Gabrielle
Sinopsis de la película
El amor de Gabrielle y Martin se ve obstaculizado porque quienes los rodean los consideran distintos a los demás. Retrato de la lucha de una joven por conseguir su libertad sexual y su independencia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Gabrielle
- Año: 2013
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
Película
6.1
38 valoraciones en total
En ocasiones, solemos pensar en la gente que posee algún tipo de discapacidad psíquica como seres que están completamente absortos de la realidad que les rodea. Pareciera que son entes que circulan a un ritmo distinto del de la gente mal llamada normal, que sienten y padecen sólo en la misma esfera que los niños y no pueden pensar más allá de lo verdaderamente infantil. Así, muchas personas, comenzando por los familiares (qué mérito suelen tener éstos, por otra parte), los acogen bajo una sobreprotección que puede llegar a ser contraproducente.
Algo así es lo que sucede con la protagonista de Gabrielle, cuyo nombre coincide con el título de la película que dirige y escribe la canadiense (natural de Québec, para más señas) Louise Archambault en su segundo largometraje tras Familia, que data de 2005. Gabrielle es una joven que arrastra una deficiencia psíquica llamada síndrome de Williams que comparte muchas semejanzas y también diferencias con, por ejemplo, el síndrome de Down (aunque los rasgos faciales no están tan pronunciados como en éste), pero que en cualquier caso resulta igual de problemático para alguien que quiere manejarse con una cierta autonomía, sobre todo si como en el caso de Gabrielle este defecto se une a otro como la diabetes.
Aquí llegamos al quid de la película: Gabrielle arde en deseos de ser verdaderamente libre e independiente. Quiere estar todo el rato al lado de su novio Martin (también discapacitado), con quien comparte diversos ratos libres ensayando en un coro, y con vistas al futuro también le gustaría formar una familia. Pero las cosas no van tan bien si no está al lado su hermana Sophie, que es quien la controla permanentemente. En los pocos momentos que tiene de libertad, acaba teniendo algún problema. Para colmo, a la madre de Martin no le termina de gustar la pasión sexual que se ha despertado entre ambos.
Una primera cosa que llama la atención es la actriz Gabrielle Marion-Rivard, que desempeña su papel protagonista de una manera sublime teniendo en cuenta la dificultad que lleva aparejado un trastorno genético como el mencionado síndrome de Williams. Por supuesto, buena parte del mérito también hay que atribuírselo a la directora Archambault, porque realmente parece cosa de magia el ver tanta naturalidad y desparpajo en la actriz (y cantante) canadiense. Tampoco olvidemos que Gabrielle no es la única persona discapacitada en el reparto, sino que hay aproximadamente una decena más, por lo que más valor hay que dar todavía a la dirección de actores.
El problema que afronta la película es que en ningún momento termina de perfilarse. Sí, plantea una interesante historia que trasciende el plano de la discapacidad para llegar realmente a los deseos humanos, pero nunca explota todo lo que podía haber dado de sí. No hay mejor indicio de tal afirmación que el sentimiento de ¿y eso es todo? cuando llega el fundido en negro. Disponiendo de 104 minutos de metraje, más aún teniendo en cuenta que no se dedica tiempo alguno (por fortuna) a repasar lo que implica el síndrome de Williams, la cosa podía haber ido bastante más rápida.
En cualquier caso, hay que mirar el lado positivo de esta clase de películas que reivindican a un grupo de seres humanos concretos, principalmente cuando éstos corren riesgo de exclusión social como sucede en esta ocasión. Gabrielle termina destilando un puntito de decepción por hacer gala de una mezcolanza demasiado alargada sobre distintas dificultades que arrastran tanto la protagonista como los que están a su alrededor y deja de lado la construcción dramática de los hechos, pero en cambio resulta complicado olvidar el mensaje que quiere transmitir, una virtud de alto valor porque al fin y al cabo es seguramente la máxima pretensión a la que aspiraba.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para http://www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
La idea del desarrollo de la película se conoce desde el principio por su simplicidad , y esta idea me resulta algo repetitiva a lo largo del transcurso de la película.
