Howl
Sinopsis de la película
Biopic de uno de los iconos de la cultura norteamericana, el poeta Allen Ginsberg, bisagra entre el mundo beat de los 50 y el movimiento hippie de los 60. Howl (Aullido) narra tres historias entrelazadas: el desarrollo de un histórico juicio por obscenidad en 1957, las revelaciones de un artista rebelde que rompe barreras para encontrar el amor y la redención, y un imaginativo viaje a través de una profética obra maestra que sacudió a toda una generación.
Detalles de la película
- Titulo Original: Howl
- Año: 2010
- Duración: 83
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Opinión de la crítica
Película
6.1
35 valoraciones en total
Nominada al Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín y al Premio del Jurado en el Festival de Sundance, la película se estructura en cuatro partes que se entremezclan: una especie de entrevista a Ginsberg (James Franco) en clave de falso documental, Ginsberg recitando su famoso ¨Aullido¨ a un grupo reducido de asistentes, imágenes de animación acompañadas por versos del poema y el juicio para determinar si el texto resultaba o no obsceno. Esta combinación provoca que estemos ante un filme único, con cierto toque de cine experimental, un torrente creativo envuelto por el poder lírico de Allen Ginsberg, figura clave de la generación beat en los Estados Unidos allá por los años 50 y 60. Además, cuenta con una buena interpretación del cada vez más emergente James Franco, apoyado por actores y actrices solventes como Jon Hamm, Jeff Daniels, Treat Williams, Bob Balaban y Mary-Louise Parker, sin olvidarnos del gran David Strathairn. Sin duda, una película llena de reflexiones interesantes y marcada por el ¨aullido¨ de Ginsberg, lamento a seguir por toda una generación que se sentía sin rumbo pero que tenía muchas cosas qué decir. Imprescindible.
Howl, ni es la solución a nada, ni es el fin de nada. Howl, por desgracia sigue siendo, y sigue teniendo la misma carga de verosimilitud, fuerza y verdad, aún en nuestro sobrado siglo veintiuno.
Película interesante, sobre todo si conoces o has leído al autor, así como si conoces lo que significó Allen y aquella cosa generacional llamada beat. La película te complementa la idea que puedas tener del autor, acercándote a él. Tiene un buen trabajo de investigación, así la forma de declamar la poesía, el ritmo el tempo es esencial para entender ese espíritu de rebelión, de búsqueda sin tregua de la vida, de la necesidad de salir des cascarón, de buscar cosas nuevas, de ir contra toda regularización del arte. Y quizás una forma de despertar del letargo a tanta gente –y lo que es peor no sólo en los años cincuenta, sino en este siglo XX!, sea arrastrándose por la realidad, bajando a los infiernos y mostrarlo con sus propias palabras, las mismas que salen de lo más profundo e impúdico de la existencia humana.
¿Qué esfinge de cemento y aluminio abrió tu cráneo y devoró tu cerebro y tu imaginación?
Entre los muchos momentos memorables que nos ha deparado la familia Simpson a lo largo de los últimos 20 años se halla, sin duda, aquel en el cual se nos revelaba el odio secreto que el bueno de Ned Flanders llevaba años incubando hacia sus padres. Estos, una pareja de mugrientos y bobalicones beatniks, esgrimiendo que a Gene Krupa nadie podía prohibirle que hiciera bum-ba-ba-bum-bum-ba con su batería, le habían permitido de niño hacer lo que le salía de las narices, hasta que, hartos de que sus travesuras interfirieran en su contracultural y bohemio estilo de vida, le habían sometido durante ocho meses a un tratamiento experimental a base de azotes múltiples que había anulado su capacidad de expresar emociones y le había convertido en el hola-holita-vecinito más reprimido y mojigato de Springfield.
Pobre Ned, quién sería capaz de reprocharle nada. Sin menospreciar su papel de agitadores de la autocomplaciente sociedad americana surgida tras la Segunda Guerra Mundial, los beatniks constituyen, en conjunto, uno de los ejemplos más acabados de la extraña mezcla de gazmoña beatería y recreación morbosa en lo escandaloso con que suele acercarse demasiada gente, desde hace demasiado tiempo, a las vidas de los artistas. Glorificados por sus voceros por sus hazañas como vagabundos, fornicadores o drogotas impenitentes, los beatniks parecen haber sido eximidos de ofrecer literatura de calidad, como si su vida fuera su obra y exhibir boina, perilla y gafas de pasta, darle al peyote como una choni le da al estramonio, beber a morro de una garrafa de vino barato o meter la minga en adobo en el primer orificio a mano justificaran, por sí mismas, su categoría de geniales artistas en perpetuo desafio de la sociedad. Poco importa, al parecer, que su producción literaria, que pudo en su día sonar tan rompedora, sea hoy pura arqueología y huela como la ropa de la noche anterior una mañana de resaca.
