La conversación
Sinopsis de la película
Harry Caul, un detective de reconocido prestigio como especialista en vigilancia y sistemas de seguridad, es contratado por un magnate para investigar a su joven esposa, que mantiene una relación con uno de sus empleados. La misión, para un experto de su categoría, resulta a primera vista inexplicable, ya que la pareja no ofrece ningún interés. Sin embargo, cuando Harry da por finalizado su trabajo, advierte que algo extraño se oculta tras la banalidad del caso, ya que su cliente se niega a identificarse, utilizando siempre intermediarios.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Conversation
- Año: 1974
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
7.3
21 valoraciones en total
«Cuando veo a uno de esos pobres viejos, siempre pienso lo mismo: pienso que una vez fue un niño pequeño, que tendría un padre y una madre que le querrían mucho. Y ahora, mírale derrumbado en un banco callejero. ¿Dónde está ahora su padre, su madre, su familia?»
Este comentario es el centro, la enjundia, la esencia y lo crucial del presente filme. Se repite una y otra vez por medio de una voz muy dulce, dulcísima, de la protagonista femenina de la película. Con esa dulzura se va embadurnando melifluamente al espectador-oyente hasta embaucarlo, infantilizarlo, hipnotizarlo, dejarlo listo para arrojarle sobre el rostro, cuando menos se lo espera, la realidad sorprendente e imposible de imaginar. También el citado comentario es toda una descripción indirecta del personaje principal Harry Caul, interpretado por un magnífico Gene Hackman, un hombre cuya vida aparentemente es de éxito, de ser el mejor en su profesión concreta, pero que en el fondo resulta un clamoroso fracasado en el amor, en las relaciones sociales, un tipo sin familia, arrumbado triste y amargamente en un rincón de la vida, cuya inteligencia y existencia no está siendo vivida al servicio de la satisfacción, el bien o la felicidad sino al servicio del mal, los cabrones y la negativa infelicidad que ronda por doquier en este mundo. He aquí el quid de la cuestión, el quid de esta película.
Excelente trama, excelente ejecución de filme intrigante y anidador de enorme intriga. Por algo es considerada con toda lógica, La conversación , como una de esas películas magistrales que ningún aficionado al cine debería perderse entre todas las produciones que pueda ver a lo largo de su vida.
Sorprendente es también el papel secundario y corto del entonces un desconocido Harrison Ford, haciendo de gran ejecutivo empresarial cuya imagen a exhibir es una mezcla de belleza y de misterio.
Fej Delvahe
A punto estuve de dejarla… creí que fallaba el sonido. Un ingenioso recurso con el que juega Coppola para que desde el principio, te rayes con una trama que no sabes hacia dónde va.
Un francotirador, una escucha ilegal, un mimo, un saxo, una conversación sin mayor importancia, un enigmático Harry (Hackman), un piano de jazz, un jovencísimo Harrison Ford y una fugaz aparición, de espaldas y de perfil de Robert Duvall. Quizás aquí Coppola se haya equivocado: por exceso con Gene Hackman y por defecto con respecto a Duvall.
¿Qué diablos ocurre?, te preguntas al cuarto de hora.
La figura gira en torno a un único registro. Harry, el protagonista, un personaje taciturno, de pocas palabras, serio, profesional, de difícil infancia y educación católica, incapaz de llevar una relación con una mujer por ser incapaz también de expresar afecto, huraño y solitario.
Pero… ¿qué le pasa?, piensas a la media hora.
La conversación en sí es intrascendente, las palabras no son la clave… él es un profesional y lo sabe. Sabe que el tono es mucho más revelador que el contenido. Ella dice Dios mío y a él se le remuve algo dentro. Por sus creencias, no se pronuncia el nombre de Dios en vano a no ser que estés implorando perdón por lo que has hecho, haces o vayas a hacer.
Una hora de película y sigues en ascuas.
Se introducen pasajes oníricos… entre la niebla, en la habitación del hotel, la voz de la chica suena constantemente. Sólo entiendes el porqué cuando se descubre la farsa. Ese tono lastimero conduce al espectador por el carril contrario durante toda la película.
Hora y media, la desesperación ya es mayúscula ¿Qué – está – pasando – por – el – amor – de – dios?
O Coppola le da a esto una vuelta de tuerca o quizás la decepción sea inevitable. Y así ocurre. Llegado el final, desenlace sorpresa incluido, una se pregunta cómo es posible que el perseguidor se vuelva el perseguido. Hackman se lo dice a su ayudante muy al principio: has de apartar toda implicación personal de este tipo de trabajo y sin embargo cae, como una presa fácil en la trampa, justamente, por motivos de conciencia (de los que nos informa el técnico número dos del ránking durante la extrañísima fiesta).
