La boda de mi mejor amiga
Sinopsis de la película
Annie (Kristen Wiig) es una treintañera soltera del Medio Oeste, con una vida sentimental más bien precaria, a la que Lilliam, su mejor amiga (Maya Rudolph), le pide que sea su dama de honor. Sin embargo, aunque nunca ha ejercido esa función, la pobre se esfuerza por dárselas de snob en la fiesta anterior a la boda. Mientras tanto, otra amiga de Lillian (Rose Byrne) hará todo lo posible por arrebatarle el papel a la inexperta Annie.
Detalles de la película
- Titulo Original: Bridesmaids
- Año: 2011
- Duración: 125
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Opinión de la crítica
Película
5.7
93 valoraciones en total
Debido a la similitud entre los títulos de esta película y la legendaria La boda de mi mejor amigo protagonizada por Julia Roberts, cualquiera podría pensar que se trata de un remake de la misma. Sin embargo, toda la culpa la tienen una vez más los traductores españoles, pues el título original de esta picante y sustanciosa película es Bridesmaids , que poco tiene que ver con la antes mencionada La boda de mi mejor amigo , aparte de la obviedad de que hay una boda.
También ha sido comparada con la exitosa Resacon en las Vegas , considerándola algunos como respuesta femenina de la misma. Sin embargo Bridesmaids se alza como una película fuerte, independiente y segura que se rie a la cara de aquellos que la tachan de comedia romántica . Del mismo modo que un huracán, esta película entra en la cartelera pisando fuerte y echándo por tierra todos los clichés.
La historia gira en torno a Annie, una mujer fracasada, deprimida e infeliz. Cuando Lillian se compromete y le pide que sea su dama de honor, Annie acepta inmediatamente. Pero la primeriza alegría que siente por su amiga se convierte en veneno al chocar estrepitosamente con la realidad de su propia vida … que consiste en tener casi 40 años sin dirección, deprimida y sin un centavo. Annie se siente excluída, especialmente después de conocer el resto de la corte nupcial. La perfecta, hermosa, controladora Helen compite para obtener el estatus de MEJOR AMIGA PARA SIEMPRE. La prima Rita está infelizmente casada y disgustada con sus tres hijos. Becca, una recién casada, está luchando para ajustarse a la felicidad matrimonial . Y Megan esta literalmente obsesionada con el sexo, es descarada y muy poco discreta. Así que mientras Lillian está atrapada en el torbellino de la planificación de la boda, a Annie la corroe la envidia, y en lugar de tragárse su frustración y apoyar a su mejor amiga, decide egoístamente desahogarse sin contemplaciones.
Bridesmaids es la primera película amigablemente femenina del productor Judd Apatow, uno de los culpables del rango de comedias como Vírgen a los 40 . Y, de hecho, su firma habitual de humor grotesco, lenguaje vulgar y conducta despreciable está escrita claramente en cada fotograma de esta película, a veces en letras mayúsculas. Todo gracias a este grupo de mujeres cuyas personalidades disímiles darán origen a todo tipo de situaciones grotescas y potencialmente entretenidas que hará que muchas se relaman de placer.
Lo mejor de esta película es el spoiler . En él aparece todo lo aprovechable, en lo que a humor se refiere de este filme, 10 segundos.
El resto de las dos horas es un batiburrillo de topicazos de pelis anteriores, con un guión de parvulario y un humor zafio que más que risas provoca arcadas y diarrea.
Es un ladrillazo directo a la cabeza, es un vómito continuo que poco a poco consigue revolverte el estómago y hacer que expulses hasta la bilis.
Ni siquiera mi pareja, gran consumidora de este tipo de películas, le vi apenas sonreir en lo que se vendía como la gran comedia del año.
El problema es que se suele confundir muchas veces el humor o la comedia con el culo, caca, pedo, pis y eso solo funciona cuando tenemos 3 años o somos unos guarros.
El guión es una puta basura y te martilletea sin descanso pidiendo la muerte de alguien, de ellos por haber parido semejante ñordo o la tuya propia para terminar con el sufrimiento.
Cierto sector de la crítica especializada se ha empeñado en venerar al productor Judd Apatow (Supersalidos, Virgen a los 40) como vaca sagrada de la nueva comedia gamberra de calidad, deudora de los filmes ochenteros de John Hughes y devota de su adolescente irreverencia. No comparte uno, sin embargo, ese fervor cinéfilo por unas películas que, a mi juicio, acuden al chiste fácil y a menudo cuartelero fingiendo disfrazarse de algo más consistente, pero revelando su insoslayable vaciedad a los diez minutos de metraje.
La película que ahora nos ocupa posa su mirada en Annie, una treintañera solitaria y algo amargada cuya mejor amiga, Lilliam, a punto de casarse, le pide que sea su dama de honor. Tal premisa desencadena pronto una sucesión de disparatados episodios donde la zafiedad prima sobre la inteligencia y lo plano del guión se impone con decidida soltura a cualquier atisbo de originalidad. Vuelvo a comprobar con más bochorno que sorpresa cómo este tipo de películas recurren una y otra vez a la escatología más burda con la dudosa intención de producir hilaridad, sin conseguirlo, y fíjense si no, los que se decidan a ver la película, en la secuencia de la tienda de ropa, verdadero prodigio del humor más marrón y primario.