Howl es una rendida loa del poema más conocido de Allen Ginsberg, una ya de por sí tediosa y estomagante combinación de homilía curil, ínfulas whitmanescas y apolillada retórica vanguardista, que aquí, por si fuera poco, se le ofrece al espectador por cuadruplicado, en forma de prédica pública en un tabernáculo beat, dibujos animados, soso drama judicial apenas salvado por Jon Hamm y David Strathairn y masturbatoria entrevista con el autor, competentemente encarnado por James Franco. El resultado es una película pastosa, indigesta y cargante que más que al aullido invita al bostezo y que acaba conduciendo al sopor y la cefalea y, al menos en mi caso, a la más absoluta frustración, ante una nueva y concluyente constatación del hecho de que el cine se muestre incapaz de ofrecer retrato alguno de un autor literario sin caer en la santurronería, la ñoñez o el papanatismo. Tras El Cónsul de Sodoma y Howl, lo admito, siento que no me queda ya en quien depositar mi confianza. Habéis podido conmigo, cabronazos. Me rindo, bajo los brazos, bandera blanca.
Especie de documental ficticio entorno a la figura del poeta de la generación Beat Allen Ginsberg y su obra más representativa: Howl .
El poema Howl actúa como leitmotiv en una estructura poco habitual para el cine, dividida en tres líneas que podríamos llamar argumentales: la del propio poeta (interpretado por James Franco) narrando su biografía, la del juicio al que es sometido su editor por considerarse la obra obscena en su momento y la de la lectura del propio poema, ilustrado mediante animaciones.
Un biopic hermoso e ingenuo a partes iguales, que no consigue construir una trama sólida ni profundizar demasiado en casi ningún aspecto, pero que conmueve al espectador de forma misteriosa y efectiva.
Te gustará: si eres seguidor del autor o su generación, o si tienes curiosidad por ellos.
La odiarás: si esperas ver un film biográfico al uso .
Howl es una película interesante porque siguiendo el camino que ya abriera Im not there, presenta una biografía que no pretende sintetizar toda la vida del personaje, ni dar una interpretación cerrada de su obra. A través de la fragmentación del personaje en cuatro escenarios independientes, la película avanza, con un estilo que cabalga entre la ficción, el documental y el cine experimental.
El primer eje narrativo de la película es el protagonizado por James Franco, que en una entrevista en su casa desarrolla los motivos que llevaron a escribir el poema Howl, lo característico de su obra, su juventud. Franco hace aquí una interpretación destacable. El guión está escrito a través de declaraciones reales del propio Allen Ginsberg, lo que ayuda a dar credibilidad a la situación. Además de presentar al personaje en una entrevista en profundidad, hay una interesante reflexión sobre la literatura y la vida, sobre la finalidad del arte, sobre el poema Aullido desde la perspectiva de su creador.
El segundo eje narrativo va en consonancia con el primero: son flashbacks en blanco y negro de la juventud de Ginsberg, sobre todo en relación con su homosexualidad y primeros amores. La interpretación de Franco flaquea bastante más en este bloque, que resulta un tanto repetitivo ya que no aporta información nueva, sino que se limita a recrear las escenas que el Ginsberg más adulto ya narra en la entrevista y de forma más interesante. Las escenas de la lectura de poesía son repetitivas -sólo vemos las caras arrebatadas de sus oyentes- y otras, como en la que la mujer de su amigo les pilla en una situación comprometida, son simplemente absurdas e innecesarias. Éste es el escenario más convencional y menos interesante, y podría ser eliminado de la película sin que ésta se resintiera.
El tercer escenario de la película no está protagonizada por Ginsberg sino por el poema Aullido. Es la narración del juicio contra el editor por la obscenidad del poema. Este breve esbozo de la obra cuenta con un gran reparto: John Hamm, Jeff Daniels, Treat Williams, Mary Louise Parker y Bob Balaban. Esta parte recoge una interesante reflexión sobre la censura y dónde reside el valor de las obras literarias.
El cuarto escenario de la película está integrado por una secuencia de animación que ilustra el poema Aullido. Con influencias de El Muro, de Pink Floyd, escuchamos el poema en voz en off mientras las imágenes nos hacen viajar por la América de Aullido, un poema que marcó a una generación. Es la parte más experimental y valiosa de la película, un auténtico espectáculo visual.
(Sigue en spoiler por falta de espacio)
24reflejos.blogspot.com