y cómo cierra los ojos al recibir un beso).
En definitiva, este ejercicio de estética al servivio del contenido resulta interesante por momentos, pero no acaba de convencer.