La casa de Carroll Street
Sinopsis de la película
Años 50, época de la caza de brujas del senador McCarthy. Una atractiva periodista pierde su empleo por negarse a revelar las fuentes de cierta información a una comisión del Senado. Poco después, y de forma casi accidental, se ve involucrada en los planes de una misteriosa organización que se dedica a introducir criminales de guerra nazis en los Estados Unidos.
Detalles de la película
- Titulo Original: The House on Carroll Street
- Año: 1987
- Duración: 111
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Opinión de la crítica
Película
5.5
64 valoraciones en total
La película se desarrolla en los años cincuenta en EE.UU. cuando McCarthy encabeza la llamada caza de brujas. Una periodista se niega a revelar cierta información y poco después se ve involucrada accidentalmente en los planes de un clan que introduce criminales nazis en el país.
Es una película bien dirigida por Peter Yates y bien interpretada por Nelly McGillis (mujer de gran belleza) y Jeff Daniels, entre otros. Y es destacable también la excelente dirección artística, que recrea a la perfección la ciudad de Nueva Cork de aquel entonces: las calles, los coches, el vestuario y muchos más detalles del ambiente y el entorno físico y social de la historia. Las escenas y secuencias en la Estación Central resultan muy emocionantes y de excelente calidad. En definitiva, es una película interesante y entretenida que se ve con agrado.
La película está ambientada en la época de la caza de brujas de McCarthy en EE.UU, es decir, los años 50. Kelly McGillis pierde su empleo de periodista por no querer revelar sus fuentes y no le queda más remedio que aceptar un trabajo de lectora para una anciana (Jessica Tandy) que está perdiendo la vista. La intriga comienza cuando la joven empieza a percibir movimientos sospechosos en la casa de al lado. Al mismo tiempo, el FBI sospecha también de ella misma y es investigada por Bill Pullman.
Kelly McGillis es una actriz poco expresiva. Pocos años antes la habíamos visto en Único testigo y allí esa característica más bien la ayudaba porque tenía que interpretar a una amish con una actitud reservada y tímida. Pero aquí, que hace de chica curiosa e intrépida, la verdad es que pone casi la misma cara. Tiene tres o cuatro expresiones fijas y las va cambiando según la intensidad de la escena, sin muchos matices. Bill Pullman, algo más solvente.
La historia en sí es poco creíble. Si tienes un vecino sospechoso, creo que te limitas a comentarlo con otra vecina en plan de marujeo, pero seguirlo a un cementerio, a ver qué hace, a mí no me parece una actitud normal y menos si sabes que estás siendo investigada por la policía. En fin, la chica se va involucrando con tal de ayudar al vecino en apuros y siguen carreras para escapar de los malos, escondites, peleas… todo un poco hecho como si fuera el ensayo de la escena, no la escena definitiva de la película.
Recomendable sólo para tardes de sábado en las que no se tiene nada mejor que hacer y tampoco quieres ver una peli que te haga pensar, ni tienes el cuerpo para ver gore o historias tremebundas de personas desgraciadísimas. Ésta entretiene si no exiges mucho.
Peter Yates rodó el mismo año que esta película, 1987, Sospechoso , con Cher y Dennis Quaid y con una intriga algo mejor llevada. Parece como si con ésta hubiera estado distraído y pensando en otra cosa.
Obra menor de Peter Yates, pero no por ello exenta de virtudes cinematográficas y argumentales, este filme se queda a medio camino, pues tras un comienzo bastante prometedor, que nos sitúa eficazmente en la época del maccarthysmo , acaba derivando en un thriller correcto y entretenido, en el que la acción acaba fagocitando el interés de lo narrado.
Tal vez este defecto sea el que más penaliza la labor de Peter Yates a lo largo de su filmografía, pues existe en él cierta tendencia a sublimar la acción, lo espectacular, opción que da como resultado secuencias formalmente muy brillantes y espectaculares, pero que restan protagonismo a la profundidad argumental. Es algo que ya ocurre en sus mejores películas, por lo que no resulta sorprendente que suceda en esta, en la que la protagonista acaba encarnando el característico rol de heroína , metiéndose de cabeza en una intriga que la conducirá a múltiples peripecias, sustos y persecuciones.
El argumento, bien planteado por un guionista comprometido con estos temas como Walter Bernstein, daba para mucho más, el comienzo, con la sesión del Comité de Actividades Antiamericanas y el posterior despido de la protagonista, es lo más realista del filme, dando paso después a la intriga principal, que aunque basada en realidades históricas (los EE UU ampararon, en el contexto de la Guerra Fría, a muchos antiguos nazis para beneficiarse de sus conocimientos ), acaba planteándose dentro de la convenciones del thriller, lo que limita notablemente su alcance.
Entre las virtudes debe destacarse una espléndida dirección artística, que recrea a la perfección la ciudad de Nueva York, los coches, el vestuario y demás detalles, sumergiéndonos eficazmente en los años cincuenta, en los que se ambienta la acción. Los diálogos son correctos, sin momentos especialmente destacados, y la coherencia de la narración discutible, pues algunos personajes, especialmente el malo de la película , desarrollan acciones y comportamientos impropios de su posición. Las interpretaciones son pasables, con una hermosa Kelly McGillis a la cabeza, bien secundada por Jeff Daniels (se parece, pero no es Bill Pullman). Aunque máxima expresión de los excesos de Yates, debe reconocerse que las secuencias rodadas en la Estación Central resultan magníficas, tal es el cuidado y la meticulosidad con las que están concebidas y realizadas.
