Headless
Sinopsis de la película
Partimos de la premisa de que estamos a punto de ver una película slasher perdida y olvidada que se llevó a cabo en 1978, sobre un asesino sin escrúpulos, el cual practica canibalismo y decapita a sus víctimas. Preparados para adentrarnos en una de las mentes más perturbadas de la historia. (TerrorWeekend)
Detalles de la película
- Titulo Original: Headless
- Año: 2015
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
4.1
69 valoraciones en total
A día de hoy es algo habitual ir a las salas de cine y que de diez películas en cartelera tres o cuatro de ellas puedan ser remakes. Lo que no es tan habitual es encontrarnos en cine con spin off, formato más habitual en series de televisión. Esta vez nos encontramos ante el primer caso, además el spin off no es de un protagonista al uso, Headless coge a un asesino de ficción dentro de la propia cinta, que si bien no es uno de los protagonistas, si que les marca un antes y un después a estos. Creo que ese antes y después lo marca hasta a nosotros como espectadores, aunque no entrare en más detalles por posibles visionados del film original donde se encuentra el personaje de Headless, hablo de Found, film del director Scott Schirmer, la cual tuvo una gran acogida por varios festivales de todo el mundo alzándose varias veces con el galardón de Mejor Película.
Partimos de la premisa que estamos a punto de ver una película slasher perdida y olvidada que se llevo a cabo en 1978 sobre un asesino sin escrúpulos, el cual practica canibalismo y decapita a sus víctimas. Preparados para adentrarnos en una de las mentes más perturbadas de la historia.
Creo que el dato más importante y relevante de esta película es el cargo de su director, Arthur Cullipher, pues si bien es su primer largometraje en el cual ejerce el cargo de director, estamos hablando del responsable de los efectos especiales en Found, un hombre que parece que lleve más de un centenar de largometrajes a sus espaldas debido a su gran labor en el campo del maquillaje y las prótesis.
Algo aun más inaudito en las producciones gore es el guión y las interpretaciones, es usual que todo esto quede realmente en un segundo plano, en pos de los momentos de casquería gratuita. Headless busca darle un porque a nuestro psicópata enmascarado, tampoco tenemos la panacea en cuanto a actuación o guión, no hay grandes giros de guión ni grandes alardes interpretativos, pero sí que consigue dar un respiro al espectador entre muertes, que personalmente agradezco.
Momento para contar las partes negativas. Pese que antes he mencionado el buen hacer de Arthur Cullipher frente a los efectos especiales, sí que es cierto que hay un punto bastante ambicioso y he de reconocer realmente difícil, es reproducir cabezas decapitadas. En este punto y como ya pasaba en el anterior film de Schirmer, esta es la parte que más chirria, pues es evidente que las cabezas son falsas.
Que a día de hoy en pleno siglo XXI tengamos producciones de este tipo es motivo de celebración, me gusta ese sabor añejo que desprende y me recuerda mucho a títulos de gore alemán que abordaron nuestros videoclubs favoritos en los 90 y que tanto nos marcaron de más jóvenes. Cierto que recomendar este film es un tanto peliagudo, no esperes algo al uso, aquí el gore es lo importante no intentes engañarte y si no estás dispuesto a ver amputaciones, baños de sangre gratuitos y vejaciones de todas las formas existentes ni lo intentes, si de lo contrario el gore es lo tuyo, vas a disfrutar como hace años no lo hacías.
http://www.terrorweekend.com/2015/03/headless-review.html
Es, sin lugar a dudas, una de las películas más depravadas que he visto en mi vida.
Vendida como una falsa ¨película slasher perdida de los 70¨, desde el primer momento uno se da cuenta que la calidad de las cámaras de grabación, los peinados, las ¨pintas¨ de la gente en general, no son de los 70, por más que quieran camuflarlo con coches de la época y filtros de imagen.
