Juncal (Miniserie de TV)
Sinopsis de la película
Miniserie de TV de 7 episodios. El mundo de los toros visto a través de las inolvidables andanzas de un simpático truhán. A José Álvarez Juncal , un famoso torero de los años 50, una grave cornada lo apartó del mundo del toreo, pero le dejó una distinguida cojera. En la plenitud de su carrera, contrajo matrimonio con Julia Muñoz, hija de una rica y tradicional familia cordobesa, que se encaprichó del diestro más por su apariencia que por sus virtudes. La unión fue breve: Juncal la abandonó, dejándole dos hijos, y se instaló en Sevilla, donde le dio cobijo Teresa. A pesar de su edad, para él los toros y las mujeres siguen siendo las únicas coasa importantes. Después de muchos años, Juncal se pone en contacto con su hijo, un novillero de moda rico y poderoso, en el que ve la posibilidad de volver al mundo de los toros.
Detalles de la película
- Titulo Original: Juncal
- Año: 1989
- Duración: 398
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Opinión de la crítica
6.6
59 valoraciones en total
El rasgo más característico de la tauromaquia es que es real. No se juega a burlar al animal. Se le da muerte inmisericordemente ante el aplauso del gladerío. También hablamos de un arte donde no cabe el aficionado precoz. El gusto por los toros es cosa de toda una vida. Son dos aspectos, su atrocidad y su complejidad, que alejan a todos los aficionados potenciales que pudieran dar relevo generacional, modificar, modernizar, engrandecrer y evolucionar la tauromaquia. Al mismo tiempo, los intereses empresariales en su más chusca expresión, según los aficionados, han convertido la fiesta de los toros en un auténtico paripé. Lean las crónicas de la Feria de Abril de 2010, o San Isidro. Desastroso. Lean a los aficionados lamentarse enchando de menos las corridas penosas de los años ochenta a manos de toreros obreretes de la lidia, un auténtico manjar comparado con lo que hoy en día se cuece. Por estos tres motivos, porque hiere la sensibilidad, porque entenderla es incompatible con la mentalidad de la satisfacción instantanea actual y porque está secuestrada por intereses económicos refractarios a la autenticidad del festejo, los toros van a desaparecer. Aunque el nacionalismo español los sustente como pueda.
Pero el toreo ha levantado auténticas pasiones. Hablamos de una danza, de una estética del movimiento, irrepetible en cada número, donde se enfrentan la vida y la muerte, el hombre pone el arte ante la bestia que quiere embestirlo. Un gusanillo, un intríngulis, que cuando se apodera del aficionado, da lugar a una explosión verbal, narrativa y poética. Discusiones interminables, artistas de lo taurino, un universo abierto de expresiones asociadas al toreo que, como digo, muere definitivamente.
Juncal personifica este amor a la tauromaquia. Esta pasión. Aunque es impresentable, vividor, muerto de hambre, mentiroso, mujeriego irredento, débil en todos los aspectos, hombre total y absolutamente banal, está aferrado a una verdad superior: los toros. Por ella vive y muere. En la serie, dentro de estos parámetros, se cuenta su redención.
La serie Juncal viene a decirnos que que el arte y la cultura, por si solos, pueden poner de pie, firme, hasta la existencia más patética. Dignifican. Diluido el conjunto en la particular idiosincrasia española y andaluza en particular, con ecos del Quijote y la novela piscaresca en cada escena, no hay lugar a dudas de que nos encontramos ante un trabajo genial. Sobre todo por que aconteciera en el formato de la televisión, donde la mediocridad, en el sentido de tener que hacer una media -gustar a muchos- tiende a abaratar las propuestas.
El éxito de la serie fue absoluto. Actor y personaje se fundieron. La gente abordaba a Paco Rabal por la calle para ofrecerle ayuda, como si fuese Juncal, o invitarle a algo. Se repitieron sus frases por doquier y, en definitiva, se logró un producto complejo y singular que devoraron todos los públicos. El pináculo de una tarea creativa.
Sin apasionamiento y sin mucho amor precisamente por el mundo de los toros, no se puede negar que Juncal tiene demasiados ingredientes como para pasar desapercibida. En primer lugar, el nivel de de su reparto es increíble, Manuel Zarzo, Emma Penella, Fernando Fernán Gómez, María Luisa Ponte y un amplio etceterá.
Mención especial para Paco Rabal y Rafael Álvarez. El primero realiza uno de los mejores trabajos de su carrera, amplia y dilatada. El Brujo , por su lado, hace un trabajo de gregario excepcional, al servicio en todo momento de la primera estrella. Pocas veces hemos visto una complicidad semejante y una admiración tan sentida, funcionando los diálogos de ambos con la precisión de un reloj suizo.
Una historia de picaresca y de un perfil de persona en peligro de extinción. Juncal es una figura extraña, no sabemos si nos gusta o nos repele, pero siempre nos interesa. Rabal compone, crea y diseña un personaje de los llamados a perdurar. Comenzó siendo un pequeño corto, pero hubo algo desde el minuto uno que convenció a la TVE de hacer una mini-serie, afortunadamente así fue.
Jaime d Armiñán compusó un relato taurino extraño, que los amantes de esta manifestación prácticamente veneran, mientras que los que permanecemos ajenos a ella, aceptamos como un buen ejercicio televisivo, un acercamiento de la pequeña pantalla al ruedo con tranquilidad y veteranía. Tal vez la sería vaya de más a menos durante su evolución, pero refleja con maestría la tristeza del ocaso y la sonrisa de la buena nostalgia.
