Furia española
Sinopsis de la película
Sebastián, un gran aficionado al fútbol, decide entrar a formar parte de una peña futbolística del Barça. Allí conoce a la hija de su amigo Amadeo, una joven que no parará hasta que Sebastián acceda a casarse con ella. Celebrarán el enlace el mismo día en que el Barça y el Madrid se disputan la Liga.
Detalles de la película
- Titulo Original: Furia española
- Año: 1975
- Duración: 81
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Opinión de la crítica
Película
4.2
83 valoraciones en total
En los años 70 se realizarón multitud de experimentos, muchos de ellos hacia el final de la dictadura: hubo multitud de películas (algunas buenas, otras regulares) y otras de tirar directamente a la basura. De la que os voy a hablar, estaría en la mitad, hacia el final.
La película es un viaje a la Barcelona de los 70, sus calles, sus personajes y sus tradiciones…. y por encima de todo, el fútbol, que es el eje principal. Con una Mónica Randall que ofrece grandes momentos durante el film, con algunos de vergüenza ajena. Destacar a un protagonista absoluto: Cassen, que parece querer gobernar aquel desaguisao. Con personajes que vienen y van, situaciones a cada una más delirante, y con un final que es la madre de todos los disparates….un exceso total que te deja los ojos como platos, después de ver este espectáculo de dudosa visión.
En su día, parodia ¿feroz? de ciertos rasgos del español del momento, con sus filias futbolísticas, sus apetencias carnales, su idea del amor y del matrimonio y del sentido de la vida, en general.
Según se cuenta fue la última película que el General Francisco Franco vio antes de morir, pues le habían llegado a los oídos rumores de que la película atentaba contra lo que se suponía debía ser el buen español . Las malas lenguas dijeron que la visión de este filme contribuyó a acabar con el dictador.
Lo cierto es que, viéndola en los tiempos actuales (diciembre de 2017) he de confesar que no era para tanto y que ahora se ve simplemente como una astracanada sin mucha gracia, la verdad.
Quitas el gracejo innegable y el buen hacer característico del cómico Cassen y la presencia, simpatía y belleza de la siempre bonita y buena actriz (a la que nunca se le supo sacar todo el jugo cinematográfico) Mónica Randall, y el resto son costumbrismos expuestos a la buena de Dios, sin mucho rigor, supongo que con muchas ideas pistonudas, pero sin chispa ni mordiente.
Los aspectos sexuales supongo que la época de su estreno tuvieron su aquél pero ahora quedan melifluas aunque es un verdadero placer ver el bonito cuerpo (sin desnudos) de Mónica.
Por lo demás, lo mejor es sin duda la dirección artística de Elisa Ruiz (premio al mejor decorado, otorgado por el CIC en el año 1975), sobre todo en su exposición de los ambientes del barrio chino que tanto gusta frecuentar los fines de semana al protagonista, para echar un quiqui o dos o….
No, no me ha gustado la peli, pero es que había que haberla visto en su día. Ahora la verdad es que ha quedado en poca cosa, aunque simpatiquilla.
https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Una peli que pudo dejarse ver en 1975, y que no resiste el paso del tiempo. Su guión y desarrollo quiere ser Berlanguiano, pero ni el guionista es Azcona ni el director maneja la escena y los actores como Berlanga. [Solo José Luis Cuerda ha logrado emular, y en algún caso superar ( Amanece que no es poco ) al maestro Berlanga].
Betriu hace un pastiche histriónico, a veces desternillante, otras patético, de un esperpento muy español como es la pasión futbolera.
Cassen no parece lo más adecuado para el papel prota, y Mónica Randall tampoco está sublime. Los secundarios sobreactúan por necesidades del guión, pero algunas escenas están muy conseguidas (en el hospital el médico y las monjas…)
En mi caso defenderé esta película primeramente porque Cassen, Casto Sendra, es un tío que me cae bien, un cómico con cara del clásico obrero honrado, y con Mónica Randall me pasa lo mismo, una guapa actriz y simpática, por lo que mi predisposición está del lado de esta Furia española.
