Guest
Sinopsis de la película
El cineasta José Luis Guerin muestra las experiencias vividas durante un año como invitado de diversos festivales de cine, en los que presentó sus trabajos. Sus andanzas por ciudades desconocidas le permiteron retratar personajes y momentos fugaces que dejaron en su cámara una huella similar a la de los dibujos improvisados con un par de trazos. El resultado es un retrato de las gentes que conoció, al apartarse de las rutas habituales de las principales ciudades del mundo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Guest
- Año: 2010
- Duración: 124
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Opinión de la crítica
Película
7.2
35 valoraciones en total
Primeros minutos: alfombras rojas, suntuosas habitaciones de hotel, atención mediática… decepción. Guerín ha pasado de los humildes de En construcción al glamour fácil y superficial? No. Guerín viaja a Colombia y el vuelco es total. Ahí empieza la verdadera película. ¿Un amago burlón por parte del director? ¿Se percató de la falsedad de lo que filmaba y decidió salir en busca del mundo verdadero? No sabría decir. En todo caso supone el timonazo y cambio de rumbo más admirable y acertado que yo haya visto nunca.
A lo largo de su trayectoria el director ha explorado desde ángulos muy diversos las conexiones que tienen la ficción y el documental. En un polo podríamos situar la ficción pura que es En la ciudad de Sylvia , con planos estilizados y una gran actriz profesional llevando el peso de la película. De ahí se podría saltar a La academia de las musas , dónde ya no hay actores profesionales pero se siguen representando una historia dramática sobre la búsqueda del amor romántico. En el meridiano hallamos Tren de sombras , una ficción que juega a ser un metraje hallado de unas filmaciones privadas de una familia. En construcción es un documental dónde se intuyen ciertos gestos de construcción ficcional. En el polo opuesto a En la ciudad de Sylvia hallamos esta maravilla que se titula Guest , documental autobiográfico dotado de leves construcciones dramáticas. Inisfree no la he visto, quien sí, supongo que podrá ubicarla fácilmente dentro de ese espectro de ficción-documental.
Como he comentado en el párrafo introductorio Guest juega con la noción de ser invitado a festivales de cine cuando en realidad se muestra como el invitado de esas gentes humildes y autóctonas que el mundo globalizado, tan uniforme y esterilzado, de los festivales de cine ignora y oculta. Al ver las escenas de los vendedores ambulantes de Lima pensé que aquello era lo opuesto a lo Vargas Llosa representa. Y va el tío granuja y nos cuela imágenes del escritor en la alfombra roja de ese festival de Lima. Genio y figura.
Podría hablar acerca de ciertos juegos estéticos que Guerín efectua, como ahora yuxtaponer una escena dónde un predicador y un mendigo vocean di descanso durante varios minutos con otra de unos jugadores de ajedrez en ese mismo parque. El griterío de una con el silencio de la otra. La extraversión de una con la introversión de la otra. El homenaje a Jennie aprovechando su paso por Central Park. La metáfora del conjunto narrativo que realiza mostrando dos imágenes del diario: en blanco al inicio y lleno de esbozos al concluir. La red de complicidades cinematográficas sutilmente esbozada: Rossellini, Mekas, Kiarostami, Akerman… Etcétera.
Pero en verdad todo lo anterior es accesorio porque lo que aquí nos enamora es la amable y empática mirada que demuestra con esas personas humildes con las que coincide, en como se acerca a todos ellos con honestidad, sin buscar la lágrima fácil o el retrato tremendista. Un ojo cristalino que pide ser invitado a que le muestren lo que se está perdiendo el visitante exprés. Son la otra cara de la moneda y no menos interesante o respetable que la más visible, la turística. Una galería de personajes entrañables cuyo recorrido empieza en las plazas y desemboca en las residencias. De entre todos, me quedo especialmente con William, el cubano capaz de hacer sólidos trabajos de albañilería para sus vecinos y pintar cuadros dónde todo es perfecto . Un hombre de salud castigada y que aunque no goza de un físico glamouroso, derrocha amor en sus modestas pinturas. Sin olvidar al ex enfermero cubano, el semejante al Quijote, que vaga solitario por las calles de La Habana. Y esas mujeres cabeza de familia en Cali. Guerín jamás se burla de los personajes disparatados que se encuentra en las plazas públicas, al contrario, les concede libertad para que se expresen y digan lo que piensan. Luego, si a caso, contrapone esos discursos con la de otros paisanos que opinan lo contrario. De esa forma Guerín termina exponiendo un mundo alejado de la simplificación, por contra nos muestra a gentes de posturas contrarias, refleja la riqueza de pensamientos sin por ello esconder la dejadez a las que esas gentes son sometidas por parte de sus autoridades, ya sean países comunistas como Cuba o democracias liberales como Colombia. Discursos anti-españoles en América Latina se contraponen con los partidarios de la hispanidad. Unos desdeñan su país y otros, aunque vean los problemas, prefieren no criticarlo porque les ha permitido ser quienes son (sin avergonzarse ni un poco por ello) o les concede toda la libertad que necesitan. Ni que sea pasearse allá dónde desean. Lecciones precisas de libertad dichas sin gota de grandilocuencia. Todos conviviendo en perfecta armonía dentro de una obra que sirve de también de gran tribuna pública, horizontal e inmortal
De tantos momentos de enorme autenticidad me guardo para mí el de los vendedores ambulantes de Lima. Gente que vive en unas condiciones absolutamente precarias, que les falta de todo, y que sin embargo no dudan en regalar al hombre que les acompaña unos chicles. ¿Les cayó simpático? Agradecimiento por el simple hecho de ser tenidos en cuenta? Otra lección que nos da esa mirada honesta desde el interior de la pobreza nos permite apreciar como algunos pobres todavía agradecen tener algo que echar a la cazuela y no verse como refugiados biafreños, que no tenían ni una cáscara que llevarse a la boca.
