Japón
Sinopsis de la película
Un hombre abandona la Ciudad de México para irse al campo a preparar su muerte. Allí se aloja con una vieja viuda india en una desvencijada casa con vistas a un desolado cañón. En la inmensidad de un salvaje e imponente paisaje, se enfrenta a la infinita humanidad de la vieja viuda, y su conducta oscila entre la crueldad y el lirismo. Sus embotados sentidos se despiertan y así se renuevan su instinto vital y sus deseos sexuales.
Detalles de la película
- Titulo Original: Japón
- Año: 2002
- Duración: 136
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Opinión de la crítica
Película
6.6
69 valoraciones en total
[1] Este bodrio se llama Japón como podría haberse llamado China, Portugal, Luna, Cipote, Gayola, o Mira cómo me río en tu puta cara. Tal vez el director hizo una tómbola para elegir el título.
[2] Premisa (si es que puede hablarse de tal cosa): Un cincuentón salido se muda a los montes de Tlocatetlapolla para suicidarse (o eso pone en la sinopsis), sin que exista un por qué para contarlo, y sin que la historieta atraiga lo más mínimo al estoico espectador.
[3] Que si un escarabajo, que si mira qué paisaje tan bonito, que si metemos aquí dos caballos fornicando, que si una paja, que si pueblerinos, que si un ratoncico, que si la madre que me parió.
[4] Lo de que la anciana acepte acostarse con el jambo, ya es para arrancarse los ojos. Y ese plano final tan alabado por los críticos , me provoca tanta indiferencia como el resto de la película.
[5] Reconozco que lo de la banda sonora tiene cierto interés, pero desde luego no salva la película. Si os interesa Reygadas, ahí tenéis la atractiva Luz silenciosa, pero de verdad, no perdáis dos horas y pico de vuestra vida bostezando con esta cosa horrorosa. Ni con la aún peor Batalla en el cielo. El que avisa no es traidor.
[7] Carlos, hijo mío, tú no eres Tarkovski.
Si hay una palabra que define a Japón es brutal. Y es que la película debut con la que Carlos Raygadas quiso darse a conocer al mundo es una suerte de complejísima estructura de inspiraciones freudianas, exploraciones existencialistas, sobriedad formal y simbólica e inteligente aplicación de la música clásica a la narratividad.
Muchas de las ideas que se reflejan en esta película están basadas en la obra de su apreciado maestro, el gran Andrei Tarkovsky, un cineasta tan duro y personal que incluso imitarlo resulta complejo. Aquí ¡, Carlos Raygadas, está a la altura de ser un Tarkovsky mexicano.
Definitivamente Japón no es una película para todos los públicos, su complejidad temática, en contradicción con una simplicidad argumental, pero que deja boquiabierto al espectador al poner en jaque un gran número de valores (la religión, el sexo y la muerte cruzan la frontera del tabú en esta película) con un taciturno protagonista que sufre por momentos las pulsiones de vivir y de morir que se enfrenta a su propia existencia y que zigzagea entre ambos extremos convirtiendo la obra en una película de contrastes.
Es un tópico en las críticas de cine decir que una cinta no te dejará indeferente aunque no te guste y que será difícil de olvidar, pero en este caso las líneas rojas que cruza el argumento y que despiertan cierta abyección en el espectador, combinado con unos personajes enigmáticos, una fotografía salvaje y cruda, unos planos que rompen los moldes de la narrativa tradicional y una música tenebrista, no dejan lugar al duda. Toma el tópico y hazlo certeza porque realmente no te dejará indiferente. Japón te atrapa en una atmósfera abigarrada, congestionada de ideas pero límpida de elementos formales
Para las que no hayan visto jamás una película del genio soviético Tarkovsky se encontrarán con un argumento difícil de digerir, para nada creíble si no hay una lectura simbólica de lo que ocurre, planos exasperantemente largos y escasas dosis de acción y diálogos. Aburrirá por momentos y te removerá con bofetones de conciencia en otros cortes del metraje. Para los que simplemente se dejen arrastrar y puedan entrever algunas complejidades de la cinta, disfrutarán de algo original, conmovedor, sorprendente y lleno de consciencia y por supuesto, de algo que no podrán ver jamás en otra película. Japón es otra cosa.
En el aspecto formal no cabe más que destacar sobre todo lo demás un excepcional plano secuencia que dura exactamente lo que la canción cantus in memorian of Benjamin Britten. Son cinco minutos y siete segundos de cine superlativo para un final soberbio y latente a través de las vías del tren con una cámara giratoria que recoge escenas sobrecogedoras. Uno de los mejores planos secuencia que se hayan hecho en este siglo.
Por todo ello, y aunque es una película que se puede atragantar y difícil de digerir (no es intención del director la de agradar si no la de generar sentimientos crudos y fríos) merece la pena intentar darle una oportunidad a este Tarkovsky mexicano, a este Freud del celuloide que le ha dado al cine mexicano una nueva dimensión.
Crítica para http://www.viveiberoamerica.com
http://www.viveiberoamerica.com/going-beyond-amazon-a-new-model-for-authors-retailers-and-publishers/
@iberoamericavi
Debo decir que las dos películas que he visto de este director, Batalla en el cielo y Japón , me han dejado pasmado por la profundidad con la que aplica una serie de músicas inmortales, que consiguen trascender las imágenes que estamos viendo. En Batalla en el cielo empieza con the protecting veil del compositor J. Tavener y más tarde saca a relucir con insólita belleza uno de los conciertos para clave más bellos de Bach, y en lo que se refiere a Japón hay fragmentos de la sinfonía n.º 15 de Shostakovich, La pasión según San Mateo de Bach, y las dos obras de A. Pärt: Miserere y Canto por la muerte de B. Britten . Nada más ni nada menos.
