HyperNormalisation

4 comentarios en «HyperNormalisation»

1. Muchos son los temas que trata el último documental de este ensayista de las imágenes, que al cobijo de la BBC, muestra una rigurosidad raramente vista en la televisión.
   
   Pero uno me apetece destacar sobre los demás, por la importancia que este tiene, en mi opinión, para entender los últimos y sorprendentes acontecimientos de nuestra historia reciente ( inglaterra , trump). No es otro que la formación, para cada usuario de internet, de una realidad placentera y falsamente mayoritaria, que los múltiples servicios y aplicaciones de la web, van conformando a golpe de selección de contenidos predilectos por esos mismos usuarios, y del desarrollo y uso de complejos algoritmos por las empresas tecnológicas.
   
   La capacidad que tuvieron las telecomunicaciones en sus inicios para influir en la opinión pública y poder mostrar esa tendencia en las estadísticas , queda cercenada así, por la falsa unanimidad que muestra en cada una de nuestras pequeñas pantallas.
   
   Además, la creación de nuestras gozosas burbujas individuales de realidad les está reportando unos enormes beneficios y un poder que crece sin fin, no solo en el sector económico, sino también en el geo-política, y que no hacen más que despertar nuevos interrogantes bastante inquietantes, y a los que espero que este brillante documentalista, ponga bajo el objetivo de su camara.

2. Complejo, denso y largo en extremo. Parece una gran obra: crítica, audaz y feroz pero, sinceramente no estoy seguro porque tengo la sensación de que no me he enterado de nada.
   
   Lo peor es que si no te interesan las noticias típicas de los desinformativos cotidianos y no los sigues, no te enteras de nada…

3. HyperNormalisation (2016) es un extenso documental, dirigido por Adam Curtis y producido por la BBC, en el que se exponen una serie de teorías conspirativas a la vez que se rastrean los orígenes de un mundo regido por Donald Trump, Vladimir Putin, los algoritmos y el terrorismo suicida.
   
   Por Nicolás Bianchi
   
   La afirmación que sostiene que el mundo vive tiempos confusos en el que muchos eventos carecen de explicación, que en parte es el disparador del documental, podría ser aplicada prácticamente a cualquier momento de la historia contemporánea. Solo el tiempo puede ofrecer la perspectiva suficiente para ordenar los acontecimientos y delinear las épocas. Tal operación, como la literatura, el cine o el documentalismo, es una narración. Se trata de unir fragmentos dispersos según un criterio autoral.
   
   Con retazos de archivos de video de la BBC, parte de material inédito, películas de distintas latitudes y una potente narración en off, Curtis construye una película sumamente compleja y ambiciosa en la que busca desentrañar algunas de las características del mundo actual, al menos a 2016. A través de diez capítulos se buscan los orígenes del socavamiento del poder político, la construcción de la realidad mediática y también se hace hincapié en la pésima capacidad de respuesta de distintas expresiones culturales para contrarrestar una ola que produjo el Brexit y el desembarco de Trump en la Casa Blanca, como principales insignias de un momento.
   
   De lo más interesante que se puede encontrar en las más de 2 horas 45 minutos del film es el origen que se traza de la modalidad suicida de los ataques terroristas, que comienza con la Revolución Iraní en los años 70, pasa por el atentado a las Torres Gemelas de 2001 y culmina en las explosiones callejeras que se produjeron en distintos países de Europa ya en la segunda década del siglo XXI. Curtis no recurre a entrevistas sino que despliega una gran cantidad de imágenes, cuyo origen no siempre se señala, para generar una corriente visual que sostiene lo que él, por medio de sus palabras, narra desde el off.
   
   Según la particular visión del director el mundo está regido por una serie de manipulaciones ficticias que buscan simplificar y ‘normalizar’ la complejidad de la realidad para tornarla fácilmente asimilable. Tal operación se da en un marco en el que, desde los años 70 a hoy, la política pierde capacidad de decisión y cambio en favor del mundo financiero y las corporaciones, sobre todo las que se desarrollan en el ámbito de la tecnología.
   
