Jauja
Sinopsis de la película
En la antigüedad, se creía que Jauja era una tierra mitológica de abundancia y felicidad. Se emprendieron muchas expediciones para tratar de encontrar el lugar y comprobarlo. Con el tiempo, la leyenda creció desproporcionadamente. Indiscutiblemente, la gente exageraba, como de costumbre. Lo único que se sabe con seguridad es que todos aquellos que intentaron encontrar este paraíso terrenal se perdieron.
Detalles de la película
- Titulo Original: Jauja
- Año: 2014
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
Película
5.8
28 valoraciones en total
Jauja, el experimento de Lisandro Alonso protagonizado por Viggo Mortensen.
Os voy a ser sincero: estoy desconcertado.
De este metraje sólo he entendido las formas. No he entendido el mensaje, ni la historia, ni la situación, ni siquiera el ritmo, o ese aplauso generalizado de la crítica profesional.
Quizás es culpa mía. Puede que aún no esté receptivo para semejante obra de arte y el síndrome de Stendhal tenga que esperar.
Con Viggo Mortensen como una especie soldado enviado a una tierra única, y con su hija como segundo foco de nuestra atención, nos encontramos ante una especie de western espiritual, plagado de silencios y algo abstracto. He de reconocer que visualmente es magnífico, que transporta al espectador hacia un mundo desconocido, pero la mejor de las armas de la película es una de doble filo. El uso y abuso de los silencios, de esa pretenciosa espiritualidad que hace que me aleje muy mucho de la emoción y el sentimiento. No me ha tocado.
En definitiva, intento fallido el del Sr. Alonso por emplear muchos esfuerzos en llegar sin mostrar, dejando otros muchos aspectos en el tintero que se echan de menos.
Relativamente pocos, y bellos, y largos, y estáticos planos para mostrar la esencial soledad del Hombre (casi siempre el simpático Mortensen) frente a la Naturaleza (desolada, virginal y salvaje).
Érase una vez hace mucho tiempo en la Patagonia un capitán danés, su guapa y adolescente hija, su enamorado, el patán maduro que la pretende y un envarado petimetre que aparece más tarde. Y los cabezas de coco como amenaza y enemigo al que exterminar.
El resto es silencio… y hermosos parajes.
Lo que falta es la vida (humana), una historia mínima (¿ Centauros del desierto ?), dos o tres diálogos y un par de truculencias no evitan el hastío, el triste y patético deambular de Vigo hacia la nada, que venía de ningún lado y va hacia ninguna parte, perdido en tierra de nadie, que no recuerda gran cosa y se le acaba olvidando todo.
La historia comienza con un realismo adusto y austero, pictórico y pintoresco, interesante. Pero avanza y pierde pie. Nos adentramos en una abstracción metafórica, pedestre y tosca, en terreno de encantamientos, brujas sabias, cuevas milagrosas, tiempo sin tiempo y sueños decantados, una aridez fabulesca, inane, rala, hambrienta de sustancia, aguada, que casi ni prueba el pan (sería demasiada ordinariez), muerta en su deseo de perfección formal, en su, en verdad, falta de riesgo real, al quitar tanto que se nos escapa todo de las manos, que el enfermo se nos muere, entre boqueadas de desesperación, pidiendo a gritos calor, afecto, algo de humanidad, algo que contar/decir.
Pues eso, lo pone todo al despojamiento formal y se acaba perdiendo en la nadería impostada.
Propuesta radical, extraña y hermética, para algunos obra maestra, para otros (probablemente mayoría) un bodrio. A mí me ha seducido – eso sí, reconozco que iba con conocimiento de causa-.
Estamos en tiempos de la conquista del desierto de la Patagonia, faena en la que participan militares europeos contratados como el general danés Gunnar Dinesen (Viggo Mortensen), que viaja acompañado por su hija adolescente, claro objeto de deseo para los desarrapados combatientes-exploradores. La blonda hija desaparece y el padre se afana en su búsqueda por los sinfines del desierto patagónico en un periplo agónico . En este escenario, el soldado rebelde Zuloaga – especie de Lope de Aguirre del cono sur- se ha levantado contra los militares, supuestamente en defensa de los aborígenes.
