Genpin
Sinopsis de la película
El título, Genpin, está superpuesto sobre las palabras del filosofo chino Lao Tzu El espíritu del valle nunca muere / Se llama la mujer misteriosa (genpin). En la película, el tocólogo Tadashi Yoshimura reflexiona sobre la relación entre el alumbramiento y la muerte, y observa, más como ser humano que como médico, que negar la muerte es negar la vida. La vida nacida a este mundo, la vida que termina en el momento del nacimiento, la vida que acaba antes del nacimiento. Las vidas no cesan como vida aislada, sino que son prolongadas por la especie, y siguen. Con el fluir de las estaciones japonesas, Naomi Kawase entra en el círculo de las mujeres que van a dar a luz en la Clínica Yoshimura y en el mundo del Dr. Yoshimura, que lleva 40 años dedicado al campo del alumbramiento natural, y teje, incorporando el metraje que rodó con su propia cámara de 16 mm, la trama para esta película. (Fuente: sansebastianfestival.com)
Pre-estreno en España: Festival de San Sebastián (septiembre de 2010)
Detalles de la película
- Titulo Original: Genpin
- Año: 2010
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
5
50 valoraciones en total
Este documental se basa en las experiencias de un tocólogo japones que tiene una clínica especializada en partos naturales en Japón. En teoría el documental va sobre la vida y la muerte y sobre si la medicina debe o no interceder si es la voluntad de Dios que una madre o un bebé muera. ¿Parece interesante? Pues no lo es. Lo he visto en el Festival de Cine de San Sebastián y bastantes personas han abandonado la sala debido al sopor que produce su visionado
Resulta realmente aburrido escuchar sus comentarios tan alejados de la situación que vivimos en este país. Sus teoría de que los médicos optan por medicar o realizar cesareas por dinero no se sostiene si el país tiene sanidad gratuita. Aunque nos centremos de que el documental es japones y que no se puede extrapolar a España resulta realmente cómico y poco convincente.
El Doctor en si mismo resulta bastante chistoso ya que es muy mayor y no hace más que decir que trabaja muchísimo y salvo una ecografía no se le ve hacer nada más. Además aparecen varias embarazadas contando su experiencia que poco aportan.
Lamentablemente este documental resulta lento y repetitivo, ya que aparte de lo que comento no aporta nada de interés o discusión.
No, en la peli no salen griegos, sólo parturientas que dan a luz a sus hijos de forma natural, y por ello dan gracias tropecientas mil veces a un viejo chocho que dice ser doctor (aunque su rostro indica que placenteramente jugarían al basket con la cabeza del doctor), el cual justifica la muerte en el parto con un Dios así lo ha querido .
Se ve que un hombre con tamaña sabiduría da tranquilidad a las mujeres que entran a su clínica. El ínclito, que se hace llamar Doctor Yoshimura, advierte desde el primer momento a las mujeres que se les acabó el chollo: para tener un niño zumosol hay que cortar troncos, arar el campo, hacer flexiones y menos mal que no estamos en la campaña de la aceituna, porque sino para allá que las manda. Al parecer en la era Edo (allá por el S.XVII) llevaban este saludable modo de vida, y fíjate tú por dónde, no habían abortos espontáneos ni partos complicados.
La Kagaste, digo, la Kawase, fascinada por la figura de Yoshimura, le practica una felación de 92 minutos en la cual el testimonio de las mujeres queda en un segundo plano, lo que importa es recalcar con rotulador permanente las bonanzas de la clínica del Dr. Por si no fuera suficientemente reiterativa, la película tiene el Guiness de Ari-gatos en los 15 últimos minutos, con unos testimonios que son lo más patéticamente forzado que he escuchado en varios años de cine. Y por supuesto no podía faltar la puta cámara en mano, para dar más veracidad al relato. El daño que ha hecho el jodido Dogma 95 al cine…
Lo mejor de la película: La vista nocturna de San Sebastián y la gabilla que me metí entre pecho y espalda tras ver esta película excremental, digo, experimental.
Imprescindible para aquellas personas que compran leche enriquecida en calcio y omega 3.
Las enrarecidas políticas de distribución y exhibición de este obscuro país han logrado estrenar, hasta la fecha, sólo una de las películas de la directora nipona Naomi Kawase. El bosque del luto (07) es el único título de toda la filmografía de Kawase que ha llegado a las salas españolas, allende el visionado en distintos festivales o en la cuasi ilegalidad. Esta situación se puede leer como síntoma del abandono estatal del cine más fecundo producido en todo el orbe y también como diáfana expresión de las nuevas formas de consumición del cine, fuera de la sala obscura. El caso de la directora japonesa es si cabe más doloroso y flagrante en tanto en cuanto encontramos en su figura uno de los puntales del último cine asiático, junto con, p.e., los chinos Jia Zhang-ke y Wang Bing, o los filipinos Raya Martin y Lav Díaz, todos ellos apenas estrenados o vistos en España.
Ni sus otras ficciones (casos de Moe no suzaku (97), la enorme Shara (03) o la postrera Nanayo (08)), ni, sobre todo, su importantísima obra documental realizada previamente a su reconocimiento mundial, han trascendido los límites de los festivales o la cinefilia más concienzuda. Es, y será, el caso del film-documental que nos ocupa, Genpin, estrenado en la Sección Oficial del 58 Festival de Cine de San Sebastián.
Genpin representa la vuelta de Kawase a sus orígenes documentales, si bien con diferencias importantes respecto de obras performativas, de cine doméstico y etnografías del sí mismo, como Embracing (92), Katatsumori (94) o Cielo, viento, fuego, agua, tierra (01). En este film Kawase propone una forma documental más estandarizada que las anteriores, compuesta por secuencias observacionales y multitud de entrevistas realizadas a cámara. Se abandona a sí misma como tema (algo que se repite en todos los documentales citados) y elige la clínica tocológica del doctor Yoshimura, donde se realizan partos naturales desde hace cuatro décadas, sin medicinas, sin cirugía y sin pánicos modernos, mezclando la obstetricia con el taoísmo. Se abre el sempiterno debate de la dialéctica entre lo viejo y lo nuevo, que atraviesa la historia del cine oriental, de Yasujiro Ozu a Zhang-ke, pasando por Hou Hsiao-hsien o Tsai Ming.liang. En este sui generis documental de instituciones a lo Frederick Wiseman lo que encontramos son un grupo de mujeres embarazadas que viven la experiencia de dar a luz de forma natural, con casi la única condición de no estarse quietas. Confesándose frente a la cámara, que guarda ahora sí la distancia adecuada (algo que no hacía Kawase consigo misma o cuando filmaba a su abuela), las mujeres expondrán sus miedos, sus esperanzas, sus pensamientos: en fin, su intimidad. Respondiendo a esa intimidad a la que se accede, Kawase rueda con medios propios de los espacios mínimos: en 16 mm, sin usar jamás un trípode, dejando que la realidad se despliegue sin planificación, sin molestar.
(continúa en spoiler)