La chaqueta metálica
Sinopsis de la película
Un grupo de reclutas se prepara en Parris Island, centro de entrenamiento de la marina norteamericana. Allí está el sargento Hartman, duro e implacable, cuya única misión en la vida es endurecer el cuerpo y el alma de los novatos, para que puedan defenderse del enemigo. Pero no todos los jóvenes están preparados para soportar sus métodos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Full Metal Jacket
- Año: 1987
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
Película
8.2
70 valoraciones en total
En La chaqueta metálica encontramos algunos de los mejores momentos del cine de Kubrick, y eso que la película en realidad no es precisamente donde más encontramos el sello Kubrick por varios motivos. La película ante todo se sustenta en el guión, y más concretamente en unos diálogos geniales que son la mayor parte son realizados por Gustav Hasford en su extraordinaria novela The Short Timers que también colaboró activamente en el guión. Las imágenes están al servicio de los diálogos y de la historia y no al contrario, como suele ocurrir en el universo Kubrickiano (como 2001… ). La fotografía es más floja de lo habitual en sus películas y la banda sonora es un recopilatorio de temas excelentes y donde aporta Vivian Kubrick naufraga.
Dividida en dos partes, como el libro, se ha criticado mucho a la segunda parte, aunque en mi opinión no tiene nada que envidiar a la primera, y en muchos momentos incluso la supera, porque aporta más en cuanto a sus ideas y reflexiones que la primera parte, más impactante y sensacionalista y por lo tanto más como un puñetazo que queda más en la retina.
Las interpretaciones son muy buenas (aunque Matthew Modine no esté a la altura) sobre todo de los secundarios destacando a Lee Ermey como sargento Hartman, injustificadamente apartado de la nominación al Oscar como mejor secundario.
Estamos ante una de las cinco mejores películas bélicas (en realidad antibélica) de todos los tiempos, lo cuál es mucho decir en favor de la calidad de Kubrick teniendo en cuenta que Senderos de gloria es otra de esas cinco.
Se vea las veces que se vea, siempre levanta una sonrisa, un pensamiento o una angustia.
Nada menos que 7 años después de la terrorífica El Resplandor, Kubrick vuelve su mirada hacia el horror sin necesidad de apoyarse en coartadas fantásticas, sino mostrando las entrañas del mayor engendro que hemos creado: la guerra. Pretendido o no, cada película de Kubrick sienta cátedra, quedando como obras poderosas, únicas e indiscutibles, y de tal perfección que impide cualquier tratamiento posterior por otros autores. En este caso, Vietnam ya contaba con esa joya indiscutible: Apocalypse Now, por lo que la apuesta que hace Kubrick es el mayor órdago de su carrera. Y era normal que llegara. Al autor siempre le interesaron las fracturas históricas: tanto antiguas (Espartaco), como actuales (Teléfono Rojo…), y siendo Vietnam la mayor fractura, era coherente que Kubrick diera su visión. Sólo que ésta choca con todas las películas realizadas sobre este conflicto. Vietnam es su disculpa para trazar un retrato sin ilusión del instinto de agresión que domina a nuestra especie y lo hará acompañando al recluta bromista en un viaje desde el orden de la instrucción al caos de la guerra.
Así en esa primera parte (magistral el plano con el que se abre la película mostrando la primera arma: el cortapelo) asistiremos a la transformación de aquellos jóvenes de mirada vacía en soldados, dándoles el padre/sargento Hartman (espléndido Lee Ermey) una nueva novia: su fusil. Es sobre este padre cruel y vengador, sobre el que girará esta primera parte. Pero la grandeza de toda ésta reside en el pesimismo de Kubrick. Sabiendo la importancia de la instrucción, ésta es irrelevante ante el peso de nuestro instinto agresor. De hecho, esta máquina de matar perfecta adelantará su misión en un final tan edípico como el visto en El Resplandor.
La segunda parte nos sumerge en Vietnam, un Vietnam de soldados, en el que la guerra es un telón de fondo del que llegan ecos, pero en el que nunca aparece ningún enemigo. La originalidad de Kubrick es retratar un Vietnam no visto en las anteriores películas que trataron este conflicto. Al clásico Vietnam de la jungla, siempre presente en todas, Kubrick vuelve su mirada a otra muy distinta: la jungla urbana. Al Vietnam nocturno de Apocalyse, el maestro Stanley lo cubre de luz, una luz cruda y tan descarnada como la guerra, que, para el autor, es el caos, pero no el espectáculo. De hecho, se sirve de un único personaje (una vietcong) para ilustrar las fuerzas que se desatan y que, pese al final de la película, no terminan de apaciguarse pues siguen en nuestro corazón llevándonos hacia un callejón sin salida.
Genial, como en todas sus películas, el reparto. Empezando por el vehemente Lee Ermey, hasta un más comedido M. Mondine, pero entre todos que destacaría a V. d’Onofrio. Él realiza una recreación alucinante, espeluznante, como anécdota, decir que engordó para el papel más que Robert de Niro, sólo que éste se quedó con la leyenda.
