Iron Fist (Serie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV (2017-2018). 2 temporadas. 23 episodios. El multimillonario Danny Rand (Finn Jones) regresa a Nueva York, tras haber estado desaparecido durante años tratando de reconectar con su pasado y su legado familiar. Sus conocimientos de kung-fu y su puño de hierro permitirán que Rand vuelva para controlar el crimen de la ciudad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Iron Fist (TV Series)
- Año: 2017
- Duración: 60
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Opinión de la crítica
Película
5.3
61 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Alex Wyse
- Barrett Doss
- Carrie-Anne Moss
- Clifton Davis
- Craig Geraghty
- David Furr
- David Wenham
- Donté Grey
- Doua Moua
- Finn Jones
- Jessica Henwick
- Jessica Stroup
- José Báez
- Lewis Tan
- Ludovic Coutaud
- Murray Bartlett
- Nikita Bogolyubov
- Olek Krupa
- Paugh Shadow
- Ramón Fernández
- Rosario Dawson
- Sacha Dhawan
- Tijuana Ricks
- Toby Nichols
- Tom Pelphrey
- Wai Ching-Ho
- Yinka Adeboyeku
No empezaba mal como serie sobre los entresijos de una macro-empresa y sus protagonistas. Cuando apareció el super héroe, se convirtió en un espectáculo bochornoso mitad infantil, mitad serie B, una parodia sin querer serlo.
He visto escenas de lucha más emocionantes en la peli de la Salchicha Peleona.
Se supone que es un spin off de Dare Devil o por lo menos en el mismo universo cronológico, flaco favor le han hecho al diablo ciego que tiene una serie mas que aceptable. Iron Fist, te diría por donde te puedes meter el puño amigo, pero hay que mantener las formas….
Me arrepiento en parte. Conforme estaba viendo los primeros capítulos de Iron Fist mis ganas de criticarla de forma escrita eran directamente proporcionales a las ganas que tenía de que acabara el sufrimiento cuanto antes. El segundo desarrollo y parte de la conclusión hicieron que me arrepintiera y escribiera la crítica, esta vez, con menos ímpetu de degollarla. No obstante, vayamos por partes.
Iron Fist sigue la vida de Danny Rand, niño de papás multimillonarios, empresarios y que en su infancia sufre la pérdida de ambos, cayendo por la suerte de Buda (o la deidad de turno) bajo la enseñanza de un grupo de monjes en la ciudad extradimensional (o lo que es lo mismo, allí donde no se llega por carretera) de Kum-Lun, en el Himalaya. Danny pasa 15 años de su vida entrenando y aprendiendo las artes místicas hasta convertirse en Iron Fist (a.k.a el guardián todopoderoso de la zona). Es en ese momento cuando decide volver al mundo real, el de conspiraciones familiares, clanes mafiosos y dinero, mucho dinero.
El principal problema (de los muchos que tiene) es probablemente el de ser la cuarta serie del combo Netflix-Marvel. Después de la estupenda primera temporada de Daredevil, la más que notable Jessica Jones y la pasable Luke Cage, Iron Fist llega para hacer un batiburrillo de los mejores aspectos de todas ellas y hacer un cóctel algo pasado de tónica. Y digo los mejores aspectos porque hace un copy-paste algo malo de todos ellos y los superpone unos con otros sin aportar absolutamente nada, coreografías molonas, conspiraciones con toques detectivescos y un arte visual llamativo (en orden a las series anteriormente citadas).
Las 3 o 4 partes en las que se divide la serie son principalmente irregulares. Después de las 2 primeras horas soporíferas y de una de las peores introducciones de un protagonista (¿tendrá algo que ver el cambio al origen del héroe que ha hecho Netflix?) llega el in crescendo de las 5 siguientes, llegando hasta el dúo capítulo 6-7 que son con diferencia la cima de la serie y que es lo más parecido al nivel que nos tiene (o tenía) acostumbrados Netflix. Por tanto, del infantilismo y aburrimiento, pasamos a lo oscuro, serio y extraño, para acabar concluyendo con una bajada del ritmo notable e incluso molesta (del 10 en adelante).
