La ceniza es el blanco más puro
Sinopsis de la película
En 2001, la joven Qiao está enamorada de Bin, cabecilla de la mafia local de Datong. Cuando Bin es atacado por una pandilla rival, Qiao se defiende y dispara varias veces. Es condenada a cinco años de cárcel. Tras cumplir su pena, Qiao busca a Bin e intenta volver con él. Pero él no quiere seguirla. Diez años más tarde, en Datong, Qiao sigue soltera y ha salido adelante manteniéndose fiel a los valores de la mafia. Pero Bin, cansado de la vida, regresa buscándola, a la única persona a la que ha amado…
Detalles de la película
- Titulo Original: Jiang hu er nv aka
- Año: 2018
- Duración: 135
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Opinión de la crítica
Película
6.4
90 valoraciones en total
Película estrenada en el Festival de Cannes del año anterior, donde a pesar de obtener críticas bastante positivas no logró alzarse con ningún reconocimiento. Temporalmente el filme se va a ubicar en tres años (2001-2006-2017), igual a lo que Zhangke hizo con su anterior largometraje, San he gu ren (Más allá de las montañas, 2015), que lo ubicó en los años 1999, 2014 y 2025.
En el año 2001 conocemos a los protagonistas de la historia: Bin (Fan Liao) y Qiao (Tao Zhao), son pareja, él es un temido gánster local y ella como una femme fatale se mete en ese círculo delictivo. Así, la trama girará alrededor de la relación amorosa entre estos dos personajes, enfocándose en los años previamente descritos, momentos muy particulares en sus vidas.
En el primer tracto se presenta lo relacionado a la mafia, sin necesidad de violencia, pero su construcción hace que se entienda muy bien donde se ubica el filme. Tras el giro de la primera parte, en el segundo tracto ubicado en el 2006 la obra se convierte más en la dolorosa búsqueda de Qiao, de hecho salvando el final, en este segmento es donde están los momentos más emotivos del film. Finalmente el último tracto ubicado a finales del 2017 presenta una nueva búsqueda, arrepentimiento incluido.
Jia Zhangke es sin duda uno de los directores contemporáneos chinos más interesantes, al lado de (pueden tomar nota): Bi Gan, Yi’nan Diao y el tristemente fallecido Hu Bo. Su cine siempre ha tenido presente abordar la sociedad de su país, los cambios vivenciados a partir de los años setenta hasta llegar a la época actual, algunas de sus obras de hecho le han traído problemas con las autoridades chinas.
Otro punto concordante dentro de su filmografía son las relaciones de pareja, como se ha hecho mención, acá se pone de manifiesto con el retrato vivencial de los protagonistas. Lo bueno es que la forma de presentarlo se aleja de lo monótono, por el contrario las acciones van sucediendo con buen tono, sin drama excesivo que puede entorpecer el visionado, sin artificios y con total naturalidad.
Además los saltos en el tiempo, que pareciera convertirse en una marca de Zhangke, son oportunos porque muestran momentos puntuales de la relación, es claro que en todo ese tiempo va a haber un quiebre en la pareja. Es ahí donde entra el otro aspecto a destacar, y es la melancolía con que se envuelve el filme a partir de su segunda mitad, especialmente conseguido en el último tracto y ni que decir el apabullante final.
La realización está muy bien cuidada, incluso adentrándonos en la época, el vestuario y los peinados están muy bien manejados, a pesar de que no son tantos los años, se denota el esmero y el detalle, principalmente dentro del cambio de los personajes, que están muy bien representados y de verdad se siente el paso del tiempo en ellos. Punto aparte las actuaciones de primer orden de la dupla protagonista.
Una película encantadora, Jia Zhangke se consolida como un excelente narrador y director.
Una historia que abarca desde 2001 hasta 2018 centrándose en una pareja que trabaja en un grupo de mafiosos locales, pero tras una trifulca ella es encarcelada durante 5 años y cuando sale ya todo será diferente.
Con una estructura narrativa dividida en tres partes (como suele hacer en sus anteriores trabajos), el director Jia Zhangke nos muestra una China en rápido crecimiento y desarrollo pero también sus fracturas irreparables. Jia es un director que lleva más de 20 años realizando documentales y películas, de toda su extensa filmografía destacaria las más conocidas que son Más allá de las montañas , Un toque de violencia y Naturaleza muerta . En las cenizas son el blanco más puro a colaborado con el cineasta francés Eric Gautier y han utilizando diferentes formatos de filmación para capturar los cambios temporales.