Es triste/tierno enfrentarse a situaciones de esta particular vida . Enfoque filmodocumental de un trocito de las vidas de una serie de personas afectadas por el síndrome de Williams (creo que no me equivoco de diagnóstico, lo leí por ahí). Tiene momentos duros, curiosos y muy tiernos. Pero la cinta tiene un gran lastre: no termina de decantarse entre una película o un documental, y se encuentra con el típico problema del refrán: el que mucho abarca poco aprieta . Es aburrida para ser una película pues se entretiene demasiado en cosas cotidianas alargando mucho la consecución de los hechos, y a la contra tiene muy poca información para tratarse de un documento gráfico . Apenas da lugar a desarrollar una historia (¿historia? más bien parece un episodio de una serie), deja la sensación de no haber contado apenas nada y a la vez consigue llegar a aburrir (en momentos) por pesada y lenta. Dá la sensación de haber sido dirigida por un novel que no sabe controlar muy bien el tempo. No llega a emocionar y un film de este tipo (bien hecho) suele hacerlo.
Esta película de corte independiente nos acerca a la realidad de quienes padecen el síndrome de Williams. Voluntariosa y amable, con un tono cercano al documental en algunas escenas, el retrato es sin embargo plano e insuficiente. La película refleja la especial habilidad para la música que tienen algunas personas con este síndrome, mostrándonos piezas de ensayos para un concierto coral que se alargan demasiado.
A la película le rodea un tono de buenismo y amabilidad, mostrando someramente las dificultades a las que se enfrentan en una vida indendiente los afectados por este síndrome, los conflictos familiares, etc Es en los momentos de encuentros amorosos de su enamorada pareja cuando la cinta alcanza sus mayores cotas de autenticidad, prescindiendo de adornos musicales.
La sencillez formal y la propuesta bienintencionada lastran las posibilidades de un resultado más complejo y dramático.Otra película como Adam , que retrata el síndrome de Aspergen, ahonda mejor tanto en dramatismo como en cotas románticas entre sus protagonistas.
(…)
Y decimos que es una propuesta arriesgada porque la relación que tenemos las personas normales con los disminuidos psíquicos es bastante extraña. ¿Qué sentimos cuando uno de ellos se sienta al lado nuestro en el metro o en cualquier otra parte? ¿Puede ser incomodidad? Podrían ser más cosas y que sonaran peor. Es probable que lo que sintamos, al menos los menos dotados para el disimulo, sea lo mismo que ante cualquier cosa que nos muestra el lado amargo de la vida. No queremos tener nada feo cerca, no vaya ser que nos demos cuenta de lo feos que somos nosotros también.
Tener alguna deficiencia psíquica no es una bendición, es una putada. También para los familiares. Podemos ponernos finos, y edulcorar todo este asunto, pero no… Por suerte, la sociedad parece haber avanzado en este aspecto y ofrece unas perspectivas más halagüeñas a las personas con disminuciones o enfermedades psíquicas y también para sus familias. Pero sigue siendo una putada. Aquí y en Montreal.
Gabrielle gira en torno a los deseos de una chica de convertirse en mujer, con todo lo que ello conlleva. Quiere que la dejen amar, que la dejen tomar sus decisiones, que le permitan tener novio y hacer con él lo que su cuerpo le pide. Quiere un apartamento propio. Como reivindicó la Woolf en su día, Gabrielle también reclama su espacio, su espacio para ser. Y crecer. Sin él, sin un espacio propio, no podemos avanzar. Gabrielle tampoco.
Las demandas de la protagonista de esta película son las demandas de cualquier persona. Su caso particular le permite tener conciencia de su diferencia, pero también de sus puntos en común con el resto. Su hermana es su espejo. Y quiere vivir como vive ella: libre, tomando decisiones, preparando sándwiches, y yendo a por la leche. Y haciéndolo, si apetece.
La buena dirección de Louis Archambault nos permite empatizar con su personaje principal tras superar la barrera de incomodidad inicial, sobre todo si llegas desprevenido (intentamos tener la menor información posible sobre las películas que vamos a ver, una buena costumbre). Cuando Gabrielle decide vivir un día a su aire siente lo que sentimos todos cuando nos enfrentamos a lo desconocido: miedo, ansiedad y excitación. No sabes lo que te espera ahí fuera. Pero Gabrielle ya ha tomado su decisión. Suerte.
(…)
Gabrielle es una película recomendable que aborda una cuestión polémica sin efectismos ni grandes dramas. Cine con mensaje, pero bien expuesto.
Lo Mejor: Trata un tema delicado y lo plantea bastante bien narrativamente. La escena del viaje en autobús.
Lo Peor: Tal vez sea algo larga. La actuación del novio de Gabrielle no es muy creíble.
[crítica publicada en alucine.es]