La serie está basada en dos mundos distintos (lo místico y lo policíaco-empresarial) que si bien no son las mejores tramas se dan aire fresco mutuamente cuando el espectador más lo necesita. La parte mística más allá de las peleas y poderes no funciona del todo bien, no engancha, y cuando intentan ahondar en ello se hace torpemente (flash-backs pobres o frases de plastilina). Por otra lado, la trama corporativa y familiar sí. Iron Fist opera mejor en el terreno del thriller de acción (intrigas, traiciones, puñetazos) que como una serie de super-héroe. Y cuando en una serie de kung-fu interesa más lo que hay de fondo que el kung-fu, malo.
En cuanto a los personajes, Finn Jones (Danny Rand) se lleva la palma al personaje más insoportable de la serie. Quiero creer que es el contexto en el que se desarrolla la serie más que el actor o el papel, pero su carencia de buena actuación resulta molesta, muy molesta. Al menos hasta que a partir de la segunda mitad cambia la cara y hace honor a la leyenda tras su nombre (curioso que solo me interese cuando pone cara de cabreado). Jessica Henwick (Collen Wing) cumple con creces y ya sea por su papel o por su origen asiático a mi me ha ganado. Da gusto verla repartir con su katana. Rosario Dawson (Claire Temple) vuelve por tercera o cuarta vez para hacer el mismo nimio papel de siempre, curar heridas y reproducir frases de galletas de la suerte, y como dije en las anteriores capitulaciones, sigue siendo un desperdicio fundamental. Lo que también se convierte en cansino es Madame Gao, que la hacen volver cargándose por el camino su papel. En Daredevil era misteriosa, infundía terror, aquí la quitan ese halo de peligrosidad y la convierten en una anciana terrenal, sabía sí, pero débil.
El trío familiar Meachum se lleva la mejor parte, con mención de honor al padre. David Wenham (Harold Meanchum en la serie) es con diferencia lo más exótico de la serie, su interpretación, acciones, estética, miradas, todo infunde miedo y confusión, te lo crees y te atrae a su juego. Sus hijos en la ficción (Jessica Stroup y Tom Pelphrey), a pesar de sus inicios tropezosos son más de lo mismo. Sus sub-tramas son ricas en matices y contenidos, sobre todo el último, que explota el estereotipo de hijo bajo la larga sombra del padre. Los 3 podrían haberse llevado gran parte de la atención de no ser por el juego de trileros que ocurre en la serie con las tramas, sub-tramas y villanos.
El amor, esa condición sine qua non que tiene que tener todo elememento cinematográfico y que a veces se lo carga todo. Por suerte aquí no pasa. No es esporádico, irregular o incoherente, se planta la semilla y se cuece a fuego lento. Llega a ser algo más que el cartón sentimental y visual al que nos tiene acostumbrados Hollywood.
Iron Fist peca de ser la antesala de algo mucho más gordo que está por llegar, Los Defensores (el grupo formado por Daredevil, Jessica Jones, Luke Cage y Iron Fist) y que llegará a final de este año. Ya sea por las prisas o por ser la cuarta y última temporalmente, se desarrolla envuelta en un manto de preparación para la guerra más que una historia individual y con espacio para sí misma. La pérdida del factor oscuro por algo más vistoso y luminoso a veces juega en su contra, dejando patente que la televisión no es el cine, por si ya lo habíamos olvidado (CGI, efectos especiales…)
Me esperaba más, mucho más. Intenta recoger el legado de sus hermanas mayores y no lo estropea, pero tampoco aporta nada nuevo. No obstante, me la he visto en 3 días y eso querrá decir algo, ¿no? Es un buen entretenimiento a modo de aviso: The Defenders are coming.