No es un director que toque demasiado la política, sino que explora más las relaciones entre personas centrándose intensamente en los gestos, las expresiones y los momentos de quietud para contarnos unas historias un tanto tristes, aquí vemos el sufrimiento interno de los dos protagonistas que por una serie de circunstancias su amor se quebró y es difícil de curar, algo que el espectador lo siente como una losa.
Su estrella habitual Zhao Tao (esposa del director) interpreta a mujer emocionalmente ingeniosa, fuerte, sensible e indomable. que muchas veces con solo su mirada lo dice todo. Mientras que Fan Liao hace de Bin su novio que la deja tirada mientras sufre su condena en prisión en un papel más duro e insensible.
No hay que dejarse engañar por el ritmo lento de la película (sobre todo en la parte final que decae un poco) porque aunque la historia es densa consigue cautivarte en muchísimos momentos.
Destino Arrakis.com
Ya a escasos días de adentrarnos en el sofoco del estío, de empezar a predecir o anticipar las películas de los próximos festivales de otoño y de ir desgranando poco a poco las competidoras del Festival de Cannes 2019 que nos vayan llegando, todavía quedaban algunas rezagadas de la cosecha del 2018 por degustar. Lo más granado de la Sección Oficial había sido cubierto casi en su totalidad, pero unas perlas restantes están próximas a aterrizar. El caso de la película que nos ocupa es uno particularmente peculiar. Formaba parte de la programación de Perlas del último Festival de San Sebastián, pero no pude encajarla en mi agenda durante la estancia donostiarra, principalmente por la sospecha de que podría recuperarla pronto en Madrid. Sin embargo, no pudo ser, pues compromisos personales me impidieron asistir al ciclo de películas de San Sebastián que organizaron los Cines Golem en Octubre. Por consiguiente, me hallé en la incómoda situación de tener que esperar al estreno de una de mis películas más anticipadas del curso, y de las más aplaudidas en el circuito festivalero. Una espera que se demoró hasta los siete meses. Pero al fin puedo escribir sobre La ceniza es el blanco más puro, la nueva película del maestro chino Jia Zhang Ke. Una película que mis conocidos recomendaban encarecidamente, y una proyección de la Fiesta del Cine a la que no pude acudir con una predisposición más positiva. Y las poderosas sensaciones que me produjo esta gran película superaron ampliamente mis expectativas. Una elegante y sombría historia de amor en una China mutante de estratos sociales hundidos en claroscuros. Poesía y reflexión en un viaje contundente ajeno a lugares comunes. Un filme que te atrapa durante el visionado y te retiene horas después.
Se trata de la primera película que veo de Jia Zhang Ke, cineasta chino que ha ido adquiriendo gran prestigio en los últimos años. Narra los encuentros y desencuentros de una pareja a lo largo del S. XXI en un país cambiante. Obviamente la referencia a la presa de las Tres Gargantas es totalmente interesada. De sus tres partes, la mejor es la central cuando la protagonista tiene que buscarse la vida y lo hace con gran ingenio. Hasta la última parte el ritmo, dentro de ser cine asiático no de acción, es ágil. Lástima que el final no lo sea tanto.
Una historia de supervivencia y amor
El título de La ceniza es el blanco más puro ya evoca a una historia en la que se puede encontrar belleza, pero lo que no se espera es cómo emergen todas estas sensaciones en un universo de gángsters de los bajos fondos chinos. Qiao se convierte en la principal torre para sostener este palacio de sentimientos, vivencias y experiencias. El guion de Jia Zhang-Ke sabe explorar a la perfección la naturaleza humana de cada uno de sus personajes. A través de su duración, al contrario de jugar en su contra, le permite expresar y relatar esta oda a la vida y a la supervivencia, a las viejas costumbres, al dolor del adiós y a la decepción de una relación impregnada de heridas abiertas. La manera de expresar todo este camino se hace de una manera pausada, pero argumentada. No busca regocijarse en los silencios sin sentido.
Otro de los puntos fuertes del film es no enfocarlo en tan sólo en una mera historia de amor entre la ya mencionada Qiao y uno de los capós de la mafia, Bin, sino ir más allá. El progreso que muestra su personaje tiene una sensibilidad y un desgarro interior, que provoca que el espectador quede hipnotizado con la esencia de la protagonista. Por lo tanto, eleva la calidad dramática del resto de personajes que le acompañan y los ensalza en una coreografía emocional que funciona. Además, los sitúa en una realidad china, que con el paso de los años, se ven los cambios y lo que ello conlleva. Un reinado derruido, que no solamente a nivel exterior, sino interior, ataca a los protagonistas desde dentro. Las envidias, la defensa, la lucha, el buscar más allá… hace que haya una riqueza increíble a nivel visual y emocional.
