La campana del infierno
Sinopsis de la película
Tras la muerte de su madre, un joven sale del hospital psiquiátrico donde fue internado por una tía suya. Cuando regresa a su pueblo, lleva a cabo una terrible venganza contra ella y sus tres primas.
Detalles de la película
- Titulo Original: La campana del infierno - La cloche de lenfer
- Año: 1973
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
Película
5.8
26 valoraciones en total
En este film moriría trágicamente el director del mismo Claudio Guerín y sería terminado el mismo por Juan Antonio Bardem. Este director moriría muy joven en el rodaje del film, preparando un plano complicado, Guerín quiso saltar desde el pasadizo a un voladizo de la iglesia en el campanario, pero perdió el equilibrio y cayó al vacío desde veinte metros de altura, murió antes de llegar al hospital. Se había construido en el campanario de una iglesia otro campanario al lado para facilitar el trabajo de rodaje. Este si que es un film maldito.
Una película de de los setenta, medio española y desconocida. Apenas tenía expectativa respecto a ella. Esperaba algo parecido a La noche del terror ciego o a La noche de Walpurgis que se dejan ver, pero tienen sus carencias y limitaciones. Pues no, me llevé una grata sorpresa. Ni por asomo se asemeja a títulos tales.
Nos encontramos, en mi opinión, ante una película de suspense, de thriller psicológico, más que una película de fantaterror español al uso. Ahonda en un personaje muy elaborado, que aporta el desequilibro e inquietud.
La película es un ejercicio muy serio. Con planos largos y buenos encuadres. Incluso alguna toma realmente sorprendente, arriesgadamente picada unas y contrapicada otras, buscando una serie de efectos que no dejan de evocar sino al mismísimo Kubrick.
El guión es bueno. Al principio cuesta un poco meterse en la historia quizá, pero poco a poco va atrapando, y uno entiende mejor las intenciones. Al final todo acaba teniendo sentido. Con sus truculencias y sus diálogos escuetos pero bien sopesados va avanzando la trama, bien urdida y con un inesperado final (más en spolier).
En definitiva, un gran trabajo de éste director que tristemente falleció en el propio proceso de grabación de ésta película, y que deja a uno con la sospecha de que tenía el talento para haber podido ser un grande del cine español. Una película que, creo, sorprenderá gratamente por sus virtudes, su solidez, y buen hacer. Sin duda, merece la pena su visionado.
Desgraciadamente, La Campana del Infierno (La Campana del Infierno, 1973) ha pasado a la historia del cine español dentro de la categoría de películas malditas. Su director, el joven cineasta Claudio Guerín, quien sólo había realizado un par de películas anteriormente, falleció trágicamente durante el rodaje, cayendo del campanario donde se estaba rodando una de las tomas del filme. Precisamente, la iglesia donde se estaba rodando dicha secuencia, ya arrastraba consigo una leyenda negra. El cineasta Juan Antonio Bardem fue el cineasta llamado para completar los últimos detalles. Pero dejando el halo misterioso y trágico, lo cierto es que La Campana del Infierno es una de las mejores películas de terror que se han rodado en España.
Y puede perfectamente, que el filme sea la excepción que confirma la regla. Digo esto porque la película de Guerín poco tiene que ver con las películas de terror españolas que se estaban realizando en aquellos momentos, lo que posteriormente se conocería como un subgénero propio, el fantaterror (Que tiene a Paul Naschy como mayor icono). Más bien al contrario, el filme de Guerín es realmente inclasificable, donde predomina el tono onírico y la vertiente psicológica, mucho más que la mascarada o la leyenda folklórica aderezada con efectos especiales de serie B, tan prototípicas del subgénero.
Ya para empezar, el inicio es totalmente desalentador para el espectador, que no entiende lo que está viendo. En una secuencia extrañísima observamos a nuestro protagonista, interpretado por Renaud Verley, quien sale de un extraño lugar (luego nos enteramos que se trata de un hospital psiquiátrico) para volver a ver a lo que queda de su familia, tía y sobrinas (no es casual que lo que le resta sean todo miembros femeninos). Sin embargo, la relación entre el joven y los demás protagonistas no es ni muchos menos una relación amistosa. Poco a poco, el espectador irá descubriendo algunos aspectos espeluznantes.
La atmósfera surrealista del filme está tan bien elaborada que es en este aspecto donde se nota la diferencia con otras películas coetáneas de terror. Por ese mismo motivo, uno no puede parar de preguntarse qué habría sido de la carrera de Guerín si no se hubiera interrumpido de manera tan desgraciada. La puesta en escena no parece la de un director novato, sino todo lo contrario de un director veterano que se está divirtiendo experimentando con diversos recursos cinematográficos, que demuestran la influencia de corrientes cinematográficas coetáneas. La descripción del pueblo, aunque apenas tenga una importancia crucial, está perfectamente desarrollada por el cineasta. Buen ejemplo es la secuencia de la caza, donde el cine de terror y el de toque personal de cineastas oníricos como el de Buñuel se mezclan. Lo que aparentemente parece una secuencia pasajera, como es el encuentro entre una joven y unos cazadores, se acaba convirtiendo en una muestra oculta de la pulsión más instintiva del ámbito rural. Por eso mencionaba Buñuel, quien era muy dado a utilizar este tipo de secuencias aparentemente absurdas e incoherentes con la trama principal, pero que en realidad guardan un sentido mucho importante. Con Sólo esta secuencia, el director es capaz de reflejar el estado de una comunidad, en este caso, un pueblo corrupto hasta las entrañas.