Más críticas en: Más Allá del Elba
No entiendo por qué a todas las series de Marvel/Netflix debería juzgárselas por un mismo rasero, más allá de que vayan encaminadas a unir sus héroes en una serie mayor.
Daredevil y Jessica Jones, pese a su condición callejera, siempre fueron primeras espadas de la editorial, presentes en todos sus grandes eventos y referentes entre sus personajes.
Mientras que Luke Cage y Puño de Hierro no dejaban de ser, con todo el respeto, una festiva recreación de los tópicos de la época que les vio nacer: para el primero iba el cine blaxploitation reivindicativo, y las artes marciales setenteras eran terreno del segundo.
Contando con eso, Iron Fist se transforma en un viaje del héroe tan clásico como es el del extrañado occidental intentando comprender esencias orientales, y por el camino se divierte explotando todos los aspectos de ese atractivo desarrollo.
Danny Rand llega a Nueva York tras largos años de ausencia, pies descalzos destacando contracorriente a los mocasines generales, y su actitud es la de alguien que cree que va a ser bien recibido por la feliz infancia que dejó atrás.
Nada más lejos de la realidad: su renovado espíritu ayuda, pero no basta para ocultarle la triste verdad de que esta ya no es la ciudad que conoció, algo confirmado por los fríos trajeados que le desprecian, a los que antes llamaba familia, y la empresa con un nombre que ya no le pertenece.
El apellido de Rand significó algo hace mucho tiempo, para el propio Danny, para sus casi hermanos Brand y Joy, y para una ética empresarial que ha acabado por anteponer el beneficio a la necesidad social.
El recién llegado, tratando de conectar con la pureza mística de su hogar de acogida cada vez que se siente perdido, intenta insuflar esa misma pureza a este redescubierto mundo suyo, solo para que le respondan con violencia, traición e intereses fraudulentos.
Y es por eso que su naturaleza de elegido por el Iron Fist, otorgada en el mítico monasterio de Kun-Lun, empieza a hacer más falta que nunca.
El acierto sin embargo es despojar a Kun-Lun de toda veracidad, haciendo que sea solo ensoñaciones, recuerdos semienterrados, conversaciones en las que Danny no para de insistir sobre su mágica naturaleza, dejando así un poso de duda sobre si todo lo que le ha sucedido ha sido real.
No sabemos si el rico heredero es un iluminado o un loco, pero de alguna manera vemos como esa experiencia ha cambiado su manera de actuar y percibir a sus semejantes.
Y es entonces cuando empezamos a apreciar que existen más personas a su alrededor embargadas por fuerzas místicas, en deuda con ellas, pero carentes de la elevación espiritual que Danny ha conseguido.
Dichas fuerzas actúan misteriosamente, cierran tratos en la oscuridad, reconstruyen la ciudad a su imagen y semejanza, y mantienen presas a las pocas personas que pueden hacerles frente.
Colleen Wing es una de esas personas, devaluando su instrucción de lucha en peleas callejeras, cubriendo sus ganas de cambiar las cosas con una fina capa de cinismo, y en general siendo la bala perdida que el viejo misticismo dice que debe ser en una ciudad deshumanizada y dependiente de los negocios, hasta que encuentra una razón en la cruzada de Danny.
Existe un trasfondo del ser humano que ha perdido su pureza, tan inocente pero a la vez tan claro que se gana tu simpatía y se convierte en el corazón de la serie.
Danny, en su retorno a la vida que dejó, se ve afectado por esa falta de brújula moral, dudando de si realmente volvió para ser el legendario Iron Fist… o simplemente volvió porque quería experimentar, por una vez en 15 años… cómo era ser Danny Rand.
En este mundo no hay lugar para las artes místicas le dice una persona que conoce por igual los fríos mecanismos del negocio y las milenarias técnicas de Kun-Lun, certificando que el rico heredero no va a encontrar la honestidad y bondad que tanto busca, da igual que mire entre sus amigos y allegados.