Si pienso en esfuerzos similares, en todos puedo admitir reproches a su parcialidad, su idealización de la pobreza, su ramplonería o la superficialidad en la mirada. Pero no aquí. Un diario que busca lo espontáneo y encuentra con lo auténtico. Guerín antes tenía mi respeto, ahora, además, también tiene mi cariño.
Este maravilloso director siempre mezcla deliciosamente el documental y la ficción en sus películas. En esta también lo hace.
Es una estupenda película de denuncia sobre el hambre que pasan en el tercer mundo.
Con imágenes grabadas en medio mundo, José Luis Guerín ha hecho ( Guest ), grabado en 20 localidades distintas con una pequeña cámara de vídeo digital manejada por el propio cineasta.
La gran mayoría de esas personas entrevistadas son ajenas al mundo del cine, aunque una de ellas es el documentalista Jonas Mekas. Guerín ha usado a actores naturales , es decir no actores con entrevistas preciosas.
Una muestra más del excelente lenguaje cinematográfico de este cineasta. Como en sus anteriores trabajos, el espectador cobra una relevancia esencial en la composición final. Acostumbrados a los reportajes callejeros televisivos, nos encontramos ante un método similar que nos presenta personajes con una postura más artística, profunda y cinematográfica.
Me gusta todo lo que ha hecho Guerín. Especialmente En construcción . Fui a ver Guest con unas expectativas muy altas y me defraudó bastante, puesto que de entrada la calidad en cuanto a planos deja mucho que desear aunque esté justificada por ser el propio cineasta que en primera persona graba cámara en mano lo que encuentra, pero claro, eso ya le quita la belleza pictórica de sus anteriores películas.
Hay momentos realmente buenos, hay imágenes increíbles, hay momentos cinematográficos muy grandes, pero de igual modo hay mucho metraje que sobra, me atrevería a decir que casi la mitad.
Si el director sólo hubiera seleccionado las mejores imágenes y hubiera elidido las menos buenas en cuanto a contenido, las de peor factura, las menos bellas, el resultado hubiera sido mucho mejor.
(viene de Unas fotos… )
Porque Guest es un filme insólito que recoge la idea godardiana del cine-moi (no un cine-je, retomando la diferencia lacaniana moi/je donde je es el yo social, resultado de lo simbólico, y moi el yo interior y personal, fruto de lo imaginario): el cine o el hombre imaginario, como dijo Edgar Morin. Insólito, ignoto e ignaro: porque en toda la historia del cine español jamás se ha visto un filme parecido, exceptuando algunos momentos de la arrebatada obra de Will More, si acaso. Guerin se aúpa entonces él mismo como padre generacional en su tierra. Funda un cine que no es en absoluto novedoso en términos históricos, pero que es completamente nuevo en términos táctico-políticos.
Defensa de un cine mínimo y pobre, que representa el lugar desde el que nos habla una nueva generación: la DGeneración (o Generación Documental). Dicho neologismo, acuñado por Josetxo Cerdán y Antonio Weinrichter para un encuentro realizado en el Festival de Las Palmas en el año 2007, nos sirve para reunir en una misma categoría a un buen número de autores de diversas edades y procedencias, todos ellos unos niños, y de los cuales José Luis Guerin es el Padre reconocido. Ya sea la obra de Isaki Lacuesta, Andrés Duque, Óscar Pérez o el colectivo Los Hijos, el movimiento DGeneración surge a la luz de eso que dio en llamarse documental creativo, lanzado a comienzos del siglo 21 desde las universidades Pompeu Fabra y la Autónoma de Barcelona. Guerin y el infaustamente desaparecido Joaquín Jordá eran los adalides de la causa. En construcción (2001) sería su primer aldabonazo en la por entonces marchita actualidad cinematográfica. Aquellos eran los humus sobre los que fermentaría este nuevo cine infantil, vitalista y revulsivo. En palabras de José Enrique Monterde, este movimiento representaría el resistencialismo frente a la industria (1) y, ya malograda la figura de Jordá (cada vez, por cierto, más reivindicada), queda Guerin, el Padre y el maestro, como centro de los excéntricos, en ese movimiento de dispersión que sigue Gonzalo de Pedro (2). Valga la analogía, como rector de los infantes degenerados.
Casi diez años después, y con solo un filme más entremedias (En la ciudad de Sylvia, 2007), Guerin vuelve a sus orígenes del diario filmado (la desconocida parte de su obra previa a Los motivos de Berta, 1985), pero lo hace con el bagaje de un connaisseur, con las maneras de un maestro.
Por ello, por su habilidad con el montaje, por su estilización en los planos, el diario de Guerin se distancia del automatismo de Mekas, de David Perlov o Ross McElwee (grandes autores de diarios filmados), convirtiéndose, sí, en un registro de cosas vistas y oídas durante… (así da comienzo Innisfree -1990- e igualmente En construcción), en este caso durante el circular viaje que, empezando y finiquitando en Europa, llevará a Guerin por rincones de todo el orbe, especialmente Latinoamérica