Goya, historia de una soledad
Sinopsis de la película
La vida de Goya es llevada a la pantalla con el despliegue adecuado de fuegos artificiales. Mucha ambición y más medios se acumulan en esta producción destinada a impresionar con el objetivo situado en la etapa más jugosamente dramática de la biografía del pintor. Desde sus relaciones amorosas con la duquesa de Alba al crepúsculo de su exilio en Francia, la cinta navega entre la indefinición y la pereza. No se consigue ni el tono desgarrado de un grabado ni el resplandeciente canto de un fresco.
Detalles de la película
- Titulo Original: Goya, historia de una soledad
- Año: 1971
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
5.2
53 valoraciones en total
Esteticista visión de una parte de la biografía del genial pintor de Fuendetodos. Magistralmente encarnado por Paco Rabal (30 años después volvería a encarnar a un anciano Goya en la más conseguida Goya en Burdeos ), narra en parte su trayectoria pictórica, centrándose también en sus amoríos con la muy sensual Duquesa de Alba. La ambientación del Madrid de finales del XVIII está notablemente conseguida, tanto de las clases populares como de la Aristocracia Borbónica, pues en ambos mundos se movía el pintor recogiendo modelos para sus geniales cuadros. Además, el director saca cuantioso partido del abundante Patrimonio Arquitectónico Español en las localizaciiones, rodando en los mismos escenarios reales donde transcurrió la biografía de Goya y sus coetáneos (Palacio Real, El Escorial, San Antonio de la Florida, Doñana, Burdeos…), lo cual si cabe hace más atractiva la cinta para la vista. Un lujo.
Muy atrevida para la época, se pueden apreciar varios desnudos sugerentemente tapados (quizá la cinta que he visionado es una versión sin censura). En fin, un más que aceptable biopic con regusto esteticista, y buena fotografía. Se nota que el director es bastante aficionado a la pintura. Y ese tratamiento pictórico del cine es de agradecer para quienes nos queremos acercar a las biografías de artistas inmortales sin tener que soportar el aburrido discurso aséptico de un documental. Recomendable su revisionado.
Lo que más llama la atención de esta película tal vez sea el olvido en el que cayó, pese al inusual despliegue de medios con que contó para la época y el hecho de que, pese a no convencer demasiado, sea un producto más que resultón. Y que interesa. Lo cual probablemente se deba a que aunque Goya se merecía una peli mucho mejor que esta (y otros intentos ha habido que aquí no juzgaré), su figura, su personalidad y su pintura son tan arrolladoras que pueden con todo. A Goya a poco que le des algo te lo devuelve con creces.
Porque Goya interesa siempre. O casi siempre. Y aunque tomada en conjunto está cinta no despunte del todo, se nota que su director -que solo hizo luego dos largometrajes- amaba profundamente la pintura. Y la pintura del aragonés. Y si a ello se añade que en el equipo técnico hay gente como Wolfgang Burmann, Luis Cuadrado, Teo Escamilla, Pablo G. del Amo, Pepe Aguayo, que forman parte de la historia del cine en España, o que la banda sonora corrió a cargo de Luis de Pablo, se comprenderá porqué al hincarle el diente, si bien no te satisface del todo, la peli te gusta.
Se centra la trama en los amoríos de Goya (Paco Rabal) y la duquesa de Alba (Irina Demick), dejando algo de lado la vertiente política del personaje, ineficiente y confusamente tratada (quien sabe si por problemas de censura). Se echan en este aspecto en falta explicaciones algo más clarificadoras de quiénes son algunos personajes históricos que aparecen y que son menos identificables que Godoy o Maria Luisa de Parma. Y hay asimismo algunas elipsis un tanto abruptas.
Y es que la cinta lo fía casi todo a lo visual, así como a la fuerza interpretativa de Rabal y a la sensual belleza de la actriz que encarna la duquesa (con un indudable parecido con Aitana Sánchez Gijón, que casi tres décadas más tarde interpretaría a la duquesa en Volaverunt (Bigas Luna,1993)), que hasta se empapa la ropa retozando en las costas de Doñana en una secuencia en plan anuncio de colonia en que parece la ganadora del concurso Miss Camiseta Mojada , toda una delicia para los sentidos.
El otro aspecto por el que destaca la peli, ya se ha dicho, es el profundo amor por la pintura de Goya, que rezuma en muchísimos de sus planos, en los que su obra está presente. De su gran pintura de caballete, a los Caprichos y los Desastres de la Guerra, pasando por las Majas o los Fusilamientos hasta llegar a La Lechera de Burdeos (Teresa Rabal). Y en eso también es motivo de gozo para la vista y de convulsión y elevación para el espíritu.
La película es una visión parcial de algunos episodios de la vida de Goya. El resultado es una tanto desigual a lo largo del desarrollo, en ocasiones, hasta folclórico. La ambientación está bien pero la realización parece de aficionado. El movimiento de cámara está repleto de travellings , zooms y primeros planos completamente innecesarios. La duquesa de Alba, más que una aristócrata maquinadora, parece una cupletista. Sobran algunas secuencias surrealistas que quedan completamente fuera de contexto. Los acontecimientos que se narran son discutibles históricamente, como la intervención de Godoy. En contrapartida, la actuación de Paco Rabal es memorable. Da alma a la fuerte personalidad del pintor. Igualmente, los secundarios hacen un buen trabajo. Lo mejor del film es cómo se ilustra la transición de sus obras desde los retratos edulcorados hasta el atormentado expresionismo desgarrador. El mismo Paco Rabal volvería a interpretar a Goya, ya entrado en años, en Goya en Burdeos (Carlos Saura, 1999).