Los personajes, ásperos y huraños, parecen salidos de la brutal novela Meridiano de sangre de Cormac Mccarthy, obra con la que mantiene ciertos paralelismos argumentales.
El paisaje -los páramos agrestes y ventosos, los pedregales volcánicos, la luz fría austral- brinda al director de fotografía – el habitual de Kaurismaki- la oportunidad de lucirse en bellos y largos planos estáticos/extáticos (por cierto, estamos de nuevo ante un inusual formato 4:3). La música la pone el viento.
Cine diferente y con pretensiones, el epílogo remata al espectador descolocándolo del todo: perplejidad, ¿qué nos quiere decir Lisandro? Habrá a quien el final le parezca una tomadura de pelo. Estamos ante la cuestión de siempre ¿Audacia o farsa? Tú decides.
Seis años después de LIVERPOOL, Lisandro Alonso vuelve a demostrar el porqué es uno de los autores preferidos por ese muy determinado sector de la crítica que sólo acepta como válida la radicalidad, el metacinematografismo y la vanguardia escénica, entendida ésta como estrategia expresiva cercenadora de cualquier atisbo de clasicismo. Pueden estar bien tranquilos todos estos guardianes de la pureza: JAUJA depara un auténtico manjar de materiales expresivos destinados a combatir el aprecio de todo ojo contaminado de escenificaciones narrativas al uso.
A estas alturas, como no, resulta innegable poder en cuestión la validez de un cineasta como Alonso empeñado siempre en no solo no aligerar el radical dispositivo estructurador de su particular discurso, sino en ir acentuándolo, en ir investigando dentro de él. El cine contemporáneo necesita de este tipo de francotiradores situados en los arcenes de una industria cinematográfica, hoy por hoy, plegada a la degradación constante del nivel de asimilación del público mayoritario. JAUJA mantiene, impone y se recrea sabiéndose disparo cinematográfico sólo al alcance de las élites dispuestas a una exigencia tan fascinante como caprichosa y discutible.
JAUJA propone una tesitura argumental muy novedosa en la trayectoria de su autor. La siempre reflexiva cámara de Alonso se propone prestar su bisturí refundador a una asombrosa coartada retrospectiva: la de trasladarse a los tiempos de la colonización del continente hispanoamericano. El film arranca con la excusa de un periplo comandado por un militar danés que, junto con su joven hija, pretende trasladarse hasta Jauja, la legendaria ciudad en la que, se decía, manaba la abundancia y la riqueza por doquier. Como es de esperar, el espectador avezado tarda bien poco en presumir que la disposición del realizador distará mucho de la previsible a la del típico producto de aventuras colonizantes.
El ejercicio es una nueva muestra del afán incomodador y ensayístico de Alonso. Para esta ocasión impone un interesante dispositivo escénico basado en la mediación de un pródigo artefacto: la utilización del plano diapositivo propio de los cineastas primigenios, esto es, de los directores del cine mudo. La fotografía del siempre soberbio Timo Salminen (colaborador habitual de Kaurismaki) acentúa con justeza esa pátina vindicativa de los tiempos primeros: el trayecto de esos colonizadores avanzando por tierras ignotas bajo la amenaza de los nativos del lugar deviene la excusa perfecta para imbricar esa decisión. El estatismo de la cámara, la fijeza de los planos, el mayoritario silencio musical de ellos remiten a ese extrañamiento arqueológico premeditado y urdido.