Se nos presenta la historia de un asesino en serie, necrófago y necrófilo (menudo combo, el colega), que van cargándose chicas, mutilando sus cuerpos y… mejor verlo que contarlo, es demasiado.
Todo esto se interludia con escenas de su juventud, donde una madre tan loca como él, y una hermana algo psicótica también, lo mantuvieron toda la niñez y juventud encerrado en una jaula, martirizándole y tratándose como basura, intentando explicar un poco la psique de nuestro psicópata protagonista.
La película tiene un buen puñado de muertes, bastante gore del bueno, bueno, sangre y escenas bastante, bastante fuertes, tanto que incluso yo, acostumbrado a ver gore a raudales, he sentido que lo que veía se pasaba un poco del límite.
Y una película así, que consigue revolverte algo por dentro, considero que ha logrado su cometido y merece una buena puntuación como el tipo de película que es.
Aunque la referencia que se haga en la película matriz de esta apunte a finales de los 70, a mí todo en esta cinta me ha recordado más bien a aquellas películas ultragore de los 90, desde la búsqueda de las formas más retorcidas y repugnantes de que el asesino dé cuenta de sus víctimas al uso de cámara casi doméstica para grabarla, pasando por la cantidad e intensidad de las escenas gore, imaginativamente retorcidas y hechas con efectos especiales artesanales que funcionan bastante bien.
La historia que cuenta no es muy profunda, y los diálogos son puro relleno, pero si lo que uno busca es gore bestia y pasado de rosca como el que se hacía antes, aquí lo encontrará en cantidad. Y con la calidad suficiente. El que busque otra cosa, que la busque en otra parte.
No tiene mucho sentido criticar o siquiera describir la trama, mejor me limito a decir que a las personas que le gusten las películas con escaso presupuesto, morbo, donde se muestran todas las inmundicias y atrocidades que puede llegar a hacer un psicópata contra el cuerpo de una mujer, esta es su película, no esperen nada más, es algo exclusivo para quien guste de las historias absurdas, sangrientas, violentas, depravadas, y sobre todo hechas con 2 pesos, aunque tal vez sus efectos son tan malos, para que no nos tomemos en serio la porquería que estamos viendo, y nos riamos de ella.
Ah otra cosa, como recreación de época, es fatal.
Rodada con dos duros mediante una Canon EOS 7D (cámara al uso en torno a los 300 dólares) y editada con programas tan amateur como Adobe After Effects y Sony Vegas, Arthur Cullipher hace una cinta basada en uno de los pilares fundamentales de Found (Scott Schirmer, 2012) cuya premisa consta en una película perdida de 1978 sobre un sádico psicópata que decapita a sus víctimas y mantiene relaciones sexuales con sus cabezas cercenadas. No tiene más.
Arthur Cullipher fue el encargado de los efectos especiales y el maquillaje de la aclamada por numerosos festivales Found, y esos conocimientos los extrema en esta película agregando un salvaje toque de gore constante muy austero y propio del low budget que no hace justicia como spin-off a la obra de Schirmer.
Se sustenta exclusivamente en la casquería y escenas escabrosas, de las que el director se excede hasta la extenuación olvidándose de todos los demás aspectos, siendo el guión el más significativo. Básicamente, toma la misma idea secuencial y pulsa el botón automático para que se proyecte durante 85 minutos sin reparo, tratando inútilmente de aportar algo a través de escenas retrospectivas sobre los orígenes del protagonista que no sirven para nada.
El director pone la vista en los clásicos del género de la década de los setenta en cuanto a ambientación y estética, incluso ambientación, tratando de recrear la misma forma de grabación valiéndose de filtros específicos que denotan el bajo presupuesto del producto, con un altísimo contraste de oscuridad propio del gore germano que ayudan a potenciar la atmósfera insana fundamentada en el realismo casero del falso snuff. Todo ello es amputado desde el planteamiento por la nula atmósfera, requisito indispensable para este tipo de producciones, de la que carece, carencia radicada en un guión volátil que por razones obvias no posee el ritmo necesario para la creación de la susodicha.