La película también tiene un claro mensaje de confrontación ideológica entre varias generaciones. El protagonista es una clara alegoría de la nueva juventud española, mucho más abierta de mente que la de sus antecesores. En cierto momento del filme, el propio protagonista principal asegura haber practicado el sexo libre fuera de Europa, mientras que su actitud choca frontalmente con las anquilosadas tradiciones rurales. En contraposición tenemos el tiránico personaje interpretado por la actriz sueca Viveca Lidfors quien nos evoca incluso al personaje principal de la célebre obra teatral de Federico García Lorca, la Casa de Bernarda Alba. Nuestra protagonista es la encarnación de los valores más tradicionales, como constantemente nos demuestran los diálogos en los que le espeta al joven las temeridades y vicios que le han llevado hasta su situación. Es evidente que el cineasta nos introduce entre la relación de estos dos personajes algo más que para un recurso narrativo, sino que tiene claras connotaciones políticas, pues se puede comparar perfectamente las diversas generaciones del filme con las mismas que nos encontrábamos en la España de aquellos momentos.
Evidentemente, también nos encontramos algunos defectos, aunque ciertamente menores. Quizá se puede afirmar que la película tiene una lírica que en ocasiones se acaba desbordando y el argumento peque de ser excesivamente recargado.
https://neokunst.wordpress.com/2015/10/29/la-campana-del-infierno-1973/
Interesantísima cinta del malogrado director sevillano, que perdió la vida cuando intentaba planificar una de las últimas secuencias de la película desde el campanario de Noia (A Coruña). Tras su visionado no tardé en preguntarme qué cotas podría haber alcanzado este cineasta a tenor de lo que fue capaz de mostrarnos en este último trabajo.
Es un thriller psicológico alejado del cine de terror que solía verse en España en la década de los 70, el cual presentaba grandes lagunas en sus guiones, y una previsibilidad molesta que sólo buscaba entretener con sangrientas y desagradables escenas. Este es un caso diferente: un ejercicio muy personal de Guerín que cautiva desde el inicio. Tiene reminiscencias de Peckinpah ( Perros de paja ), Argento y sus giallos, especialmente de su ópera prima Rojo oscuro y hasta del mismísimo Amenábar con Los otros , por la inquietante atmósfera rural donde se desarrolla la acción. Pero no trata en absoluto la violencia como el californiano ni la intriga como el italiano, porque no estamos ante un giallo. Y por supuesto que el estilo de Amenábar no era el de Guerín. Lo que pretendo decir es que esta película guarda aspectos de todas ellas, aunque realmente Claudio Guerín realiza una composición absolutamente original en el fondo y en la forma.
La meticulosidad y el perfeccionismo que decían que tenía el director cuando estaba tras la cámara se observan cuando vemos los travelings y los planos que aparecen. Son de un estudio previo nada usual para la forma de hacer cine en la España de entonces. El guión de Santiago Moncada contribuye a estar pegado a la pantalla y la interpretación del protagonista, Renaud Verley, es magnífica.
Estamos pues ante un título obligado para los amantes del cine de terror, que pese a que dentro de nuestras fronteras no tuvo el éxito esperado, fuera de ellas se convirtió con todo merecimiento en película de culto. Doblemos, pues, las campanas como homenaje a Claudio Guerín Hill, que pese a su prematura muerte dejó la huella imborrable de su talento y pasión por el cine.
El día 16 de Febrero de 1973, mientras preparaba un plano en el último día de rodaje de La campana del infierno , en el pueblo gallego de Noya, cayó desde la torre de la iglesia Claudio Guerín, falleciendo momentos después. Ésta es, pues, su obra póstuma, y entristece pensar que aquel desgraciado accidente privó al cine español de un realizador que, por su edad y su sólida preparación cultural y técnica, nos podría haber dado, con el tiempo, una obra personal importante.
Su primer largometraje La casa de las palomas ,(anteriormente había participado en un film, compartido con Egea y Erice) fue una obra osada, de gran éxito de público, pero de tono pedante y pretencioso. Y su segundo y último, La campana del infierno es, a mi juicio, un gran paso hacia adelante, donde el empacho y la retórica de su obra anterior es sustituída por una realización muy segura y brillante. Adviértase con qué pocos elementos logra crear un ambiente misterioso, una expectación entre onírica y mágica en la escena de la entrada de las tres hermanas a través de la niebla, y, cómo sin prescindir de cierta dosis de crueldad y erotismo, sabe añadir unos toques personales de fantasía en la puesta en escena.
Su estilo penetrante y distanciador, y el montaje fragmentado, donde se nos enseña antes el efecto que la causa, invitan a una participación activa en este juego cruel, esta historia de una venganza que acabará destruyendo al propio protagonista, quien representa una generación más libre, frente a otra, fosilizada entre viejos tabúes y falsa moral. Al logro total de esta interesante película coadyuvan la fotografía, la banda sonora y la interpretación. Si nunca Renaud Verley nos pareció tan convincente, hay que ponerlo también en el crédito de este malogrado realizador español que se llamó Claudio Guerín Hill.