Además de este ardid formal, insistimos, muy brillante, el argentino infiere con prontitud un encuadre de los personajes en el que prima la soledad, el secretismo y, sobre todo, la desorientación. Como es previsible, el avance narrativo del film queda sometido a la captura de los distintos desconciertos, aturdimientos y conmociones que van a ir afectando a las reacciones de todos aquellos. El único amago de linealidad emerge a partir de que sólo queda en escena un solo personaje: el militar (impresionante Viggo Mortensen) obsesionado con la búsqueda en solitario de su desaparecida hija. Falsa linealidad pues se trata de una linealidad combatida, espinosa, reiterada, inclemente y procuradora de las mejores escenas de un film que, desgraciadamente, deviene en exasperante al ponerse en evidencia muy pronto su abrumadora naturaleza teorizante.
La voluntad de ser el eco postmoderno de un western, de postularse como un relato trufado de elementos propios del cuento fantástico manipulados hasta el desconcierto, de involucrar la mirada contemporaneizante en una narración que se quiere falsamente naturalista, en resumen, el afán por seguir al dictado las postulaciones de relato cinematográfico autoral de la segunda década del presente siglo (invocación al origen del arte cinematográfico, apropiación distanciada y combativa de los géneros, explicitación de la mirada irónica, etc.) merman las posibilidades de un film al que le cuesta demasiado encontrar su camino. La secuencia del sueño, la aparición del perro, el encuentro del militar con el agonizante y la conversación en la gruta con la anciana permiten atisbar lo que JAUJA pudiera haber sido. Toda la primera mitad explicita el film tolerante consigo mismo que es.
Insufrible largometraje, plagado de una pretenciosidad como no había visto desde El árbol de la vida. El mismo Viggo Mortensen declararía luego que no tiene una interpretación propia de lo que pasa en este filme, que cada espectador puede interpretar lo que quiera, o sea… no entendió nada de lo que él mismo acababa de protagonizar. Alonso dijo: Es una película que me reinventa como cineasta y me abre un montón de oportunidades inciertas, pero que quiero abrazar , que es lo que quiere abrazar? La película? Las oportunidades inciertas? Al cineasta? Supongo que también uno debe hacer una interpretación propia de esto, larga un pero de algo que no es malo, si este hombre arma las ideas de esta forma entiendo porque esta película esta armada así.
Peor que esta película son las criticas de la prensa especializada, las cuales logran ser aun mas pretenciosas que el filme que se suponen deben criticar, por medio de una rebuscada pirotecnia verborragica logran crear la expectativa de que el vómito que uno esta por ver es una obra maestra y que si uno no lo interpreta así, es un idiota por no entender el mensaje implícito subyacente onírico iconoclasta y minimalista.
Ambigua por donde se mire comienza con un recuadro de lectura que pensé que sería una advertencia contra la piratería, pero no, aparentemente tenia algo que ver con la historia que estaba por ver, algo sobre que Jauja es una tierra mitológica de abundancia y felicidad a la cual supongo yo que los personajes principales quisieran ir. Pero este asunto jamás se vuelve a mencionar ni parece haber una concordancia entre esa narración y lo que sucede luego.
Después de esto a sufrir los planos interminables con tantísimos minutos de imágenes inmóviles, Viggo Mortensen tomando agua(es muy importante eso) unas cinco veces, un muñeco de madera, una vieja ermitaña y loca que vive en una lujosa cueva, un perro guía y diálogos y narraciones demenciales. Me imagino que en este punto alguien del staff posiblemente algún productor le habrá dicho a Alonso: te has pasado de rosca, será mejor que terminemos con algo digno de ser visto… mmm… mostremos a la protagonista caminar en ropa interior en una lujosa casa antigua y que los sirvientes la vean así, con una sexy bombachita de seda negra, que se le vea bien el área vaginal, que se le vean las piernas que con el otro vestido de época no se le veía nada pues!. Vete a cagar señor Alonso, tu y los críticos lamebolas sin huevos para decir la verdad: esta película apesta, no tiene sentido y tendré cuidado de no ver mas películas dirigidas por usted, pero trate de abrazar esto.