La chaqueta de piel de ciervo
Sinopsis de la película
En un pueblo de los Alpes franceses, la obsesión de un hombre recién divorciado con una chaqueta de ante le lleva a gastarse todos sus ahorros, además de fingir ser cineasta e incluso hacer algunas cosas mucho peores…
Detalles de la película
- Titulo Original: Le Daim aka
- Año: 2019
- Duración: 77
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes obtener una copia de esta película en formato HD y 4K. Seguidamente te detallamos un listado de opciones de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
6.1
91 valoraciones en total
Las personas pueden llegar a tener muchas obsesiones, las hay de más comunes y compartidas pero también existen de muy particulares. Desde que se tiene uso de razón podemos perderla por cualquier fijación que tengamos entre ceja y ceja si se vive con la suficiente obsesión. Esta es la historia de una de las obsesiones más extrañas que se hayan podido ver en el cine. Pasen y vean.
Georges es un peculiar hombre que parece abducido por la chaqueta de cuero que acaba de adquirir, la pasión por su cazadora de piel de ciervo le llevará a cometer actos irracionales para el sentido común, arropado por una atmósfera de indiferencia generalizada.
Estamos ante el nuevo film del productivo y extravagante director francés Quentin Dupieux, que tras presentar el año pasado el film Au poste! vuelve a la carga nuevamente con el humor satírico que le caracteriza en una historia completamente distinta pero con el mismo nivel de absurdo estandarizado entre los protagonistas que tanto gusta a los fans del director y que tanto desagrada a sus detractores, porque si algo tiene Quentin Dupieux para los que no le conozcan, es que o te gusta o no, sin existir ni escalas de grises ni lugar para las equidistancias.
En esta ocasión la capacidad de sorprender del autor francés supera las situaciones ilógicas a las que somete a sus personajes en la mayoría de sus trabajos anteriores, porque aunque en esta caso también es así no es la única baza ya que el inusual guion impregnado de metacine teje una delgada línea entre lo que es la situación real del personaje y la película que ha decidido rodar, teniendo incluso en cuneta la manera en que está rodado el relato. Este embrollo despliega entre el público una sensación de no saber por dónde va a resolver la situación así como a hacer imposible la deducción del final.
Todo ello es posible no solo por el acierto del nombrado con anterioridad, sino también por el trabajo abismal y el peso que soporta el actor principal de la película y prácticamente único protagonista en la mayoría de la duración del metraje, el veterano cinematográficamente hablando Jean Dujardin, quien recordaréis por La french, The artist, Pequeñas mentiras sin importancia, entre otros trabajos, aunque en esta ocasión ligeramente irreconocible con una frondosa barba, muestra carácter y mucha profesión con una soltura apabullante ante un personaje que vive en el delirio constante entre lo que es real y lo que no, atrapado por su obsesión pero feliz de encaminar su vida hacia dónde pretende ir, a posta o no, da lugar para metáfora si se quiere. La figura como comento vital en el éxito de la calidad del film, ha sido acompañada por momentos por la actriz Adèle Haenel en el papel de una camarera que parece querer cambiar su futuro sin cuestionarse demasiado la realidad y dando nuevamente opción a reflexiones en torno al mundo del cine.
Más allá del divertimento express que se puede obtener en esta comedia negra de muy corta duración, es bastante complaciente para los amantes del terror ver la transformación y la estética de película slasher que va obteniendo la cinta por momentos, ¿homenaje agradable o casualidad interesante?
https://www.terrorweekend.com/2019/11/deerskin-review.html
Del director de Rubber (2010), una película en la que el protagonista es un neumático asesino, nos podíamos esperar cualquier cosa. Y efectivamente, la nueva película de Quentin Dupieux, que pudo verse en el reciente festival de Sitges, es una muestra más de lo irreverente, enfermo y fascinante que es este director, a partes iguales. Le Daim (2019) es una película en la que una chaqueta de cuero da órdenes a su propietario para que este asesine a otras personas con chaquetas. Pero en realidad, es mucho más que eso.