Causa el mismo desencanto comprobar cómo los personajes que pueblan tan excesiva obra, femeninos en su mayoría, hacen gala de un frikismo ramplón y estridente que no contribuye en modo alguno a que nos sintamos atraídos por sus hazañas. Supongo que es marca de la casa Apatow deslizar en las tramas de sus películas momentos de cierta trascendencia emocional para suavizar tanta carcajada incontenible, pero ni siquiera ese poso agridulce logra hacernos creíble semejante desmesura.
Una película sin gracia que naufraga, pues, en su propia pretenciosidad, merced a un guión que hace aguas por todos lados repleto de diálogos previsibles y carentes del menor ingenio. Más de lo mismo.
Hay pocas ocasiones en las que no te duele gastar siete euros en una película y La boda de mi mejor amiga (horrendo título), es una de ellas. En mi casa suelo ver todo tipo de cine para cultivar la afición cinéfila, explorar nuevas filmografías o descubrir directores, pero lo cierto es que cuando arriesgo mi pecunio en acudir a las multisalas, lo que busco es, ante todo, pasármelo en grande.
Dos horas y pico de descojone sin duda no es mala inversión: y esto es lo que Kristen Wiig y sus secuaces cómicos consiguen con una comedia de las que instauran tendencia. El guion, escrito por la propia Wiig, no da tregua al hipotálamo y el descojone anda a la par con un obvio cariño hacia unos personajes fácilmente reconocibles e incluso en cierto modo, adorables. Todos pivotan en torno al formidable duelo entre Annie, una fracasada según todos los parámetros sociales y Helen, la doña perfecta a la que todo le sale bien. Una pareja hecha en el infierno ¿o no?.
La galería de secundarios es impagable, al igual que la incansable sucesión de puntazos que tocan casi todos los palos humorísticos, desde el gag delirante hasta la escatología más salvaje, apostando también por la ironía de tiros largos y los hachazos entre líneas. Del jijiji, al jejeje, al JUAS, JUAS, JUAS y puntualmente, el siempre agradecido, ¡AY DIOS!
Atentos a los próximos años: Bridesmaids creará escuela. No tanto por presentar a mujeres haciendo el guarro y diciendo tacos, sino porque agrega un nuevo y sabroso ingrediente al consabido potaje del género: el potencial cómico de las neuras femeninas.
Pese a su título no se sitúa en una revisión lésbica de La boda de mi mejor amigo de P.J. Hogan pero su primera secuencia y diálogos inaugurales podrían remitir a Sexo en Nueva York. Incluso alguna imagen a cámara lenta posterior nos remite a una versión femenina de Resacón a las Vegas. La boda de mi mejor amiga, traducción de Bridesmaids (dama de honor), parece una respuesta a las críticas que recibieron las producciones de Judd Apatow, calificadas de machistas. Ahora son ellas las que protagonizan absolutamente una propuesta que se asemeja en cierta manera a las películas que había dirigido el director de Virgen a los 40 con una protagonista claramente solitaria tocando fondo.
El personaje principal, una looser a la que abandonó su novio y por la que tuvo que cerrar su amado negocio de tartas (aquello que sabía hacer y con lo que disfrutaba y daba sentido a su vida), se encuentra en horas bajas. Se aferra al pasado: a la infancia de su mejor amiga, el paso a formar una nueva relación duradera… Hay que cambiar, clara sintomatología de la nueva comedia americana con la clarividencia y bandera de Apatow y compañía. Improvisación al poder y vía libre para nuevas rutas cómicas que pasan, como todo en viaje, por caminos ya vistos y recorridos anteriormente: desde la escatología al vómito y pedorreta, todo vale.
Pero el secreto aquí está en la masa: en ese dibujo de la comedia trash marcada por largos tiempos de exposición en duraderas secuencias que generan excelentes momentos desde la improvisación. Pero también, aparte de masa, son necesarios ingredientes y los fichajes del humor británico de Matt Lucas (Little Britain) o Chris ODowd (The IT Crowd) son un buen síntoma de abrirse hacía nuevas referencias aunque se enclaustra en los clichés grupales: roles de la agresiva bruta, la cándida, la elegante-doña-perfecta y antagonista, la lasciva…
Adolece de los defectos de las comedias Apatow en cuanto duración y alguna secuencia alargada y aisalada en innumerables gags y resortes cómicos, como el viaje en avión donde se van diez minutos de metraje. La tijera mejoraría el peinado de la novia y sus damas. Esperemos que This Is Forty pase por la peluquería.
En el fondo (y en la vida) todo es un engaño (o auto-engaño para los optimistas). El ‘Hold on’ de Wilson Phillips ya no es lo que era porque hay que madurar y avanzar. Cambiar y enfrentarse a la vida y a la nueva comedia norteamericana que nos pide claramente matrimonio. Va en serio. Lancen las flores o huyan porque tenemos nueva novia en el firmamento.