La clase
Sinopsis de la película
François es un joven profesor de lengua francesa en un instituto conflictivo, situado en un barrio marginal. Sus alumnos tienen entre 14 y 15 años, y no duda en enfrentarse a ellos en estimulantes batallas verbales, pero el aprendizaje de la democracia puede implicar auténticos riesgos. Al comenzar el curso, los profesores, llenos de buenas intenciones, deseosos de dar la mejor educación a sus alumnos, se arman contra el desaliento. Pero la abismal diferencia de cultura y de actitud chocan violentamente en las aulas, que no son más que un microcosmos de la Francia contemporánea. Por muy divertidos que sean a veces los alumnos, sus comportamientos pueden cortar de raíz el entusiasmo de un profesor. La tremenda franqueza de François sorprende a sus alumnos, pero su estricto sentido de la ética se tambalea cuando los jóvenes empiezan a no aceptar sus métodos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Entre les mursaka
- Año: 2008
- Duración: 128
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Opinión de la crítica
6.8
71 valoraciones en total
Mañana, a las ocho y veinte, estaré de nuevo allí, entre ellos. Con las chavalas y chavales de mi tutoría, un programa de apoyo para alumnos de 2º de la ESO con carencias educativas del que forman parte tres marroquíes, dos colombianos, dos ecuatorianos, un chaval gitano … Por supuesto, soy profe de insti. De un centro público, por supuesto. Y, por supuesto también, situado en zona periférica. Se comprenderá fácilmente que, por todo ello, mi mirada a Entre los muros resulte a la vez próxima y extrañada. Diríase que, a ratos, tenía la sensación de estar observándonos, a los chavales y a mí mismo, a través de un espejo. Y ese es, sin duda, el mayor logro del film: su inmediatez prácticamente documental, la veracidad con que muestra los espacios (siempre interiores pero nunca opresivos), las situaciones cotidianas que se van desgranando con encomiable agilidad, el mosaico de profes y alumnos que comparten las aulas etc.
No cabe duda que Entre los muros se halla en las antípodas de la mayoría de títulos de ese subgénero, absolutamente alejado de la realidad de las aulas y plagado de tópicos, que podríamos llamar cine escolar . Entre los muros es un film honesto y eso se huele a distancia. Y sin embargo…
Al levantarme de la butaca, sin embargo, en la boca tenía un sabor agridulce. Se ha insistido mucho en los logros del film. Y saltan a la vista. No tanto en sus carencias. Que también saltan a la vista. El vuelo de la película es muy bajo. Casi tan a ras de los hechos, de los espacios y de sus personajes que, cuanto de inmediatez ofrece, le dificulta elevar la altura de sus análisis y emociones. Todos los cuestionamientos que en la película se esbozan son certeros e importantes, pero uno echa de menos mayor implicación y riesgo en los análisis, más vibración en el retrato de los personajes y de sus inter-relaciones y, a la postre, mayores dosis de compromiso y riesgo personal tanto en lo formal y narrativo como en lo argumental. Ya sabemos que no existen recetarios en universos tan complejos como éste pero … ¿alguien recuerda El pequeño salvaje de Truffaut o aquél irrepetible final del If … de Lindsay Anderson?. ¿Sabéis entonces a qué me refiero?.
– El material: unos veinte adolescentes, es decir, proyectos de adultos, que hay que formar. Los hay de todo tipo y de todas las clases en cuanto a físico y a carácter, resultando completamente humanos, que no modelos como los de las repugnantes series de TV de chavales.
– El artesano: un profesor que no es un cabrón fascista armado con regla ni Robin hada madrina Williams en El club de los poetas muertos , sino un ser humano (perdón por repetirme, pero es que ver esto en el cine me sorprende). Un tío capacitado, que logra que la clase funcione en la medida de lo posible, pero que comete algún que otro error (y no pequeño), como todo bicho viviente haría en esta situación.
– El taller: la cámara jamás nos saca de esas paredes estrechas que nos encierran en la cotidiana lucha dialéctica por la eduación que siempre acaba en guerra psicológica. Lo que ocurra en el exterior pertenece al terreno de la conjetura. Dentro del instituto conviven dos terrenos: el de la civilización (clase) y el de la selva (recreo), que contrastan muy claramente en la escena en la que el profesor sale del primero al segundo.
– El proceso: moldear personas es algo bastante complicado. En caso de que individualmente el material sea dócil y maleable como algunos de los personajes/personas que nos encontramos la cosa funciona, pero en cuanto se presentan duros y afilados ya es otra historia. Y si ya los juntamos no hay dios que pueda con ellos. Incluso habrá que desechar material para que la máquina ande. Así, deshumanizando lo humano. Lo racional falla. Pero, ¿así realmente funciona?
– El futuro: llegamos al final del trayecto. Se han jugado todas las bazas. La mayoría del material ha ascendido un peldaño más en el proceso para llegar a ser adultos, lo cual es un éxito muy relativo. La cuestión lógica que habría que preguntar ahora sería: ¿han aprendido?, pero tal como está planteado el proceso, eso es secundario. Este proceso no consiste en adquirir conocimientos, sino que intenta ser un trampolín para que el material alcance una polsición social vía trabajo. La herramienta para vivir. Pero, ¿y si en realidad es un obstáculo?