A pesar de ya hace más de cien años que Marcel Duchamp expusiera su urinario en una galería de arte, destruyendo así las concepciones que se tenían sobre lo que podía o no ser arte, aún hoy en día seguimos consumiendo (las cursivas son necesarias) arte, y haciéndonos siempre una pregunta. ¿Qué nos querría decir el autor con esto? Es cierto que Duchamp si quería decirnos algo (no en vano escribió un libro de más de doscientas páginas sobre lo que implicaba su urinario, para todos aquellos que no lo entendieron a la primera), mientras que Quentin Dupieux parece moverse por momentos entre la chaladura, la simple farsa o el art pour lart que tanto habría complacido a Kant. Pero sí, también parece dejar algún que otro regalito, de manera sárdonica como hacía el propio Duchamp. Aunque también podría disfrutarse Le Daim como una locura más, al mismo estilo que actúan las obras de David Lynch, y tampoco pasaría absolutamente nada.
Porque servidor no ve de manera casual ciertos elementos que aparecen en la película, que si podrían satisfacer las necesidades que tenemos de que se nos expliquen cosas. Sería demasiada coincidencia todo el aspecto metacinematográfico que nos encontramos en la obra. Nuestro loco protagonista, interpretado de manera casi divina por Jean Dujardin, es un auténtico chalado al que sabemos por un solo diálogo que ha quedado trastocado después de haber roto con su mujer. Es entonces cuando por puro rebote, decide a grabar varias cosas. Después de un par de intentonas, ve un libro de cine y decide hacerse cineasta.
Porque si haces música eres músico, aunque no hayas pasado en tu vida por una escuela de música. Y si escribes, como lo estoy haciendo yo ahora, esto te convierte automáticamente en escritor. Y así tenemos el caso de influencers que por escribir tres líneas creen que se puede comparar a gente como Miguel Hernández. Este relativismo cultural, que ya lo abrió en realidad el propio Duchamp, es al que parece atacar de manera muy irónica Dupieux en su película. Así, tenemos a un chalado que cogiendo una cámara digital (además para más sorna de las antiguas) y grabándose mientras posa con su chaqueta de cuero (como hace cualquier instagramer haciendo labios delante de un espejo) se cree que está haciendo historia del cine. Y para colmo, una montadora le sigue la corriente. Si Dupieux no se está burlando del relativismo cultural yo no sé nada de cine. Y también podría ser, porque como repito, podría verse Le Daim como una simple colección de locuras y no afectaría en su calidad, porque sigue siendo igualmente magnífica.
Más allá de esta pedante disertación, resulta difícil hablar de la película. No solo por su surrealismo, sino también porque se trata de una de aquellas películas-atmósfera. A pesar de que Dupieux no parezca demostrar el talento de por ejemplo Lynch detrás de las cámaras, si es capaz de hacer algo tan difícil como elaborar una atmósfera. Para ello se sirve de numerosos recursos: el elemento del suspense, que sabe dosificar de manera magistral (solo va soltando poco a poco los cabos, pero nunca la película agota al espectador a pesar de lo absurdo), el humor (magistral la secuencia del velatorio), secuencias que podrían funcionar perfectamente de manera aislada por su propia valía artística, y el elemento metacinematográfico anteriormente comentado, que podría hacer incluir la película dentro de las mejores del género slasher.
Si la comparábamos en la introducción con una película como Rubber es porque al igual que aquella, el director se servía de un elemento cotidiano para darle un papel vital (literalmente). Y al igual que Rubber, se servía de un argumento aparentemente absurdo para volver a realizar una crítica en un contexto muy soterrado. Pero mientras que en Rubber el filme adolecía de algunos problemas de ritmo, en Le Daim nos encontramos con que el metraje cuenta en todo momento algo que resulta de interés para la historia, y que no es simple relleno. Además a diferencia de su anterior película, aquí el filme tiene una narrativa que a pese a contarnos cosas realmente absurdas, consiguen enganchar al espectador por no distraerse en repeticiones.