La elección de los tiempos
Como pasara en éxitos de taquilla como la famosa trilogía de ‘Antes del…’, los cambios de tiempo y la manera de plasmarlo es un atractivo, sin duda, para el público. En La ceniza es el blanco más puro se establecen tres momentos vitales para esta pareja: los años 2001, 2006 y 2018. Tres etapas en las que su relación llega a una madurez, que externamente del sentimiento que haya entre ambos, también surge una verdad sobre la realidad que los apesadumbra. El hastío de una vida arrebatada y de un futuro lejos de lo deseado se plasman muy bien en este análisis temporal. Zhang-Ke ha sabido escoger los tiempos necesarios para no aburrir al espectador y sea capaz de hacer la película con un ritmo ligero. En ningún momento aburre al público y se pasa el tiempo volando. Ha jugado a su favor con la temporalidad narrativa.
El guion también ha sabido respetar sus tiempos y ha sabido escoger los atributos expresivos y creativos necesarios para un universo en el que la imagen es imprescindible. Las palabras sobran en muchas escenas y en otras, intensifican la contradicción de lo que se está viendo. En especial, cabe recalcar una de las escenas claves de la relación de Qiao y Bin, donde no se dice nada, pero se expresa todo. Una de las secuencias más bonitas del film y la que permite, entender a ambos protagonistas y el camino que escogen. Los silencios están justificados y no sirven solamente de escaparate visual, sino que invita a la reflexión y participar activamente en el film. El único inconveniente que puede haber, es que ciertas secuencias podrían sacar al público de la sinergia que ha creado con todos los elementos previamente, pero son pequeños trazos que consiguen volverse a encauzar.
La importancia de la maestría técnica
Uno de los puntos a destacar de La ceniza es el blanco más puro es la gran utilización de la cámara durante su rodaje. Se puede intuir la gran profesionalidad que hay detrás, en especial, en la dirección artística con la selección de espacios y luego, la dirección fotográfica con el cuidado de cualquier detalle en pantalla. No está nada elegido al azar, hay una planificación preciosa y el mensaje que se quiere transmitir, se ve acompañado por una potencia visual espectacular. Inclusive, algunas de las escenas con mayor emotividad, han sido grabadas en un plano secuencia que no estorba. Una puesta en escena dramática que llama la atención y que sublima el resultado final con un gran acabado. No se puede negar que ha habido un gran equipo técnico detrás y es importante subrayarlo: cámaras, maquillaje, peluquería, iluminación… Hay una identidad propia.
A nivel interpretativo hay que aplaudir el gran trabajo actoral de Tao Zhao. Es impecable en la manera de interpretar, no hay ningún momento en que ésta flaqueé. El sentimiento de Qiao y su mundo interno se ven a la perfección en la piel de Zhao. No queda ninguna duda de que este film es la propia Zhao, se ha dejado el corazón en él. Fan Liao como Bin está a la altura de Zhao, pero es verdad que su carga dramática es menos exigente. Sin embargo, hay que destacar que realiza un trabajo excelente, en especial, durante el último tercio del largometraje. El resto de actores secundarios consiguen cumplir su cometido y de una manera muy humana. Sumergen al público en el mundo terrenal del crimen y en el código por el que se rigen. Un reparto coral bien construido, aunque Zhao es la que se come la pantalla.
Conclusión
La ceniza es el blanco más puro es una historia de supervivencia, de amor, de dolor, de sacrificio… Habla de la vida en sí misma, bajo un prisma distinto y evocado a conocer un estrato social, que demuestra que el sentimiento es algo universal. Tao Zhao como protagonista está excelsa, da una gran interpretación llena de pinceladas y construida desde las entrañas del personaje de Qiao.
A nivel técnico está brillante, realiza una construcción visual muy bonita y con una poesía en su imagen que provoca mayor efecto en el guion. El libreto, firmado por el propio director, sabe llevar los tiempos y juega a su favor la duración. Una muy buena argumentación. Una película que invade al espectador y termina enamorándolo hasta el último plano.
Escrito por Diego Da Costa