Hoosiers: Más que ídolos
Sinopsis de la película
Año 1951. Después de un accidentado pasado, Norman Dale es contratado para entrenar a un equipo de baloncesto de Indiana. A pesar del rechazo que sufre por parte de jugadores y vecinos, Dale, que es un hombre lleno de energía y de una pasión inquebrantable por el juego, no se rinde. Pero ganarse al equipo es sólo la mitad de la batalla en un mundo en el que los equipos débiles pueden acabar jugando contra rivales de primera, pero un forastero tenaz puede levantar el orgullo de todo un condado.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hoosiers
- Año: 1986
- Duración: 114
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Opinión de la crítica
Película
6.4
85 valoraciones en total
No os fiéis mucho de la nota que he puesto en la peli, es mucho mejor de lo que dice. Simplemente que el guión está copiado hasta la saciedad y en consecuencia, baja la nota de argumento original e interesante. Aunque si tenemos en cuenta la fecha de la peli, creo que sería algo innovador en los ochentas.
Contar una historia donde intervenga el deporte, ya tiene un éxito asegurado, porque al que más o al que menos, nos interesa. Y si le añades un poco de historia interesante, algo de amor y alguna que otra bronca… espectador contento.
Sin embargo, Hossiers va más allá de la típica peli deportiva, donde un entrenador al que nadie quiere llega a un pueblo muy arraigado a sus costumbres, con una forma de entrenar peculiar y personal, que choca con los ideales de los pueblerinos. Todo el mundo en contra, jugadores, familia, afición… pero poco a poco, con su conducta, ideas y resultados, va cambiando la balanza. Lo mejor es la historia, como analiza a unos chicos que los tienen como unos fracasados, donde solo tendrían posibilidades de jugar, si consiguen que regrese al equipo la estrella. Un entrenador al que le están juzgando en cada partido, en cada acción, en cada frase que diga. Tiene que luchar contra la adversidades que encuentra, más las que le añaden los demás. Con un ayudante con un gran problema con el alcohol, y el cual parece que recupera las ganas de vivir y de ser alguien a través del baloncesto. Entre medias un pequeño romance con una aldeana.
Gene Hackman está sobrado, estos papeles son a su medida y se luce casi sin despeinarse. Por otro lado tenemos a un Dennis Hopper con un papel no muy amplio, pero sí muy intenso.
Lo dicho, una gran película que nos enseña algo más que un deporte.
A la hora de abordar una crítica de Hoosiers prima mi amor por este deporte sobre mi pasión por el celuloide. Hoosiers es ante todo una película de baloncesto, me atrevería a decir la única que realmente versa sobre este deporte, pues en títulos posteriores el basket no es más que el Mcguffin , hablando en términos hitchcockianos, para narrar una historia. En Hoosiers el baloncesto soslaya otros discursos, es la fuerza vinculadora de la historia, no un mero telón de fondo para abordar otras lides. Es el baloncesto el que aporta hondura y decoro al carácter de Gene Hackman, el que sustenta el devenir de su vida, es el baloncesto el elemento a partir del cual se describen las historias de todo un grupo humano en un pequeño pueblo de Indiana (para quienes no lo sepan, uno de los estados norteaméricanos con mayor tradición e idiosincrasia baloncestística), un grupo de personas cuyos caminos se encuentran en un vértice espacio-tiempo, a través de su amor por un deporte.
Tras el encuentro, Hoosiers adquiere connotaciones épicas. El equipo de un pequeño pueblo de Indiana que sólo cuenta con 7 jugadores protagoniza un bello periplo deportivo que lo conducirá a las más altas cotas. Sin embargo la hazaña deportiva se enfoca desde el prisma de lo humano, convirtiéndose el relato en un elogio a los valores que rodean a este deporte, el amor por el baloncesto guía a Hackman y sus chicos, quienes a través del esfuerzo, el sacrificio, el conocimiento, la voluntad y algo de fortuna como no, llegan a convertirse en algo más que ídolos.
Quien realmente conozca en profundidad este deporte, reconocerá a Hoosiers como una gran película de baloncesto…Quién lo probó lo sabe.