La película nos plantea la situación con la veracidad como principal arma y deja entrever alguna que otra pregunta. Lo de las respuestas ya es cosa nuestra. Que interese buscarlas o no, ya es cosa de cada uno, pero el planteamiento de las dudas es admirable.
Sillas vacías. El futuro es una incógnita.
Ganadora de la Palma de Oro en Cannes y representante de Francia de cara a los oscar, Entre les Murs narra con estilo cercano al documental (lo que no implica ni mucho menos frialdad) el día a día de un profesor y sus alumnos en un interracial curso de educación secundaria de un colegio del extrarradio parisino.
Creíble, didáctica, oportuna, necesaria… Entre les murs está en las antípodas de los tópicos y efectismos de películas como Rebelión en las aulas o Mentes Peligrosas incluso del lirismo de El club de los poetas muertos . Cantet baja a la arena, dando tanto protagonismo al profesor como a sus alumnos, se ciñe a lo que ocurre entre los muros de la escuela, sin distraerse con conflictos personales de los personajes, construyendo un análisis certero y que invita a reflexionar sobre las dificultades del sistema educativo para sacar adelante a algunos de sus estudiantes y del profesorado para lidiar con determinadas situaciones.
La credibilidad y capacidad de sugerencia de los diálogos que entablan profesor y alumnos, la inteligencia de los dilemas que nos plantea (¿hasta donde ha de llegar la autoridad del profesor?, ¿donde está la línea que separa lo que es competencia del profesor y lo que lo es de los padres?, ¿cuánta culpa tienen las situaciones familiares en el fracaso escolar?, ¿es ético expulsar a un alumno conflictivo cuando supone condenarlo al trabajo forzoso y cerrarle las puertas a un futuro esperanzador?) y la brillantez y naturalidad del reparto, convierten las dos horas de Entre les murs en una propuesta obligada para los amantes del cine social inteligente, auténtico y sin maniqueísmos.
Sobrecogedor retrato de la situación de la escuela publica en Francia, que al igual que en España, ha sido liquidada por caducos dogmas presuntamente progresistas y desgraciadamente triunfantes en buena parte de Europa, que ha llevado a las clases populares e inmigrantes a la exclusión social y a la imposibilidad de que sus hijos puedan progresar en la escala social por la vía de la educación
En España, un invento infame llamado LOGSE ha ocasionado numerosas victimas entre las clases que la ideología perpetradora de tales ingenierías sociales dice amparar. Resultado: masiva huida de las clases medias y medias baja a colegios privados (los pocos que pueden) y sobretodo a los concertados, donde si bien no inmunes al destrozo perviven ciertos rescoldos de autoridad del profesor, respeto, y valores de esfuerzo y superación. España: últimos en la escala de excelencia educativa (Informe Pisa), la desposesión de la autoridad del profesor ha conducido a la kafkiana situación de que haya un teléfono de atención al profesor maltratado. Niveles de depresión del profesorado, acoso escolar y violencia a tutiplén.
Aspectos de la película a comentar en el Spoiler
Híbrido entre ¿cine documental y ficción?, Cantet postula (una vez más) aquellos valores del mayo del 68. No lo muestra abiertamente, pero ya el mismo título original Entre las paredes (muros) abre un abanico de intenciones que parecen medio ocultas en un planteamiento a priori neutral.
Nada más lejos de la realidad, la neutralidad es nula y Cantet expone el sistema educativo como un error, una forma de excluir los alumnos que no se amolden a un plan, una cárcel donde lo importante no es aprender, sino pasar de nivel. Su última secuencia, certera, dura, jodidamente afilada, es un puño en forma de roca. Y la alumna, descorazonada, abiertamente dubitativa, sabe que algo falla y no consigue entender si es su culpa. Lo que falla, señores, es el sistema educativo que existe y no el alumnado.
Cantet, que de neutral repito no tiene nada, saca de la manga una de las escenas menos crédulas que he visto en mucho tiempo. Una alumna de 14 años, contestona, follonera y brabucona reconoce que no ha aprendido nada en el curso escolar, pero si lo ha hecho fuera de ella, gracias a un libro, prepárense que esto es bueno…, el libro, de un tal Platón, llamado algo así como La República. ¡Para mear y no echar gota! Escena absurda, fuera de lógica y que una vez más usa su director para pretender demostrar que el sistema educativo está obsoleto y que es fuera del aula donde los alumnos aprenden más.
Veraz o no veraz, necesaria o no, lo cierto es que Cantet nos planta una cinta muy atrevida, con prácticamente todo el metraje metido entre las paredes del aula, con una cámara viva y unos personajes que trasmiten veracidad y humanidad.
El final, ya lo he dicho, es contundente. Y si a alguien le quedaba duda de las intenciones del director galo, deben despejarse. Y luego queda esa aula vacía, esa sensación de error grande, de futuro incierto, de una pausa de sendos meses para que luego, en septiembre, todo siga igual. Girando, con consejos disciplinares, con broncas dentro del aula, con una docena de expulsados al año para seguir como si nada, con un excesivo fracaso escolar inaceptable, con profesores deprimidos o amargados porque deben seguir un sistema que no funciona.