   HyperNormalisation es un término que Curtis toma de una novela de ciencia ficción soviética, sobre la que luego se basó la película Stalker (1979) de Andréi Tarkovski, que referencia metafóricamente a los últimos años de la Unión Soviética, en los que todos seguían pretendiendo que el socialismo funcionaba cuando en verdad la caída económica se daba de manera cada vez más pronunciada. La realidad, en un sentido de construcción, poco tiene que ver con el orden de lo real propiamente dicho, sino que responde a una serie de artificios y creaciones que se disponen intencionadamente en el debate público.
   
   El mayor de los problemas del documental es su pretensión abarcadora, en la que la búsqueda es llegar a una teoría o explicación prácticamente total del cuadro de situación político y social de un momento en la historia. Curtis se centra, sobre todo, en Estados Unidos y Gran Bretaña, y cómo estas dos potencias desestabilizaron y manipularon los procesos de Medio Oriente, dónde también Rusia desplegó sus influencias. Nuevamente, la historia política del conflicto sirio, la figura de los Assad y del libio Gaddafi reciben un tratamiento y un análisis histórico sumamente interesante. Sorprende, por otra parte, que ni siquiera se mencione o considere a China en ningún momento de la película.
   
   El anuncio de cómo la contracultura y los artistas occidentales sucumbieron ante las dificultades de la época es también un anuncio, hecho por el director en los primeros fragmentos del film, que suena demasiado grandilocuente si se toma en cuenta con qué se lo sostiene posteriormente. Que Jane Fonda, en cierto momentos de los 90, se haya dedicado a grabar videos de fitness no debería opacar su militancia pacifista durante la Guerra de Vietnam. Luego, que las manifestaciones surgidas al calor de la crisis financiera de 2008, conocidas en New York bajo el nombre de ‘Occupy Wall Street’, no hayan logrado un cambio radical en el mundo parece un exceso de consideración. Curtis las llama ‘revoluciones fallidas’ cuando, en el mejor de los casos, se trataron de protestas organizadas o pequeñas revueltas contra un suceso puntual de una coyuntura.
   
   HyperNormalisation busca y logra ser controversial. Sus diez capítulos componen un film sumamente dinámico y entretenido. A pesar de sus defectos el resultado final es un relato sumamente atractivo.

4. All the references to Baudrillard
   
   It must have taken you forever.
   
   Personal, The Ballet.
   
   En su ensayo The Media Crisis, el gigante del cine-ensayo y el mockumentary Peter Watkins venía a decir que las estructuras de poder e información operaban de una forma parametrizada con unos claros códigos que inconscientemente llegaban a condicionar hasta a las posiciones disidentes y contraculturales. Acuñó para definir toda esa representatividad el término La Monoforma. A esas alturas, ya con el culo pelado Watkins, cayó en la cuenta que ni siquiera los más transgresores de sus experimentos –The War Game, Punishment Park- escaparon de la monoforma pese a pensar él de aquellas que sí, de ahí que luego hiciese La Comuna De París intentando huir en todo momento de ello pero a la vez enunciando cuán imposible es quedar en paralelo. A lo sumo se pueden evitar cuantas más tangencialidades mejor, no más.
   
   En Hyper Normalisation Adam Curtis se arroja de lleno en lo que hasta ahora venía siendo el subtexto de gran parte de sus cine-ensayos documentales: el buen hombre explicita de base y hace objeto del documental que viene simplificándose la realidad al asimilarla y explicarla de una manera inversamente proporcional a lo complicada que en realidad resulta. Obviamente, Adam Curtis sabe que al ir tejiendo todo al elegir determinados acontecimientos está simplificando, de ahí la gran ironía del asunto. No obstante, esto es algo muy similar a lo que le sucedió a Peter Watkins, y en vez de intentar abstraerse de ello lo lleva a terrenos baudrillardianos, a cuánto tiene esta simplificación del mundo -a través de sus eventos, hechos, omisiones y datos cuantificables- de construcción del simulacro: la versión interpretada del mundo no deja de ser un Sim City de la realidad. Y nuestras interpretaciones, más hoy que nunca, lo que decía Schopenhauer en El Mundo Como Voluntad y Representación.