Concluyendo, una película que acaba sabiendo a poco, pero que resulta siempre entretenida y está más que bien realizada.
Estamos en 1951 y Estados Unidos de Norteamérica está viviendo uno de los episodios más vergonzosos de su historia: La Caza de Brujas que promoviera el senador Joseph McCarthy. Entre las víctimas llamadas a declarar, se encuentra ahora Emily Crane, una bella fotógrafa de la revista Life, que demuestra coherencia y carácter, y como los celebrados 10 de Hollywoood, se niega a delatar a conocido alguno, por lo que es acusada de desacato y con esto pierde su empleo. Buscando mantenerse, Emily consigue ocuparse como lectora para una dama de la calle Carroll… y al presenciar, en una casa vecina, un extraño incidente en el que descubre la presencia de uno de los senadores que le acusó de desacato, acompañado de un sospechoso hombre mayor y de un joven inmigrante al parecer alemán, la joven reportera presiente que ahí pasa algo gordo y que el joven teme por su seguridad, y entonces, se involucra con él… recordando, quizás, aquel bello poema de Emily Dickinson -que acaso se encuentre en el libro que lee- y que comienza diciendo:
Si consigo evitar que un corazón se rompa
no habré vivido en vano
Si puedo de una vida aligerar su pena
o calmar su dolor
o alzar a un desmayado petirrojo
de nuevo hasta su nido,
no habré vivido en vano.
De aquí en adelante, un thriller in crescendo va a tener lugar, y uno de esos extraños complots que suelen darse en las altas esferas gubernamentales donde se puede temer lo peor, va tener lugar, llegando a tal punto que alguien dirá que, lo que se está cocinando es nada menos que la III Guerra Mundial. ¿Tendrá razón?
Con LA CASA DE CARROLL STREET, Peter Yates, nos ofrece un filme bastante llamativo, donde consigue demostrar que, el fascismo no terminó con la destrucción de Alemania y el triunfo de los Aliados, pues, consiguió desplazarse hacia otras esferas, donde sus fanáticos y temibles planes de destrucción siguen tan vigentes hoy, como entonces… y aunque todo se planea para que no quedemos con los nervios crispados, la alerta debería despertarnos, pues, nos llama a actuar antes de que tengamos que ver el mundo otra vez en llamas.
El brillante guionista, Walter Bernstein -quien también fuera puesto en la lista negra por la HUAC-, consigue de nuevo una inspirada historia que nos mantiene atrapados de principio a fin y con la que también se saca una espinita, señalando la doblez de uno de aquellos impolutos y nacionalistas senadores cazadores de brujas, que, mientras alardeaban de patriotismo arruinando la vida de grandes talentos, subrepticiamente trazaban planes para llevar al país y al mundo a una nueva guerra.
Kelly McGillis -quien pasaba entonces por el mejor momento de su carrera-, luce estupenda recreando a una mujer de carácter que no sólo pretende salvar una vida, sino que termina llevando hasta las últimas consecuencias la búsqueda de la verdad. Bien seguro, que fue este rol el que luego la haría digna de representar a la aguerrida abogada de Acusados. Junto a ella, Jeff Daniels es el singular agente del FBI, con más corazón que espíritu de policía, quien, atraído por la rebelde que lo han puesto a seguir, termina convertido en su apoyo en ese obstaculizado camino hacia la verdad.
Peter Yates, asegura aquí uno de los buenos títulos de su filmografía y, Walter Bernstein, seguía demostrando que, con muchos méritos, fue uno de los mejores escritores del Hollywood del siglo XX.
Título para Latinoamérica: LA CASA EN LA CALLE CARROLL
Sucede que cuando nos acostumbramos a las cosas que se repiten perdemos el interés por ellas, por mucha importancia que tengan. Por ejemplo las guerras que abren todos los días los telediarios, la corrupción política, las tropelías financieras, las vallas de Melilla, los ahogados en el estrecho…..Alguien ha estudiado que bombardeando a las gentes con información (más o menos manipulada) te cargas el efecto denuncia y la urgencia por poner orden y justicia.
Algo parecido a lo expuesto arriba sucede con el thriller que nos ocupa de Peter Yates. Se ha hablado tanto del impresentable de McCarthy, de la CIA y de la mano negra del poder, de los nazis y sus colaboradores yanquis, que La casa de Carroll Street nos parece un déjà vu, del que solo rescataríamos el sugerente rostro de Kelly McGillis y la inteligente mirada de Jessica Tandy. Tanto nos da que lo que cuenta el guión pudiera ser una trascripción de un documento judicial, a estas alturas ya no creemos en la justicia universal, solo le queda al denunciante sufrir el acoso de los abogados de la parte culpable (amparados desde el inicio en los tribunales del estado, que cobran por escucharte) que te crimininalizarán por: incumplir plazos, defectos de forma, faltar a la honra sin pruebas físicas (las morales no valen) o reincidir en casos caducados. Porque el tiro de Peter no va contra el criminal de guerra que consigue hospitalidad en los USA o cualquier dictadura latinoamericana, va contra los gobiernos que propician estos contubernios, gobiernos en los que, por cierto, no solían faltar judíos. Y llegados a este punto es, amigo Sancho, como si topáramos con la Iglesia: no hay avance, solo nieblas en donde las personas no entran o naufragan si lo intentan.