La dama de Trinidad
Sinopsis de la película
Steve Emery (Glen Ford) no cree ni por un momento que su hermano se haya suicidado en Trinidad, así que intenta averiguar la verdad sobre su muerte, actitud que lo enfrenta con su cuñada Chris Emery (Hayworth), cantante en un club nocturno. Desesperado, al verla coquetear con un espía que supone que es el asesino de su hermano, Steve tendrá que actuar con rapidez si quiere impedir que Chris se convierta en la siguiente víctima…
Detalles de la película
- Titulo Original: Affair in Trinidad
- Año: 1952
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
6.2
91 valoraciones en total
Inevitablemente, la comparación entre Gilda, de 1.946 y Asunto en Trinidad o La dama de Trinidad es más que comprensible, ya que la cinta de 1.952 reúne elementos que hicieron sobresaliente al clásico que catapultó a Rita Hayworth al pedestal de las leyendas. La pareja protagonista, el tinte de cine negro mezclado con un triángulo amoroso, los números musicales destacando la capacidad y el talento de la actriz emblemática, una fotografía en blanco y negro cuidada y limpia que resalta sobre todo la belleza legendaria de Rita y hasta una réplica de la bofetada más famosa del cine. En ambas, el guión introduce temas que puedan parecer por su manejo un poco inverosímiles, pero que tanto Vidor como Sherman logran llevar a buen puerto acentuando sobre todo la calidad interpretativa de Hayworth y su talento innato para la danza. Y, aunque los diálogos de La dama.. son cuidadosos, directos, crudos, y Rita brilla con luz propia, esta vez a Glend Ford en mi concepto, le faltó la fuerza en su personaje para nivelarse al estatus de la diva. No por culpa de él, sino del poco argumento interpretativo que la historia le dió como herramienta al actor para el desarrollo del personaje, que creo, es la mayor diferencia con el film de Vidor. Eso, además de un final apresurado y de la utilización de parámetros ya conocidos, hacen que no se equipare el film a la inolvidable Gilda . Sin embargo, ver La dama de Trinidad no es un ejercicio que defraude y sirve para disfrutar de una de las parejas magníficas del cine aún en todo su esplendor. Por eso vale la pena. Además, la presencia de Rita con todo y sus conflictos personales y sufrimientos internos, es manjar que, para nosotros sus admiradores, alimenta el alma nostálgica de épocas lejanas que aún testifican lo bella e inmensa que que era esta mujer y su magnetismo infinito que llenaba siempre la pantalla. Más que suficiente razón.
Uno de los hechos más curiosos que siempre me han sorprendido, es que la vuelta de Rita Hayworth al cine en los años cincuenta -después de un nuevo matrimonio frustrado-, esperado por millones de incondicionales de todo el mundo, se hiciese con un producto menor y casi de serie B como La dama de Trinidad.
Y no me parece mala película, al contrario, creo que tiene un enorme elenco de aspectos atractivos y cuenta encima con un Glenn Ford en su mejor momento. Pero le falta más cuidado en el guión, en el desarrollo de la trama y no digamos en su finalización. En cambio los diálogos son excelentes, sí como la puesta en escena, los vestuarios y los números musicales.
Valorándola en conjunto es mejor de lo que corresponde su escasa fama, pero es peor de lo que debería ser un proyecto como la vuelta de Hayworth, que debería haber tenido más medios e inteligencia.
Buena dirección de Vincent Sherman, un chico para todo dentro de Hollywood, que saca el máximo partido de lo que le ofrecen que tampoco es mucho.
Con menos argumento de novela kitsch, misiles incluidos, y más puro cine policiaco hubiéramos podido tener un pequeño clásico, No llega a tanto, pero es ideal para pasar la tarde y disfrutar de Rita, una de las pocas actrices que conozco que sin saber actuar llenaba la pantalla.
Nota: 6,4.
Producida y dirigida por Vincent Sherman ( El señor Skeffington , 1944), se basa en un argumento de Berne Gilers. Se rodó en los estudios de Columbia con un presupuesto moderado. Obtuvo una nominación a los Oscar (vestuario). Se estrenó el 29-VII-1952 (EEUU).
La acción tiene lugar en la capital de Trinidad, colonia británica en 1952, situada cerca del delta del Orinoco. Narra la historia de Chris Emery (R. Hayworth), bailarina y cantante de cabaret, cuyo marido muere en extrañas circustancias, que levntan las sospechas del inspector Smyte (Tarin Thatcher). Seteve Emery (Glenn Ford), hermano del difunto, llega a Trinidad correspondiendo a una carta que recibió de su hermano, fechada el día de su muerte, en la que le dice que tiene un trabajo para él. La carta prueba que el hermano no se suicidó, como sostiene la versión oficial. Por ello emprende una investigación sobre los principales sospechosos: la viuda y el magnate Max Fabiran (Alexander Scourby).