Conclusión. Hackman lo ha dado todo, aunque como mínimo, debería haber desaparecido 5 minutos de la pantalla. Coppola, no justifica con suficiencia ese final. No me convence, y me refiero a lo que ocurre con Hackman, no con Duvall y esposa. No es posible que haya perdido los cinco sentidos por mucho que se deje embaucar por la letanía del vagabundo que una vez fue niño y tuvo madre.
Excelente banda sonora y preciosa estética. Patinazo de guión, al final.
1) Cine y espacio
Señala José Manuel García Roig, en su libro ‘Mirada en off (Espacio y Tiempo en Cine y Arquitectura)’ la distinción que hace Manny Farber de los tres tipos básicos de espacio que encontramos en el cine, a saber:
– El campo de la pantalla
– El espacio psicológico del actor
– El área de experiencia y geografía que abarca la obra cinematográfica
Pues bien, a mi entender, ‘La conversación’ es uno de los más acabados y cumplidos ejemplos de buen uso del segundo tipo de espacio. No podemos evitar la sensación de que continuamente hay algo o alguien que vigila, dentro y fuera del encuadre.
Desde el zoom inicial hasta los planos de la casa desollada, sentimos en la piel la claustrofobia.
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2) Diálogos vs. Efectos de sonido
Todo sucede a través de los oídos de Harry Caul (Gene Hackman). Los sonidos nos ayudan a reconstruir la realidad subjetiva del personaje, cuyo punto de vista nunca se abandona, tanto si lo que vemos queda al alcance de sus ojos como si no. Ahí está el milagro de la cinta.
Mediado el metraje, la película se vuelve muy parca en el uso de los diálogos. Creo que eso induce al espectador a escuchar los sonidos como si se tratara de palabras. Es decir, empieza a buscar significado en la banda sonora porque no hay palabras «en primer plano» que le distraigan. No hay gran diferencia entre los efectos de sonido de la primera mitad y los de la segunda. Lo que sí es diferente es la evaporación gradual del diálogo, que al final queda reducida a «la conversación» en sí y a los efectos de sonido.
Esa manera magistral de concebir los aspectos sonoros de la historia, recuerda vagamente a lo mejor del dúo Lynch-Badalamenti.
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[No desvelo nada de la trama en el spoiler]
Francis Ford Coppola terminó La conversación en medio de sus dos obras maestras El Padrino I y II y se siente tan orgulloso de esta gran obra de suspense y espionaje como de la reconocidísima saga de la mafia.
La conversación comienza como un film de intriga. Harry Caul (Gene Hackman) y su equipo de escuchas graban la conversación de una pareja que da vueltas alrededor de un ajetreado parque. Poco a poco Caul se obsesiona con esta grabación y comienza a verse cómo es el personaje que interpreta Hackman. Una persona torturada y arrepentida de sus actos pasados, que intenta resolver un caso de conspiración para poder perdonarse a sí mismo por lo que hizo tiempo atrás.
Un ser humano culpable de sus actos, solitario, tímido y desconfiado que se siente más cómodo escuchando conversaciones ajenas que en una conversación propia con sus amigos. El film se convierte en el retrato de una persona perturbada. El final es simplemente estremecedor, una imagen perdurable en la memoria.
Cuando se te agotan los adjetivos, la única palabra capaz de condensar y hacer justicia a lo que una peli te ha transmitido es CINE. En mayúsculas. Así de claro. Así de simple. Así de rotundo.
Sin embargo, consciente como soy de mis incuestionables limitaciones cinéfilas y literarias, me siento completamente incapaz de añadir nada a lo que ya han aportado dos monstruos como Servadac y Bloomsday en sendas críticas. Me conformo, pues, con que veáis La conversación y, a posteriori, leáis detenidamente lo que de ella han escrito mis colegas. Sólo así comprenderéis por qué siento devoción por Ford Coppola. Uno de los diez mejores directores de la historia del cine. No sólo la trilogía de El Padrino o la mayestática Apocalypse Now lo certifican. Joyas de menor renombre como Rumble fish, Cotton club o La conversación lo ratifican con creces.
Un último ruego. Meteos en la piel de Harry Caul. Escuchad esas grabaciones. Rebobinadlas cuantas veces sea necesario. Compartid con Harry su obsesión por el trabajo, su sentimiento de culpabilidad, su traumática infancia, sus pesadillas, su angustia, su tremenda soledad…
No os costará demasiado. Palabra. Francis y Gene os lo ponen a huevo.
Vaya dos.