Incluso, más adelante en la serie, el elegido por el Iron Fist deberá plantearse si sus poderes del puño brillante van a ser los de un mítico defensor con la tarea de restablecer el orden, o los de un pobre diablo que los robó para acabar sirviendo a su propia venganza.
¿No se puede volver a la civilización sin contaminarse de la pobreza moral general?
¿O la civilización estaba ya contaminada y solo sus nuevas habilidades pueden arrojar luz sobre ella?
Un necesario fondo para un efectivo entretenimiento, que disfruta, como todas las de Marvel/Netflix, de dar una seria relevancia a conceptos inequívocamente juguetones.
Por dios, si dicen que una organización de ninjas es real, no como los Illuminati , y acto seguido meten duelos milenarios, chiflados guardianes de sectas secretas o personas capaces de burlar a la muerte.
El enterramiento por gran parte de la crítica y de los aficionados suena a un pedirle peras al olmo que carece de sentido.
Porque esta serie no está nada mal, para una incursión al estilo Marvel en el mundo de las místicas artes marciales orientales.
Y todo ello sin perder en ningún momento ese aura de cómic menor pero agradecido, que siempre le ha caracterizado a este personaje.
Soy un gran fan del trabajo de Marvel Studios. Eso, de entrada. Y precisamente por ello soy lo más exigente posible con las nuevas producciones que muestra al público: porque conozco su potencial.
Pese a ser admirador y seguidor acérrimo de la compañía y de su colosal Universo Cinematográfico, soy consciente de que su fórmula no es infalible: Iron Man 2 me resultó irregular, la primera película de Thor no me apasionó, considero que la primera temporada de Agents of S.H.I.E.L.D. tardó demasiado en ser mínimamente interesante… Aun así, tiene sus joyas: Guardianes de la Galaxia, la primera película de Iron Man, la primera Vengadores, El Soldado de Invierno, Civil War, las temporadas posteriores de Agents of S.H.I.E.L.D…
Sí, todo lo anterior puede ser debatible y podría parecer que no viene al caso, pero nada más lejos de ello porque de repente llegó Netflix y se emparejó con Marvel.
De esa fortuita unión nacieron dos vástagos preciosos llamados Daredevil y Jessica Jones: dos series absolutamente brillantes en su adaptación del mundo callejero y violento de los cómics, dos personajes principales rotos, heridos, tremendamente humanos y con debilidades, pasiones y objetivos que todo espectador atento es capaz de entender. Fueron dos series que dieron un puñetazo en la mesa para sacudir a todo el mundo y dejar claro de lo que es capaz de crear una buena adaptación de cómic.
Luke Cage llegó tropezándose un poco y amenazando la efectividad de la pareja Marvel-Netflix sin llegar a derribarla del todo. Era difícil, tras dos increíbles temporadas del Diablo Rojo de Hells Kitchen y una sublime presentación de la Jessica Jones de la saga Alias de Brian Michael Bendis: el antagonista, en comparación con el Kingpin de Daredevil y el Kilgrave de Jessica Jones, era más endebles y se aprovechó muchísimo menos. El protagonista, además, no parecía tener una motivación tan fuerte como sus otros dos compañeros Defensores que habían llegado previamente.
A pesar de ello, la serie terminó funcionando y retratando el barrio de Harlem y al hombre con la piel indestructible de forma digna, pero nunca nos olvidaríamos del tropiezo. Tanto los fans de Marvel Studios como los del soplo de aire fresco que, supuestamente, daba Netflix al Universo Marvel, rezamos para que el cuarto Defensor, Iron Fist, se irguiese con orgullo y diese un nuevo puñetazo a la mesa y asentase unos pilares bien sólidos para el crossover con Luke Cage, Daredevil y Jessica Jones en la serie de los Defensores.
Eso, además de presentar una serie a la altura: prioridad número uno.