Conclusión
Le Daim lo tiene todo para convertirse en película de culto. Quizá no es una película perfecta dentro de los estándares del cine convencional al que estamos acostumbrados, pero es una de las mejores metáforas que existen sobre el relativismo aplicado a las artes plásticas.
Crítica escrita para https://cinemagavia.es/
Las crisis y problemas de autoestima de Georges (Jean Dujardin) intentan ser aplacados por la satisfacción de las cosas materiales y por un ego creciente que busca la libertad a costa de no aceptar la realidad.
Pero las heridas o carencias del alma no pueden esconderse tras chaquetas de piel. En Le daim, un contenido Quentin Dupieux (Rubber, Bajo arresto) nos explica sin sutilezas (y a la vez sin que resulte forzado) la alegoría de la chaqueta como caparazón. Ah, y aquí el arte (hay que ponerlo entre comillas) no sirve precisamente como terapia para curar dichas heridas, sino más bien lo contrario.
Le daim es una idea sencilla llevada hasta las últimas consecuencias, con situaciones graciosas y la duración justa, aunque, como pasaba en Vivarium (Lorcan Finnegan, 2019), le vendría mejor el formato de capítulo de En los límites de la realidad. Eso sí, debe decirse que el estilo simple y casero de la filmación y la elección del protagonista le van como un par de guantes de piel de ante.
Tiene un aire de…
Cowboy de medianoche (1969) + Ocurrió cerca de su casa (1992) + El señor de los anillos (2001, 2002, 2003)
cinequanon.cat
El círculo vicioso en el que el protagonista está inmerso está claramente expuesto y hasta fielmente descrito para que el espectador caiga en sus redes, lanzadas al viento sin cortapisas. Intentando entender al protagonista el espectador se sumerge en esa ola de destape moral y sinsentido, hasta el punto de no ser conscientes de que la perturbadora mirada en la que se busca sentido a sus acciones está edulcorada lo suficiente como para tergiversar nuestros sentimientos o nuestra mirada lasciva. Jean Dujardin, genio y figura, levanta la trama para personificar el alma de toda la película. Su gestualidad, su mirada mezcla de ingenuidad y dolor, llena la pantalla. El guion es lo suficientemente disperso como para hacernos copartícipes de sus absurdas actuaciones, pero también para hacernos reflexionar de la connivencia de los que rodean a personalidades de este tipo. Visceral en su planteamiento, trágica en su fondo y demoledoramente cómica y cruel en su conjunto.
Una comedia extravagante que explora la obsesión humana de una forma divertida y sangrienta. Es el séptimo largometraje del director francés Quentin Dupieux, el rey del absurdo con películas tan locas e interesantes como Rubber , Wrong , Wrong Cop o Bajo Arresto . No es un director para todos los gustos, pero aquellos con un sentido del humor retorcido y dispuestos a dejar que la razón se quede atrás por un minuto lo pasarán en grande.
Aquí tenemos una historia igual de ridícula que sus anteriores films, pero tratada de forma bastante más seria . Jean Dujardin interpreta a Georges, un hombre obsesionado con su chaqueta de piel de ciervo que ha comprado con todos sus ahorros. Su esposa le ha dejado y ha bloqueado sus cuentas, entonces decide mudarse a un hostal en medio de la nada, y conoce Denise (Adèle Haenel) una camarera interesada en el mundo del cine. Juntos, comenzarán a grabar una películacon una videocámara la cual le permitirá a Georges cumplir su mayor sueño que es deshacerse de todas las demás chaquetas que existen en el mundo… y de paso a sus dueños.
El surrealismo de este director chiflado (del que me declaro un gran fan), con esos diálogos tan desconcertantes que hacen que te quedes con la boca abierta, merecen toda mi admiración ya que consigue hacer reír con estas historias tan loquisimas.
Destino Arrakis.com