Un forastero de pasado tormentoso llega a un bucólico pueblecito donde todo transcurre plácidamente, más por la estructura invisible de las normas no escritas que por tratarse de una arcadia feliz. Una chica aparentemente hostil, un borracho incorregible por momentos chisposo, el chico enigmático víctima de algún tipo de trauma del pasado, personajes dicharacheros dispuestos al chascarrillo, el aldeano receloso que espolea la descofianza de sus paisanos ante todo con denominación de origen dudosa más allá del condado . En defininitiva la fórmula de siempre…pero es que la fórmula funciona. Nadie ha tenido que ingeniar innovadores artificios en esto del cine para que los sistemas funcionen y las buenas historias hechas con esmero den sus frutos. Si a esto se le añade una excelente banda sonora y unas interpretaciones correctas el resultado es sencillamente emocionante.
La película tiene unos personajes muy bien perfilados, un ritmo magistral, una música antológica y encima dos o tres escenas memorables, y si además te gusta el baloncesto, poco más se puede pedir.
Mención especial al sonido de la película. Me refiero a esa sabia mezcla de silencios rurales, ecos del gimnasio con el martilleo del balón y música movilizadora que nos hace surcar los mares de cereal mecidos por el viento hasta donde el balón rasga cuando sólo toca red: ¡schjrisssch!.
Los que hemos jugado al baloncesto muchos años, siempre hemos echado de menos una gran película sobre el tema. Y hay unas cuantas pero ninguna destaca en sobremanera.
Para muchos la mejor es Hoosiers: más que ídolos, y aunque tal vez tengan razón, no deja de ser una historia muy americana en el peor sentido del término. Blanda y demasiado moralizante.
Debo comenzar diciendo que en Indiana se respira baloncesto en cada rincón del estado. Allí fue donde se desarrolló dicho deporte, aunque naciera en Massachusetts. Siempre han tenido equipos destacados en todas y cada una de las diferentes competiciones a escala nacional, desde las juveniles pasando por las universitarias (después del mítico UCLA, Indiana siempre tuvo el mejor equipo de baloncesto) hasta los profesionales de la NBA, con ese mítico Indiana Pacers. Son muchos los hoosiers, -apodo con el que se conoce a los lugareños de Indiana- que se han dedicado al baloncesto, entre ellos Larry Bird, Oscar Robertson, Shawn Kemp o el hijo adoptivo Reggie Miller. Vamos que saben de lo que va el asunto.
Era normal que la película tuviera esa circunscripción territorial. Lo que ya no es tan lógico es el desarrollo. Cambiar la mayor parte de la historia verídica para hacerla más atractiva y provocar la admiración no me vale en absoluto. Ganar no tiene más mérito porque se sea más David en vez de Goliat, ganar, es una consecuencia de ser mejor. Y aquel equipo no era ni tan pequeño, ni eran tan pocos ni tampoco ganaron los partidos tan apretados. Pero ya se sabe que esto es cine y como dicen en el periodismo no dejes que la verdad te estropee una buena historia.
La actuación de Gene Hackman, genial, obviamente, aunque su personaje no deja de ser controvertido. En realidad qué cuotas de libertad creativa deja a sus jugadores. Pocas, parece más bien Alexander Gomelsky y sus chicos de la Unión Soviética.
De la dirección se encarga David Anspaugh, uno de esos especialistas en películas deportivas, que las utiliza como modelo de superación personal más que como análisis sociológico como hizo Oliver Stone en su fabulosa Un domingo cualquiera
¿Para cuando una película de baloncesto del nivel de otras como existen en el boxeo, el béisbol o el fútbol americano? Seguimos esperando.
Muy grande. No sé de que año es, pero la verdad es que ya debe de tener unos cuantos… aunque a mi me sigue gustando. Tiene algo a mitad de película que te engancha y no deja separarte del televisor. La música es bastante buena, aunque solo son dos canciones… pero buenas. La moraleja de la peli es tan clara como penosa, y eso es lo que me hace tanta gracia: el equipo no importa, lo que importa es que en él haya alguno que sea bueno y que las enchufe todas, los demás jugadores pueden servir un poco de tapadera. Verdaderamente lamentable, pero en fin serafín.