Y lamento desde lo más profundo de mi corazón decir que no ha sido así. Escribo estas palabras profundamente apenado tras haber terminado el último capítulo de esta desastrosa primera temporada: me encantaría poder decir que Iron Fist no solamente está a la altura de Daredevil y Jessica Jones y que supera ampliamente a Luke Cage, pero no puedo. Es increíblemente mediocre, pese a su espectacularidad y a sus aciertos en determinados campos.
No es mediocre porque, según su actor principal, el héroe es un multimillonario blanco en la era Trump . Es un argumento absurdo.
No es medirocre porque es una serie para fans y no para críticos . Es la enésima vez que veo esta excusa para justificar un trabajo absolutamente por debajo de su potencial (sí, te miro a ti Escuadró Suicida), y no nos engañan: los fans, el público casual y, especialmente, los cinéfilos TAMBIÉN somos críticos.
No es mediocre por cuestiones raciales y, francamente, caer en el uso de este argumento es una trampa sin salida:
> El héroe es blanco: racismo, clásica supremacía blanca que debe salvar a los orientales que son peores que él.
> El héroe es oriental: racismo, clásico estereotipo y cliché de que todos los asiáticos deben saber artes marciales.
Como pueden comprobar, el anterior argumento es inútil sin perspectiva: Iron Fist nació en la época de la macro-explotación del Kung-Fu en series y películas y en la serie ni se sobrevaloran las capacidades de Danny Rand ni se infravaloran las de sus compañeros. A pesar de la buena ambientación, la música, el plantel actoral (sublime) y el rodaje de escenas de acción (pulcro, creíble y muy distinto de lo visto en Daredevil), la serie se queda en la mediocridad.
¿Quieren saber por qué? Muy bien, lo haré en los spoilers aquí abajo.
Decepcionante, aburrida, soporífera, irritantemente lenta, 13 capítulos de una hora que se hacen eternos. En esa frase se puede resumir la llegada del cuarto de los Defenders . Si a Daredevil le quitamos el ritmo brutal, la excelente coreografía de las peleas y la violencia que trajo a su segunda temporada The Punisher, si a Jessica Jones le quitamos la profundidad psicológica de sus personajes y si a Luke Cage le quitamos sus personajes y su fotografía a lo Harlem, nos queda Iron Fist
Es que es imposible compararla con ellas, De hecho, es que es una nueva Arrow igual de descafeinado y soso son tanto el actor como el personaje. De nuevo, un hijo de millonario que regresa a la ciudad después de haber adquirido habilidades para la lucha (no faltan ni los flash-backs que nos cuentan como pasó todo. Aunque sinceramente, a mí me ha dado igual saberlo) Ahora debe recuperar la identidad que perdió a los diez años y la empresa de su padre de la que el socio de éste y su retoño se han apropiado. Muchos de los personajes, sus motivaciones y la evolución de las tramas en los primeros capítulos recuerdan demasiado a Arrow y escribo esto en tono peyorativo.
Parece hecha por compromiso, por presentarnos al personaje e introducirlo en el universo de los Defenders , pero el personaje no da para tener su serie, que por narices debe tener 13 capítulos. Si nos lo hubieran metido como secundario en alguna de las otras series, o al menos hubieran reducido su presentación a una temporada más corta, quizá la cosa hubiera tenido un pase, pero así, entregada en plan maratón, es que no engancha. Acabas un capítulo y no te llama ver el siguiente.
Quizá yo ya me lo esperaba cuando se escogió a Finn Jones (El sosainas Loras Tyrell de Juego de tronos ) como protagonista y se completó la serie con un reparto nada llamativo, que por no tener no tiene ni un villano tan bueno como Wilson Fisk o Kilgrave. Con todo eso se veía venir que ni siquiera Netflix iba a poner toda la carne en el asador.
Ni siquiera funcionan los elementos más fantásticos o sobrenaturales, la otra dimensión que aparece cada 15 años, el Puño de Hierro, La Mano, etc… Prescindible incluso para entender el universo de los Defenders y una serie con la que la productora ha acabado pinchando la burbuja de las series sobre superhéroes.