No sé vosotros, pero en ambas películas he sentido algo que no había sentido en el resto de cine que he visto. Me refiero a esa fusión entre sonidos e imagen. En serio. A lo mejor es que seré un sentimental, pero es cuando Reygadas nos pone esos poéticos fragmentos de música e imagen, me aplasta como a un gusano y me traspasa de emoción. Así que animo a todo amante de la música a que disfrute con estos híbridos que no sé cómo diablos concibe Reygadas.
Escasez de medios, diálogos a veces incomprensibles, actores que no actúan sino que viven dentro de la película… Defectos que perdono por esa impagable concepción audio-visual de Carlos Reygadas. Como he leído en la crítica anterior, film cuasi-documental, así que si no te gusta la naturalidad y sencillez, ni se te ocurra ver esta película. Avisados estáis.
Un saludo a todos.
Japón no es una película sobre Japón. Se trata de una película mexicana, pero no es una película sobre México tampoco. Para mí, es algo realmente grande: una película sobre el cine y la razón por la que todavía existe. La historia es bastante simple y a la vez estremecedora, yo la definiría como una especie de viaje espiritual:
Un hombre, decidido a morir, entra en un cañón con el fin de suicidarse en paz y tranquilidad. Se traslada a casa de una anciana e impresionado por su actitud ante la vida y de alguna manera inspirado en lo que está pasando en la naturaleza tiene una especie de resurrección.
La propuesta del realizador mexicano, consiste en no darle tanta importancia a la historia (incluyendo el desarrollo de carácter lógico e ilógico), si no en la forma en que la cuenta. La película a nivel realización, bebe claramente de la obra del gran Andrei Tarkovsky, goza de gran naturalismo, opta por un amplio uso del espacio y tiempo, lo cual se ve reflejado en esos constantes planos secuencia que en compañía de música clásica hicieron característicos al cineasta ruso, pero con más tendencia al docudrama . Para muestra, tan solo su desconcertante secuencia final es para despertar admiración en el poder de sus imágenes y en la capacidad excepcional de su director.
Así mismo, Reygadas hace constantes referencias entre lo espiritual y lo terrenal, ambos síntomas se hacen presentes en la película desde la creencia en imágenes, la muerte, el empeño en la naturaleza, la vida ermitaña, la miseria en sus múltiples formas, etc., hasta desembocar en el inevitable paralelismo entre sus protagonistas. Por un lado, él huye de la ciudad y trata de acabar con una vida que se extingue en el vacío (referencia de la barranca que busca), y ella parece ser una presencia divina, muestra de generosidad y humanidad, cuya inocencia y sencillez forman al verdadero ser humano (vive en la cima del cañón).
Por su parte, Diego Martínez Vignatti realiza un trabajo asombroso de fotografía, empleando esos minutos muertos para admirar el maravilloso paisaje y esos pequeños eventos (algunos feos) que suceden durante ese espacio de tiempo, tratando de absorber tan intensamente como sea posible cada uno de ellos. Como resultado, algunas personas podrían tacharlos de aburridos, pero eso es una lástima, porque el gran valor de esta propuesta radica en la capacidad de disfrutar de la experiencia inmediata de la belleza.
De esta forma, Japón se convierte en un ejercicio fílmico reflexivo y poético, cine tranquilo, pero muy grande. Sus cuadros minimalistas y perfección visual, guste o desagrade, lo convierten en un film enigmático e inolvidable.
En el cine de Reygadas el ritmo es tranquilo, lento, no hay prisa por llegar a ningún punto. El tiempo fluye despreocupadamente a su antojo y manera. Reygadas sabe esculpir en él, al igual que han sabido hacerlo otros grandes cineastas como Andrei Tarkovsky, Béla Tarr o Lisandro Alonso.
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En el cine de Reygadas existe un predominio y una preferencia por lo rural, donde la cámara se pierde entre la naturaleza con una intención y un punto de vista puramente contemplativos. De nuevo nos encontramos ante un elemento con el que también juegan Tarkovsky, Alonso o Terrence Malick.
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En el cine de Reygadas la mayoría de los actores son no profesionales. Se busca naturalidad, realismo, autenticidad. Dichas cualidades se ven reforzadas por el uso del formato y la fotografía documental. Estos aspectos también han sabido explotarlos realizadores como Alonso (Otra vez), Robert Bresson o Werner Herzog.
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Un hombre decide acabar con su vida, para a ello huye al campo, junto la naturaleza. Allí pretende obtener la serenidad necesaria para lograr su objetivo.
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En el campo la muerte es el pan de cada día, y es que la madre naturaleza y la ley del más fuerte gobiernan allí con una poderosa autoridad. A medida que el hombre se acerca a su destino aumenta el tamaño de los cadáveres de animales que se va encontrando: un pájaro (Al cual arranca la cabeza con sus propias manos), un cerdo, un caballo… ¿Un hombre?
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A pesar de huir lejos de su pasado, de no poder arreglar algo que se ha roto, su actitud le delata: sus gustos musicales y pictóricos son un reflejo de una mente despierta y cultivada.
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Pero algo cambia, un fuerte descubrimiento le aleja de su primordial misión, y es que un insólito despertar sexual que le hace apreciar de nuevo su existencia. Despertar sexual que es por cierto compartido con los caballos y los adolescentes del lugar.
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La salvación le llega de las manos de Ascensión -que no Asunción- una anciana tan bondadosa que ni siquiera es capaz de no ayudar a quienes quieren derribar su hogar y dejarla desamparada. Es también ella una impresión de la religiosidad que se vive en México, incluso quizás un reflejo de la propia Virgen María.
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Y al final, no la que se pretendía, no la que se esperaba, pero las vías nos conducen hasta una muerte.