Interesante de recuperar.
Esta serie de TVE, compuesta por siete capítulos, es sin duda una de las mejores producciones que sobre la vida de un torero, el ambiente taurino y la fiesta del toreo se han hecho en toda la historia (por no decir la mejor). La serie Juncal es excelente por varias razones. Una, porque nos acerca a los sentimientos que sienten las personas que gustan y aman la fiesta de los toros o del toreo, una fiesta española que se ha exportando a América Latina, a Francia y a otros lugares del mundo. Dos, porque los actores que interpretan los diferentes papeles de la narración están a cual mejor y luciendo un realismo despampanante, empezando por el magnífico Francisco Rabal (como Juncal), Rafael Álvarez (como Búfalo ), Emma Penella (como Teresa) o Carmen de la Maza (como Julia Muñoz), en especial estos cuatro bordan sus personajes con encaje de seda y oro. Tres, porque, nos cuenta una historia muy humana y entrañable, se mire por donde se mire, acerca de un torero viejo, derrotado por la vida, que tiene mucha jeta, es un sinvergüenza, un mujeriego, un vividor del carpe diem , cuando se ve con los achaques propios de la vejez y trata por todos los medios de buscarse un lugar seguro, familiar, donde hallar cobijo, consuelo y jubilación auténtica a la espera de la muerte. Y por último, porque además esta serie cuenta con una música y un pasodoble que se creó para la misma que son una maravilla y se han constituido con el tiempo en unos de los más preciosos, oídos y tarareados pasodobles de la tradición española. El autor a quien debemos esta preciosa obra musical es el compositor Enrique Pareja Bosch, y la versión cantada que oímos durante los inicios de cada capítulo de la serie se la debemos al dúo femenino Vaina Doble que formaban Carmen Santonja y Gloria Van Aerssen, colaboradoras del genial Jaime de Armiñán en diversos trabajos fílmicos. He aquí la letra del mismo:
Vainica Doble
Juncal
¿Quién es la maravilla
Que arma la marimorena?
Un torero de Sevilla
Con sangre murciana en sus venas.
A Dios le rezo y pido
Que le acompañe en la arena
La Virgen de los Peligros
Y también la Macarena.
Juncal es un torero
Más artista que Belmonte,
Más valiente que Espartero,
Triunfal con el capote,
Genial banderillero.
Juncal es el lucero,
Más brillante de la plaza,
Más valioso que el dinero,
La sal de nuestra raza,
Arrogante y bandolero y muy cabal.
Juncal es un torero
Más artista que Belmonte,
Más valiente que Espartero.
Juncal es el primero,
Juncal es el primero.
Juncal, el caballero
Ante el cual todos los hombres
Nos quitamos el sombrero,
Juncal es el torero ¡Olé!
Genial, inmortal ¡y Olé!
¡Olé, Olé tu salero!
No tienes rival ¡y Olé!
En la Fiesta Nacional.
Fej Delvahe
La mejor serie española de televisión de todos los tiempos. Francisco Rabal es José Álvarez Juncal, matador de toros, y José Álvarez Juncal es Francisco Rabal. No podía ser otro.
Excelente reparto e interpretaciones, excelente historia de arraigo, auténtico humor socarrón al más puro estilo español, personajes de la madre Patria pintorescos, acento andaluz de lo más salado, espíritu burlón y picaresco como el del siglo de Oro de la letras en España.
Estilo, maestría en las escenas, marcando los tiempos, con naturalidad, elegancia, las mujeres andaluzas representadas con toda su belleza y misterio. La Córdoba del Julio Romero de Torres, de la tranquilidad, del sol, del fino, de las tardes de toros, de la poesía.
-Búfalo… Te acuerdas…
-Claro que sí, maeztro…
Juncal, vividor, mujeriego, jugador, torero, gitano, español, feo, católico, embustero… Le pilla todo. Una serie para siempre.
Confieso que soy el típico madrileño esaborío que ni va a los toros, ni bebe vino ni conoce Sevilla. Pero después de ver Juncal, he decidido cambiar mi vida radicalmente: lo primero, a hacer un curso de cata de vinos, a ser posible en Triana, y luego a sacar un abono para la Maestranza.
Tal es el poder de transmisión cultural que tiene esta serie.
La historia de Jaime de Armiñán es estupenda, y los actores son todos glorias nacionales. Algún malintencionado dirá que Paco Rabal hace de sí mismo, pero bueno, ¿y qué? El caso es que está mayúsculo. Su personaje enamora. Tiene unos monólogos que se te abren las carnes.
Rafael Alvarez no le va a la zaga. Su personaje de Búfalo es a ratos pícaro, a ratos tierno y a ratos gracioso, pero siempre sencillo, y siempre da en el clavo. La amistad entre ambos personajes es un trasunto de la relación entre Don Quijote y Sancho, siendo aquí Juncal el equivalente del Quijote, y Búfalo el de Sancho.
La cosa va de toros. Si la tauromaquia te asquea y escandaliza, esta serie no es para tí. Pero si la fiesta nacional no te da ni frio ni calor, es muy posible que después de verla te acabe interesando un poco más que antes.
Esta serie es una hermosura. Si la ves, tú también te enamorarás de Juncal, de Búfalo, de la Nona (una Lola Flores en estado de gracia) y del padre Camprecios (Fernando Fernán-Gómez a la enésima potencia).
Si ves la edición en dvd de Televisión Española, no te pierdas los extras: incluyen una tertulia de tema taurino moderada por Fernando Sánchez Dragó en el año 1989, cuando se emitió la serie. Es muy interesante.