La película es una reducción al absurdo que te lleva a una parte del pasado social, en este caso dentro de una añorada Barcelona, lo hace de una manera exagerada pero que igual sin querer, te dan una idea de lo que podía ser el método de actuación de personajes reales si se les descubriera en la intimidad. Mantiene una base de hechos completamente factible, tan sólo se pasa de rosca en el tratamiento de los personajes. Así vemos a un médico soltando una charla al pobre Cassen que en vez de profesional, es una charla moral angustiosa, para luego terminar olfateando unas sardinas en salazón, de esas que hay en las pescaderías dentro de una caja redonda, y que tiene como expositor en el aparador de su consulta. De alucine. Algo irreal o surrealista pero que te da una impresión de la fauna humana dentro de sus personalidades equívocas, introvertidas o paranoides.
Al mismo tiempo, los guionistas de esta genialidad mantienen un tono cómico constante de acuerdo al tratamiento elegido de la trama, así hay un uso continuo de mujeres de alterne, con algún espécimen extrañísimo, además del jefe de Cassen, Amadeo, siempre pululando por ahí con sus misteriosas cajas de zapatos y demás personajes pintorescos y caricaturescos, y de tebeo como los incordiantes Zipi y Zape. En la pensión (que por cierto había un letrero en la entrada que decía: No se admiten moros, jeje, lo que cambian los tiempos), han sentado a un hombre con un gran parecido a Stan Laurel, además le han hecho rascarse la cabeza como hacía él, para flipar, y han hecho de ella un lugar de encuentro y de citas con las pilinguis. La presencia de las pilinguis es continua, en la pensión y en el bar de la peña. El bar es un lugar entrañable para acompañar con cariño al personal, siempre en el esperado ambiente de camaradería desbordada entonando cánticos forofos. Otro personaje aparentemente fuera de juego sería el amigo de la mili de Cassen, pero en realidad tiene su razón de ser para no olvidar la condición frívola de la novia de Cassen. O la monja pendiente del fútbol, porque aquí todo gira en torno a este mundo, siendo el epicentro ejemplos, en pinceladas, de hasta donde pueden llegar las decisiones y comportamientos de un hincha por la devoción que le tiene a su equipo, el Barcelona (el Barcelona de Asensi, Rexach, Marcial, Cruiff, etc).
Y así es, una crítica satírica de los aficionados al fútbol y el mundo que lo rodea, más o menos ajeno, visto de una forma muy lejos de dramas y de lógicas. Como no pudo ser de otra forma por los tiempos que corrían, la película tuvo muchos problemas con la censura y resultó muy polémica en su tiempo aunque al final se proyectó.
El caso es que para los que la valoramos queda como una obra de talento, una obra diferente, otra forma de hacer cine, una curiosidad de gran ingenio, que no guste pues vale, pero tiene el valor como expresión de una fauna humana vista de forma grotesca pero que acerca a la realidad por destapar hipocresías y conductas que siempre se disimulan, pero que en secreto se acercarían mucho a lo expuesto. El aire melancólico de las calles, el baton rouge, la gente, expresan perfectamente el ambiente que persigue el autor, el aire decadente y complejo de un mundillo específico.
No conocía de nada esta película y me ha sorprendido por la violencia de su sátira social, por la gracia grotesca de su esperpéntico desenlace, por la considerable sordidez de los ambientes y las situaciones que se describen, por la credibilidad, en suma, de la realidad social y cultural que se pinta: desde otro país, o desde otra época, lo que muestra Furia española podría parecer exagerado o increíble, un esperpento sin anclaje en la realidad, pero no, somos así, éramos así: un país esperpéntico, grotesco. Al menos, en determinadas ocasiones.
Estamos ante una comedia más sucia que negra, que va mucho más allá del landismo y que podría compararse con la comedia según Luis García Berlanga en la agudeza con la que se entiende la realidad española o en una cierta misoginia: al fin y al cabo Mónica Randall (espléndida en su papel de mujer obsesionada con el sexo) trabajó en los 70 tanto con Betriu como con Berlanga. La secuencia del striptease de la vecina en el balcón, mientras los que observan la escena en la calle, alucinados con lo que ven, recogen la ropa que va cayendo, es impagable. Realmente, es una película alucinante. Hay que revisar sin falta la filmografía de Betriu.