Igual que nosotros nos quedamos con Kubrick. Siempre con Kubrick. ¡Gracias, maestro!
La visión pesimista de Kubrick sobre los aspectos bélicos continúan en este film ambientado en la guerra del Vietnam, donde nos familiariza con una jerga militar diferente a la mostrada en Senderos de gloria, en La chaqueta metálica el aspecto psicológico sobre la preparación y objetivos de los soldados en combate son ridiculizados y puestos en evidencia, así como las razones esgrimidas por los gobiernos para entrar en una guerra. Para Kubrick lo de menos son las causas, se centra en las personas y presta especial atención al caos que reina en cualquier conflicto bélico, no hay control, ni condiciones de convivencia, la población civil sufre las peores consecuencias, no hay aliados ni amigos, los soldados sólo obedecen a sus impulsos más primarios, que en la mayoría de las ocasiones se traducen en violencia de todo tipo. Kubrick empieza profundizando sobre la preparación militar, escruta la elaboración de un soldado a través de una instrucción inhumana que sólo establece monstruos insaciables de fanatismo absurdo, que lejos de recoger valores morales los escupe y traduce en sufrimiento mental de fatales consecuencias, es la manera del director de exponer aquí empieza el problema, sólo Dios sabe donde acabará, la guerra es la consecuencia siguiente de actos inconscientes. Los soldados no protegen a la población y en lugar de enardecer el patriotismo típico de otros films militares, Kubrick abre la puerta de la realidad, los soldados son personas, humanos, se preocupan por sí mismos y son capaces de lo más esotérico cuando los criterios no existen, vemos crudas escenas como la de un soldado que dispara contra indiscriminadamente contra campesinos inocentes, en las que la justicia es una quimera en forma de fantasma. El ser humano necesita de reglas y pautas para protegerse de sí mismo y Kubrick lo sabía y nos lo narró con un aplomo bestial.
Cuando ví por primera vez esta película allá por 1993, en versión original, recuerdo que quedé impactado por la primera parte de la pieza, durante el cruento período de instrucción militar.
Sólamente esta primera parte valdría para que esos mismos críticos que ensalzan obras retorcidas de dudosa calidad artística, recapaciten y consideren ya sin más esta película como la mejor película sobre Vietnam que se haya rodado jamás, si exceptuamos tal vez partes concretas de la irregular Apocalypsis Now.
Kubrick nos adentra con el mismo poderío de siempre en sus historias llenas de tormento y éxtasis.
Con una arrebatadora banda sonora llena de clásicos de los sesenta y setenta, Kubrick ambienta cada magistra fotograma de la cinta con un nuevo detalle revelador de la miseria y soledad del alma humana en contacto con la lucha fraticida más inútil de siempre: la guerra.
¿Por qué demonios escucho siempre las mismas chorradas sobre que la obra es irregular y que en líneas generales decae en una obra menor?
¿¿¿Nadie ha leído jamás un libro con párrafos, renglones y capítulos…?????.
Pues de eso es precisamente de lo que va esta película….
En toda guerra, en todo debate y si me apuráis en toda actividad humana siempre hay dos capítulos, la instrucción y la realización.
En ese segundo capítulo Kubrick no se dedicó a dormirse en los laureles sino que pergeñó un plan, si queréis menos efectista que en el primer capítulo, que conmocionara al público de una manera distinta, no tan impactante como en la primera parte pero igualmente conmovedora.
Para ello Kubrick se vale de una sola historia, y no mil y una batallitas como desearían los filósofos de la ortodoxia más estricta cinematográficamente hablando, que sirviera para liar la trama y desvirtuar el próposito inicial del maestro.
Lo sencillo siempre se narra sencillo, y aquí la enseñanza es sencilla, clara y concisa: la guerra mata.
Born to kill , nacido para matar era el lema de los jarheads de aquel entonces….pero el hombre no se creó para tamaña crueldad….¿o sí?
La chaqueta metálica es una obra maestra del cine bélico y un ejemplo más de la genialidad de Stanley Kubrick, el cual, retrató la realidad de la guerra con una gran sabiduría, no exenta de importantes dosis de crudeza.
El controvertido director, no tuvo intención de enmascarar o de camuflar la situación y nos mostró su particular y personal visión del conflicto de Vietnam.
Para mí existen dos historias claramente diferenciadas dentro de esta película. Una primera que se desarrolla en el cuartel de adiestramiento, donde los jóvenes soldados son preparados para marchar hacia la guerra. Esta primera parte es sencillamente magistral y en ella se desnudan una a una las miserias del ser humano.
La segunda parte de la película ya tiene lugar en plena guerra de Vietnam, con lo que el ritmo y la forma de desarrollar la trama cambia completamente, hasta el punto de parecer que se trata de una historia diferente. Aquí la acción se va incrementando poco a poco, hasta el genial desenlace, que da sentido a toda la cinta.
En definitiva, La chaqueta metálica no dejará indiferente a nadie y opinión es que contará con muchos más admiradores que detractores. Sea como sea, es una de las obras cumbres del séptimo arte, así que no dejen de verla.