La boda de Tuya
Sinopsis de la película
En la Mongolia más rural y profunda, Tuya (Yu Nan) es una joven mujer que lucha por cambiar su destino, intentando sacar adelante a su marido, tullido, sus dos hijos y su rebaño de ovejas. La presión que ejerce el Gobierno para que los pastores mongoles abandonen su tradicional vida nómada es cada vez mayor. Tuya es guapa, fuerte y testaruda. Cuida de sus animales y su familia en Mongolia Interior. Rehúsa abandonar sus pastos pero el esfuerzo prolongado le pasa factura y cae enferma. La única solución es divorciarse de Bater, su marido, y volver a casarse para poder seguir adelante. No son pocos los pretendientes, pero ninguno quiere aceptar la condición que Tuya impone. No busca a alguien rico, apuesto o inteligente. Solo pide que cuide de sus hijos y, sobre todo, de su marido Bater…
Detalles de la película
- Titulo Original: Tu ya de hun shi aka
- Año: 2006
- Duración: 92
Opciones de descarga disponibles
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Opinión de la crítica
7
79 valoraciones en total
Me ha recordado la genial La historia del camello que llora , ´que también sucede en Mongolia.
Aquí se ve la poca importancia de las formas y que el fondo es lo básico.
Está llena de ternura, humanidad, y con un guión interesantísimo y muy bien urdido, que nos habla del amor. Te llega muy adentro.
Como es semidocumental disfrutas viendo la cultura de los mongoles. Y también te quedas boquiabierto con la extraordinaria fotografía de los paisajes de ese pais.
Conforme avanza mejora. Encima la actriz principal (afortunadamente desconocida, lo que hace más real su personaje) está formidable, en estado de gracia.
Que pena que nos lleguen tan pocas películas de estos paises…
Como ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín del año pasado, la obra del cineasta chino Wang Quan An se estrena ahora en las pantallas españolas acompañada de un halo de sencilla naturalidad. Y es que ‘La boda de Tuya’ presenta a unos personajes que demuestran la insólita perseverancia de aquel que no se pliega ante las leyes impuestas por el entorno, la cautivadora estepa mongola ejerce aquí su poder de fascinación para remarcar unas condiciones de vida regidas por el sacrificio y la reciprocidad de esfuerzos.
Tuya, la protagonista, personifica dichos valores: la incapacidad física de su marido le obliga a desempeñar un rol patriarcal, en atención a sus dos hijos. Una labor en continua interacción con la naturaleza, donde el agua reitera su categoría de bien preciado y donde la austeridad del contexto en el que se desenvuelven establece emotivas relaciones personales. Tuya ha de afrontar un papel abrumador, que le exige un sobreesfuerzo que, finalmente, le provoca lesiones cervicales: es ahora cuando se desencadena la acuciante necesidad de encontrar un hombre que lleve el peso de la casa.
El pastoreo de ovejas o la construcción de un nuevo pozo conforman un estilo de vida que choca frontalmente con otro guiado por pretensiones capitalistas, ahí se halla la encrucijada para Tuya, ser fiel a los principios que han regido su vitalidad o, por el contrario, emprender caminos hasta ahora ignorados.
Encantadora y devastadora historia de una mujer que no puede huir de la existencia difícil y triste que vive en la China mongola. El reflejo de sentimientos y sensaciones a través de los ojos de la protagonista refleja una forma de hacer cine muy alejada de la grandilocuencia de otros directores chinos. Esos ojos de la protagonista, esas lágrimas, esos sufrimientos por los que tiene a su lado transmiten realismo y profundo sentimiento. Al nivel de Gong Li al principio de su carrera cinematográdica junto a Zang Yimou, Yu Nan ahonda ese sentimiento hacia su marido lisiado y hacia sus hijos que dependen de ella. La trasposición de esta historia a este paisaje abrumador ayuda al convencimiento de esta sincera historia.
El nombre de Wang Quanan seguramente cogió a más de uno fuera de juego cuando el pasado febrero se alzó con el Oso de Oro en Berlín por delante de gente como Soderbergh, De Niro, Ozon, Rivette, Menzel o Park Chan Wook. Lo cierto es que no es de extrañar, Tuya de hun shi es su tercer film y si exceptuamos su país de origen, China y Francia que ha venido siendo receptiva a sus películas, pocos más habrán caído en la cuenta de este realizador, seguramente también ante la saturación de cine asiático reciente (de media alta hay que puntualizar). La principal baza de la película, lo que la ensalza es la frescura de sus ideas, su originalidad enraizada en el costumbrismo mongol, en la desgraciadamente no tan corriente necesidad de contar cosas, en el personaje humano de Tuya, centro lógico de la historia. Por momentos la historia de Tuya pasa por el aspecto de cine de realismo mágico, de personajes encantadores (tal vez demasiado buenos aunque las pasan canutas), aspecto que la aleja de ese otro cine asiático más intelectual y de autor más propenso a ocultar mensajes bajo llave mientras que aquí se hace todo más patente en busca de una emotividad más directa. Y por otros la historia de Tuya (y creo que son sus mejores momentos) se asoma a la tragedia, al poso dramático de una realidad más que dura, dolorosa, a los designios de un matrimonio condenado a dividirse para sobrevivir, a la imposibilidad de mantener el amor, a defender las virtudes del alma frente a los golpes del destino. Le falta a mi entender un posicionamiento más arriesgado, más sutil, aunque deja escenas de gran calado y es básicamente una historia digna de contar que nadie antes había contado.
Cuando fui invitado a la boda de Tuya, pensé que iba a encontrarme con otra boda más. De esas iraníes que los espectadores ya conocemos casi de memoria. Llena de tristísimas intervenciones, de largos soliloquios con micrófono en mano, de duras presentaciones y situaciones precarias. Me imaginaba una boda asfixiante, de esas en que los novios te cogen y ahogan a los comensales hasta sacarles las últimas lágrimas.
Pues no. La boda de Tuya respira y deja respirar. Es una historia sentida, cuyo guión no cae en llenar el banquete de penurias y desgracias, donde la fotografía no se ciñe a sacar lo más cruento de la miseria sino que explora un paisaje casado con lo que nos están contando. Tuya respira cuando mira a la cámara, la cámara respira con lo que nos está contando y nosotros respiramos cuando la película termina. Es la última exhalación que deja el buen cine. Satisfacción por esas pequeñas gotas que de vez en cuando caen.