La pelicula supuso el regreso al cine de R. Hayworth, tras 4 años de ausencia por su matrimonio con Alí Aga Khan. La dirección de Columbia decidió realizar un film a medida de su lucimiento personal. El guión contiene calcos de Gilda (1946), como el entorno exótico, la cantante de cabaret, canciones sensuales, bailes tórridos, la bofetada y la presencia de Glenn Ford como galán. El argumento, propio de un film de serie B, se centra en las maquinaciones de un oscuro personaje, enriquecido misteriosamente, y de su estrafalaria pandilla, que suma matones, profesores, ingenieros y conspiradores. El arco dramático aúna dos líneas de tensión. Las investigaciones de Steve y de la policía, que avanzan con dificultad, y los planes de la banda, que se mueve febrilmente al amparo de falsas apariencias. En el epicentro del drama está la bella Chris, que asume riesgos innecesarios, coquetea con Max, suscita los celos de Steve y es presionada por Smyte. El film se beneficia del brillo de los protagonistas, la emoción de ver de nuevo a la pareja estelar de Gilda , un vestuario de gran nivel y una banda musical adecuada. Pese a la época de la obra, los personajes de color son tratados con respeto y simpatía, como en el caso de Dominique (Juanita Moore), que es quien saca de la perplejidad y del error a Steve.
La música ofrece ritmos de calypso, fragmentos orquestales románticos y dos canciones originales: Ive Been Kissed Before y Trinidad Lady . La fotografía, en espléndido b/n, proyecta sombras, ofrece escenas nocturnas de excelente contraste e imágenes de proximidad que acarician el rotro seductor de Hayworth, de 34 años. El guión, ambientado en la Guerra fría, se basa en un argumento ingenuo, exagerado y poco convincente. La interpretación de Hayworth es espléndida, aunque algo insegura. Destaca la buena química que se establece entre ella y Ford. La dirección, en los últimos años de profesión, ofrece una obra interesante y grata.
La película es la 4ª colaboración de Hayworth y Ford.
Película filmada aprovechando el éxito de Gilda y La dama de Shangai , sin mayor mérito que hacer revivir al espectador el placer de haber visto las anteriores.
Ojo, es una película muy digna, de factura impecable, estupenda fotografía, cuidadísima banda sonora, y cuajada de estrellas de la pantalla. Pero no hará historia.
Los números de cante y baile de Rita Hayworth son, sin duda, lo mejor. Están a la altura de los de Gilda . También hay una bofetada, como en Gilda . Vamos, que es más de lo mismo. Pero para los fans de Gilda , será un gran placer verla.
El argumento es lo de menos, tiene su miga pero no tiene la complejidad de la historia de Gilda . Entronca con el cine negro de la época, pero no es ningún ejemplo de sofisticación.
Da gusto ver a Rita, pero el espectador entrenado se dará cuenta de que ya no es la de Gilda . Su pelo no brilla, su piel está opaca, y los ojos están tristes. Sólo han transcurrido seis años desde Gilda , y sigue siendo bellísima, pero ya no es esa belleza transparente, luminosa y atómica.
Merece la pena verla, aunque ya digo, se pasa el rato y poco más.
Creo que he disfrutado más leyendo e informándome sobre su contexto que con la película misma. Los dorados años cuarenta quedaron atrás y tras un retiro de unos años Rita Hayworth volvía a ponerse delante de las cámaras, acompañada de su colega Glenn Ford. No es que los años 50 fueran pésimos para la protagonista de La dama de Trinidad , ahí queda su filmografía, pero no deja de ser raro que una estrella de su tamaño volviera abrazando una producción de serie B. La trama es de lo más simple, con momentos muy lamentables. Ese final por ejemplo es un horror y dejará insatisfecho a cualquiera.
Pero aparece Rita Hayworth, en una plenitud incuestionable, canta sus dos canciones y hasta tiene tiempo de darle una justa bofetada al de siempre. Los que busquen exquisiteces de cine negro clásico saldrán corriendo y los que de repente se sientan indulgentes como yo, acabarán tal vez sobrevalorando una película que no puede compararse con nada que se haga en la actualidad. Y por eso, porque ya no hay Ritas ni un B/N así quedo satisfecho, paso por encima de sus cosas malas y me quedo con la alegría tonta de haber visto una película justita que me ha acabado gustando.