El intento de crear una típica película de videoclub de décadas pasadas, usando la nostalgia como principal aliciente, va en contra de poder tener un buen resultado final por ser este el único enfoque que tiene el director, habiendo sido una mucha mejor decisión emplear el formato de cortometraje o mediometraje para contar un argumento tan insípido que solo sirve como complemento para el filme de 2012.
Como digo, el guión de Nathan Erdel y Todd Rigney es basura aunque tenga un concepto básico y fácil de ejecutar. Se centra únicamente en la exposición de escenas desagradables tomando la misma estructura de acción-reacción repitiéndola durante todo el metraje, así como los homicidios, aspecto más atractivo en este género, se limita a una falta de creatividad abismal rehaciendo exactamente la misma operación con diferente técnica. Como cuando copias un trabajo para el colegio y cambias algunas palabras para que no te pillen, básicamente.
A partir de cierto punto se extiende otra línea narrativa entre Jess Hardy (Kelsey Carlisle), trabajadora en un local de patinaje que debe lidiar con un novio holgazán, líder del grupo The Dead Bugs, cuya máxima aspiración es parecerse a Black Sabbath mientras ignora las obligaciones de una vida adulta y las necesidades afectivas de su pareja. Esta línea no aporta literalmente nada al desarrollo, está completamente vacía y poblada por personajes planos cuyo único propósito es estirar la duración narrándonos un problema que no nos importa. Al menos, sirve para mostrar un poco de la realidad social en cuanto a música y tribus sociales emergentes, de una manera muy liviana, pero algo es algo.
La línea principal va a cargo del asesino (Shane Beasley), el cual no posee ningún diálogo, limitándose a alaridos y gruñidos, algo que sí funciona para potenciar la nula humanidad de su personaje, asemejándose más a una bestia que a una persona, y transmitiendo el terror que conlleva su atrocidad carente de raciocinio o remordimientos. Una vez más, este punto positivo es desechado por un incompetente director que se obceca en una explicación o justificación superflua del por qué es así con escenas retrospectivas huecas y atiborradas de tópicos que muestran una infancia tortuosa del mismo.
Las interpretaciones son desdeñosas a excepción de Shane Beasley que muestra un gran talento. Tanto efectos como maquillaje son emblemas del low budget, y es algo que tiene presente el director (que también es el encargado de estos) pero, al no ser creíbles por esa razón, ¿por qué el director se empeña en mostrarlos empleando planos cortos, muchos de ellos planos detalle?
Desarrollándose el mayor porcentaje de escenas en interiores, el director solo emplea contados planos generales cortos que tan bien suplen las exigüidades que tiene, así como planos de conjunto que permiten representar toda la acción desde la distancia necesaria para que las amputaciones y derivados consigan un mayor impacto.
Homenajea a muchos slasher clásicos como La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974) o Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984) calcando escenas memorables de las mismas. Por ejemplo, el momento en el que arrastra el machete por la pared haciendo un chirriante ruido para ejercer tensión en el espectador y presión en los personajes, característico de Freddy y sus cuchillas. El último arco, por ejemplo, es una referencia directa a la película de Tobe Hooper, usando hasta la misma técnica de grabación.
La música está bien ejecutada, muy semejante a sonidos clásicos del terror, rítmicos con instrumentos de cuerda percutida en altas tesituras en algunos temas, mientras que en otros se decanta por sonidos más tecnológicos mezclados con sintetizadores, al estilo de John Carpenter. En ese aspecto, Arthur Cullipher, James Nash y Mike Anderson hacen un muy buen trabajo.
Es una completa pérdida de tiempo aguantar 85 minutos de sadismo repetitivo con un argumento tan banal y huero cuyos únicos pros no destacan lo suficiente como para mejorar en demasía un producto abocado al aburrimiento desde la preproducción.